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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española.

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Louis Fischer - (1886-1970)


Este periodista americano venía de una familia muy pobre con un padre problemático por la bebida que finalmente abandonó la familia. La familia, de origen judío, había abandonado Ucrania huyendo de los pogromos durante el reinado de Alejandro III, Zar de todas las Rusias y con evidentes inclinaciones antisemitas. En América, la familia se alojó en el barrio más pobre de Filadelfia, el gueto judío. Con gran esfuerzo, Fischer consiguió estudiar en la Escuela de Pedagogía de la ciudad convirtiéndose en maestro de escuela. Ya por entonces era declarado socialista y partidario de la patria judía en Palestina, tanto que en 1917 se alistó en la Brigada Hebrea del Ejército Británico. Aunque no tuvo experiencias bélicas. De regreso a América encontró trabajo en una agencia de noticias en Nueva York. Se casó con una estoniana partidaria de los bolcheviques, Bertha Markoosha, que consiguió una plaza de diplomática rusa en Berlín. Fischer medio apañó una corresponsalía en Berlín del New York Post. Se trataría de una serie de reportajes sobre la posguerra en Alemania.

En 1922, Fischer partió con su mujer para Moscú, donde conoció a Walter Duranty (véase en esta mismo capitulo) que trabajaba para el New York Times. Sus artículos, favorables a la Unión Soviética como los de Duranty, eran censurados en el conservador New York Post, de modo que se los ofreció al semanario The Nation, más liberal.

Como Duranty, Fischer abogaba por el reconocimiento americano de la Unión Soviética. También apoyaba a León Troysky por contra de Stalin, se dice que porque ambos eran judíos, y Fischer trabajaba por el reconocimiento de la población judía rusa, que masivamente había apoyado la revolución, y donde el georgiano Stalin aparecía con ciertos tintes antisemitas que eran muy corrientes entre la población eslava. Pero la realidad se impuso y la derrota de Trotsky hizo que Fischer, periodista muy realista, se mostrara favorable a Stalin, defendiendo la falta de libertades cívicas en la Unión Soviética, como producto de las circunstancias post revolucionarias y el consiguiente embargo y animosidad de las potencias aliadas. En suma, el peligro contrarrevolucionario, tan real en la URSS de los años veinte.

Esta característica de Fischer, y de Duranty y otros, le pasó factura entre las biempensantes mentes de la pacata burguesía americana. Se empezó a decir de algunos periodistas americanos que defendían los avances de la revolución bolchevique, que eran agentes pagados por los comunistas. Fischer les puso en su sitio: "Así que cualquiera que diga algo bueno de la URSS está pagado por los bolcheviques, claro, pero cualquiera que maldiga a los comunistas es un tipo decente, ¿no? ¡Qué tontas son las personas! De modo que si lo bolcheviques hacen algo bueno, yo no puedo decirlo salvo que me paguen por ello..."

Fischer, aunque le surgían dudas sobre la conveniencia de seguir manteniendo una represión tan fuerte sobre los sectores menos revolucionarios de la población, apoyó la acción masiva contra los campesinos ricos ucranianos, los Kulaks, que evidentemente suspiraban por el Zar y conspiraban todo lo que podían contra la Unión Soviética y su política agraria de colectivización. El resultado de esta terrible lucha de clases entre estamentos campesinos ricos y el gobierno comunista y los campesinos pobres fue el hambre, que venía también provocada por la Gran Guerra y por la guerra civil subsiguiente, donde Ucrania fue campo de batalla en ambas contiendas. Algunos periodistas americanos y europeos enviados a Rusia sacaron crónicas demoledoras sobre el hambre en la Unión y en Ucrania especialmente, aunque se exageraban los tintes. Fischer, Duranty y Eugene Lyons inicialmente trataron de mediatizar a la realidad estos informes, sobre todo los del reportero Gareth Jones que en una visita más bien corta desgranó una inmensa tragedia sobre la población de la Unión Soviética a su parecer consecuencia de las políticas colectivistas de Stalin. Y sí era cierta la crisis cerealista que mantenía a la población rusa racionada y a la ucraniana pasando hambre, estos informes estaban completamente exagerados y eran producto de un prejuicio político muy extendido entre los reporteros occidentales que veían una familia pobre pasando hambre y ya suponían que toda Rusia estaba en la misma situación. Fischer y Duranty matizaron estos informes, acercándolos probablemente a la situación real más que los detractores, en una situación, sin duda, muy cercana a la hambruna. El problema fue que Stalin quería encubrir completamente la hambruna, y esta negación de la realidad, hizo mella en Lyons y también en Fischer que sabían del hambre que había en algunas regiones aunque no alcanzara las proporciones apocalípticas que denunciaba Jones, al que por cierto nadie acusó de estar pagado por el capitalismo internacional, al contrario de lo que les pasó a Fischer y a Duranty. Las purgas de Stalin en 1935 contra los dirigentes de alto nivel, como Kamenev, Zinoviev y otros, desconcertaron a Fischer que hubo de reflexionar duramente para encontrar explicaciones donde apenas las había.

En todo caso, Fischer partió para España contento de ocuparse de algo real, la lucha del pueblo español, de la que era ferviente partidario. Fischer ingresó en las Brigadas Internacionales ocupándose de tareas de intendencia y también de la propaganda en el futuro batallón Lincoln. De Fischer se dice que fue el primer voluntario americano en las BB.II. Sus discrepancias personales con André Marty le llevaron encontrar otros trabajos de ayuda a la República española desde Madrid. Al poco los rusos le recomendaron marchar a Paris por motivos que no conocemos, pero estaba claro que Fischer había emprendido el largo camino de caer en desgracia a la inteligencia soviética, es decir, Stalin. En Paris desarrolló artículos propagandísticos del gobierno Negrín y también hay quien afirma que medió en el suministro de armas desde la Unión Soviética, aunque esto parece más dudoso. Pero si que es cierto que ayudó a la República en actos como la Exposición Universal de Paris de las Artes y las Técnicas y se asegura que influyó en Negrín en la redacción de los Trece Puntos. Otra afirmación que parece improbable o cuando menos matizada.

Jay Allen, el doctor Negrín con gafas y a la derecha Louis Fischer en una comida preparatoria de la Exposición Internacional de Paris.

 A finales de 1938 retornó a los USA instándose en Nueva York donde desarrolló una larga carrera como periodista, escritor y profesor. Son innumerables sus libros pero destacan, Hitler y Stalin, Hombres y política, y biografías de grandes revolucionarios. Nunca renunció su etapa española y siempre alabó a los voluntarios americanos de las BB.II. El tiempo y las circunstancias fueron orillándole en un disimulado anticomunismo, que en la América de la posguerra facilitaba la vida pero mermaba la credibilidad. Parece que trabajó para una organización cultural tapadera de la CIA,  "Congreso para la Libertad y la Cultura", que ya en el nombre indicaba claramente qué perseguía este Congreso. En enero de 1970, Fischer falleció. Fue un gran defensor de la II República española y su devenir político no invalida nada esta afirmación.