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Víctimas de la Guerra Civil española

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Floren Dimas Balsalobre

¿DEBE LA IZQUIERDA PEDIR PERDÓN A LA IGLESIA?

En uno de los más prestigiosos foros sobre la guerra civil en Internet (1), un contertulio parece establecer un cierto equilibrio testamentario entre dos representantes, de alguna forma emblemáticos, de cada bando: José Antonio Primo de Rivera por el bando rebelde, y el capitán Juan Rodríguez Lozano (abuelo de ZP) por el bando gubernamental. Cada uno de ellos perdona a los del bando opuesto. De entrada, esta género de argumentaciones equilibristas del tipo "en los dos bandos hubo violencia e injusticia" es una tergiversación de los hechos, ya que mientras el capitán Rodríguez Lozano fue ejecutado por los insurrectos en agosto de 1936 por ser leal a su promesa de fidelidad a la República, José Antonio lo fue por levantarse en armas y promover una guerra civil, en noviembre de ese mismo año.

Perdonad… un ejercicio de generosidad que enaltece a quién la practica con particular valor en momentos culminantes como son los previos a ser arrancados por la fuerza del mundo de los vivos. Perdonar…

No ha mucho tiempo, un obispo ultramontano lanzaba al aire su pregunta: ¿Cuándo pedirá perdón la izquierda por los crímenes cometidos por élla durante la guerra civil?. A dicho obispo tuve el gusto de responderle a través de los medios y el disgusto de ser respondido… por carta. Me sumía Su Eminencia el Obispo de Canarias, Monseñor Ramón Echarren Ystúriz, en un lenguaje epistolar en el que solo le faltaba excomulgarme si ello surtiera efecto en quien practica la filosofía del agnosticismo.

Mons. Ramón Echarren Ysturiz, obispo de Canarias

Pero volviendo a mi escrito en el que contestaba a Monseñor, le señalaba que tanto durante la guerra como durante una larga posguerra de 40 años, no hubo español mayor de edad (y muchos que no lo eran aun) que no pasase por la criba inquisidora del régimen de Franco. NI UN SOLO ESPAÑOL declarado "desafecto" por los vencedores, pagó sus "culpas".

Efectivamente, por los tribunales militares pasaron los autores de crímenes de todo tipo siendo enviados a la fosa común pasando por el piquete de ejecución …y de paso 170.000 republicanos cuya "culpa" fue ser de izquierdas en cualquiera de sus manifestaciones. La "justicia" franquista, apuró hasta llegar al secuestro desde países extranjeros, la acción de los tribunales para sentar en el banquillo a quiénes consideró reos por sus gravísimas responsabilidades. No quedó diligencia por hacer, ni gestión que apurar para que NINGÚN CRIMEN cometido en zona republicana quedase impune. …Y no quedó.

Pagaron todos: los autores, los cómplices, los inductores, los encubridores... los sospechosos, los familiares, los amigos, aquel que pasaba por allí cerca…

En aquella vorágine de la posguerra, solo una cosa quedó clara: ningún republicano responsable en cualquier grado de un asesinato, se libró de ser ejecutado. Evidentemente, no respondieron de sus excesos los que cayeron durante la guerra por diversos motivos, ni los que murieron víctimas de las palizas o el hambre durante su detención, ni los que se salvaron en un exilio desgarrador. De diferentes formar evadieron rendir cuentas pagándolas con sus vidas segadas o atormentadas.

De cualquier manera, NADA ni NADIE quedó impone en el balance final de la "justicia" de Franco. Ni los fusilados, ni los muertos de hambre o apaleados, ni los fallecidos en el desarraigo de un exilio traumático, podían pedir, entre otras razones, porque deja de ser deudor el que paga su culpa. Por esta razón, le comentaba a monseñor Echarren, la inoportunidad de sus manifestaciones públicas, nombrando la soga en la casa del ahorcado, pues no cabe zafarse (la Iglesia) de su pecado histórico de complicidad con el franquismo y con sus crímenes, con el socorrido del "y tú más".

Ningún juez, ni fiscal, ni ministro… ¡¡¡NADIE!!! del inmenso aparato inquisitorial del régimen homicida del "caudillo", ha respondido de responsabilidad alguna. Esa abismal diferencia que separa la evolución de las responsabilidades de uno y otro bando, es lo que deja fuera del debate cualquier insano intento de establecer una simetría en el vidrioso tema de la represión.

Perdón… ¡Qué bella es la estética del perdón cuando se está en capilla! ¡Qué bálsamo de paz empapa las almas aterradas de quién sabe que perdonar les acerca más al Todopoderoso…! (¡Que curioso que los que perdonan lo hacen siempre mirando a Dios de reojo en sus escritos…!) ¿Pero, y el perdón de los ateos y de los agnósticos…?

Durante años de investigación, he logrado recopilar algunas cartas de republicanos escritas en los umbrales de su muerte. La palabra "perdón" solo está presente en quiénes de alguna manera se manifiestan creyentes, mientras que los demás, reservan sus últimos pensamientos para su familia y para sus amigos y para refrendar su lealtad a sus ideales –hurtando la acción de la censura con términos interpretables-

No me atrevería a afirmar que el amor o el rencor sean la recapitulación postrer ante el piquete, si no que más bien deduzco que la acción de perdonar responde a la visión trascendente o intrascendente (filosóficamente considerado) de la existencia y ni una no otra actitud aporta valores adicionales al gesto de enfrentarse a la muerte. El creyente, esperando la justicia del Más Allá, sabe que ya hay un juez que toma nota y que su sacrificio sí que no quedará impune, importándole poco o nada el arrepentimiento de quién le mata. Como contraste, al ateo le queda el desconsuelo de morir en la conciencia de que perdonar a sus enemigos no tiene sentido, porque al otro lado del cristal de la vida, nadie le pedirá cuentas ni a él ni a los que aprietan el gatillo con el dedo propio o con mano ajena. Tal vez, en algún caso, el mensaje evangélico pudiera explicar la virtud de perdonar. "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" En la guerra civil española y en la posguerra de Franco, los asesinos SÍ QUE SABÍAN lo que hacían, por lo tanto, el perdón solo tenía un sentido: la oblación de un "mérito" cuya interpretación solo tiene esencialmente un sentido religioso.

A veces, cuando un condenado perdona, independientemente de aquellas motivaciones, lo hace como si de una cláusula testamentaria se tratase, tratando de enviar a sus seres queridos un carga de energía positiva para atenuar inconmensurables sentimientos de odio y de rencor en quiénes sabe que, al dolor de su pérdida, tendrán que enfrentarse con un universo de adversidades por su relación personal con él.

Como conclusión a estas consideraciones, no debe pesar sobre la Izquierda la obligación de pedir perdón, porque pagó los excesos que se le atribuyen en proporciones incalculables, cayendo inocentes y culpables en aquel mar de revanchismo. Ni iglesia, ni todos los responsables del Holocausto Franquismo, exculpados ilegítimamente por el Decreto de Amnistía de 1977, han pedido perdón y por ello todas sus víctimas serán sus acreedores por toda la Eternidad …ante Dios (si lo hay) y ante la Historia.

Floren Dimas

Floren Dimas, es investigador histórico de la represión franquista y presidente de la asociación para la recuperación de la memoria histórica "Amigos de los Caídos por la Libertad" http://www.galeon.com/murcia1939

(1) http://es.groups.yahoo.com/group/listaGCE/messages