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26. ENTRE REPÚBLICAS

2.- DOS DE MAYO

26.2.1.- Godoy, tímido reformista, pero tirano al fin y al cabo, había practicado una errática política de alianzas durante finales del siglo XVIII y principios del XIX. Godoy, valido de Carlos IV y protegido de la reina Maria Luisa de Parma, odiaba cordialmente al Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, aunque el sentimiento era mutuo.

Godoy primero se alió contra la Francia republicana con la coalición liderada por Inglaterra. Tras un inicio de campaña aparentemente exitoso del General Ricardos por la Cataluña francesa, las cosas se pusieron feas y tras la ofensiva francesa hasta el Ebro y la subsiguiente contraofensiva española, ambas partes se sintieron agotadas y pactaron la paz de Basilea, perdiendo España algunas posesiones coloniales. A continuación, Godoy, temiendo el poderío inglés se alió con la Francia del Directorio, entrando en guerra con Inglaterra. Sufrimos las derrotas del Cabo San Vicente y perdimos la isla de Trinidad. Seguidamente, Francia entabló negociaciones con Inglaterra sin contar para nada con España. Eso trajo muchos problemas a Godoy que se ganó las iras de la nación por su imprevisión. No obstante, Godoy emprendió una nueva alianza con Francia, esta vez con Napoleón, con el fin de neutralizar a Portugal y alejarlo del entorno de Inglaterra. Un ejército español atacó a Portugal y poco después se firmó la paz, quedándose España con la plaza de Olivenza. Esta guerra se llamó de las Naranjas y coincide con el máximo poder de Godoy. Napoleón firmó la paz de Amiens con Inglaterra y España recuperó Menorca que los franceses habían tomado recientemente desalojando a los ingleses que la ocupaban. A cambió perdió definitivamente la isla Trinidad. No estaba mal para Godoy, pero las cosas empezaron a empeorar. Creyéndose los camelos de Napoleón, que simplemente quería quedarse con España y Portugal, Godoy ratificó los sucesivos tratados de San Ildefonso, con gran regocijo de Napoleón que lo tenía por idiota. Napoleón comenzó a presionarle y Godoy a ceder. Tras el tratado de Fontainebleau, las tropas francesas entraron en España, supuestamente camino de Portugal, pero pronto guarnicionaron todas las capitales de provincia. El premio era supuestamente el reparto de Portugal. No tardó Godoy en darse cuenta de la falaz conducta de Napoleón para con España, y que para más inri, el emperador se alió con los partidarios del Príncipe de Asturias (Fernando VII), con la intención desalojarlo del poder. En este contexto, con las tropas francesas circulando libremente por el país, supuestamente coaligadas con las españolas, Fernando, que conspiraba contra su padre y su valido, desde tiempo atrás, incluso ya había hecho alguna gorda (Proceso del Escorial) y había sido perdonado por su padre. En este contexto, Fernando preparó un complot contra Godoy apoyado por la nobleza reaccionaria y el vulgo más lumpen, naturalmente comprado. El motín de Aranjuez, verdadero golpe de estado de Fernando contra su padre y contra Godoy fue bastante violento contra el valido y sus propiedades, y Godoy salvó la vida gracias a Murat, comandante en jefe de las fuerzas francesas en la península. Godoy fue trasladado desde la prisión donde lo tenía encerrado el Principe de Asturias a Bayona, donde se reunió la familia real, padres e hijo y el propio valido. Allí en una de las más indecorosas escenas jamás protagonizadas por familia real alguna. Carlos IV abdicó (en realidad ya había perdido el trono tras el motín de Aranjuez) en la familia Napoleónica.

En el grabado, Fernando le perdona gentilmente la vida a Godoy y lo manda a prisión.

26.2.2.- La escena de la ignominia. Napoleón le quita España de un plumazo (y nunca mejor dicho) a los indignos Borbones para quedársela para su familia. La excusa de Carlos IV había sido pedir protección a Napoleón para recuperar sus derechos dinásticos arrebatados por su hijo Fernando. Este había sido atraído a Bayona con la excusa napoleónica de limar diferencias entre ambos (¡vaya perspicacia, la del Fernandito!). Godoy, no tenía ninguna excusa, estaba allí porque le habían llevado. Y así, el cínico Napoleón se quedó con todo dejándoles a todos con un palmo de narices. ¡Qué edificante!

26.2.3.- Murat, autentico virrey de España, y atendiendo a las peticiones de su jefe, planeó conducir al resto de la familia real que habitaba en el Palacio de Oriente a Bayona, para juntarlos a todos. La Junta que supuestamente gobernaba España (quien gobernaba era Murat) cedió por fin a las presiones y se hicieron los preparativos para el dos de mayo. Pero la noticia había corrido como la pólvora y una multitud de madrileños se congregó frente al palacio con la sana intención de impedirlo. Primero salió la reina de Etruria (hija de Carlos IV y cesante en el puesto), pero la multitud no protestó. Luego salió al balcón el infante Francisco de Paula y eso encolerizó a la gente que invadió el palacio para impedirlo. Murat que tenía un genio de mil demonios y tenía preparado un batallón de granaderos y una batería de artillería, les ordenó abrir fuego contra la multitud, y así empezó el Dos de Mayo. En el grabado, de López Enquidanos, no se ve mucha multitud y sí muchos franceses. Además, el pueblo no iba armado.

26.2.4.- Las noticias corrieron por todo Madrid, y el pueblo llano, que estaba harto de los abusos de las tropas francesas salió a la calle con lo que tenía, dispuesto a acabar con la presencia francesa en la capital, lo que era una gran ingenuidad. Murat que estaba perfectamente preparado para la contingencia desplegó sus coraceros, sus mamelucos, sus granaderos de la guardia, todos tropas de élite, y su artillería, y masacró al pueblo allá donde lo encontró con armas o sin ellas. La sociedad bienpensante se refugió en lo más profundo de sus elegantes palacios, el ejército español cerró los ojos, salvo las excepciones que todos sabemos y comenzó la masacre, que no fue tan sencilla como Murat preveía. Los españoles y las españolas se defendieron con uñas y dientes con el apoyo, escaso, pero significativo de algunos militares. En la imagen de López Enquidanos, la lucha en la Puerta del Sol.

26.2.5.- La historia no sabe con certeza que le pasó a Manuela Malasaña, salvo que fue fusilada por los franceses y así costa en el registro de fallecidos de esos días. Una de las versiones asegura que junto con su padre (que era de origen francés) luchó en la defensa del parque de Monteleón y que fue fusilada junto con otros defensores. Otra versión asegura que Manuela no participó en la refriega y que fue al salir de su taller de costura cuando fue detenida por una patrulla francesa, y que tras intentar ultrajarla, se defendió con sus tijeras, siendo inmediatamente asesinada. La imagen, fragmento del cuadro de Eugenio Alvarez Dumont (pintor francés nacionalizado español) nos presenta una idealización del suceso.

26.2.6.- En el parque de artillería del Palacio de Monteleón, algunos militares decidieron unirse a la rebelión, organizando la resistencia, repartiendo armas al pueblo y disponiendo de una batería de artillería para la defensa del parque, contraviniendo las órdenes dadas por el capitán general de Madrid Francisco Javier Negrete. Fueron los militares patriotas, Luís Daoiz y Torres, Pedro Velarde Santillán y Jacinto Ruiz. Los dos primeros murieron en la acción y el tercero meses después de resultas de las heridas.

26.2.7.- Muerte de Daoiz y Velarde. Cuadro de Manuel Castellano.

26.2.8.- La misma escena del pincel de Joaquín Sorolla (Fragmento)

26.2.9.- Defensa de Monteleón de Manuel Castellano. Fragmento.

26.2.10.- Goya. La carga de los mamelucos.

26.2.11.- Entre 3.000 y 4.000 madrileños participaron en la rebelión del Dos de mayo, verdadera "intifada", como dice Pérez-Reverte, moderno referente, junto con Galdós, de este episodio (1). Unas cuatrocientas personas murieron entre los días dos y tres. Fusilamientos del Paseo del Prado. Grabado de López Enquidanos.

(1) A propósito de este escritor, Pérez-Reverte, hemos de reconocer que sus dos últimos libros, "Cabo Trafalgar" y "Un día de cólera", nos han sorprendido favorablemente. En nuestra opinión, complementan magníficamente los de Galdós, y además, era una labor que estaba haciendo falta. Sepa el lector, que el valor más apreciado por nosotros, la objetividad, está probada. Se lo decimos, nosotros, que leemos con bagaje histórico suficiente para mantener activo el detector de ideologías oportunistas y demás artimañas y gazapos habituales en los libros de la historia reciente de nuestro país, que es, en la actualidad, dónde más se da este odioso fenómeno que consiste en arrimar el ascua a tu sardina con trozos de la historia de España. Estos dos libros que citamos, están libres de esta tara, le caiga como le caiga Pérez-Reverte, que a veces toca un poco las narices con su suficiencia. En cuanto a su apuesta literaria, su especial lenguaje descriptivo, es una decisión personal del autor, un señor con los cojones negros del humo de cien batallas (con perdón) que está más allá del bien y del mal y que él sabrá. La verdad es que en Cabo Trafalgar a mí me divirtió bastante, todo eso del pim pam pum, rataplán, mesié, etc... A otros amigos y colaboradores de esta web, no tanto.

26.2.12.- Goya. Fusilamientos del tres de mayo. Los fusilantes pertenecen a un batallón de marinos de la Guardia Imperial. Son los mismos que, entre otras unidades, entraron a saco en Córdoba, que fueron derrotados en Bailen por Castaños y que terminaron muriéndose de hambre en Cabrera. Un poco, sí se lo merecían, ¿no?

26.2.13.-  Goya. Los desastres de la guerra. Nº 2 Con razón o sin ella. Facsímil de la publicación del Ministerio de Instrucción Pública, Dirección General de Bellas Artes, estampadas en Madrid en los talleres de la Calcografía Nacional en 1937.

Versión 1.0 - 01-2000 - Revisión 1.1 - 12-2013