S.B.H.A.C.
nº 6 Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (universal.sbhac.net) |
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Imágenes de la historia universal |
10.9.1 La resistencia contra el imperio Nazi en Alemania (1933-1945) |
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La resistencia en Alemania (1933-1945) Una vez que Hindenburg nombró a Hitler canciller del Reich se desataron todos los truenos. Para empezar Hitler moderó sus discursos proponiendo el resurgimiento nacional, como si de una tarea colectiva se tratara para sacar a Alemania del marasmo que la Gran Guerra y Versalles habían dejado al país en lo político y en lo económico. Las clases medias en trance de desaparecer saludaron esta irrupción del nazismo no solo como la salvación de Alemania, sino como la salvación propia. Las oligarquías financieras e industriales, la Iglesia tanto católica como luterana, el ejército, todos vieron en este nombramiento un esperanzador momento, pese a la siniestra sombra de las partidas de la porra. Todos pensaron que Herr Hitler aplacaría los ánimos de sus secuaces y la paz y la tranquilidad, a la par que el trabajo, camparían por las calles como en los tiempos anteriores a la guerra. Hitler dejó las tareas económicas para sus colaboradores, muy del gusto de estos poderes, pero se puso con infinito celo a lo que de verdad perseguía. La eliminación de toda disidencia política y democrática. La cabeza del partido nazi estaba compuesta por truhanes y marrulleros que usaban las tácticas legalistas con maestría para impedir que la estructura del estado se opusiera a sus desmanes. A la par que la brutalidad y la violencia más despiadada eran ejercidas oportunamente exagerando incidentes de falsa bandera o en situaciones que aparentemente tenían respaldo legal pese a su arbitrariedad. La cúpula nazi examinó a sus principales enemigos y trazó planes para deshacerse de ellos uno a uno. Primero los comunistas (los más peligrosos y combativos) y después los socialistas, ambos con una mezcla de métodos violentos y pseudo legales. También los partidos conservadores y de centro, que, de propia gana o muertos de miedo se plegaron a la disolución. Y para rematar, a los suyos propios, los más violentos de todos ellos, Roehm y sus secuaces, la cúpula de las S.A. que mantenían el impulso de convertirse en un Ejército Nacional asumiendo todo poder militar. Entremedias, una pulsión personal de la que Herr Hitler y sus secuaces más íntimos anteponían a todo, aniquilar a los judíos. ¡Aniquilarlos! Y la nación entera, el pueblo alemán fue aceptando cada paso, hasta que llegados al espantoso capítulo de la exterminación física del pueblo judío, Alemania fue incapaz de decir una palabra, excepto los heroicos protagonistas de este trabajo. La resistencia anti nazi, principalmente la civil en el caso de los judíos. |
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¡Arde el Reichstag! Recién nombrado Hitler canciller del Reich (30 de enero de 1933), Göring que mandaba la policía en Prusia (1), necesitaba una ocasión que le permitiera ilegalizar al Partido Comunista Alemán, el activo y en aquel tiempo sectario KPD, que había sido gran protagonista en la gigantesca demostración de fuerza de los sindicatos alemanes en apoyo de la República del 19 de febrero de 1933. Y con el que incluso, los nazis habían participado conjuntamente en las algaradas de la huelga general del transporte en noviembre de 1932, donde algunos señalan una cierta camaradería entre militantes de ambos partidos, camaradería entre obreros, de la que se dice que ayudó a muchos comunistas a alistarse en las S.A. cuando las cosas se pusieron feas. No quiero imaginarme a las brutales pruebas que serían sometidos para lavar su pasado y ganarse la confianza de sus nuevos camaradas. El caso es que la noche del 22 de febrero la policía prusiana cercó la sede del KPD y registró sus oficinas. Buscaban pruebas insurreccionales de las que continuamente alardeaban los panfletos del KPD. No se encontró nada relevante, más allá de la propaganda citada y cuatro armas viejas que nadie se tomó en serio en aquella Alemania prácticamente controlada por las fuerzas de asalto nazis y sus cómplices de la administración gubernamental. Hubo cientos de detenidos y de exiliados y la prensa comunista fue prohibida. Aunque el KPD siguió funcionando legalmente pese a estar herido de muerte. Pero Göring no cejaba. Utilizando a un escayolista jubilado por accidente laboral, el joven holandés van der Luben, su policía, confeccionó un atentado de falsa bandera contra el parlamento alemán, el conocido incendio del Reichstag. La idea era acusar del hecho a los comunistas del KPD para así prohibir el combativo partido obrero a la izquierda del mayoritario partido socialdemócrata SPD. Estábamos en febrero de 1933 y se iban a celebrar precisamente las elecciones al Reichstag en marzo. |
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Tras el incendio del Reichstag el día 27 de febrero alrededor de las nueve de la noche, los nazis vieron abierta la posibilidad de acabar con el KPD. Al recibir la noticia, Hitler se fue al órgano nazi, el Völkischer Beobachter (el observador del pueblo) y allí, desencajado, dicto a los redactores el incendiario artículo que facilitaría el decreto ley que Hindenburg firmaría tras haber visto arder el edificio desde su residencia. Göring se frotaba las manos de contento. El 28 por la mañana el decreto ley para la defensa del pueblo y el estado estaba firmado por el presidente del Reich. Se ilegalizó al KPD, y pasado el 5 de marzo, día de las elecciones, sus actas de diputados fueron revocadas, dejando la mayoría más cerca de los diputados nazis. TRADUCIÓN DE LA HOJA 10.9.1.3
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Göring, del que la mayoría de los lectores ignoran su verdadera personalidad y capacidad de poder en el entramado nazi, debido a la imagen de gordo vicioso e indolente que le dan en las películas, era un experto conspirador, un batallador consumado, no en vano había sido un héroe de la aviación del Káiser en el escuadrón de von Richthofen. El caso es que Göring, como decimos, preparó un nombramiento de Hitler espectacular. El Reichstag no se podía usar por su reciente incendio, del que era último responsable precisamente el propio Göring, de modo que escogió la iglesia de la guarnición de la ciudad de Postdam, ciudad cercana a Berlín y cuna del militarismo prusiano. Desfile de escuadras de las SS y SA, Cañonazos de la Reichswehr, suntuosidad y parafernalia nazi. A Hitler le encantó y a Hindenburg no te digo. Herr Hitler se marcó un discursito a tono con el acontecimiento. Todo por Alemania, pero de campos de concentración, guerras de anexión y cámaras de gas no dijo nada. Además le hizo la pelota al presidente Hindenburg hasta límites exagerados, cuadrándose y doblando el espinazo en variadas ocasiones. Vamos, de acuerdo al mito Hindenburg. Un sobrevalorado mito de un mariscal alemán que venció a los Rusos, pero no supo ganar la guerra en el Oeste y que cuando lo vio todo perdido le pasó la patata caliente a los políticos socialdemócratas y así poder decir luego, esa infamia de la puñalada por la espalda. Un mariscal alemán que durante la República de Weimar que presidía, se arrogó la potestad de nombrar canciller, robándosela al parlamento. Polvos de los que vendrían los barros que comentamos. |
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Ley de plenos poderes Ya sólo quedaba el SPD y los partidos conservadores para el triunfo absoluto de la barbarie nazi. Y el 23 de marzo de 1933, en la sesión del parlamento alemán, con Hitler como canciller, se celebró en el Kroll Opera House pues el Reichstag había sido incendiado, la sesión parlamentaria donde los nazi pretendían aprobar la Ley de Plenos Poderes. El líder de los socialdemócratas (SPD), Otto Wels pronunció un discurso memorable en un parlamento tomado por los nazis. La escena fue brutal. Los diputados comunistas no estaban, se les había impedido el acceso revocando sus actas, y además la mayoría estaban detenidos o en campos de concentración. Así que sólo estaban los 96 diputados del SPD, los nazis, y los partidos conservadores que los apoyaban. Se votaba una ley decisiva de nombre rimbombante “Ley para el desarrollo del pueblo y del Estado” que era el fundamento legal (en realidad ilegal) de la cohorte de disposiciones represivas que liquidarían la democracia en Alemania. La ley fue conocida como Ley de plenos poderes. El gobierno podía legislar sin pasar por el Parlamento durante los siguientes cuatro años. Otto Wels pronunció un valiente discurso y los diputados del SPD votaron en contra. Aun así la ley fue aprobada por mayoría. Unas semanas después, el SPD fue prohibido y los partidos conservadores se auto disolvieron para evitar su ilegalización. Más tarde, estos partidos conservadores se arrepentirían, justificándose con la famosa frase de conjurar el peligro comunista. (1) Traducción de la imagen 10.9.1.5
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Tras la aprobación de la Ley de Plenos Poderes, el canciller podía hacer lo que le viniera en gana, como así fue, y solamente le restaban para ser el emperador del Reich tres cosas: los poderes del presidente de la República, que era un anciano en el final de su vida, la posible oposición del ejército que lo despreciaba en su interior pese a que era en verdad un hijo putativo suyo (no va de coña), y ¡sorpresa! sus famosos cuatro millones de matones de las SA, que se alimentaban con una cierta retórica revolucionaria completamente falsa, pero que servía para tener a los trabajadores con cierta esperanza. Lo demás era peccata minuta, pues en la penumbra, pero no muy amenazadoras, agitaban sus manos sectores de la influyente Iglesia Católica, algunas personalidades luteranas, y señalados intelectuales, juristas y empresarios. Nada que pudiera intranquilizar al partido nazi, pero que, naturalmente no se podía dejar al albur. Tampoco se podía dejar al albur, las iniciativas particulares de los trabajadores, ha poco dirigidos por los sindicatos, y los partidos comunista y el socialista. Iniciativas que podían hacer mucho daño a la credibilidad del régimen. Como también así fue. El tratamiento que Hitler les dio a estos asuntos fue sencillo aunque expeditivo. En lo que afecta a la presidencia, Hindenburg murió el dos de agosto de 1934. El puesto se lo quedó Hitler, aunque le cambió el nombre por el de Führer. Por lo que respecta a las iglesias alemanas, no tuvo necesidad de aplicar ninguna medida excepcional. Con el Vaticano firmó un Concordato, que poco tiempo antes hubiera sido impensable por la oposición de los partidos cristianos, pero que llegado al punto en que todos los ases estaban en las mangas de Herr Hitler, Roma resolvió como siempre, salvar la sacrosanta Iglesia Católica en “beneficio de sus fieles”. Hitler les envió a su ex rival von Papen, a la sazón vicecanciller del Reich, declarado católico, a negociarlo. La jerarquía católica estaba enterada de lo que pasaba en Alemania, y más que se enteró a medida que Hitler se zampaba países enteros, pero no dijo esta boca es mía, como es bien sabido. Los luteranos tenían más presencia en el país, pero mucha menos influencia en el mundo, y como institución no se opusieron en nada a Hitler, salvo las excepciones que veremos. Los sindicatos desaparecieron englobados en las organizaciones nazis del trabajo, sus líderes fueron represaliados o se exiliaron. Comunistas y socialistas desaparecieron de la misma manera, campos de concentración o exilio. Quedaron los desconcertados militantes cuyas organizaciones fueron barridas por la desesperanza, el miedo, la decepción y la brutal represión, dejándoles en cuadro, descabezados y temerosos de su futuro. La clase trabajadora, el pueblo como tal, tomó partido por Hitler, pues sin la aceptación, incluso la indiferencia, de veinte millones de trabajadores y trabajadoras, con SA o sin SA, con ejército o sin ejército hubiera sido imposible la ascensión de Hitler. Y como en la derrotada II República española de 1939, que sí lucho hasta la muerte, el terror hizo el resto. Alemania no tiene una guerra civil perdida para justificarse… |
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Las iglesias alemanas privadas de partidos que las representaran, decidieron colaborar sin ambages con el gobierno nazi y sus organizaciones. Las SA, el NSAP, volvieron a ser bien recibidas en las iglesias católicas y la jerarquía expresó públicamente en ambas iglesias su adhesión al régimen. No mucho tiempo después, Hitler se pasaba por el forro el concordato disolviendo las organizaciones católicas, sobre todo las juveniles, clausurando los centros de enseñanza cristianos que no colaboraran con el régimen, y prohibiendo las publicaciones cristianas. Y a esto se unió la campaña de difamaciones y calumnias a los prelados rebeldes. Pero ya era demasiado tarde y el propio papa Pio XII que estaba perfectamente informado de lo que pasaba en Alemania, no dijo esta boca es mía, y procuró acallar las voces de alarma. |
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Primeros luchadores contra el nazismo. Además de los miembros del KPD (comunistas) y del SPD (socialdemócratas), la resistencia anti nazi, minoritaria, desorganizada, con pocas esperanzas, y que definitivamente conducía al campo de concentración y/o a la muerte, tuvo sus valedores en todas las organizaciones del estado y del país. En las iglesias católica y luterana, en las universidades, alumnos y profesores, expresaron su rebeldía y disconformidad en actos, a veces discretos y a veces muy sonados. Los sindicatos, privados de sus líderes, en la cárcel o en el exilio, generaron sus propias acciones de protesta, algunas muy espectaculares como colgar pancartas gigantes en zonas inaccesibles o en altísimas chimeneas. Pintadas, panfletos florecieron al inicio del régimen nazi y fueron desapareciendo a medida que la brutal represión acababa con cualquier disidencia pública. |
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Algunos intelectuales de izquierdas, incluso varios cristianos conservadores pero antifascistas todos ellos, dieron la cara para señalar en esta primera hora de indignación que no se podían consentir las terribles políticas represivas del gobierno nazi. La izquierda socialdemócrata que en un principio no se había preocupado excesivamente por la llegada de Hitler, pensando que semejante payaso, no sería capaz de reconducir la situación económica y se vería obligado como muchos anteriores gobiernos, a convocar elecciones. Pensaban, ingenuos, que los nazis iban a respetar el statu quo. Cuando se dieron cuenta de qué tipo de bestia parda tenían delante, ya era demasiado tarde, estaban todos internados y presos. Aviso para navegantes, los movimientos políticos de tipo fascista y la ultraderecha, no respetan el status quo cuando llegan al poder. Por tanto hay que cerrarles el paso. Cualquier cambalache o indefinición en el día a día de una nación con estos tipos, es un crimen. Y además, a los tibios o equidistantes les trataran como a todo el mundo... |
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La resistencia en la Alemania de 1933 a 1939 fue muy valiente y más numerosa de los que se cree, si bien estuvo muy poco organizada, y a medida que la represión deshacía las organizaciones legales que quedaban, la resistencia se hizo más difícil y sobre todo más heroica. |
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Tanto el KPD como el SPD pasaron a la clandestinidad mientras sus líderes trataban de exiliarse. Si lo conseguían prontamente organizaban el partido y la propaganda en el exilio. Por el contrario, los detenidos pagaron muy caro ser quienes eran. Kurt Schumacher, líder del SPD penó en campo de concentración desde 1933 a 1945. Ernst Thaelmann, líder comunista fue detenido en 1933 y asesinado en Buchenwald en 1944. Unidades militares de voluntarios alemanes en la Guerra Civil española, llevaron su nombre. Otro caso excepcional fue el de Hans Beimler que era miembro del Comité Central del KPD y ex diputado del Reichstag y que fue internado en Dachau y que consiguió evadirse tras matar a un guardián y ponerse sus ropas. Recaló en España en 1936 y al frente de la centuria Thaelmann murió en diciembre de 1936 en el frente de Madrid.
Mención especial para Willi Bredel escritor. Escapó de un campo nazi para combatir en España. Fue comisario político del batallón Thaelmann. Escribió Del Volga al Ebro. Fue presidente de la Academia de Artes de la República Popular Alemana. Destacar también a Hans Kahle ex oficial del ejército imperial y que tras la Gran Guerra se incorporó a las filas espartaquistas y desde 1920 al KPD. Se exilió en 1933 y lucho en la Guerra Civil española. Gustav Regler, escritor de origen socialdemócrata que se afilió posteriormente al KPD. En 1936 se exilió. Participó en la Guerra Civil española. Con el pacto Molotov-Ribbentrop, Regler se distanció del Partido Comunista exiliándose en Méjico. Ludwig Renn, conocido escritor de entreguerras de origen noble que se fue escorando hacia el comunismo. Tras el incendio del Reichstag y el decreto subsiguiente fue encarcelado en la siniestra cárcel de Bautzen. Tras ser liberado se dirigió a España y combatió en las Brigadas Internacionales. Se exilió a Méjico y posteriormente a la RDA. |
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La población se encontró en una gran encrucijada moral. Actuar por conveniencia y adaptarse al régimen y coger las migajas que dejaban caer los oligarcas, o adoptar una postura ética de repulsa de este estado criminal, con las duras consecuencias que ello conllevaba. Había que ser muy bregado para tomar este camino de rebeldía. Los fichados y ya conocidos por la policía, ciudadanos e izquierda, los judíos, los gitanos, los discapacitados, no tenía opción, iban a ser triturados literalmente por el sistema. Pero los alemanes corrientes, muchos de ello votantes del SPD, o incluso del KPD hacía muy poco, tuvieron que resolver este trance rápidamente en un estado de emergencia y de violencia. La mayoría de la población se acomodó, se convirtió incluso a la buena nueva y no quiso saber nada de lo que sabía que estaba pasando. Exterminio de judíos incluido. Todo el mundo sabía que los nazis estaban llevándose a los judíos. Todos habían visto las largas filas de alemanes decentes conducidos por las SA a campos de concentración por ser judíos o rojos. Todo el mundo sabía que no volvían jamás. |
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El Ejército ante la nueva realidad. La noche del 30 de junio de 1934, Hitler se deshizo de la cúpula de las SA (Roehm y sus secuaces) con la complacencia del Ministro de la Reichswehr (general Von Blomberg) y a cambio cerrarían la boca respecto del asesinato de los generales Von Schleicher y Von Bredow, militares metidos en política y rivales de Hitler a los que el lider nazi odiaba y que ordenó específicamente asesinar. Un mes después, a la muerte del Presidente del Reich Von Hindenburg, Herr Hitler sacó un decreto donde se unificaban los puestos de Canciller y de Presidente del Reich, y que pasarían a llamarse "Der Führer", el lider, literalmente. Como si Alemania fuera un equipo deportivo, una banda de gángsteres o una manada de lobos. Ese mismo día, el dos de agosto de 1934, se publicó el nuevo juramento de los soldados de la nueva Wehrmacht que obligaba a jurar sobre la persona de Adolfo Hitler como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. No se juraba fidelidad a Reich alemán, sino a un líder político recién llegado que además era austriaco. Al generalato alemán no le importó tampoco, a fin de cuentas, lo habían amamantado ellos, desde que fuera agente de la Reichswehr en la República de Weimar, hasta que, pasando, eso sí, por algunos desencuentros, firmaron el pacto en el acorazado de bolsillo Deutschland para acabar con el poderío de las SA y que terminó en la noche de los cuchillos largos. Era una larga trocha de apoyo del Ejército al Partido Nazi y en especial a Hitler. Claro que no todo el Ejército estaba feliz con estos tratos, y así había llegado el momento de librarse de los generales díscolos, algunos de mucho prestigio. Mayoritariamente, generales, mandos y oficiales estaban contentos con los nazis que no sólo rearmaban Alemania sino que inculcaban en el pueblo y en especial en la juventud, materia de la que se nutren los ejércitos, un ideario que les gustaba. El generalato aspiraba a liderar esa tarea y no veía qué podía entorpecerla. Pero Herr Hitler aspira a dirigir el sólito esas tareas y además quería, por el momento, alguien dócil en la cúspide militar. Blomberg (Ministro de la guerra) y Fritsch Comandante en Jefe del Ejército) las cabezas visibles de la renovación del Ejército de Tierra (Heeres), habían advertido por activa y por pasiva que querían mantenerse lejos de la política, precisamente para mantenerse lejos de Hitler. Pero Hitler que ya sabía lo que quería había fijado sus trapaceros ojos sobre un general complaciente (Keitel) que le iban a bailar el agua hasta su muerte y aceptaría la jefatura y a cambio admitiría las porquerías que el Führer quería hacerle a la cabeza del Ejército. Primero enmierdaron a Blomberg que se había casado con una señora de dudosos antecedentes (1) y hubo de dimitir. Días después, Von Fritsch, hubo también de dimitir pues un falso testigo chantajeado por las SS aseguró que había mantenido relaciones intimas con Von Fritsch. Era un patraña pero hundió a Fritsch (2). A continuación, Hitler cesó a 17 generales, se puso nominalmente al mando de la Wehrmacht y nombró a Keitel, un general recién ascendido que le era fidelísimo y que pasó a mandar el OKW (Mando, en realidad político, de las Fuerzas Armadas, Ejército, Fuerza Aérea y Marina de Guerra) en sustitución del Ministro de la Reichswehr, organismo que desparecía. Este movimiento que se llamo la crisis Blomberg-Fritsch, no dejó indiferente a una parte de la clase militar prusiana que encajó el golpe pero anotó bien firme y claro cada agravio.
En mayo de 1938, Hitler anunció a la cúpula militar que iba a invadir Checoslovaquia causando un gran susto al recién OKH (Alto Mando del Ejército). El OKH sabía que el ejercito no estaba preparado para semejante tarea, y además, el ejército checo era uno de los mejores preparados de Europa central, con un armamento de lujo fabricado por ellos mismos. La historia había comenzado cuando Hitler reclamó los territorios de habla alemana que se encontraban en Checoslovaquia. Los famosos Sudetes. Pactó en Munich con Francia e Inglaterra, y con Italia de testigo, que solo le interesaban estos territorios y nada más. En cuanto se marcharon franceses e ingleses se puso a preparar la invasión. El general Ludwig Beck, jefe del Alto Estado Mayor del Ejército y un gran desencantado de Herr Hitler, advirtió sonadamente que eso significaría la guerra con los aliados. Para la cual no estaba en absoluto Alemania preparada y se repetiría la catástrofe de 1918, pero en unos meses. A este periodo y al hilo de la invasión de Checoslovaquia se le llama Conspiración de Zossen (una zona de cuarteles) que con la participación de una variada pero minoritaria élite militar se disponía a derrocar a Hitler por el bien de Alemania. A la cabeza estaban von Brauchitsch Comandante en Jefe del Ejército, Halder, jefe del Alto Estado Mayor, el propio Beck, quizá el más entusiasta, anterior jefe del Alto Estado Mayor, Canaris jefe del Abwehr (la inteligencia militar) y otros prominentes militares. El plan era muy endeble pues no contemplaba las marrullerías de Hitler, que estaba al tanto de todo, y la debilidad anglo-francesa que terminó por consentir la invasión de Checoslovaquia. La posición de Hitler se hizo tan fuerte en Alemania que Brauchitsch que siempre navegaba a favor del viento, se pasó al enemigo con armas y bagajes. Halder, además entró en crisis, y sin las dos cabezas visibles de la fuerza armada el golpe quedó en nada, ni echaron a Hitler ni pudieron recortarle poderes. Brauchitsch quedó en entredicho entre los generales comprometidos. Halder afirmó esperar mejor ocasión y Beck siguió conspirando desenfrenadamente. La Gestapo y el propio Hitler habían tomado buena nota de todos los implicados, y esa sería una buena base de partida para la represión del fallido golpe del 20 de julio de 1944. Pero de momento prefirió comprarlos con ascensos, mariscales por aquí mariscales por allá. Aún hubo otro intento con la invasión de Polonia, escenario calcado del anterior, donde el que se equivocó fue Hitler que no esperaba la respuesta Aliada. Pero tampoco sirvió de nada a los conspiradores. Para entonces, Keitel ya había pasado de Jefe de Personal del OKH a jefe del OKW con Hitler como Comandante Supremo. La mayoría del generalato y del cuerpo de oficiales adoraba al Führer, y como Halder, Jefe del Alto Estado Mayor fue el artífice del plan de invasión, que dicen que confeccionó un plan muy poco realista para ponerle las cosas difíciles a Hitler tenía las manos atadas. Además Halder vio como Hitler retocaba sus planes con Keitel (Jefe del Alto Mando de las Fuerzas Armadas) y Jold (Jefe de la Oficina Administrativa del Ejército) del OKW (3) y encima la invasión se realizaba con un éxito que embelesó a los militares y a la mayoría de los ciudadanos. Para colmo Halder recibió el encargo de preparar el plan de invasión de Francia y en octubre, Hitler lo neutralizó fácilmente ascendiéndole a mayor general, condecoración incluida. De una manera u otra, Hitler le hizo saber que estaba al tanto de todo. Halder se vino abajo y se dispuso a cumplir ordenes sin rechistar. Ludwig Beck buscó otras vías para acabar con Hitler que terminarían en el fiasco del 20 de julio de 1944. En 1943 estaba en marcha un intento de asesinar a Hitler aprovechando un viaje aéreo de regreso de la Guaria del Lobo (Wolfschanze), su cuartel general para el frente ruso. Los artífices eran dos generales alemanes, Henning von Tresckow y Friedrich Olbricht, declarados anti nazis y que estaban en la orbita de los conspiradores de Zossen. El plan era bien sencillo, convencieron a un ayudante de Hitler de que, aprovechando el viaje, llevara un paquete a un amigo militar con el que había perdido una apuesta. EL ayudante, cogió la maleta y la metió en la bodega de carga del Focke-Wulf Cóndor que usaba Hitler. Un cuatrimotor que volaba a gran altura y que provocó que el fusible que accionaba los detonadores se enfriara y no funcionara. Por ello, nadie se percató de nada irregular y los conspiradores pudieron recoger el maletín con las botellas de Cointreau para despistar. Este material fue posteriormente usado para otro intento de asesinato de Hitler, de los que al menos hubo seis, hasta el del 20 de julio. Estos dos generales siguieron en su empeño y desarrollaron los detalles de la conspiración del 20 de julio. Puede dar la impresión de que el generalato alemán como conjunto tenía a Hitler en muy poca estima. Nada más erróneo. Estas elites militares conspirativas, no eran iluminados grupos de demócratas que querían volver a los tiempos de la República de Weimar. No. En principio de trataba de oficiales generales conservadores muy nacionalistas y cuyo acicate principal era la conservación de la autonomía estratégica del Ejercito y sobre todo evitar la pérdida del poder político del Alto Estado Mayor Alemán, ha nada ex-prusiano. La reforma de la institución militar y del Alto Mando con la creación del OKW había colocado al Ejército a los pies de Hitler. En Román paladino, Hitler les había quitado su juguetito y lo iba a pagar. Con la invasión de Rusia, el vértigo de los dos frentes y la temida derrota en el Este, amplió la panoplia de agravios antihitlerianos y más militares profesionales se concienciaron de la necesidad de eliminar a Hitler por el bien de Alemania. Pero el fondo seguía siendo lo mismo. Militarismo prusiano contra su variante bastarda, el bárbaro militarismo nazi... (4) --------------------- (1) A saber que pensaban de "dudosos antecedentes" los militares prusianos ultra reaccionarios... (2) Esta crisis pudo haberle salido muy cara a Hitler y sus secuaces de las SD, pues todo el ejército estaba indignado y al borde de una acción violenta contra Himmler y Heydrich los padres de la patraña solicitada por Hitler para eliminar a Fritsch. El Ejercito, para limpiar el nombre de Fritsch, solicitó un Consejo de Guerra, pero al inició de la primera sesión, los miembros del tribunal fueron llamados a sus puestos ante la inminente invasión de Austria, y el juicio quedó aplazado. Cuando se reanudó, entre el entusiasmo del pueblo de ambas naciones y, como no, el entusiasmo de muchos militares por la fusión del Ejército austriaco en la Wehrmacht, las sesiones fueron muy suaves. Fritsch fue rehabilitado muy discretamente, incluido él personalmente que tampoco se destacó mucho en su propia defensa, y así las SD de Heydrich y Himmler salieron de rositas. Este es el primer caso de un grupo antinazi, militares en su mayoría, que quisieron aprovechar la crisis Blomberg-Fritsch como punto de partida de la lucha contra Hitler. (3) Cuenta Barry Leach en su libro "El Alto Estado Mayor Alemán", que el mismo día 25 de septiembre señalado para el ataque y para sorpresa general del OKH, Hitler ordenó detener a las 13:30 la ofensiva contra Polonia prevista para las 15 horas. La gran eficiencia de las comunicaciones del ejército y la gran capacidad de los Estados Mayores permitieron detener el ataque coordinado de los dos grupos de ejército (cinco ejércitos, unas 44 divisiones, de las que cinco, podrían considerarse mecanizadas) que se disponían a atacar Polonia. Toda una demostración de la eficacia militar que la Wehrmacht había adquirido en menos de cinco años. Unos días después, el uno de septiembre, se inició el verdadero ataque. (4) De hecho el comportamiento de la Wehrmacht y de las Waffen SS en la retaguardia rusa difiere muy poco del de los Einsatzgruppen que eran grupos de exterminio formados por SS de la Gestapo, Orpo, Sipo y Kripo, Feldgendarmerie de la WH (la policia militar), y hasta grupos de la Wehrmacht en retaguardia. Cosa que se ha se ha ocultado siempre. El Sexto Ejercito, que en Ucrania mandaba el general nazi von Reichenau, y que tanta pena le da a algunos en Stalingrado, cuando lo mandaba Paulus, aplicó al pié de la letra las bestiales medidas ordenadas por Hitler contra judíos, partisanos y comisarios políticos. Sí, el Ejercito colaboró en todo el Este en la captura y represión de judíos y comunistas destacados, aplicó leyes bárbaras a los partisanos y guerrilleros, practicó estrategias criminales con la población civil y las represalias con rehenes, y no moderó sus demoliciones y bombardeos contra las estructuras civiles hasta que recibieron órdenes de hacerlo en el propio territorio alemán. Entonces se negaron a cumplir estas órdenes en Prusia Oriental. Grandes colectivos de alemanes reasentados en territorios ocupados, en Carelia, en los Estados Bálticos y en la propia Prusia Oriental, fueron abandonados en las retiradas a su suerte por orden de Hitler sin que el ejército hiciera mucho para evitarlo. Las cosas no fueron como decía el conocido SS, Otto Skorzeny, afincado en España: "Luchamos y perdimos", No. "Luchamos, asesinamos, violamos y gaseamos a todo quisque, y perdimos..." Por cierto, Skorzeny estaba metido en la organización ODESSA para la vía de escape de SS buscados, una de cuyas rutas en el camino de Sudamérica, era España. También formó parte de la organización Paladín, que pretendía en los sesenta con la fachada de una agencia de seguridad, emular a la organización Gladio italiana que fue creada por la OTAN para torpedear el comunismo europeo, en especial el italiano y fue responsable de muchos crímenes, como el de la estación de Bolonia o el asesinato de Aldo Moro. |
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La Iglesia Luterana y la Iglesia Católica. El comportamiento de la Iglesia Luterana al respecto del ascenso de los nazis fue entusiasta en una amplia mayoría, acomodaticio en otra amplia minoría y heroico en una larga lista de individualidades que merecen ser mencionadas. Para empezar el movimiento nazi "Cristianos por Alemania" liderados por el obispo Ludwig Müller que al igual que sus correligionarios legos, echaban pestes por esa boquita, estaba entusiasmado y andaba con locas ideas sobre unificar todas las iglesias alemanas bajo su mando y al servicio de Alemania, o sea Hitler. Un pastor arrepentido de su admiración por los nazis, Martin Niemoeller, fundó la Liga de Pastores en abierta oposición a Hitler. Tiempo después, la parte de la Iglesia Luterana contraria a los nazis se agrupó en un movimiento llamado la Iglesia militante, donde destacaron en Baviera, Hans Meiser, obispo y Theophil Wurm, obispo, en Wurtemberg. Los dos fueron arrestados domiciliariamente y desposeídos de sus cargos. En 1943 publicaron un duro alegato contra el régimen nazi por la persecución de los judíos. Martin Niemoeller fue detenido, juzgado y condenado a prisión y tras su libertad vuelto a detener e ingresado en los campos de Sanchsenhausen y Dachau, hasta que fue liberado en 1945. Reconoció posteriormente el error de las iglesias luteranas al apoyar a Hitler. Destaca por su valor Friedrich Weissler juez perteneciente al movimiento de cristianos militantes que confeccionó una memoria en 1936 contra el nazismo denunciando todos sus crímenes. Detenido, fue asesinado en el campo de concentración de Sachsenhausen en febrero de 1937. Pero la Iglesia Luterana era cosa alemana, de recorrido local, no así la Iglesia Católica una potencia religiosa de primer orden con millones y millones de fieles en el mundo, Alemania incluida, sobre todo el la rica Baviera, masivamente simpatizante de los nazis, por cierto. Hitler deseaba la aprobación del Vaticano y se planeó la firma de un Concordato. Toda la jerarquía católica sabía lo que estaba pasando en Alemania con socialistas, comunistas, intelectuales, judíos, gitanos, discapacitados y extranjeros no deseados. En la actualidad los historiadores saben que el Papa Pio XII que también bendecía a las legiones italianas cuando partían a matar abisinios, lo sabía perfectamente de primera mano, tanto de su personal como hasta de arrepentidos SS. La única duda que cabe es si cuando firmó el concordato estaba al tanto del 100% de las barbaries nazis. El caso es que con el endeble argumento de que había que preservar a la Iglesia Católica en Alemania y quitarla de dolores y sufrimientos, lo firmó. Si los primeros cristianos hubieran complacido a los cesares en la simple y ritual formalidad de hacer adoración a los dioses de Roma (1) para preservar su comunidad religiosa, pues la Iglesia Católica sería hoy otra cosa. Una vez firmado el Concordato, la situación se normalizó y pese a que algunos católicos se plantaron contra Hitler como fue el caso del dirigente de Acción Católica, Erich Klausener, asesinado por los nazis en 1934, la protesta de la Iglesia católica ante los nazis fue igual de acomodaticia que la de la Iglesia Luterana, con algunas excepciones, como cuando se sintieron atacados por la retiradas de crucifijos en las Escuelas o la fuerte oposición católica a la medidas eugenésicas (2) de eliminación física de indigentes, discapacitados y enfermos terminales. El plan se llamaba Acktion T4. Destaca en este asunto el obispo católico Clemens von Galen, jerarca católico de origen noble y profundo nacionalista alemán, intimo del nuncio Pacelli, futuro papa Pio XII, y que mantuvo una digna oposición abierta al régimen nazi por la que fue arrestado domiciliariamente hasta el final de la guerra. Fue beatificado en 2005. (1) La impiedad, el mayor crimen contra el estado en Roma, negarse a adorar a los dioses de la ciudad. (2) Algunos relatores muy espabilados se empeñan en llamar a estas intenciones de los nazis, eutanasia, para así desprestigiarla, pero la "Eutanasia" es otro cosa que nada tiene que ver con la "Eugenesia", idea que estuvo muy en boga entre las clases altas europeas y sobre todo las americanas en el primer tercio del siglo XX. Dicen que en la actualidad los grandes archimillonarios yanquis están también por esta labor y que el famoso matrimonio y su aún más famosa fundación a nombre de la consorte patrocinan conspiraciones de este calado. ¿Será verdad? Difícil es para los de a pie estar bien informados sobre lo que piensan los poderosos, y casi mejor, pues saldríamos espeluznados, como de los nazis. Pero sin saber y sin pruebas de verdad no debemos caer en las teorías conspiranoicas, sobre Bil Gates, Soros, y otros grandes multimillonarios, quedándonos con lo cierto, que ya es bastante, que dirigen este mundo pero que muy, muy requetemal, aunque para ellos debe ser fenomenal, chico... |
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Los intelectuales. El advenimiento del nazismo en Alemania produjo oleadas de reafirmación patriótica en todos los estamentos de la población. Los nazis fueron muy hábiles en su primeros pasos, sobre todo con las cuestiones irredentas del Tratado de Versalles que tanto dolor había causado a los alemanes en la inmediata posguerra. Pero también encontraron el apoyo de las oligarquías financieras e industriales que les permitieron endeudar al estado para acometer importantes proyectos industriales, viarios y otras obras públicas que generarían el ansiado empleo. Y fueron muy eficaces, lo que les resultaba más fácil que a un gobierno de izquierdas, ya que los poderes fácticos los apoyaban al 100% Además, Hitler, mentiroso y trapacero como nadie, se pasaba el día ofreciendo la paz a todos, polacos, franceses, checos, etc... Y todos se tranquilizaban oyendo sus discursos. Pero a escondidas preparaba la invasión de Europa, del Este y de lo que se le pusiera por delante. Y lo peor, preparaba una solución al problema judío que ellos mismos se habían inventado. Y la de otras minorías también... De modo que si no eras militante de izquierdas o ferviente demócrata con la cabeza bien amueblada, el tambor austriaco levantaba tus virtudes patrióticas arrastrándote a aquellas multitudinarias reuniones donde el espíritu, como en una latria, se elevaba al soñar con una Alemania redimida de la derrota del 18 y ascendida a primera potencia mundial. Un Reich que duraría mil años, qué duda podía caber, mientras los guturales y multitudinarios rugidos del orador y de las multitudes, acompasados elevaban, como digo, a la población alemana no protegida ideológicamente, al éxtasis patriótico, que como un trance hipnótico renovaba todas las bobadas que los pueblos creen sobre sí mismos, y que las más de las veces solo es xenofobia, racismo y similares, eso si, bien expresadas y bien envueltas en brillante papel de regalo, es decir, una hermosa banderita, que digo, millones de hermosas banderitas agitadas con fervor por los creyentes y que como las velas de un gran barco salvador conducirían a Alemania a colocarse en el mundo "über alles". 13 años después Alemania era un escombrera llena de cráteres, tumbas, y desolación y muerte. Un buen viaje para los tontos que se creen mejores que los demás y que por obra precisamente de su supuesta superioridad moral, racial y lo que sea, tienen derecho a invadir cualquier país donde no se les baile el agua y les laman el culo. Y así, con esta tontería de pueblos señalados, escogidos por Dios, por Jupiter, por Jehová, por Odin o por la General Motors, llevamos toda la historia de la humanidad sufriendo estos latrocinios criminales y otros abusos. Los intelectuales destacados por judíos o rojos, cualquiera que fuera su actividad hubieron de salir pitando de Alemania antes de que las cosas se pusieran peor. A muchos de ellos se les consideraba además extranjeros indeseados, o similares. No había manera de pasar a la clandestinidad si eras una personaje conocido, y solo quedaba, como decimos, el exilio. Aunque antes, si conseguías un visado de salida, los nazis tenían la hermosa costumbre de vaciarte los bolsillos y expropiarte todos tu bienes, para que empezaras una nueva vida desde cero. Los escritores fueron la clase intelectual más reivindicativa. Y aunque para empezar, en las universidades el nazismo entró como una tromba entre los alumnos y siguió curso arriba hasta el profesorado, si que hubo bastantes excepciones en el apoyo público por la quema de libros y otras estúpidas actividades de jóvenes uniformados descerebrados y en calzones. La lista de escritores represaliados es muy larga. Recomendamos al lector visitar esta página de Wikipedia al respecto y aunque en absoluto consideramos esta fuente de internet fiable, aquí no corre peligro su buena fe. Algunos ejemplos: Max Reinhardt, famoso productor, embarcó en el trasatlántico Normandia en 1937 y desembarcó en Nueva York. El famoso novelista Eric Marie Remarque, autor del éxito mundial "Sin novedad en el frente" y odiado por los nazis desembarcó en Nueva York en septiembre de 1939, mientras Hitler invadía Polonia. Bertold Brecht comprendió muy pronto que los nazis acabarían con el y picó billete en 1933 para Dinamarca y desde allí a Suecia y luego a América. Hizo bien pues los nazis lo hubieran fusilado sin dudar, no tenía el respaldo popular de Remarque. El novelista checo Franz Werfel que vivía en Viena, se encontraba en Italia cuando los nazis invadieron Austria. Como judío no tuvo dudas y marchó a Paris donde aguantó con otros cientos de exiliados centroeuropeos hasta que los nazis invadieron Francia y pudo partir para América tras un periodo escondido en ¡Lourdes! Un caso curioso es el del novelista Lion Feuchwanger que ya en 1933 y de gira por los USA declaraba sin ambages que en el libro de Hitler de 140.000 palabras, había 139.900 errores, ya se sabe, salvo la editorial, la fecha el nombre... Los nazis le confiscaron sus bienes y esperaron para vengarse. Lion que estaba exiliado en Paris las pasó canutas cuando fue arrestado por el gobierno francés en 1939 como enemigo extranjero. Con la debacle de la Republica Francesa en 1940 aprovechó para embarcar a Lisboa y luego para los Estados Unidos. ¡Por los pelos! Artistas plásticos y músicos también demostraron su honestidad frente al nazismo aunque en este capitulo hubo muchos acomodaticios. El compositor Kurt Weill y su esposa, la cantante Lotte Lenya que habían sido denunciados por las S.A. como artistas radicales por su amistad con Bertold Brecht, perdieron el derecho a trabajar en Alemania y sus obras fueron prohibidas. De modo que se exiliaron a Norteamérica. Otro músico, Otto Klemperer se exilió también con su esposa a los Estados Unidos una vez que como judío fue expulsado de su trabajo en la Opera Estatal y confiscados todos sus bienes. El director de orquesta Erich Leinsdorf tuvo suerte y encontró un importante empleo en el Metropolitan Opera y decidió no retornar a Alemania. Los arquitectos fundadores de la escuela vanguardista La Bauhaus, Walter Gropius y Marcel Breuer decidieron abandonar Alemania a finales de los veinte ante el enrarecido ambiente político. Gropius se fue a Inglaterra y Breuer, tras un paseo por Barcelona en guerra, se fue a Estados Unidos donde con su compañero Gropius formaron parte del profesorado de la importante escuela de diseño de Harvard. Otro arquitecto, Mies van der Rohe asumió la dirección de La Bauhaus hasta que fue prohibida. En 1938 marchó a los Estados Unidos. El pintor Josef Albers de tendencia abstracta aguantó las presiones de los nazis para que se decantara por los gustos provincianos y algo pervertidos de Hitler, clasicismo con culos, que decía el otro. Albers renunció también a su plaza de profesor de La Bauhaus pero poco después se exilio a los Estados Unidos. El famoso pintor y caricaturista Geroge Grosz que ponía en sus chistes al caer de un burro a los nazis y sus adocenados apoyos civiles, fue presionado también de tal manera que tras ser citado como Bolchevique cultural se exilió a Nueva York.
En la ciencia, el éxito nazi fue muy notable, salvo entre los judíos, claro. Siempre se dijo que la Química era una actividad de aburridos conservadores, y Alemania estaba llena de químicos. Ingenieros y científicos no fueron menos. Las SS estaban llenas de profesionales de la ciencia de muy alto nivel (1). Sigmund Freud huyó de Austria a Gran Bretaña vía Paris en 1938. El conocido científico y físico Hans Bethe se marchó en 1935, y formaría parte en USA del proyecto atómico. Los alemanes le quitaron su cátedra en la universidad de Tubinga y le tenían preparada una sorpresa desagradable con las leyes raciales. James Franck, científico de fama mundial renunció a su cátedra de la universidad de Gotinga en 1933 en protesta por las leyes raciales. Los nazis, pese a que era judío le necesitaban para sus proyectos atómicos y le ofrecieron inmunidad si se quedaba, pero Franck se marchó a Dinamarca y luego a América en 1935. Participó en los proyectos americanos de la bomba atómica. Dentro de los científicos exiliados, el caso más conocido es el de Albert Einstein, que era premio Nobel pero también judío. Los nazis le odiaban por sus actitud antifascista y pacifista. Pero no se atrevían. El caso es que Einstein cortó por lo sano y se fue a América renunciando a su nacionalidad alemana. Avanzados los años treinta, hubo un fenómeno de desencanto y rechazo según los nazis consolidaban su poder y se dejaban de disimulos. Y sobre todo en la guerra. Algunos intelectuales, jueces, científicos, sacerdotes y pastores, incluso militares y miembros del partido sufrieron en sus carnes la disyuntiva de manifestarse y ser detenidos e incluso asesinados o coexistir simplemente. Y aun más peligroso, pasar a la clandestinidad. Durante los años previos a la mala marcha de la guerra, nacieron organizaciones antinazis clandestinas mayormente dirigidas por personal de escasa relevancia ideológica y que ni siquiera conectaron con los partidos clandestinos del SPD y KPD, sobre todo este último, cuyas proclamas panfletos y propaganda eran irreales y no conectaban con el pueblo alemán, mayormente embelesado con Herr Hitler. Además, el resto de la izquierda les echaba en cara el que Stalin hubiera tenido un pacto de no agresión con Alemania que incluía importantes aspectos económicos y comerciales que reforzaron la escasez de materias primas de los nazis. Aunque en descargo de los rusos hay que decir que primero lo intentaron con Inglaterra y Francia de donde fueron despedidos con cajas destempladas. (1) Con la derrota, se los rifaron los americanos y los rusos. Aunque la oferta americana era mejor: perdón, olvido y ¡American way of life! |
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La clandestinidad. Héroes y mártires en el recuerdo. La Orquesta Roja. Tanto en Alemania como en Austria, la oposición a Hitler la ejercieron principalmente, los partidos en la clandestinidad, SPD y KPD, católicos resistentes, luteranos organizados en la Iglesia militante y civiles con conexiones que formaron embriones de resistencia fundamentalmente para la salvación de judíos y resistentes.
Fueron las células clandestinas del SPD y del KPD las que mantuvieron una estructura permanente de oposición en la clandestinidad. Actividad muy difícil y peligrosa en la Alemania nazi, dada la gran vocación policial que tenían todos los nazis y sus eficacísimos organismos político policiales, como la Gestapo, las SD de las SS (El duo Himmler-Heydrich), y otros menos conocidos. El KPD, que estaba muy infiltrado, al considerarlo la Gestapo como el partido más peligroso, tenía una política irreal y hacía continuamente llamamientos a la huelga obrera que además de no servir para nada, ponían en peligro la organización. El SPD mantenía el tipo tratando de salvar la organización y también usar la organización como red de apoyo para huidos, judíos y rojos. Estaban también los anarquistas de la Unión Alemana de Trabajadores Libres, la FAUD, muy activista y contra la que dirigió la Gestapo una operación específica que, una vez infiltrados, acabó prácticamente con la organización y decenas de fusilados. Una organización al margen de estos partidos era la Orquesta, o Banda Roja (Die Rote Kapelle) apadrinada por los rusos y los aliados y compuesta por resistentes alemanes de todo pelaje incluyendo sus dirigentes que eran comunistas en la clandestinidad y también personal en el extranjero que actuaban de colaboradores y espías pues tenía contactos y ramificaciones con toda la Europa ocupada. Estaban relativamente bien dotada de materiales para su trabajo de espionaje y rescate de perseguidos, principalmente judíos. Había militares entre sus miembros y era la mayor red de espionaje antinazi de Alemania. Su principal contacto era con la famosa red suiza, Trio Rojo, dirigida por "Lucy" que operaba para los Aliados y tenía contactos hasta en el OKW, el Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas. En agosto de 1942, la Gestapo organizó un gigantesco operativo contra la organización deteniendo a 600 personas en varios países. Tras los sumarísimos juicios se dictaron 58 condenas a muerte, horca para los varones y guillotina para las mujeres. Eso oficialmente, pero se sabe que en realidad los líderes principales fueron brutalmente torturados antes de morir, estrangulados salvajemente y colgados de un gancho de carne. Las condenas de cárcel también fueron abrumadoras y nadie se libró de las torturas. Para los historiadores alemanes de los años 50-60 se trataba de simples traidores, como espiaban para los aliados, rusos incluidos...
La Rosa Blanca
La Rosa Blanca, Weiße Rose en alemán, fue un intento espontáneo de jóvenes alemanes que creían en una resistencia pacífica contra los nazis, de formar un grupo de propagandistas alrededor de un núcleo de estudiantes de la universidad de Munich. Muchos de ellos, estudiantes de medicina habían sido movilizados por el Ejército y en el frente oriental fueron testigos, como toda la Wehrmacht, de la clase de guerra que Alemania había llevado a Rusia. Su concienciación y sus testimonios predispusieron a muchos jóvenes del entorno universitario a constituirse como un grupo de resistencia pacífico, basado en la propaganda, hojas clandestinas y pintadas. En el verano de 1942 el grupo ya tenía consistencia y apoyos suficientes para iniciar sus primeras acciones de propaganda. Imprimieron hojas en las que se proclamaba la necesidad de una resistencia interna en Alemania. Su exposición se basaba en postulados éticos y morales. Con eslóganes muy sencillos y en el fondo efectivos, pero pese a que se distribuyeron más de seis mil copias de cada hoja, tuvieron muy poco efecto en el pueblo alemán, adocenado como estaba por la propaganda nazi, a pesar de que Alemania en 1942 empezaba a ser bombardeada y las noticias del frente ruso cada día eran más graves. Todo el mundo sabía lo que pasaba con los judíos y con las gentes disconformes, que no regresaban jamás. Su más conocida hoja se titulaba "Llamamiento a todos los alemanes". Su forma de dispersión de la propaganda era muy arriesgada, pues recorrían el territorio repartiendo las hojas en paquetes a otros miembros para que las repartieran a su vez. O la más peligrosa, lo que nosotros, contra Franco, llamábamos, buzonadas, que en este caso en concreto consistía en meter de noche las hojas por debajo de las puertas. También hacían pintadas y grafitis con plantillas que aunque se hacía por la noche, en un estado policial como el nazi, era arriesgadísimo. No se sabe bien de donde salió el nombre del grupo, quizá de una novela o de alguna poesía. Las declaraciones de los detenidos despistaron a la Gestapo con este asunto para cubrir a un librero de viejo donde se reunían. En 1943 en una sembrada de panfletos el portero de un edificio desde el que los hermanos Scholl habían arrojado desde la terraza los panfletos sobrantes de la acción, retuvo a Sophie Scholl mientras avisaba a la Gestapo que no tardó en detener a su hermano Hans. Los dos hermanos mantuvieron una actitud valiente y por algunos minutos la Gestapo pensó que todo era una confusión y que los autores eran otros estudiantes. No obstante les acompañaron a su domicilio el cual registraron. Sophie y Hans incumplían la primera norma de la clandestinidad que es no tener ningún material comprometedor en casa. La Gestapo encontró pruebas que los inculpaban y además a otro amigo, Christoph Probst, casado y con tres hijos que también fue detenido. Llevados al Tribunal del Pueblo, un organismo criminal disfrazado de tribunal que presidió el juez Roland Freisler enviado directamente desde Berlín.
Freisler era un sanguinario al que despreciaban todos los alemanes, nazis o no. Dependiendo directamente de las alturas del gobierno se le encomendaban las tareas pseudojudiciales más repugnantes en el conocimiento de que las cumpliría con sus excesos por todos conocidos y que provenían de la necesidad que tenía de hacerse perdonar un pasado izquierdista. El juicio apenas duró unas horas en las que Freisler ladró, graznó y excretó por su boca la sentencia a muerte de los tres encausados. Esa misma noche fueron guillotinados los hermanos Scholl, Sophie y Hans, y Christoph Probst. Era el 22 de febrero de 1943. Otros compañeros de la Rosa Blanca fueron igualmente detenidos en la primavera de 1943, juzgados y ejecutados. Y otros, los menos comprometidos, condenados a campos de trabajo donde algunos serían asesinados. La media de edad de todo ellos era de veinte años. La Rosa Blanca desapareció.
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Otros hechos destacados En un país tan grande y con un pasado cultural, filosófico e ideológico tan rico como Alemania, era de esperar que muchos alemanes a título particular se dispusieran a apoyar de la manera que fuera toda manifestación contra los nazis, o colaborar ocultando a huidos, judíos, prisioneros aliados, etc... Muchos lo pagaron muy caro, otros pudieron sobrevivir a la guerra. Entre los jóvenes alemanes surgieron tendencias rebeldes al calor de aficiones musicales, deportivas o culturales, ante la asfixia que suponía la fuerte presión para afiliarse a las juventudes hitlerianas. Una de las más conocidas iniciativas anti-nazis nacidas entre la juventud, fue la que se llamó los Piratas Edelweiss, ("Edelweiss Pirates") (1) y que la componían jóvenes aficionados a la música moderna que se reunían para escuchar esta música no bien vista por las autoridades, como jazz, swing, y otros ritmos de los años treinta. Estas tendencias musicales eran naturalmente consideradas degeneradas y las reuniones semiclandestinas. El movimiento se fue extendiendo por las ciudades alemanas y permitía a los jóvenes respirar un poco de libertad en el ambiente de plomo de la Alemania en guerra. Algunos grupos se fueron radicalizando, llegando a repetir escenas del pasado como peleas contra miembros de las juventudes hitlerianas en las calles como en los tiempos de los grupos de choque del KPD contra las SA. Otros consiguieron contactar con elementos clandestinos del KPD que les proporcionaron alguna infraestructura. La pasión de los jóvenes por este movimiento en la retaguardia se hizo tan notoria que las SS ordenaron la detención de los más señalados que fueron condenados a campos de concentración. El movimiento se hizo más clandestino pero nunca desapareció del todo. En la arrasada ciudad de Colonia en el otoño de 1944 se estaba produciendo un fenómeno distópico que consistía en que las ruinas de la ciudad eran aprovechadas para refugio de fugitivos, resistentes, delincuentes y todo tipo de huidos. Formaban parte de estas bandas de supervivientes, desertores del frente del Oeste, que ya estaba muy cerca, contrabandistas del mercado negro, trabajadores extranjeros fugados de las obras del muro del Atlántico y de las fábricas subterráneas de misiles V1 y V2, y otros, escapados por miedo pertenecientes a los Edelweiss piratas. Lideraba estos grupos un reconocido artificiero, prisionero de guerra, a los que se obligaba a estas tareas a cambio de unos cigarrillos, que se llamaba Hans Steinbruck, pero conocido como "Bombenhans". Al parecer, el artificiero pasaba tanto tiempo en la ciudad desactivando bombas que al final se quedó en sus ruinas. La policía de la ciudad no tardó en informar a las Gestapo de la presencia de estos supervivientes entre los escombros. Hay autores que aseguran que estas bandas iniciaron acciones de tipo político contra la policía y los nazis, pero es harto improbable que se arriesgaran en algo así, fueran lo que fueran. El caso es que se preparó una operación y se detuvieron a muchos de ellos en acciones inclementes donde la mínima resistencia significaba la muerte al estilo del ghetto de Varsovia. Docenas de ellos fueron ahorcados públicamente, incluidos algunos adolescentes alemanes de los Edelweiss piratas. Contra lo que pudiera parecer se sabe de una manifestación multitudinaria y espontánea en la que participaron mas de cinco mil personas. Era Berlín en febrero de 1943, la calle Rosenstrasse. El motivo la pretendida deportación a campos de exterminio de judíos que estaban casados con alemanas no judías. Los familiares de las mujeres de estos judíos y sus propias mujeres se concentraron para protestar contra esta medida. La noticia corrió como la pólvora por la ciudad y el jefe de la Gestapo y de las SS, Himmler, valoró el peligro de desmoralización de la población ante esta medida inhumana. De modo que ordenó dar marcha atrás incluso devolviendo a sus casas a judíos que ya habían llegado a Auschwitz. Muchos relatores hacen hincapié en qué hubiera ocurrido si la población se hubiera mantenido reivindicativa y hostil ante las barbaridades nazis, como en este ejemplo. (1) En algunos textos se dice que este nombre se lo pusieron los agentes de la Gestapo que los investigaban. |
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La conspiración del 20 de julio. La guerra ya estaba muy avanzada y cualquier alemán bien informado sabía que tras la entrada de los Estados Unidos en la guerra y la derrota de Stalingrado, tarde o temprano la guerra estaba perdida. Esto lo sabía el núcleo de oficiales conspiradores de las Fuerzas Armadas que llevaba tiempo intentando eliminar físicamente a Hitler. Voluntarios e intentos no faltaron, pero todos fracasaban por lo mismo, la dificultad de acercarse a Hitler lo suficiente, lo que dejaba los atentados en manos de la suerte, que siempre fue mala para estos conspiradores. Hitler estaba mal de salud, y su médico personal lo tenía atiborrado de pastillas, que además de quitarle las ganas de farándula lo tenían desquiciado tanto física como intelectualmente. (1) Y así, iba del Nido del Águila su retiro montañés, (Obersalzberg/Berchtesgaden) a la Guarida del Lobo, Wolfsschanze en Prusia Oriental, su cuartel general para el frente del Este. Y viceversa. A principios de 1944, las SD y la Gestapo sabían de las conspiraciones en marcha y sospechaban de muchos altos oficiales generales. De hecho el almirante Canaris, jefe de la Abwehr, la inteligencia militar (Abwehrabteilung), que había tenido una terrible discusión con Hitler un año antes, quedó afectado del caso Hanna Solf, un dama de alto copete que era miembro de un grupo antinazi (Círculo de Kreisau fundado por el matrimonio Moltke) con merendolas y cosas así donde se reunían los conspiradores sin saber que uno de los asistentes era un miembro de la Gestapo. Como algunos de los participantes oficiaba en la Abwehr, corrió el rumor de que los códigos de cifrado alemanes ya estaban en poder de los ingleses. Era cosa de la SD, que fundara el difunto Heydrich, que odiaba a Canaris y siempre quiso disolver la Abwehr y refundar la inteligencia militar en la Oficina de Seguridad del Reich, que naturalmente controlaba Himmler. De modo que Canaris, que estaba participando en estos movimientos contra Hitler, fue cesado, la Abwehr disuelta y Canaris privado de todo mando. En su ficha de la Gestapo al almirante Canaris le pusieron tres cruces, era cuestión de tiempo de que lo pillaran. Los conspiradores sabían que el tiempo se les acababa desde el mismo momento en que los Aliados habían desembarcado en Normandía. Sospechaban que frente a los Aliados solo cabría la rendición incondicional, pero apuntaban la esperanza de que estando el Reich muy fuerte militarmente, los aliados valoraran todas las vidas que se iban a salvar con un pacto de caballeros, militares naturalmente. Ignoraban o no analizaron adecuadamente, quizá por falta de ejemplo, que eran los políticos aliados quienes dirigían la guerra, y que desde la conferencia de Teherán en noviembre de 1943, Stalin prácticamente tenía las manos libres en Europa del Este, de modo que uno de sus principales objetivos evitar que los rusos ocuparan Alemania era ya imposible. Allan Bullock dice en su conocida obra "Hitler y Stalin. Vidas paralelas", que la oposición alemana y más la oposición militar a Hitler "...no eran más que un puñado de agrupaciones pequeñas, débilmente cohesionadas, muy dispares en número de miembros, sin ninguna organización común y sin mayor propósito común que el de su hostilidad contra el régimen existente". En el caso de los conspirados del 20 de julio, se trataba de un grupo de militares nacionalistas conservadores que al principio habían simpatizado con los nazis, salvo excepciones, y que a medida que los delirios de Hitler convertían a Alemania en el país más criminal de toda la historia de la humanidad y encima perdía la guerra, Decidieron cortar por lo sano. A primeros de julio de 1944, mientras la exitosa ofensiva de verano rusa aniquilaba al Grupo de Ejércitos Centro, el orgullo de la Wehrmacht, y tras el desembarco Aliado en Normandia, los conspiradores recibieron el refuerzo de un hombre valiente y decidido, el coronel Stauffenberg un veterano de todos los frentes y que tras ser herido en el Norte de África había sido destinado al Estado Mayor del Ejército de Reserva. Era esta una gran unidad compuesta por todas las unidades que se encontraban de una u otra manera en el territorio Alemán, formando reemplazos, reorganizándose, en periodo de instrucción, de guarnición, etc... Era su jefe el general Friedrich Fromm, quien estaba molesto con Hitler y enviaba a su nuevo Jefe de Estado Mayor, el coronel Stauffenberg a las preceptivas reuniones del OKW. En las mismas dependencias era jefe de la oficina de Reemplazos, el general Friedrich Olbricht, alma de la conspiración hasta ese momento junto con el capitán general Ludwig Beck y el general von Tresckow que a la sazón estaba destinado en el frente ruso. También se encontraba con los conspiradores Albrecht Mertz von Quirnheim ayudante del general Olbricht. A la conspiración se habían unido nuevos miembros como el propio Stauffenberg, el combativo general Stulpnagel, comandante militar de Francia, y estaba completamente al tanto el Jefe del Grupo de Ejércitos "B", Rommel, pieza clave pues más de 50 divisiones combatían a los Aliados en Francia. Se contaba también con el mariscal von Kluge, impenitente conspirador contra Hitler y que había relevado el 2 de julio a Rundstedt en el mando del Frente Occidental. Von Kluge asumiría tambien el 19 de julio el mando del Grupo de Ejércitos B tras las graves heridas que sufrió Rommel el 17 de julio en el ataque de un caza británico a su vehículo personal. Probablemente nadie tenía mayor poder militar efectivo el 20 de julio de 1944. El plan era sencillo, Stauffenberg tras dos o tres visitas a la Wolfsschanze, ya tenía confianza y podía permitirse meter una cartera con una potente bomba bajo la mesa de la sala de conferencias donde se reunía el OKW, con Hitler a la cabeza. La bomba llevaría un temporizador, que permitiría a Stauffenberg salir con una excusa, esperar la explosión y tras marcar un numero de teléfono para iniciar el golpe, salir por pies para reunirse con sus camaradas y preparar las medidas para el nuevo gobierno luego de la detención de unos miles de fanáticos nazis y de las SS usando para ello los planes de emergencia del Ejercito de la Reserva, lo que se llamaba operación Valquiria, diseñada precisamente para evitar golpes de estado o motines masivos. Ludwig Beck, el capitan general retirado asumiría la jefatura del gobierno y el mariscal Witzleben comandaría la Wehrmacht. Otros generales y civiles formarían el nuevo gobierno. Los historiadores dicen que el plan tenía pocas posibilidades de triunfar. Pero a los conspiradores les bastaba con esas escasas probabilidades de triunfo siempre que Hitler muriera o al menos que Alemania lo creyera durante el tiempo suficiente. Ya se encargarían ellos de neutralizar a Himmler y a Göring. Y esta era la idea que otro veterano conspirador, el general von Tresckow, le transmitió a Stauffenberg como respuesta a un telegrama. No importaba tanto que Hitler muriera o no en el atentado, sino que lo importante era hacerse rápidamente con el control de la capital del Reich y demostrar al mundo que en Alemania había una Resistencia capaz de estas acciones aun arriesgando sus vidas. Y en esas estaban. Se sabe que la primera fecha para el atentado, el 15 de julio, fue postergada. Parece que había rumores de que la Gestapo estaba al tanto. Apremiados, Stauffenberg partió con la cartera para la conferencia prevista para el día 20 a las 12 y media. Estas conferencias de las que Stauffenberg ya había asistido a dos solían celebrarse a las 10 horas, pero Hitler esperaba la visita de Mussolini. Stauffenberg había sido convocado para informar sobre la creación de las nuevas unidades. Stauffenberg tras activar el temporizador, entró en la sala de conferencias que ya había empezado. Fue presentado al Führer por un irritado Keitel que no toleraba tardanzas. Cambió su sitio con un almirante y entonces, colocó con toda naturalidad su cartera debajo de la mesa, lo más cerca del centro donde se colocaba Hitler, apoyada en una de las macizas patas de la mesa de roble. Al rato, Stauffenberg simuló una excusa al coronel Brandt para telefonear, pues necesitaba un dato crucial para su informe. El coronel Heinz Brandt era ayudante del teniente general Adolf Heusinger, a la sazón jefe del E.M. del OKH. Brandt había sido tiempo atrás precisamente el oficial al que pidieron que metiera la cartera con la bomba en el avión Condor en que viajaba Hitler y que como recordaremos no estalló. Esta vez Brandt moriría. Stauffenberg salió de la sala. La bomba estallaría a las 12:40. Curiosamente, llegó el turno de intervención del representante del Ejército de Reserva y naturalmente Stauffenberg no estaba. El propio Brandt informó que había salido a la centralita para conformar datos. Keitel se enfureció y salió en su busca. El incidente trastocó un poco el tenso ambiente que siempre había en las conferencias del OKH con Hitler presente. Keitel regresó enrojecido por la caminata y el calor de julio. No había señales de Stauffenberg y decidieron continuar la conferencia. Brandt tropezó con la cartera y con cierto disgusto por la actitud de Stauffenberg la cambio de sitio, justo al extremo opuesto de la mesa. Con ese gesto, salvo a Hitler, aunque perdió la vida en la explosión. 20 oficiales resultaron heridos, tres de ellos muertos y para sorpresa de todos, Hitler salió solo con varias heridas, quemaduras y los tímpanos dañados. Keitel, que no sufrió ni un rasguño, ayudó a Hitler a llegar al bunker y tras dejarlo en manos médicas sufrió un ataque de histeria señalando y gritando a todo el mundo que el Führer vivía, la providencia le había salvado y les conduciría a la victoria final. Todo el mundo pensaba que un avión enemigo había dejado caer una bomba. Stauffenberg pudo burlar los controles de salida del recinto gracias a que las instalaciones eran muy grandes y se tardó en dar la alarma. Aunque en la tercera y última barrera tuvo que solicitar ayuda telefónica a un militar conocido para que lo identificara, pues ya había sonado la alarma y se cerró el recinto. Stauffenberg demostró unos nervios de acero, pues no evidenció ni un geto de duda o tensión. Su acompañante y cómplice el teniente von Haeften tampoco. Tomaron el avión en Rastenburg y cuando aterrizó en Berlín supo que el plan no se había puesto en marcha por que habían llegado noticias de que Hitler estaba vivo. En concreto el general Erich Fellgiebel, inspector de transmisiones del OKW en Rastenburg y que se encontraba en el complot se lo había comunicado a Olbricht vía telefónica. la famoso frase: "...ha ocurrido algo horrible. ¡Hitler vive!". El nerviosismo reinaba en el despacho del general Olbricht donde oficiaban los conjurados. Al jefe de la policía criminal, el SS Arthur Nebe que participaba del complot, Himmler le ordenó preparar un equipo de policías avezados y enviarlo a Rastenburg, lo capitanearía el doctor Ernst Kaltenbrunner, sucesor de Heydrich y Jefe de la Oficina de Seguridad del Reich. Stauffenberg a su llegada a Berlín y tras enterarse de las vacilaciones aseguró telefónicamente a algunos de sus compañeros que él sabía que Hitler estaba muerto. El general Friedrich Olbricht, jefe de la Oficina de Reclutamiento decidió entonces creer a Stauffenberg y lanzar la operación Valquiria. Enviados los primeros telegramas con las ordenes, quedaba convencer a Fromm Comandante del Ejercito de la Reserva para que las firmara. Así que entró en el despacho de Fritz Fromm y le comunicó la noticia de la muerte de Hitler y la necesidad de poner en marcha la operación Walkiria. Discutieron y Fromm decidió conectar con el OKW y hablar con Keitel. Establecida la comunicación, Keitel además de informarle de que Hitler estaba vivo, le aseguró que todos los hilos apuntaban a su cuartel general y a su jefe de E.M. Stauffenberg. Olbricht, bastante confuso, salió del despacho. Se estaban mandando avisos a los conspiradores pero las veraderas órdenes para iniciar Valquiria estaban todavía sin firmar. Para más errores, muchos de los telegramas no se enviaron inmediatamente pues contenían instrucciones que los operadores consideraron irregulares y que finalmente fueron expedidos como alto secreto, limitando así al personal que podía tener acceso a ellos. Un error garrafal a tenor de todos los historiadores y que además alarmó al personal no informado del edificio. Cuando Stauffenberg llegó a las oficinas del edificio de la Bendlerstrasse volvió a repetir su arriesgada afirmación de la muerte de Hitler, aunque todos tenían dudas pues por otras vías les habían llegado informaciones contrarias. No obstante decidieron confiar en Stauffenberg y seguir con el golpe tanto si Hitler vivía como si no. Se cursaron instrucciones y Stauffenberg y Olbricht trataron de convencer a Fromm, pero la cosa terminó a voces y empujones, y Fromm fue arrestado y llevado a un despacho a punta de pistola. junto con otros oficiales leales al gobierno. Comenzó entonces el verdadero golpe y se fue contactando con todos los conjurados en Berlín, en Paris y en el Frente. Hasta las cuatro de la tarde, el comandante militar de Berlín, el general von Hase, no dio la orden de enviar tropas para ocupar la sede del gobierno. Precisamente el batallón del mayor Otto Remer. En Paris las cosas marchaban bien, y Beck, supuesto futuro canciller habló con el comandante general de Francia, Von Stulpnagel, quien se mostró entusiasmado. No fue lo mismo con el Jefe del Grupo de Ejércitos del Oeste Von Kluge que al escuchar la radio oficial que a las 18 horas y 28 minutos afirmó que el Führer había salido ileso de un atentado le puso excusas a Beck. Mientras tanto, la Gestapo había enviado agentes a la oficina para aclarar con Stauffenberg el sospechoso motivo de su abandono de la sala de conferencias minutos antes de la explosión de la bomba. Fueron recibidos por el coronel en su despacho e inmediatamente los arrestaron. La Gestapo todavía no tenía claro quien había sido el autor del atentado. Lo que les dio moral. Comenzaron una frenética actividad para recabar apoyos entre generales. En lugar de Fromm pusieron al mando del Ejercito de la Reserva al ex coronel general Erich Hoepner que había sido expulsado de la Wehrmacht y degradado a soldado raso a raíz de las trifulcas con Hitler relativas a la retirada de las fuerzas a su mando, el IV Panzergroup tras el fracaso de la batalla por Moscú en el invierno de 1941. Hoepner se volvió un furibundo antinazi y quiso participar en todas las conspiraciones contra Hitler, pese a que recuperó sus derechos pasivos tras una demanda a la Wehrmacht. El mayor Otto Remer, jefe de una de las unidades de la Reserva mas importantes en Berlin, el batallón de la guardia de la división Grossdeutschtland había recibido orden del general von Hase de detener a los prohombres nazis de Berlín y de rodear el centro administrativo de la ciudad para impedir movimientos. Cuando llegó al despacho de Goebbels que había sido advertido por un oficial acérrimo de Hitler de lo que estaba ocurriendo, Goebbels convenció a Remer de que Hitler estaba vivo y de que el golpe era precisamente al revés poniéndole al habla por teléfono con Hitler. Quien le puso a sus órdenes directas y le nombró coronel en el acto. Este oficial, veterano de Rusia, formando parte de la más prestigiosa división de la Wehrmacht, uno de los catorce alemanes que tenían hojas de roble en su cruz de hierro, las cuales se las había puesto personalmente Hitler en una emocionante ceremonia para Remer, no pertenecía al partido nazi pero era un ferviente partidario del régimen y de la disciplina. Y fue uno de los mayores fiascos de los conjurados junto con las demoras en el envío de telegramas y órdenes. Atentado frustrado aparte. En la Bendlerstrasse, reinaba en ese momento el desconcierto, pues la radio acababa de dar la noticia del atentado y la superviviencia de Hitler, de modo el el batallón de Remer, que suponían suyo, no había tomado las emisoras. Un rato antes había aparecido el mariscal Erwin von Witzleben que iba a ser el comandante supremo de la Wehrmacht subiendo las escaleras de muy mal humor y al pasar por el despacho de Stauffenberg le reprochó la mala preparación del golpe, luego y sin pensárselo mas, Ludwig Beck de paisano, le puso para firmar la orden número uno de su mando, se comunicaba la muerte de Hitler y se hacía constar que el firmante era el nuevo Comandante Supremo de la Wehrmacht. Se envió como confidencial a todas las comandancias por el eficiente sistema de comunicaciones del Ejército. Kluge en Francia recibió la transmisión y decidió ponerse de lado de los conspiradores. Le dio más crédito a Witzleben que a Goebbels. Pero el OKW envió otro telegrama oficial asegurando que el Führer estaba vivo y lo firmaba Keitel. Kluge titubeó, si Keitel estaba en activo es que el OKW tenía el control. Decidió llamar a la Guarida del Lobo, pero el operador no encontró a nadie disponible, al parecer todos estaban en la recepción de Mussolini, que venía en visita de pleitesía de su salvador justo ese 20 de julio.
Kluge y Von Stulpnagel el comandante militar de Francia, se reunieron con sus asesores para ver que acción tomar. Todos querían que Kluge se uniera a los conjurados, pero tras años apremiándoles a que acabaran con Hitler, a la hora de la verdad se echó para atrás y tuvo una gran discusión con Stulpnagel al enterarse de que este ya había detenido a los responsables de seguridad de Francia. Le ordeno revocar sus órdenes, le destituyó y le aconsejó que se quitara el uniforme y se escondiera. Stulpnagel se tiraba de los pelos, Paris era suya, ¿qué ocurría en Berlin? Lo que Stulpnagel ignoraba era que en Viena, en Praga y otras ciudades la conspiración había tenido cierto éxito al creer los mandos del Ejército que efectivamente Hitler estaba muerto y la Gestapo y las SS, o sea Himmler, estaban dando un golpe. Pero las informaciones corrían desbocadas y era muy difícil mantener la muerte de HItler como cierta, de modo que la Marina y la Fuerza Aérea no se dejaron intoxicar y no secundaban la intentona. Sin el apoyo de Kluge Francia estaba perdida para la conspiración. Stulpnagel decidió abortar y responsabilizarse él solo de las consecuencias. Pero eso sería imposible. Mientras tanto Otto Remer aseguró para el gobierno los edificios administrativos más importantes y detuvo algunas columnas de blindados y zapadores de las escuelas militares que habían acudido a Berlín cumpliendo las órdenes del Ejército de la Reserva. Tras montar su puesto de mando envió tropas al Bendlerblock que llegaron justo a tiempo para ver como los detenidos por los conspiradores se habían liberado y se preparaban para tomar el control del Bendlerblock. En Berlín todo se derrumbaba también, unos tras otros los militares jefes administrativos de la capital se proclamaban leales y unidades del batallón del Otto Resmer iniciaban la entrada en el edificio junto con otros mandos contrarios a los rebeldes. Primero fue detenido Olbricht y su ayudante Quirnheim. En las escaleras Stauffenberg fue tiroteado y herido aunque le dio tiempo para avisar a Paris de que todo estaba perdido. Apareció el recién liberado Fromm jefe del Ejército de la Reserva y arrestó a todos los cabecillas, Beck incluido, y exigió que le entregaran sus pistolas. Fromm, que tenía que limpiar su reputación se comportó como un canalla. Apremió a Beck para que se pegara un tiro ya que se negó a entregarle su pistola. Beck se disparó en la sien en una dramática escena digna de la mejor opera, pero no cayó. Un oficial lo acomodó en una silla. A continuación Fromm siguió con su juego, pues quería eliminar testigos antes de que que llegaran los hombres de la Gestapo o el propio Himmler. Improvisó un consejo de guerra sumarísimo y dicto sentencia condenando a muerte a Hoepner, Quirnheim, Olbricht, a un coronel cuyo nombre no recordaba, se refería a Stauffenberg, y ya hay que tener cara dura, y también al teniente Bernd von Haeften que había acompañado a la Guarida del Lobo a Stauffenberg y su bomba. En el momento de la verdad, Hoepner rogó a Fromm que no lo fusilara dada su condición de paisano y que podía explicar su presencia allí. Fromm que había sido su amigo y no lo consideraba peligroso para su persona, accedió, el resto fue llevado al patio y a los focos de los camiones del batallón de la guardia de la Grossdeutschland un pelotón de esta unidad los fusiló. La llegada de Kaltenbrunner jefe de la oficina de Seguridad del Reich, impidió que Fromm fusilara a mas oficiales, es decir eliminara testigos. Himmler ya se había hecho cargo de la situación y estableció su puesto de mando en la casa de Goebbels, La consigna: captura de todos los implicados y el interrogatorio más brutal para conocer el alcance de la conspiración entre los militares y los civiles. Pero en ningún caso ejecutarlos. Había que hacerlos hablar. Para empezar interrogó a Fromm que al día siguiente sería detenido. Sus hechos le delataban. En su caja fuerte se encontró la lista de miembros del futuro gobierno de Alemania para una vez triunfante la rebelión. Ya hay que ser lerdo. El golpe no había durado ni 24 horas. Técnicamente había sido una porquería como le dijo el mariscal Erwin von Witzleben a Stauffenberg. Hay opiniones sobre lo que quería decir el mariscal a Stauffenberg. Si querías asegurar la muerte del dictador, haberte quedado allí con la cartera. Tampoco es que Witzleben saliera muy bien parado del evento. Pero las crisis violentas dejan a las personas desnudas. Beck por ejemplo, paradigma del honor militar no estuvo muy acertado en la simple operación de volarse la tapa de los sesos, necesito tres disparos, dos suyos que le dejaron grave, y un tercero de un sargento de la Grossdeutschland que se apiadó y que le dejó finalmente seco. Nuestros sagrados líderes se vuelven muy humanos en el final dramático de sus vidas. Hitler estaba rabioso y comenzó su venganza contra el generalato. A pocas horas del atentado, atendidas sus heridas y empastillado hasta las cejas, había protagonizado una horrorosa escena en la Guarida del Lobo delante de toda su corte donde llegó a alabar a Stalin por haber purgado a sus generales en los años treinta. Eso es lo que yo tenía que haber echo, aseguró. Pero eso era imposible pues fueron los generales los que permitieron su ascenso a pesar de la desconfianza del mariscal Hindenburg, cuando von papen le aseguró que el controlaria al canciller. ¡Angelito! Y comenzó la venganza. Para empezar, el Ejercito hubo de renunciar a su tradicional derecho a juzgar a sus miembros, y bajo una corriente de pánico que atravesó todas los estamentos de la Wehrmacht, expulsó de sus filas a todos los inculpados entregándoles, en un gesto sin precedentes, al sanguinario Tribunal del Pueblo. El recién nombrado Jefe del Estado Mayor del OKH, Heinz Guderian (que estaba al tanto de la conspiración) sacó urgentemente unas instrucciones para mandos, oficiales y tropa donde se encarecía de mantener una actitud ejemplar de lealtad y disciplina. Himmler fue también nombrado para mandar el Ejército de Reemplazo (Reserva). Al mariscal Von Kluge que mandaba el frente del Oeste de nada le sirvió abandonar a sus compañeros de conjura a ultima hora, y decidió suicidarse por su participación en la conspiración tras un patético intercambio de mensajes con Keitel y falsos alegatos de inocencia. Otro mariscal, Edwin Rommel, convaleciente tras un ataque aéreo a su auto, también se suicidó, luego que el propio Hitler le diera a escoger entre suicidio (oficialmente muerte por sus graves heridas) o proceso denigratorio y la horca. Su participación había sido menor pero se había comprometido a apoyar al gobierno que saliera tras la muerte de Hitler. Quedó claro que los generales no son tan valientes como la tropa que muere a millares cada día en el frente. Que los generales alemanes en julio de 1944 jugaron al mejor postor y que si el golpe hubiera triunfado contra todo pronostico y probabilidad, se hubieran vuelto valientes conspiradores por el bien de Alemania. Pero como fracasó, precisamente porque su falta de apoyo real más allá de la palabrería antinazi. Esta cobarde actitud de poco les sirvió, se la estaban jugando con la camarilla más cruel de la historia universal: la corte de Hitler, sus tropas especiales y la policia más sanguinaria, repetimos, de la historia universal. Y que para más escarnio encontraron en las oficinas del Bendlerblock toda la documentación de la conspiración con pelos y señales que Stauffenberg, Olbricht y su ayudante Quirnheim nunca pensaron que les comprometiera, hasta que llegó el precipitado final y ya no hubo tiempo. Un descuido garrafal que le costó la vida a mucha gente que participaba en la conspiración de alguna manera y a muchos otros que salían nombrados por distintos motivos pero nada tenían que ver, aunque, para la Gestapo, eso era una prueba capital. Más de 200 oficiales de la Wehrmacht fueron ejecutados, la mayoría de forma ignominiosa tras brutales, literalmente, brutales torturas. En las ultimas semanas de julio de 1944, quedó claro para todos los actores, alemanes, aliados y neutrales, que la guerra no acabaría como la anterior. Sería una guerra total hasta la última bala y la última gota de sangre. Y el mundo tembló por enésima vez en aquella guerra.
Notas.- (1) Era un mal nacional. Había una droga de patente alemana, una anfetamina, la pervitina que había sido usada masivamente por las Fuerzas Aéreas y el Ejército al principio de la guerra y de las que en propio Hitler tenía gran provisión. Los militares se dieron cuenta de que era perjudicial y dejaron su consumo para las acciones de asalto y para las tropas especiales. Pero la población las consumía masivamente para poder soportar los bombardeos.
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Recapitulando. El golpe había fracasado de forma natural pues dependiendo de dos factores fundamentales, la muerte de Hitler y la rápida actuación de Valquiria, los dos habían fallado. Además elementos ajenos al control de los rebeldes habían intervenido para dificultar las acciones. Un petimetre nacional socialista de nombre Hagen había advertido a Goebbels y conseguido que éste convenciera al mayor Otto Romer de que estaba a punto de cometer traición. Lo que fue decisivo en Berlín. Por mucho que Paris y Viena estuvieran en marcha, Valquiria sin Berlin no era nada. Habían lanzado un golpe administrativo contra el imperio militar mas grande del mundo sin contar con ni una sola unidad verdaderamente comprometida dispuesta a luchar, sólo con la confianza de que se cumplieran las órdenes de Ejército de la Reserva, cuyo jefe, Fromm cambió de bando en el mismo momento que supo que Hitler estaba vivo, como muchos otros... De modo que unas ordenes que chirriarían a cualquiera que las leyera por muy ordenancista que fuera y que nadie cumpliría sin confirmación. Había sido un golpe de salón pese a que contaba con centenares de conjurados y miles y miles de simpatizantes, militares y civiles. Pero como militares descendientes de una elite militar prusiana, prácticamente una casta, que había aupado y jaleado a Hitler, especialmente cuando se deshizo de Röhm y trituró a las SA, rival de la Reichswehr, su entusiasmo decayó cuando llegada la campaña rusa la gloriosa Wehrmacht quedó en la mas absoluta de las evidencias. Nada que no hubiera pasado en Polonia o en los Balcanes. Un comportamiento criminal e indigno de una fuerza armada pero ahora a escala masiva, y lo peor, el descubrimiento de que Alemania iba a perder la guerra. Se estaba propiciando pues una especie de movimiento militar que quería acabar la guerra sin perderla, como el Estado Mayor en la Gran Guerra, lo que luego se llamaría falsamente "puñalada por la espalda". La pretensión de pactar una urgente rendición razonable en el Oeste que impidiera que las hordas eslavas entraran en la sacrosanta Alemania, aunque para ello tuvieran que traicionar sus juramentos militares, acabar con el dictador y encarcelar a todos los nazis. La mayoría de la oposición militar antinazi se alimentaba de tradiciones militares conservadoras que detestaban a los nazis y su intromisión en las Fuerzas Armadas. Había poderosas excepciones como el general Henning von Tresckow o su amigo Favian von Schlabrendorff, con una visión de una Alemania alejada de dictaduras militares o incluso el conde Stauffenberg, un hombre muy culto, de alma radical y del que se decía que tenía aspiraciones sociales. Pero sus lideres, reales o supuestos, Beck, von Brauchitsch, von Kluge, Hoepner, Witzleben, Halder, Rommel y otros, eran militares conservadores que no pensaban en restaurar la República, sino en una dictadura militar que propiciara una buen final para la Alemania en guerra. Deseaban arrogarse el mismo poder que el Estado Mayor Imperial y acabar con la guerra antes de que la guerra acabara con Alemania. Y por eso había que acabar con Hitler.
Brutal represión. Más de 5000 personas fueron detenidas e interrogadas por la Gestapo tras el 20 de julio. 200 fueron ejecutadas y del resto, una gran parte de la ingresada en campos de concentración, fue asesinada en los meses posteriores hasta la derrota o murió de simples penurias. Todas fueron maltratadas y una gran parte brutalmente torturadas con un sadismo inspirado en las instrucciones de Hitler para los sospechosos de participar en la conjura. Muy pocos de los participantes en la conjura, cualquiera que fuera el grado, sobrevivieron. Y de los militares supervivientes que habían participado en la conspiración y posteriormente solicitaron ingreso en la Bundeswehr, a muchos se les rechazó por traidores, pero naturalmente esto no se dijo. La Gestapo no consiguió importantes delaciones de los militares torturados, más allá de la autoinculpación. En eso fueron admirables. Entraron en el dramático final de su vida con una gran dignidad y serenos. Sabedores de que su sacrificio sería recordado cuando los nazis desaparecieran y afrontaron aquel calvario con la certeza de que pronto acabaría y de que la clave de su entereza era mantener la boca cerrada. Pero a la Gestapo en realidad estas delaciones no le hicieron falta. En las casas, en los despachos de los conspiradores se encontraban escritos, diarios, cartas personales, de todo, que incriminaban, participasen o no en la intentona a miles de personas. Hitler quería un espectáculo como los que se montaba Stalin de vez en cuando, y tras pasar por la picadora de la Gestapo pasaban al gancho de carnicero de Tribunal Popular, donde se les volvía a humillar con ardides detestables del juez Freisler, como ir medio vestidos, sin cinturón para que tuvieran que sujetarse el pantalón con las manos, ¡mariscales del Alemania!, con semanas sin alimentarse debidamente, pero todos manteniendo su dignidad. La sentencia se dictaba en unas horas y se ejecutaba inmediatamente por procedimientos tan sádicos que hielan el alma. A los especialmente odiados por Hitler, les colgaron con sedal para que fueran cayendo sobre un gancho de carne, una muerte espantosa. Al mismo tiempo, la oficina de Seguridad del Reich formó una Comisión extraordinaria para el 20 de julio, especialmente formada para casos dudosos. La revisión de los documentos requisados permitió reconstruir todos los golpes y conspiraciones frustradas desde 1933 lo cual fue demoledor para la resistencia militar contra Hitler. Una segunda ronda de detenciones que incluyó, por orden de Hitler, a los familiares directos, llevo a la desesperación de los encausados con nuevos suicidios. Algunos se dirigieron a sus despachos a sabiendas que serían detenidos. Las pesquisas abarcaron a otros grupos menores de oposición a Hitler, como el Círculo de Kreisau, y no importó que no hubieran tenido nada que ver con la conspiración del 20 de julio, fueron enviados al Tribunal Popular, cuya sentencia favorita era la horca o la guillotina. Podemos decir que la conspiración del 20 de julio fue el último intento de acabar con el régimen Nazi y su líder. Nadie, salvo los partidos que se mantenían en la clandestinidad a duras penas, como el KPD, el SPD y algunos movimientos cristianos, se planteó acción señalada contra el régimen. Por otro lado, su fin estaba cerca, y tanto los comunistas (KPD) como los socialdemócratas del SPD tomaban posiciones y hacían contactos con sus decididos sostenedores, rusos y aliados, directamente como el KPD o por medio de diplomáticos neutrales como el SPD. En un escenario que ya estaba repartido, aunque ellos lo ignoraban, pero donde los movimientos finales podían ser decisivos. Ni los rusos ni los aliados, aparte de lo que se ha dicho, tenían a estos grupúsculos clandestinos en sus prioridades. Aunque había una diferencia. Los aliados estaban dispuestos, como se demostró, a usar la administración nazi, como base de su administración de ocupación. Los rusos no, claro. Tenían en las filas del Ejército Rojo, a unidades, polacas, alemanas, aunque pocas, austriacas, húngaras, rumanas, etc... Y además los cuadros de los partidos comunistas nacionales que malvivían en Rusia.(1) Notas.- (1) Tenían su base en los militantes de los partidos comunistas nacionales que habían terminado en Rusia, los supervivientes de las Brigadas Internacionales, (los pocos que habían resistido la vesania de Stalin), y soldados prisioneros que por diversas circunstancias habían decidido colaborar con los rusos. Había incluso generales en la Liga de oficiales Alemanes patrocinada por los rusos. Nada significativo desde el punto de vista bélico pero sí desde el punto de vista político una vez ocupado el territorio. Por cierto, en el ejercito rojo había unidades polacas de cierta envergadura. Nominalmente dos ejércitos, es decir entre 3 y 6 divisiones. Uniformados al modo polaco, con insignias y banderas polacas y con armamento soviético. Muchos de ellos eran prisioneros capturados por los rusos cuando este país invadió Polonia al unísono que Alemania en septiembre de 1939. Prefirieron luchar y ser miembros de un ejército en activo que sobrevivir apenas en los campos rusos. Y además, la mayoría nada sabían de las fosas de Katyn. |
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Austria. La anexión de Austria fue un paseo militar para los alemanes y el comienzo del infierno para los millones de austriacos judíos o contrarios a los nazis. Miles de policías de la Gestapo,de las SS y las SD ingresaron en Austria, convertida en una provincia del Reich. Y si los nazis alemanes eran unos cafres, los nazis austriacos eran unos demonios. Los nazis locales iniciaron una serie de ataque y expolios a los judíos con escenas patéticas donde se hacía limpiar los urinarios públicos con cepillos de dientes a intelectuales vieneses. Los bienes que se robaban pasaban al partido directamente, es decir a los bolsillos de los dirigentes. Como sería la cosa que en Berlín fueron censurados, y Göring, Himler, Heydrich y por supuesto Hitler decidieron que el latrocinio no era para particulares, ni para el partido, era para el estado y había que organizarlo a nivel del Reich. La resistencia antinazi se organizó muy tempranamente en Austria que tenía un gran pasado obrero y socialista. Se crearon muchos grupos de resistencia con muy distinta efectividad. La idea principal era reivindicar una Austria libre y además luchar contra el imperio nazi. Hay que recordar que los nazis austriacos se demostraron de los mas fanáticos y crueles, amen de ladrones. Sus actos eran tan despreciables y violentos que generaron mucha aunque silenciosa animosidad, Destacamos al grupo llamado Movimiento de Liberación de Austria, con bastantes miembros movilizados por la Wehrmacht, a los que se aconsejaba en caso de caer prisioneros, fundar unidades militares con otros prisioneros para luchar junto a los aliados contra lo nazis y liberar Austria. Era su lider Roman Karl Scholz que fue detenido y ejecutado en mayo de 1944.
Las acciones de estos grupos no fueron tenidas en cuenta por los aliados, pues fueron consideradas como movimientos dentro del III Reich, de dudosa utilidad militar. Pero segín la guerra iba decantándose por los aliados, las acciones se hacían más atrevidas, y los costos eran mayores, claro está. A inicios de 1944 se formó el grupo O5, que salió de la fusión de otros pequeños grupos de resistencia. El grupo principal era el Comité Nacional Austriaco una de cuyas más exitosas acciones consistía en reemplazar lenta pero intensamente, en todas las organizaciones alemanas de ocupación, los puestos cubiertos por alemanes. De modo que en cualquier momento estuviera controlado por austriacos antinazis. Tuvieron un relativo éxito en una tarea tan difícil. La acción del grupo O5 era demoledora, comparable a la otros movimientos de resistencia armada. el O5 se convirtió poco a poco en un frente común donde se iban integrando pequeñas organizaciones de resistencia activa. Destacaban también, como en Alemania las células clandestinas del Partido Comunista Austriaco y del Partido Socialista (KPO y RSO). A finales de 1944, la resistencia austriaca vio claramente que había que unificar posturas ante el hecho evidente de que el fin de toda resistencia es liberar su país sin la presencia de ejércitos extranjeros. Más con los ejércitos rusos rondando países vecinos. Tras integrarse el FFO, Frente de Libertad Austriaco, Se constituyó un Comité Nacional Provisional Austriaco, al que el O5 quedó subordinado política y militarmente. Sorprendentemente, la conspiración del 20 de julio fue un éxito en Viena, que como en Paris, Praga y Bruselas, triunfó pese a nos disponer de tropas de combate. Pero el fracaso de Berlín, acabó con toda esperanza y sus artífices. El teniente coronel de E.M., Robert Bernardis, enlace vienes con Stauffenberg, fue detenido y ejecutado en agosto de 1944, junto con otros muchos. A principios de 1945 se elaboró un plan para alzarse en Viena con la colaboración de unidades e instituciones del Ejército que unidas a la resistencia liberaran la ciudad hasta la llegada de los aliados o los rusos. En abril Viena fue declarada "fortaleza del Reich", esto es, la guarnición debería pelear hasta la última bala y quien no lo cumpliera sería fusilado en el acto. Para ello Hitler envió a Viena dos divisiones del Grupo de Ejércitos Sur (Heinrici), la Führer-Grenadier-Division (una brigada en realidad de la división Grossdeutsland, es decir del Ejército) y la 25 división Panzer. Ambas carecían de verdadera fuerza operacional. Para evitar la destrucción de la ciudad, su comandante militar, Rudolf von Bünau, ordenó a su ayudante mayor Carl Szokoll preparar un plan que evitase los ordenes de Hitler, al estilo de ¿...arde Paris? Como Szokoll era uno de los dirigentes de la resistencia anti nazi austriaca, propuso a O5 la sublevación militar en Viena para que la ciudad estuviera liberada ante la inminente entrada de los rusos. Pero, como en Berlín el 20 de julio, un oficial nazi, descubrió lo que se tramaba y denunció la operación a las SS. Otto Skorzeny, la mano derecha de Hitler, que había sido enviado a Viena a raiz de los informes que llegaban a Hitler sobre la pérdida de moral combativa, no ya de la Wehrmacht, sino de las Waffen SS del propio Sepp Dietrich. Y que había sido enviado con la consigna vete allí y ahorca a unos cuantos. Pues eso hizo, el mayor Karl Biedermann, el capitán Alfred Huth y el teniente Rudolf Raschke, cabecillas de esta operación, fueron colgados de las farolas de la calle. El general Lothar Rendulic, que sabía que la guerra estaba perdida y quería alejar de estos comportamientos, expulsó a Skorzeny de Viena y preparó la defensa. La operación de la resistencia fracasó y las fuerzas alemanas no tardaron en retirarse, tras un defensa que duró hasta el dia 13 de abril.
Al respecto de esta sublevación preventiva de militares vieneses en evitación de la destrucción de la ciudad, hay que decir que en Munich, la capital Bavara, ocurrió lo mismo aunque con más éxito y las tropas americanas entraron en la ciudad controlada por civiles y militares que impidieron la resistencia enconada de las SS. |
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La resistencia antinazi en Alemania a través de la historiografía. La Widerstand. Dividido en dos el Reich de los mil años, por un lado la futura RFA y por otro la RDA, fue surgiendo historiografía que trataba de explicar que había pasado en Alemania durante el kanato nazi. De un lado, en la RFA, historiadores que habían sido cuando menos simpatizantes de los nazis, como Gerhard Ritter y otros menos simpatizantes como Hans Rothfels, lanzaron al mundo la angelical idea de que los conspiradores del 20 de julio representaban lo mejor de las clases dirigentes alemanas que trataban de enderezar lo que los nazis habían torcido. No importaba que aquellos militares golpistas habían participado en la invasión de toda Europa, Rusia incluida, donde la Wehrmacht se convirtió por derecho propio en una maquinaria criminal. Y donde, la violenta irrupción de los nazis propició verdaderos ríos de sangre y sufrimiento en las poblaciones cruelmente sojuzgadas. Tampoco importa que muchos de las conspiradores tuvieran a sus espaldas crímenes colectivos y que de haber llegado vivos al final de la guerra hubieran tenido que pagar en Nuremberg. Tampoco importa que muchos de ellos fueran miembros de organizaciones declaradas criminales como las SS. Hay un par de constantes en los conspiradores del 20 de julio por contra de otros grupos anteriores donde la tiranía, las matanzas de opositores y de razas determinadas y la criminal y gansteril naturaleza de los nazis eran el elemento fundamental de la resistencia civil. No, en el caso de los conspiradores del 20 de julio, no se encuentran razones morales permanentes de rechazo al nazismo, si no es de soslayo. No, la razón poderosa que pulsa al generalato rebelde viene desde la conspiración de Zossen, cuando Beck argumentó que la política de Hitler llevaría a Alemania al desastre. A Beck en una reunión preparatoria de esta conspiración un general le argumentó que los militares no deben intervenir en política. Becks sacó al viejo miembro de Estado Mayor Imperial que llevaba dentro. El Ejército, es decir, El Estado Mayor tenía la obligación de conducir a Alemania. De modo que la pérdida del poder político de que disfrutaba el Estado Mayor, es decir, el generalato, era la sangre que movía el principal motor de la conspiración contra Hitler, bien que no fuera mayoritaria en la Wehrmacht y se ocultara continuamente. La otra constante, la que probablemente empujaba a los más jóvenes, como Stauffenberg y sus oficiales de la oficina de Reemplazos, era sin duda el que Alemania estaba perdiendo la guerra y por ello, como ocurrió en la Gran Guerra, Alemania iba a perder de nuevo sus Fuerzas Armadas, con un matiz aterrador, los rusos pisotearían las avenidas de Berlin y pondrían sus banderas en el Reichstag. Como así fue. ¡Ah!, y lo de las fosas, matanzas y campos de exterminio, eso hay que pararlo claro... De modo que avanzando en estas obras tempranas que tratan de hacernos creer que Alemania no era nazi, y mucho menos sus clases dirigentes y su aristocracia militar, se llega a la terrible conclusión, llegan ellos, claro, de que la resistencia no militar, es decir, KPD, SPD, La Orquesta Roja, la Rosa Blanca, eran en realidad traidores a la patria y bien fusilados estaban. El circulo de Kreisau, no, ¡por dios! eran nobles y sus nobles damas... En la RDA, la versión naturalmente era distinta, pero el relleno era el mismo. Alemania no era enteramente nazi, ¡estaban los comunistas! Aquí los puros eran los trabajadores, aunque algunos estaban engañados, y naturalmente para eso estaba el Partido Comunista y su heroica lucha durante la resistencia. Que su lucha fue heroica, de eso no cabe duda, eso va con el sueldo del buen comunista. Pero hay que añadir el matiz de la Internacional había introducido entre los trabajadores y progresistas desde la misma ascensión al poder de los nazis. El antifascismo. Un movimiento ideológico que recorrió Europa y el mundo con gran éxito y con algunas y dolorosas derrotas para la causa de la humanidad, como fue la Guerra Civil española. La historiografía en la RDA sobre la resistencia antinazi en Alemania glorifica el sacrificio de los comunistas en la clandestinidad, exagera su importancia que sin duda la tuvo y hace nacer la RDA de este movimiento, de la misma manera que Virgilio hacía descender a los romanos de rey de Troya, Eneas. En ambos países se minusvaloraba a los otros resistentes. En la RDA, a las Iglesias Cristianas, a los militares rebeldes , etc... En la RFA se minusvaloraba al KPD, un poco al SPD, y no se detenía en los heroicos estudiantes y resistentes que casi por libre compusieron la resistencia civil hasta 1943. Nuestro Ritter compuso una biografía sobre el doctor Goerdeler, un economista y político nazi que colaboró con ellos a través del ultra conservador Partido Nacional, pero que se fue radicalizando según vio como los nazis trataban a las gentes que no les gustaban. Para Riter, Goerdeler trabajaba para derrocar al régimen nazi, pero no su derrota, como los miembros de la Rote Kapelle (¡claro, muchos eran comunistas!), eran traidores que luchaban por la derrota de Alemania y merecieron su ejecución. ¿Pero la derrota de Alemania no era imprescindible para derrotar a los nazis? O es que el gobierno que saldría del golpe en el que Goerdeler sería ministro de Finanzas, iba a retirarse de puntillas de Rusia, Polonia, etc... ¡hups!, perdón, pasábamos por aquí... La realidad es que el gobierno que pretendían los conjurados, desde la conspiración de Zossen hasta la del 20 de julio, era una dictadura militar donde Alemania seguiría Über alles, como dice su pacifista himno. Avanzada la guerra fría, una nueva generación de historiadores de la RFA, dejaron claro cual era la ideología militarista que subyacía en los conspiradores del 20 de julio, desde Rommel y von Kluge, pasando por Beck, hasta Stauffenberg y Olbricht. Y esto incluye a Goerdeler, líder de la conspiración civil.. Son conocidos los estudios y publicaciones de Hans Mommsen que coloca a los militares rebeldes en la Alemania en guerra como nacional conservadores, en suma funcionarios del Estado que no podían permitir la destrucción de su Alemania. Siendo otras consideraciones, como la tiranía, la brutalidad, el exterminio de opositores, judíos y gitanos, completamente colateral a la hora de la verdad, como lo demuestra el hecho de que muchos de los conspiradores tuvieran actuaciones reprobables en Polonia, Rusia, Francia, etc... Amen de luchar como profesionales en ejércitos que invadían países, donde sus gentes nada les habían hecho a los alemanes, gentes a las que condenaban a morir a sangre y fuego en cuanto levantaban un puño. O gentes a las que asesinaban en masa solamente porque eran de una raza especial. La idea criminal más demencial que jamás un grupo humano tuvo y que menos protestas y resistencia ocasionó en ese grupo. Alemania. Un Reich deshonrado por mil años... |
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Bibliografía
consultada:
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Imágenes H. Universal V. 1.1 Enero de 2015 Sbhac nº 6