S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
|
|
|
Cartelistas republicanos de la Guerra Civil española |
41.- RAFAEL DE PENAGOS (1889 - 1954)Penagos, uno de los veteranos cartelistas republicanos, el mayor de todos ellos. Terminó la guerra con 50 años y un forzado exilio. Había dibujado desde muy pequeño tras pasar por las Escuela de Bellas Artes de San Fernando. También viajó a París y a Londres del que regresa precipitadamente tras el estallido de la Gran Guerra. En Madrid encuentra nuevos trabajos y se casa. Para mantener la familia decide opositar a la cátedra de dibujo del Instituto Cervantes de Madrid. Al estallar la Guerra Civil parte para Valencia como muchos otros artistas y desde allí colabora con la propaganda republicana en concreto con la Jefatura de Sanidad del Ejército. Con la derrota, retorna a Madrid, cuyo ambiente se hace insostenible. Parte para Barcelona, y finalmente se exilia a Chile donde permanecerá hasta 1952, año en que ya mayor, decide regresar a España, muriendo en 1954. |
41.1.- Desde luego, porque vaya numerito que está montando el gachó. |
41.2.- Los servicios de sanidad del E.P. era todo lo buenos que la República en guerra podía permitirse. Había unidades de transfusiones, destacando la canadiense del Dr. Bethune. Los métodos de los doctores Bastos y Trueta de curación de heridas de guerra fueron reconocidos internacionalmente (Spanish Method). El E. P. estaba dotado de trenes hospitales y cada ejército disponía de aviones ambulancia para los casos muy graves. Aun así, las grandes poblaciones sufrieron carencias alimenticias, y aparecieron epidemias de pelagra, tifus y otras, motivadas por la mala alimentación e higiene. Del lado rebelde, prácticamente igual, suavizada la sanidad pública por la abundancia alimenticia, menor población y la falta de refugiados sin recursos. Cuando hubieron de hacerse cargo del todo el territorio nacional, el supuesto buen hacer sanitario y de abastos, se fue al mismísimo garete. Lo que demuestra que se trataba de una mera cuestión de excedentes alimentarios. Pues eso, otro mito franquista. |