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Josep Badosa Montmany

Josep Badosa había nacido en 1893 en Arenys de Mar. Poco se sabe de su infancia entre los estudiosos de la fotografía y de los profesionales de la época. Aunque sí sabemos que con 16 años ya andaba metido en el negocio, se dice que funcionaba por su cuenta desde muy temprana adolescencia, pero parece seguro que entró a trabajar en el Diario Gráfico en Barcelona. También se sabe que este precoz profesional fue miembro fundador de las Asociación de Prensa Diaria de Barcelona. Josep Badosa se convirtió en el principal foto reportero del Diario Gráfico, pero eso no le impidió ampliar su campo de acción consiguiendo corresponsalías de otros diarios o revistas gráficas, incluso de la capital, Madrid

Josep Badosa fue un intrépido reportero, adelantado de su tiempo y honrado competidor de sus otros compañeros de oficio. Era conocido por moverse con las motocicletas más modernas llenas de los letreros publicitarios de sus corresponsalías, un poco como van ahora los Formula 1. De este modo, Badosa llegaba a las redacciones el primero vendiendo muchos de sus reportajes, pues los reporteros no eran fijos de plantilla sino colaboradores, y si a la hora de cerrar, el periódico no tenía nada, sacaban lo del primero que llegaba. Esto no se veía mal, pero indudablemente generaba tensiones, como le pasó a Badosa con Brangulí en alguna ocasión. Badosa es conocido por sus reportajes aéreos que realizó con una avioneta alquilada, consiguiendo, entre otras, una foto del Zeppelin desde casi su misma altura.

Técnicamente estaba en la cima y se asegura que tuvo la primera cámara Leica de Barcelona. Entre sus colaboradores estaba el gran Agustí Centelles (que fue su aprendiz) y entre sus colegas y amigos, lo más granado del fotoperiodismo barcelonés, Josep Brangulí, Carlos Pérez de Rozas, Sárraga, Alejandro Merletti, Pau Lluis Torrents y otros. Como todos sus compañeros, los temas que abordaban eran los deportivos, los taurinos, los actos sociales y de pompa, los sucesos diarios, a mas escabrosos mejor, y los reportajes de malos ambientes que se pusieron de moda entre los hijos de los bien pensantes desde el final de la monarquía hasta la propia República. Llegó a tener un foto estudio de lo más selecto que fundó con el fotógrafo Santiago Carreras recién llegado de una exitosa actividad fotográfica en Mejico (que es donde se empleó a Centelles de aprendiz). Al final de los veinte le cayó la corresponsalía de la nueva revista madrileña Estampa y poco después la de Ahora. Y eso eran palabras mayores. La publicación era semanal y Badosa tenía toda una ciudad con la que llenar las voraces páginas de las nuevas publicaciones gráficas que despegaban con los avances de los sistemas fotográficos de impresión. Se cuenta que Josep Badosa entregaba sus negativos directamente al maquinista ferroviario del tren Barcelona-Madrid, quien, cuentan, llegaba a retrasar la salida del tren para esperarle. En Madrid recogía los negativos un periodista de las revistas, y las fotografías llegaban a tiempo para los semanales gráficos de la capital. Con la entrada de los años treinta, Josep Badosa tuvo que afrontar la dura competencia, tuvo que cerrar su estudio y despedir personal. Por contra enseñó el oficio a su hijo Josep María. En el Diario Grafico, se impuso (como antes lo había hecho él mismo), se impuso, digo, el fotógrafo Carlos Pérez de Rozas que era amigo del propietario Joan Pich Pon. Todavía perdió la corresponsalía de Estampa y Ahora de Chávez Nogales. Para más inri, estalló la Guerra Civil.

Los Badosa pertenecían a la Agrupación Profesional de Periodistas de la UGT. Los Badosa cubrieron, el 19 de julio en Barcelona los frentes aragoneses y catalanes y la invasión de Mallorca, que contó con una nutrida representación de foto reporteros catalanes. También realizaron reportajes sobre los sucesos bélicos y políticos de la capital catalana según avanzaba la guerra. Josep Badosa enfermó de neumonía y tras ingresar en un hospital barcelonés, falleció de las complicaciones de su discutible tratamiento. Tenía 44 años. Su hijo continuó la labor de los Badosa mientras duró la guerra, pero acabada esta, a Josep María Badosa, hijo le ocurrió lo mismo que a todos los profesionales de la fotografía, madrileños y catalanes que no consideraron exiliarse. Le fueron requisadas todas las fotografías de su personal archivo relativas al periodo bélico, si quería continuar con la profesión, como les ocurrió a los Brangulí. Esto significaba perder la su memoria fotográfica, y por ello mucha de su obra. Y pese a que parte de sus fondos terminaron junto con otros de sus colegas en grandes archivos catalanes, su falta de clasificación les quitó su autoría. De modo que el franquismo les robó su autoría y la monarquía juancarlista  les ignoró durante decenios. En la actualidad y afortunadamente, hay muchos estudiosos en el proceso de identificación intentando reparar todo este mal. La rapiña franquista y la indiferencia de la monarquía hizo un tótum  revolútum y se atribuyó a algunos lo que era de otros.

Se han realizado exposiciones recientes con el material ya identificado, del Diario Gráfico y los fondos que el nieto de Josep Badosa entregó a los archivos catalanes.


Josep María Badosa

El hijo de Josep Badosa tuvo que apechugar con la prematura muerte de su padre, continuar con la firma para alimentar a la familia y al final de la guerra tener la triste labor de entregar los fondos fotográficos relativos a la Guerra Civil. Se cree que fueron los Badosa quienes realizaron la importante serie de fotografías de los efectos de los bombardeos en Barcelona de los años 1937 y 38 que Josep María Badosa entregó a la policía franquista en la recién ocupada Barcelona y que se supone acabarían en manos del falangista Servicio Nacional de Propaganda. En cualquier caso, Josep María Badosa, perdió el carné profesional de periodista y como tantos otros colegas de las grandes capitales republicanas ocupadas por los franquistas, se refugió en la fotografía industrial y comercial. Y así el hijo de Josep Badosa también perdió su memoria histórica y su autoría sobre probablemente miles de fotografías esquilmadas por el franquistas sin ningún ánimo artístico, simplemente para evitar su difusión y por cuestiones punitivas de identificación de republicanos. Y no me discutan esto, si no hubiera sido así, a ningún fotógrafo de los que oficiaron en la zona gubernamental se le hubieran retirado sus fondos, que eran legítimamente su propiedad. Pero esta fue la norma.

Visita del Led Zeppelin a Barcelona. Fotografía sacada desde avioneta.

Publicada por Estampa en 1932. Jugadoras del novedoso baloncesto en Barcelona.

Tras los sucesos de octubre de 1934 y la intervención del ejército, los curiosos, bien ordenaditos, contemplan los daños de la plaza del Ayuntamiento de Barcelona.

Dos motoristas del Servicio de Enlace del Ejército Popular, entregan o reciben un mensaje. Por la uniformidad pensamos que pueda ser el verano de 1937.