S.B.H.A.C.

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Fotógrafos en guerra Enlaces
Albero y Segovia

Félix Albero Trullen (1894-1964)

Junto con Francisco Segovia formaban la marca "Albero y Segovia". Se habían asociado en 1930. En la primera mitad de esta década la marca Albero y Segovia destacó en el periodismo deportivo y en el afamado diario conservador ABC. Al inicio de la guerra, ambos fotógrafos se volcaron en los convulsos acontecimientos del Madrid de la primera hora de la guerra, con los espléndidos reportajes del Cuartel de la Montaña y de las plazas cercanas al la capital. Ya entrada la guerra siguieron colaborando con el ABC (republicano) y en otras publicaciones, disputándose los medios sus espectaculares instantáneas. Con los trabajos de Albero y Segovia y los de otros fotógrafos madrileños se constituyó por iniciativa de la Delegación de Prensa y Propaganda de la Junta Delegada de Defensa de Madrid, un archivo que se llamó Archivo Rojo en honor al coronel Vicente Rojo. A este archivo se puede acceder en la actualidad. Al finalizar la contienda fueron depurados como otros muchos fotógrafos madrileños. Sobrevivieron como pudieron hasta que volvieron a la profesión pero cada uno por separado. En 1964, Albero recibió el premio de la Agrupación Sindical de Reporteros Gráficos de Prensa.


Francisco Segovia García (1901-1975)

Junto con Félix Albero formaba parte de la firmas "Albero y Segovia". Segovia provenía de la escuela del célebre fotógrafo Kaulak. Tras un fructífero periodo como fotógrafos deportivos y de información general, les llegó la guerra, donde destacaron por la viveza de sus trabajos en el Madrid sitiado. Segovia fue represaliado con la victoria de los franquistas y sobrevivió como fotógrafo sin nombre hasta que se le levantó la sanción. Como a los artitas republicanos, la obra de muchos magníficos profesionales de la fotografía, quedó huérfana y pagana y sus fotografías fueron publicadas sin ningún remuneración ni derechos, ni siquiera eran citados. En el  caso de Segovia, la serie del asalto al Cuartel de la Montaña, la toma de Guadalajara por Mera y sus milicianos,  y el asedio y bombardeo de Madrid ilustraron todos los libros de las editoriales propagandísticas y militares del régimen. Es como si estos magníficos profesionales hubieran desaparecido y su trabajo fuera de dominio público. Un robo.

Madrid, domingo 19 de julio de 1936. En la esquina de la calle Ferraz con la Plaza de España, la multitud es contenida a duras penas para iniciar el asalto al Cuartel de la Montaña que lleva sitiado desde el día anterior. En el centro, entre dos guardias de asalto de espaldas, peinadito y con camisa blanca, el ínclito Enrique Castro Delgado. Otros personajes que se repiten en estos reportajes, son el joven con el pañuelo en la cabeza y la carabina Tigre, y a la izquierda de la foto, el trajeado ciudadano que participó activamente en la toma del cuartel, a tenor de las fotos donde aparece.

Fotógrafos valientes tomaron esta imagen donde no se aprecia realmente la magnitud de enfrentamiento, pero que nos dice que la otra parte del cuartel está todavía sin reducir, y que en la planta baja las fuerzas leales disparan desde las puertas al interior. Y en la primera planta los leales han llegado a las ventanas y también disparan. A la Segunda planta no ha llegada nadie todavía. Suenan disparos y este madrileño en primera plana se agita buscando refugio. ¡Bien por Albero y por Segovia!

Avanza la mañana del domingo y el cuartel rebelde se rinde. Nuestro ciudadano trajeado de la imagen primera encabeza la columna de la rendición. Se ha agenciado unas trinchas reglamentarias y lo mejor, un chopo. La comitiva desfila por la pista de aplicación.

Ingreso en columna.

Coronel Puigdengolas preparándose para rendir a los rebeldes de Guadalajara.

Últimos momentos del sublevado comandante Ortiz en Guadalajara que defendió el puente con una ametralladora y que previamente había detenido y maltratado a varios compañeros que no quisieron unirse a la rebelión y que de triunfar Ortiz, hubiera significado probablemente la muerte para estos detenidos. De hecho, uno de los maltratados el capitán de la Guardia Civil José Rubio García, se unió al Ejercito Popular y al final de la guerra tras ser detenido, fue fusilado sumariamente pues su fotografía salió publicada en la prensa republicana y le aplicaron la muerte de Ortiz como si hubiera sido suya. En la imagen, parece que el Guardia Civil y el de Asalto tratan, siguiendo las órdenes de Puigdendolas, de sacar a Ortiz de allí. Ello no fue posible y fue fusilado a poca distancia del puente.

El citado capitán de la Guardia Civil José Rubio García, liberado por los milicianos.

El secretario de la Junta Delegada de Defensa de Madrid, Máximo de Dios, conversa en Brihuega con un padre que perdió a su hijo luchando contra la entrada de los italianos en el pueblo.