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 Tiempo de Historia, nº 84, noviembre 1981

El proceso de Francisco Ferrer Guardia

(Repercusiones nacionales e internacionales)

Luis Miguel Lázaro Lorente

1. Una actitud cambiante: del ataque o silencio al debate abierto

La figura y la obra político- pedagógica de Francisco Ferrer Guardia (Alella, 1 0-1- 1859/Barcelona, 13-10-1909) ha sido para la historiografía oficial franquista blanco de apasionadas críticas, rayanas las más de las veces en el puro insulto (1), cuando no de simple olvido, de no ser para colocarle en los libros de texto figurando como el responsable directo de la Semana Trágica.

La labor realizada por historiadores de talante liberal (2) como Connelly Ullman en torno a la Semana Trágica y el problema del anticlericalismo (3), o la de Romero Maura acerca de la evolución del movimiento obrero barcelonés en la primera década de nuestro siglo (4), contribuyeron en su día a cambiar algo esta imagen estereotipada, tan ampliamente difundida, con la que se asociaba a Ferrer, y que sin duda constituye un buen ejemplo de "interpretación policial de la historia" en el sentido que da Tuñón al término (5). Actualmente puede hablarse de una nueva etapa, fundamentalmente de debate centrado en la obra pedagógica de Ferrer (6), y que pretende encararse de la forma más estricta posible con el tema, observándose una toma de postura crítica frente al mismo. No obstante, en la vinculación de Ferrer a la Semana Trágica, posterior proceso, fusilamiento y repercusión internacional de estos hechos, quedan aspectos, desconocidos o poco conocidos. de notable importancia a la hora de reunir elementos críticos facilitadores del acercamiento a Ferrer Guardia y su obra. Es en esta línea de información en la que estas páginas pretenden inscribirse.

2. Un. proceso montado con mucha prisa

Ciertamente que Ferrer no sabía lo que le esperaba cuando, una vez detenido por el somatén de Alella (7), iba a subir a la tartana que le conduciría a Barcelona y, dirigiéndose a sus paisanos reunidos en la plaza de la Constitución, les hablaba en estos términos: "Poble, á l'home que no ha fet res no li fan res, y d'aqui pochs dies ens tornarém á veure" (8). Se equivocaba. No volvería a verlos nunca más. Había conseguido salir bien librado de su primer proceso (9), pero esta vez no iba a ser lo mis- mo, pues se pondría especial interés por parte del gobierno del señor Maura y de la jerarquía eclesial en que no se repitiese la misma situación. El 2 de agosto se celebraba el primer Consejo de Guerra contra Ramón Baldera y Aznar, condenado a cadena perpetua. El 6 del mismo mes Antonio Capdevila y Marqués era sentenciado con la misma pena. Fueron los dos primeros de una larga serie de encartados que llegaron a superar los dos mil (10). Los días 17 y 28 de agosto registran dos ejecuciones en los fosos de Montjuich. El 13 de septiembre otra. Y el 3 de octubre otra. Seis días más tarde quedaba reunido el Consejo que vería la causa de Ferrer detenido y encarcelado desde el 31 de agosto. A poco de finalizados los hechos de julio, el juez instructor Vicente Llivina da orden de comenzar las investigaciones encaminadas a "depurar quienes sean los instigadores, directores y organizadores de este movimiento" (11). Conforme avanzan las investigaciones las cosas están más oscuras, de tal forma que el juez instructor "no puede menos que consignar el desencanto que hubieran de producirle las investigaciones practicadas (...) ya que, conocido el delito y hasta en términos generales sus inductores morales, lo que aquí se perseguía no era la acusación indeterminada, sino la concreta y personal que señalara a los autores de los delitos que se habían cometido" (12). Finalmente, el auditor reconoce que "... tan ardua y necesaria empresa judicial no fue coronada por el éxito" (13).

El fiscal caracterizaba los sucesos de julio como delito de rebelión, alzamiento público en abierta hostilidad, de acuerdo con el articulo 243 del Código Penal Ordinario, y como rebelión militar de acuerdo al artículo 237 del Código de Justicia Militar que exige el alzamiento en armas. La acusación fiscal pretendía que Ferrer era el responsable máximo de los sucesos de la Semana Trágica y, con arreglo al apartado 1º del articulo 238 del Código de Justicia Militar, pedía para el acusado la imposición de la pena de muerte. Lo cierto es, que hasta el folio 927 de la acusación, contra Ferrer no aparece el menor cargo, se atribuye la responsabilidad de los sucesos a los lerrouxistas, nacionalistas y sindicalistas que protestaron contra la acción mi- litar en Marruecos. A partir de ese folio empiezan a verse las acusaciones contra Ferrer, y estas acusaciones coinciden con la llegada a Barcelona del fiscal del Tribunal Supremo, Ugarte, y con una campaña de prensa antiferrerista (14).

El capitán defensor de Ferrer Guardia, Francisco Galcerán Ferrer, describe las circunstancias en las que se desarrolló el proceso en estos términos: "(...) Durante el sumario han declarado todos los enemigos; se han recibido y unido a él cuantas denuncias anónimas podían perjudicarle (15); se le han amontonado pareceres de autoridades más o menos conocedoras del asunto; han sido desterradas cuantas personas podían ilustrarnos sobre la vida, costumbres y trabajos a que se dedicaba (16); además, después de la lectura de los cargos, me han sido negadas cuantas pruebas he solicitado; no he podido lograr fueran oídos los testigos que lo pretendían por haber transcurrido el plazo legal para ello, y me encuentro con un proceso terminado (17), sin que en ni un solo momento el interés constante y extremado, en busca de cargo, se haya dirigido en busca de la claridad, recurriendo a personas del bando contrario, el que por toda clase de medios ha logrado manchar a mi defendido" (18).

Por su parte, el Partido Radical facilitó de forma voluntaria o involuntaria las pruebas testificales y documentales que comprometiesen a Ferrer, "contribuyendo con sus delaciones falsas y embozadas declaraciones a la obra de sus enemigos" (19). Cierto es que Alejandro Lerroux por esas fechas estaba de viaje en América, y que el partido republicano, posteriormente, en un manifiesto publicado en "La Rebeldía", pidió la expulsión del partido de todos los que declararon contra Ferrer (20).

El propio Ossorio y Gallardo, gobernador de Barcelona que era al producirse la Semana Trágica, declaró que "Quizá me equivoque, y lealmente confesaré mi yerro el día que me sea de- mostrado. Pero los hechos me van aferrando a mi idea. Los procesos se han fallado por centenares. Los jueces han actuado por docenas. Se han encontrado pruebas de inducción histórica, como las que, entre otras muchas, pesaban sobre Ferrer, y cargos de intervención material en la sedición. Pero de conjura, de plan, de concierto previo, de recluta de gentes, de distribución de papeles, de pago de revoltosos, de suministros de armas, de instrucciones concretas, de todo ello con fecha anterior al 26 de julio, no he oído hablar una palabra" (21). La actitud desarrollada por la autoridad militar encontró, dentro de las propias filas militares, actitudes de crítica de su proceder, y buena muestra de ello son las declaraciones del general López Domínguez a "Le Petit Journal" —reproducidas en "El Pueblo", 12-8-1909— en las que, después de elogiar la actuación del general Santiago por su energía en reprimir los sucesos de Barcelona, dice: "No me inspiran compasión los revolucionarios, pero no soy partidario de las informaciones, pesquisas, prisiones y procesos después de realizados los hechos. Esos procedimientos son los principales para abrir la puerta a los errores judiciales."

Pedro Vallina, en sus Memorias, ofrece este valioso testimonio que refleja lo sucedido durante la última estancia de Ferrer en Londres (junio de 1909) en la entrevista que este último mantuvo con Vallina y otro amigo, estos, "(...) Además de advertirle que estuviera alerta por los peligros que le acechaban, le propusimos que dedicara su capital y sus energías a organizar la insurrección en España y, una vez que triunfara, podría, sin ningún obstáculo, implantar sus métodos de enseñanza. Las perspectivas eran buenas, ya que contábamos con un ofrecimiento de abundantes armas, por una casa alemana, no habiendo otra dificultad que la falta de dinero para pagar la cantidad que se nos exigía adelantada. Ferrer sonreía al escuchar nuestras palabras y seguía aferrado a sus ideas de siempre. Esto no quiere decir que no cooperara con su ayuda a toda obra revolucionaria, pero no en la medida que le proponiamos, pasando a segundo plano la cuestión de la enseñanza (...)" (22).

Para calibrar en su justa medida este testimonio ha de tenerse en cuenta que una de las acusaciones base contra Ferrer, en declaración del jefe de policía de Barcelona, era que había vuelto a España para preparar la revuelta de julio, cuando en realidad volvió precipitadamente de Londres por la grave enfermedad que aquejaba en esos momentos a su cuñada y a su sobrina —como así hace constar Ferrer con cartas a M. Tarrida del Mármol, de Londres, con carta fechada en Londres a 11-6-1909, notificándole su rápida partida, y a M. Charles Albert, de París, previniéndole de su llegada a París al día siguiente con carta fechada en Londres a 11- 6-1909. (Vid. K aspar, op. cit., página 22.)

Finalmente, y a pesar de que Ferrer, en el Auto de Procesamiento dictado por el juez de Mataró, tan sólo era acusado del delito de proposición de rebelión, por el que le correspondía simplemente prisión correccional (23), fue declarado máximo responsable de los sucesos de la Semana Trágica. El Consejo de Guerra se iniciaba a las ocho de la mañana y finalizaba a la una y media. Los jueces deliberaron hasta cerca de las siete de la tarde. Soledad Villafranca telegrafió a la reina, José Ferrer al rey, los demás desterrados de Teruel a Maura. Ningún telegrama obtuvo contestación. El Consejo de Ministros celebrado en Madrid el día 12 terminó a las ocho y media y no concedió el indulto. A las nueve horas y minutos de la mañana del 13 de octubre —fría y gris, según los cronistas—, Ferrer caía abatido, una bala en la garganta y tres en el cráneo.

3. Las repercusiones de un proceso

El proceso de Ferrer Guardia y su posterior fusilamiento levantó una formidable campaña de protesta. Tal protesta puede ser dividida en dos apartados: en España y en el extranjero. Respecto de la protesta en España, lo único que cabe decir es que fue casi inexistente. Ello fundamentalmente por dos razones. Una primera de carácter subjetivo, y que es Anselmo Lorenzo quien —quizá involuntariamente— nos la desvela en un prefacio a la edición italiana de los artículos de Ferrer en "La Huelga General" bajo el pseudónimo de "Cero", ya que al referirse a las amistades de su compañero, lo hace en estos términos: "Sus amigos, es doloroso decirlo, no teniendo con él más que afinidades parciales y encontrándose generalmente alejados, no pudieron conocerlo. No lo vieron más que a través de sus preocupaciones o de sus conveniencias, y lo juzgaron corno un benévolo ex- céntrico" (24). Descarnado testimonio de la soledad en compañía que sobrellevaba Ferrer.

Además, como vimos en el segundo apartado, el primero que no temía por su vida era el pro- pio Ferrer, despreocupación compartida por liberales y republicanos que en un principio no podían imaginar el desenlace fi- nal del proceso. Pero existe una segunda razón, objetiva, y de carácter más determinante que abortó todo posible inicio de protesta. Tal es el durísimo clima represivo que atenazó de forma especial a Barcelona y más laxamente al resto del Estado español a raíz del aplastamiento militar de la revuelta de julio. En efecto, Barcelona desde finales del mes de ju- lio vive agobiada bajo un clima enrarecido. Se suspendieron los trabajos de organización de las fiestas de la Merced y de la fiesta Mayor de Gracia (25), y la actividad ciudadana tardó tiempo en recobrar la normalidad pues "La ciudad estaba pacifica- da oficialmente, pero aunque el orden era perfecto, la zozobra y el desasosiego que reinaba en todas las clases sociales era visible. Las continuas prisiones y destierros, producto de anónimas delaciones que diezmaban la clase obrera arbitrariamente, más parecía una sistemática persecución de ideas que una represión ¿justa y equitativa?" (26). La autoridad militar decretó la suspensión de los periódicos: "El Poble Catalá", "La Rebeldía", "Tierra y Libertad", "Metralla", "El Descamisado" y "El Progreso".

"La Tribuna" fue suspendido posteriormente por orden gubernativa. El gobernador Crespo Azorin implantó la censura previa. El ministro de la Gobernación La Cierva fue sin duda el que mostró una actitud más intransigente con todo intento, no ya de crítica, sino de simple información de lo que es- taba ocurriendo. Así, el día 25 de julio, insulta a la prensa independiente suponiéndola hostil a la guerra por móviles bastardos. El 28 de julio exclama: "Estoy dispuesto a suprimir los periódicos." El 28 de agosto hablaba de aplastar y combatir a sangre y fuego los gérmenes de la revolución —ya se habían fusilado dos presos. El 29, dice: "Haré tal represión que quedará larga memoria de ella." El 8 de septiembre, cuando ya se había constituido en el extranjero un Comité Pro-Defensa de Ferrer, declara: "Ya verán los del flamante Comité cómo cumplo yo mi deber." Finalmente, el día 20 de septiembre, al arreciar en el exterior la agitación pro Ferrer, La Cierva dice que es inútil que alboroten, porque sus gritos me tentarán a apretar más los tornillos; "todo ese alboroto me produce la sensación de ladridos, que desprecio (27)" (28).

En el mes de agosto (29) había en Barcelona 1.800 guardias civiles. El Comité de Defensa Social, que asesoraba a La Cierva, se convierte en el más eficaz aliado de la represión. Pérez Galdós, a mediados de octubre, hace publicar algunos extractos de una carta enviada desde Barcelona, que describía la situación: "Una sospecha, una denuncia basta para que se os implique en los sucesos de julio, y se puede afirmar que, entre los detenidos, más de la mitad son inocentes. Los curas y las monjas de la Defensa Social dirigen, con la policía, las delaciones, los procesos e interrogatorios (30). En las calles no se osa hablar de los acontecimientos del día; en el mismo seno de las familias se envuelven sus reflexiones de fórmulas hipócritas, porque no se está seguro de nadie. Los periódicos barceloneses no revelan lo que pasa, la censura se los impide. Las calles están llenas de monjas de todas las órdenes, de frailes y de curas de todos los hábitos, que caminan con la frente alta, y el aire pro- vocativo. En cada esquina de calle se encuentra un guardia civil con su fusil Mauser o un policía con su pistola; las patrullas de guardia son frecuentes" (31). Aun con todo, algo se hizo, si bien de forma inconexa. El 10 de octubre, en Madrid, fue secuestrada la edición completa de "El Socialista". El 16 de octubre, son impedidos sendos mítines en Madrid y en Bilbao. Hubo intentos en Gijón de secundar la protesta internacional (32). Pablo Iglesias, el 17 de octubre, respondiendo a un francés, dice: "Me pregunta usted ¿por qué nos quedamos tranquilos mientras el extranjero se levanta? No se goza aquí de la libertad de la que gozan otros pueblos. Desde que el hecho más insignificante se produce, el gobierno se apodera del telégrafo y del correo, y cuando se trata de un mitin, no lo autoriza. Cuando quiera que las garantías constitucionales se restablezcan aquí, hay todavía detenidos en Madrid, en Vitoria, Calahorra, Logroño y también otras ciudades. La guardia civil entra en los locales pertenecientes a las asociaciones obreras, amenazando a los obreros con arrestarles si hacen colectas. No se osa moverse" (33).

El Ayuntamiento de Madrid presenció una tumultuosa sesión el mismo día del fusilamiento de Ferrer, en la que no se dejaba hablar a Pablo Iglesias para protestar por el fusilamiento de Ferrer: "Aunque venga la guardia civil hablaré." La presidencia rompió la campanilla. Las minorías socialista y republicana se retiraron en protesta contra los fusilamientos de Barcelona. Situación parecida se vio en la sesión del Congreso del día 15, al pedir Azzati la palabra para protestar por el fusilamiento de Ferrer, y no concedérsela el presidente de la Cámara. Faltó muy poco para que se llegase a las manos entre los republicanos y la mayoría, en un ambiente tenso, roto por los ¡Viva el Ejército! (34).

En la manifestación en Madrid a favor del nuevo gobierno de Moret, en la que participaron 30.000 personas, organizada por Pérez Galdós y Pablo Iglesias, que encabezaban Largo Caballero, Nakens, Sol y Ortega, Alcalá Zamora, Ortega y Gasset y Giner de los Ríos, se dan vivas a Ferrer y mueras a sus asesinos (35). Respecto de la actitud de la prensa, a grandes rasgos, "La Publicidad", de Barcelona, fue quien resueltamente abogó por la amnistía de todos los implicados en la Semana Trágica, iniciativa radicalmente criticada por "La Vanguardia" y "El Correo Catalán". "El País", de Madrid, y "El Pueblo", de Valencia —fundado por Blasco Ibáñez y dirigido en esa época por el diputado republicano Azzati—, cubrieron de forma crítica toda la información sobre la Semana Trágica y su posterior represión. "El Pueblo" dedicó los números del 7 y 8 de noviembre totalmente a Ferrer.

La intelectualidad española —al contrario que la europea no dio muestras de mucha sensibilidad frente al problema Ferrer. Insensibilidad extensible a la actitud que parte de esa intelectualidad adoptó frente al problema desencadenante de la Semana Trágica: la guerra de Marruecos (36). Maragall fue sin duda el que más voluntad puso en servir de catalizador de las tensiones de signo contrario que envenenaban el ambiente, y su artículo "¡Ah!, Barcelona..." (1- 10-1909, en "La Veu de Catalunya") y especialmente "La Ciutat del Perdó" (37), en el que en medio de un ambiente de hostilidad generalizada hacia Ferrer pedía su indulto, son una prueba clara de esa voluntad. Máxime reconociendo como señala Benet que Maragall "(...) no conocía personalmente a Ferrer Guardia, ni podía tenerle ninguna simpatía" ya que de hecho ambos eran "dos hombres, dos maneras de ser y de comportarse totalmente opuestas" (38). Maragall escribía "La Ciutat del Perdó" el 10 de octubre y ese mismo día lo enviaba a "La Veu de Catalunya", en el que nunca apareció. El artículo tampoco fue publicado en la primera edición de las "Obras Completas" del poeta, y permaneció inédito hasta el año 1932 (39).

Junto a este intento del poeta catalán, profundamente motivado por la "Caridad cristiana", no puede dejar de señalarse la actitud comprometida que mostraron Galdós y Gabriel Alomar. Por contra, Unamuno, como ya vimos, "intelectual distanciado" ante el problema de Marruecos, mostró ante Ferrer —al que no perdonaba su ateísmo— una actitud de claro rechazo, y calificó la campaña europea de defensa de Ferrer como una "Campaña indecente de mentiras, embustes y calumnias" (40). La actitud de Unamuno fue distinta en otro proceso de fuerte repercusión internacional, el de Sacco y Vanzetti, en el que pidió el indulto.

4. La protesta internacional

 En Europa, apenas conocida la noticia de la detención de Ferrer, empiezan a observarse los inicios de una protesta generalizada que alcanzaría en los días inmediatamente posteriores al fusilamiento de Ferrer su punto álgido. París fue el epicentro de esa ola de protestas. Allí estaba la sede del Comité Pro-Defensa de Ferrer y de las víctimas de la represión española, que animaban fundamentalmente Malato, Charles Albert, Hervé y Naquet. Antes del juicio, en todo el extranjero, se confía y se pide el cambio de jurisdicción, que Ferrer no sea juzgado por lo militar; las primeras listas de adhesión a la causa pro-Ferrer son por este motivo. He aquí el texto del telegrama enviado a Maura con tal motivo: "Opuestos por principio a todo procedimiento de excepción, los universitarios franceses abajo firmantes exponen respetuosamente al señor Maura la esperanza de que el señor Ferrer sea restituido a la justicia ordinaria." Iba firmado, entre otros, por: Adler, Bosch, Block, Girard, Léopold Lévy, Lévy-Bruhl, Brunschwicg, Durkheim, Pierre Marcel, apoyados por Painlevé, Mario Roques, Paul Dupuy, Ritter, Challaye, Longevin, etc. Ahora conozcamos una síntesis esencial de los principales acontecimientos de protesta por el encarcelamiento, juicio y fusilamiento de Ferrer:

— En Francia:

El 8 de octubre, en París, 60 automóviles alquilados circulaban para marchar a la Embajada española. Malato, Hervé y otros dirigían la manifestación que congregó unas 6.000 personas. Hubo 56 detenidos. Se formó un comité que presidía Gabriel Monod y cuyo secretario general era Gabriel Séailles, que recoge centenares de firmas de protesta, por ejemplo: Anatole France. Painlevé, Dr. Haeckel. Maurice y señora Maeterlinck, Kropotkin, Brizas, Brunot, Víctor Mérie, R. de Marmande, Pressensé, Séverine, Sebastian Faure, Jean Grave, Dr. Elie Faure, Stackelberg, Jaurés, E. Dumas, etc.

El 13 de octubre, también en París, la Embajada española se hallaba custodiada por numerosas fuerzas de seguridad y de caballería de la guardia republicana, ocupando las calles adyacentes y el frente del edificio en que estaba la Embajada. No obstante, los tranvías seguían circulando y llegaban atestados de manifestantes que, frente a la Embajada, prorrumpían en insultos. El punto de reunión de los manifestantes fue la plaza de Clichy, y de allí a la Embajada; van con ellos Jaurés, Albert, Hervé y Vaillant, que de cuando en cuando arengan a los manifestantes. En la plaza de la Opera, calle Royale, Paix y otras céntricas se cierran tiendas y comercios. Los manifestantes arrancaron farolas de alumbrado, derribaron bancos, quioscos abatidos, árboles arrancados, tranvías volcados. El prefecto de policía, Lepine, fue herido de un balazo en la cara, un agente murió y otro muy grave. Una decena de manifestantes heridos. A toque de corneta se cargó y desalojó a los manifestantes de las barricadas. Tres autobuses ardieron.

El Gran Oriente de Francia, desde el día 14, envía una protesta oficial a todos los Grandes Orientes del mundo. El Comité de Astrónomos Amateurs (Jean Grave, J. Couturier, señorita Chenu, señorita Alesoff) declara "no poder soportar la vergüenza de conservar por colega a Alfonso XIII en la Sociedad Astronómica de Francia".

El domingo 17, 60.000 manifestantes desfilan de la plaza de Clichy a la Concorde cantando la Internacional y dando gritos de venganza contra Maura y España —"El Pueblo" habló de unos 120.000 manifestantes. En Tolón, los manifestantes fueron especialmente violentos. Invadieron la iglesia catedral de Santa María la Mayor, donde se celebraban visperas. En Nimes, en un acto público se reunieron 10.000 personas. En París, C. A. Laisant envía su dimisión como miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid, declarando que él "no puede en lo sucesivo tener nada de común entre la monarquía española y la conciencia de un hombre honesto". M. Mahieu, alcalde de Cherburgo, imita a otros dignatarios italianos y devuelve al embajador del Muni las insignias de Comendador de Isabel la Católica que había recibido de manos de Alfonso XIII. En Lille. Cannes, Orléans, Reims, Moulins, La Rochelle, Montpellier, Limoges, Albi, Nice, Marsella, los senadores y diputados junto a los alcaldes se manifiestan. Se organizan mítines, cortejos, suscripciones, protestas en los consulados.

— En Italia:

En Roma se decide en señal de protesta, a las pocas horas de la ejecución de Ferrer, la huelga general: 50.000 obreros en paro. Se organiza una manifestación monstruo en la plaza Campo dei Fiori, delante de la estatua de Giordano Bruno. Natham, alcalde de la ciudad, hace colocar un pasquín en el que la muerte de Ferrer se considera "una ofensa a la santidad de la vida humana, a la libertad de conciencia, al progreso civil en lucha contra la reacción". El día 12, también en Roma, organizado por la sociedad Giordano Bruno y la Cámara del Trabajo, en mitin autorizado por la policía, se reunieron 10.000 personas. Los obreros estuvieron en huelga unas horas. Los tranvías y los coches dejaron de circular. Varios agentes heridos, cargas de la policía, detención de algunos manifestantes; al aproximarse al palacio de la Embajada española, cerca del Vaticano, ésta se encontraba rodeada como un islote por la policía.

El día 12, en Turín, delante del consulado de España se dieron gritos de ¡mueran los jesuitas!, los manifestantes quisieron detener los tranvías y carruajes entre vivas a la revolución española. En Milán, el consejo municipal —monárquico— ordena poner la bandera a media asta. Se forma un cortejo masivo. El cónsul de España en esta ciudad, M. Broca, imitando a alrededor de 20 de sus colegas de otras ciudades, envía su dimisión al gobierno de Madrid. En Nápoles celebran un mitin de protesta. Hay reuniones por el mismo motivo en Verona, Cortena, Bolonia, Florencia, etc. Los panfletos anticlericales cubren las paredes, los curas son insultados y zarandeados. Todas las asociaciones democráticas ponen la bandera a media asta. La prensa no aparece en algunos casos. En Pisa, los comercios cierran. En Livorno, los barcos españoles son boicoteados. En Bérgamo se abre una suscripción para erigir en frente del Vaticano un monumento a Ferrer. En Fiume, la principal calle de la ciudad fue bautizada con el nombre de Ferrer, al igual que en Rávena, Roma y 57 ciudades del mundo. En Mirandola, cerca de Módena, los manifestantes entraron en la catedral durante el oficio religioso y hubo enfrentamientos entre manifestantes, policía y fieles.

— En Bélgica:

En Bruselas, la Federación de Sociedades Cooperativas decide el boicot a los productos españo- les y lleva la cuestión ante la Alianza Cooperativa Internacional. El Comité Internacional So- cialista de esta ciudad debía gestionar que todos los trabajado- res del mundo adoptasen igual medida. También en Bruselas, el día 17, se verificó un gran mitin al que siguió una manifestación que se encaminó hacia la estatua de los condes Egmont y Horn, muertos en el siglo XVI por la Inquisición española. En esta misma ciudad es donde se erigiría un monumento a la memoria de Ferrer, "mártir de la libertad de conciencia", que en la Primera Guerra Mundial los alemanes destruyeron.

En Charleroi, todas las Casas del Pueblo ostentan una bandera negra. El día 17, en Lieja, los manifestantes asaltan y ocasionan graves desperfectos en los conventos. En Gante y Amberes se celebraron grandes manifestaciones. En esta última ciudad, armadores y comerciantes deciden el boicot a los productos españoles.

— En Inglaterra:

Los días 13 y 14 numerosos periódicos aparecen encuadrados en negro, y fueron numerosos los mítines monstruos que se hicieron eco de las protestas de la prensa. "The Times" (¡El Times!) deploraba que en el proceso Ferrer las autoridades "... hayan descuidado las formas elementales de la justicia". El día 17, en Londres, Trafalgar Square, mitin grandioso en el que los oradores eran de diversos países y diversas ideas. Vallina, que asistió a este mitin, insiste en que el agua caía a torrentes y aun así se llenó de gente (41). Finalizado el mitin, todos los concurrentes siguieron a los portadores de banderas hasta la Embajada española, donde silbaron, arroja- ron piedras y dieron gritos de vivas y mueras. El día 21, en Londres, en el Memorial Hall, intervino Kropotkin, con un discurso no excesivamente conocido, en el que empieza atacando a la prensa conservadora británica denunciando sus falsas maniobras (42). Continúa con una descripción de la situación española, y se refiere en concreto a los famosos procesos de Montjuich de 1896, hablando de la "Bastilla de Alfonso" y de las bombas del no menos famoso Rull, y acabará su intervención señalando el hecho de que Ferrer no participó en la Semana Trágica, hecho que en el fondo piensa que hay que lamentar porque "Si él y otros muchos hombres, entre los 'intelectuales' en Barcelona, hubieran tomado parte en el movimiento de protesta en contra de la guerra, quizá habrían habido menos conventos quemados, pero el resultado podría haber sido que la Bastilla de Montjuich del actual clerical y militar gobierno habría caído" (43). Después de referirse a toda la obra educativa de Ferrer, que califica corno de alto valor, comenta el prólogo de Ferrer al libro "El origen de la Cristiandad" (Barcelona, 1906, Ediciones de la Escuela Moderna), considerando que es por la publicación de este libro que Ferrer ha pagado con su vida. El príncipe finalizó su intervención con estas palabras: "Ahora él está muerto, pero nuestro deber es resumir su trabajo, continuarlo, propagarlo, para atacar todo el fetichismo que mantiene a la humanidad bajo el yugo del Estado, del Capitalismo y de la Superstición" (44).

— En el resto de Europa:

El día 12, en Zurich, numerosos grupos de personas se dirigieron al consulado español en actitud amenazadora, pretendiendo asaltarlo, rompiendo la puerta de entrada. Después, muchos manifestantes se dirigieron al domicilio particular del cónsul de España, que fue defendido por la policía. En Ginebra, los cortejos entran en colisión con la gendarmería que protege el consulado español.

En Oporto, el día 13 hubo una importante manifestación. En Lisboa, el Ayuntamiento colocó su bandera a media asta. En Berlín, el 17, se celebraron tres numerosas reuniones, acudieron más de 8.000 personas y otras tantas se quedaron fuera por no haber sitio. En Hungría, sobre todo en Budapest, Presbourg y Zesnovar hubo violentas manifestaciones. En Praga se acuerda erigir una placa conmemorativa en la sala donde Ferrer dio un discurso en el Congreso de Librepensadores de 1907 (45). En Austria, los obreros de canteras de construcciones marítimas y del puerto libre de Trieste abandonaron el trabajo. En Viena, el doctor Adler hace en el Ayuntamiento el panegírico de Ferrer. En San Petersburgo, dos mil estudiantes reunidos en asamblea adoptaron una vehemente resolución en favor del mártir, que fue enviada a la Embajada española y a las autoridades. Decidieron no asistir un día a clase protestando por el fusilamiento de Ferrer.

— En el continente americano:

En Montevideo, desde que se conoce la noticia de la muerte de Ferrer, los gremios abandonan el trabajo. Millares de manifestantes recorren las calles cantando la Marsellesa. Las iglesias al igual que la Embajada española tienen que ser protegidas por la policía. En Buenos Aires, huelgas, mítines, manifestaciones al canto de la Internacional; proyecto de boicot a barcos y productos españoles. En Nueva York, importante mitin en el Madison. En Chicago, fuego de artificio "para combatir el más grande acto oscurantista de la época". "El gran apóstol —se refiere a Ferrer— se ha reunido con los Mártires de Chicago" (46).

Bien; hasta aquí, la recensión más breve posible de toda la formidable campaña de protesta internacional en el caso Ferrer, que aunque pueda parecer exhaustiva, ni de hecho lo es, ni tampoco lo pretende, pues podría ampliarse aún más con, por ejemplo, la recensión y análisis de posturas de la prensa europea ante el caso Ferrer; pero es ésta una contingencia que no contemplaremos. El juicio emitido por la historiografia oficial española sobre esta campaña es, ante todo, cualquier cosa menos ecuánime. Pabón, uno de sus representantes más cualificados, quiso ver en toda esta campaña la obra de "todos los sectarios, todos los cretinos y todos los malnacidos de Europa". Los términos en los que Pabón emite su juicio "histórico" —téngase en cuenta que en el momento de su muerte era presidente de la Academia de Historia— le autodescalifican como para llamar a nadie sectario; respecto a la limpieza de cuna de las personas, es preferible no entrar, y, en fin, sobre lo del cretinismo, repárese, aun por encima, en la lista de intelectuales europeos que protestaron bien por el juicio, bien por el posterior fusilamiento de Ferrer, desde Lévy-Bruhl y Painlevé, pasando por Durkheim y Mauss y acabando con Adler, para ver dónde puede atisbarse ese cretinismo. En fin, señalar que con motivo de la campaña europea de protesta por los Consejos de Guerra a militantes de ETA y FRAP y su posterior fusilamiento en septiembre de 1975, a algún periodista y a algún historiador se le despertaron los reflejos históricos; así el editorial de "Ya", "La historia se repite" (47), y el articulo de Ricardo La Cierva —con un titulo de lo más sustancioso— "Los planos de la campaña exterior contra España", aparecido en "Las Provincias" (48), son buena prueba de ello y de no resistir la tentación de comparar ambas protestas internacionales, la de 1909 y la de 1975.

Un breve análisis de todos estos actos, manifestaciones y escritos de la época nos confirman un Ferrer conocido por la opinión pública europea como: librepensador, anticlerical, masón y anarquista —aunque de hecho primase más su faceta librepensadora, razón por la que Ferrer era considerado como mártir de la libertad de conciencia, víctima de la intransigencia y el oscurantismo, equiparable a Giordano Bruno, Miguel Servet o Savonarola, como gustaban de hacer sus defensores en octubre de 1909— y fueron precisamente todos estos sectores unidos o por separado los que apoyaron a Ferrer. El reunía en sí mismo todas esas facetas, bien porque a lo largo de su vida se situó en algunas de esas áreas ideológicas, bien porque en el momento de su muerte podía ser adscrito —en el fondo etiquetado— de una forma clara en alguna de esas facetas señaladas. Pero no nos equivoquemos, Ferrer fue fusilado por anarquista, lo fuese o lo pareciese, distinción que no considero ahora relevante. El embajador de España en el Quirinal así lo comprendía cuando declaraba que "La propaganda de Ferrer era doble: la anticlerical, que es admisible, pero no la anarquista que enseña a rebelarse contra la autoridad y las ideas de patria y ejército" (49).

5. Una carta de Máximo Gorki

Ya muerto Ferrer, Gorki envió una carta a la Asociación Francisco Ferrer, de Nueva York (50), lamentándose de la ineficacia de todas las tentativas de salvar a Ferrer. Malato, que es quien recoge la carta, enumera en un folleto publicado en respuesta a Gorki todos los intentos realizados para salvar a Ferrer, incluidos todos los que llevaron a cabo los comités de apoyo a Ferrer como manifestaciones, mítines, artículos de prensa, pasquines, panfletos, gestiones a nivel de embajadas, etcétera. Aparte de estas acciones, también se intentó sacar a Ferrer de España; concretamente Miguel Moreno, maestro racionalista, marchó a Alcañiz y con posterioridad a Teruel para conocer el escondite de Ferrer y llevarlo a París, pero Ferrer ya había sido detenido. Igualmente Malato simuló un viaje a Londres con el fin de hacer una falsa entrevista a Ferrer en esa ciudad —absteniéndose de firmar—, tratando de engañar a la policía española y hacer creer que Ferrer estaba en el extranjero (51). Lo cierto es que La Cierva conocía la falsedad de esa entrevista (52). Para Malato, la explicación del fracaso de todo intento de salvar a Ferrer está en que, según él, las masas no se levantan jamás, sino ante hechos consumados; es decir, cuando es demasiado tarde (53). Pero lo cierto es que nada se hubiera podido conseguir porque todos los ajusticiamientos que se efectúan con posterioridad a la comisión de una revuelta violenta contra el orden establecido revisten un carácter de escarmiento ejemplar, con fuertes dosis de venganza de clase, y que se pretenden didácticos en tanto que quieren ser disuasorios. En los casos en que tales ajusticiamientos ven complicada su configuración por una visible protesta exterior, previa o posterior al final del proceso, como sería el caso Ferrer, el de Sacco y Vanzetti, el de los esposos Rosemberg y también los fusilamientos de ETA y FRAP en 1975, puede añadirse otro factor caracterizador: el de reafirmación del Estado y de la clase que lo controla frente a lo que denominan "injerencias extranjeras en asuntos de orden interno". En cualquier caso, un repaso de esos casos citados muestra hasta qué punto toda protestó internacional se reveré como ineficaz y quedó como simple acción testimonial, lo que en absoluto resta valora tales protestas, pues el simple hecho de que se produzcan es de por sí significativo.

Máximo Gorki (Alexéi Maximovich Péshkov, 1868-1936), escritor ruso de origen popular y de formación autodidacta, por la fecha de la muerte de Ferrer era miembro del grupo Vperiod (Adelante); este grupo tenía la preocupación fundamental del desarrollo cultural proletario, desarrollo que Lunacharski —íntimo amigo de Gorki—, en 1914, describía como "un medio de elevar la conciencia de clase del proletariado y de promocionar el espíritu de entusiasmo militan- te para la consecución de los objetivos de clase" (54). Por las fechas en que Gorki era miembro de Vperiod (1908-09), existe una cierta similitud entre la actuación del escritor ruso y Ferrer, pues en Capri, a principios de 1909, se inició la organización de una "escuela del partido" con el fin de preparar cuadros permanentes de líderes (55) del partido procedentes de la clase obrera. Escuela financiada con donaciones particulares, especialmente de Gorki, de su esposa M. Fedorovna Andréeva y de Chaliapin (56). Los conferenciantes de la escuela de Capri fueron Bogdánov, Lunacharski, Liédov, Desnitski, Volski y Poknovski; Gorki daba conferencias sobre historia de la literatura rusa. Principalmente esta similitud de actuación entre Gorki y Ferrer se sitúa en el desarrollo de parejas funciones de ambos en relación a una escuela: financiadores y profesores, pero creo que llevar más allá de ese nivel el paralelismo es, cuando menos, arriesgado, ya que resulta difícil estimar hasta qué punto existe una exacta similitud de fondo entre las propuestas educativas de Ferrer y la ocasional actividad educadora de Gorki, pues a parte de diferencias, tales como el que la escuela de Capri fuese una escuela de "partido" en la que se preparaban "líderes de partido", es un hecho que la política educativa de los bolcheviques no tuvo nunca especiales puntos de contacto con las tesis ferreristas sobre educación; y aun más: en Rusia, el único movimiento que intentó poner en práctica esas tesis fue el Machnovista, que dirigía Nestor Majno, y que a medida ocupaban territorios luchando al lado del Ejército Rojo bolchevique, intentaba aplicar tales tesis en el marco más general de una organización social de carácter anarquista (57), y este movimiento, en el momento en que no solamente no era útil a los intereses de los bolcheviques, sino que, además, los obstaculizaba, fue aplastado cruentamente. Era el preludio de Kronstadt. No obstante, aclararé que tampoco intento asimilar la postura de los bolcheviques a la de Gorki, cuya actitud cara a estos fue muy oscilante.

Vayamos por último con la carta de Gorki que aquí presentamos. Sin duda esta carta no es más que otra protesta de las muchas que surgieron a la. muerte de Ferrer, y que añadir a la larga lista de intelectuales que en su día levantaron acta de protesta por lo que consideraban un crimen de estado. Gorki ya se había solidarizado con Ferrer a raíz de su primer juicio (58), probablemente a partir de la colaboración que Gorki mantenía con el "Boletín de Escuela Moderna" en el que publicó algunas cosas (59). No obstante, la carta posee una serie de características que la peculiarizan. En primer lugar, el hecho de que no coincide su aparición cronológica con el resto de escritos efectuados bien en octubre-diciembre de 1909, bien con los aparecidos con motivo del primer aniversario de la muerte de Ferrer —a destacar los números dedicados por "Tierra y Libertad" y "Escuela Moderna", órgano de la Escuela Moderna de Valencia que dirigía Samuel Torner. En segundo lugar, que su destinatario no es la opinión publica europea, sino un reducido grupo de gente —la Ferrer Society de Nueva York. Razones por las cuales el testimonio de Gorki se convierte —a mi juicio— en una autorreflexión, casi íntima, que invita a compartir, en torno a un comportamiento más generalizado y que él mismo en Capri está viviendo (60). Se convierte así la carta en un testimonio superador de su mero hecho desencadenante —la muerte de Ferrer— para acabar siendo una lúcida reflexión, crítica y autocrítica a un tiempo, sobre el comportamiento de intelectuales y políticos en la época en que la carta fue escrita:

"Capri, agosto de 1910."

"Cuando el poder tenebroso del fanatismo asesina delante de nuestras miradas un hombre, porque él ha trabajado sincera y generosamente por el bien de la humanidad, nosotros somos todos igualmente culpables de este asesinato. ¿La obra de Ferrer no nos es familiar a todos, esta obra que tiene por meta aumentar los hombres sinceros y razonables en este mundo? ¿No deberíamos sentirnos todos solidarios y prestarnos apoyo en los momentos de abatimiento y de laxitud, ayudarnos en el trabajo y protegernos unos a otros en el peligro? Vivimos vidas solitarias, separadas no por el espacio, pero sí por la ausencia de una idea que nos uniría en un fuerte ejército de hombres sinceros.

Somos demasiado individualistas; nos estimamos demasiado poco unos a otros. Criticamos a menudo las obras de nuestros amigos, y es por esto por lo que nuestros enemigos nos asesinan uno a uno. Cuando uno de nosotros es asesinado, nos la- mentamos y lloramos. Es interminable. Hubiésemos hecho mejor de haberle defendido viviendo, de haber sostenido sus actividades día a día, de haber adivinado con antelación el peligro que podía amenazarle, y de haberle rodeado del cálido abrazo de nuestra amistad y de nuestra estima."

"Máximo Gorki"


Notas

(1) El caso más evidente sería el de Pabón, que para referirse a Ferrer lo hace en estos términos: "El grande hombre (Ferrer) era un hombre a medias. Medio Landrú; a medias inteligente e ilustrado; "educador" a medias y a medias hombre de acción; a medias trabajador material, maestro sin título, y burgués adinerado." Vid. Pabón, "Cambó, 1876-1918", Ed. A 'pita. Barcelona, 1952; págs. 334-335. Vol. 1.

(2) Entendida en el sentido que le da Preston, "como un intento de acumular datos y escribir hechos sin tomar posición". Vid. "Con Paul Prestan en Queen Mar College", entrevista de Jaime Millás en "Triunfo", número 761, 27-8-77, pág. 37.

(3) Joan Connelly Ullman: "La Semana Trágica. Estudio sobre las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España, 18981912". Ed. Ariel. Barcelona, 1972.

(4) Joaquín Romero Maura: "La Rosa de Fuego. El obrerismo barcelonés de 1899 a 1909". Ed. Grijalbo. Barcelona, 1974.

(5) "Lo que yo llamo "interpretación policial" de la historia es aquella que atribuye a hechos concretos, a conspiraciones

(6) A ello ha contribuido grandemente la publicación casi simultánea de la obra póstuma de Ferrer, "La Escuela Moderna", por las editoriales Tusquets, Júcar y Zero, todas en 1976, con sus respectivos prólogos o introducciones. Ver, también, Caterina Lloret: "Ferrer

(7) Melquiades Alvarez denunció la recompensa concedida al somatén que capturó a Ferrer por haber realizado "un acto útil a la patria", a lo que La Cierva replicó calificándolo corno un acto de civismo. Vid. "Discurso en las Cortes para la revisión del proceso Ferrer", de Melquiades Alvarez, 3.° sesión, 29 de marzo de 1911; en Julian Cruzel: "L'affaire Ferrer devant les Cortés". Prólogo de B. Pradera. París, 1911, pág. 37. No obstante, no todos los somatenes mostraron una actitud colaboracionista con el gobierno durante la Semana Trágica, pues en varios pueblos de Cataluña, la Guardia Civil procedió a desarmarlos. Ver "El Pueblo", 9-8-1909.

(8) Tomado de José Brissa: "La revolución de julio en Barcelona. Su represión. Sus víctimas. Proceso Ferrer", 3.a ed. Ed. Maucci. Barcelona, 1910.

(9) Nos referimos a la Causa por Regicidio Frustrado (atentado de Mateo Morral), que se vio en la Sala Cuarta del Palacio de las Salesas de Madrid de! 3 al 8 de lunin dp tony de los hombres actuando colectivamente en su marco." Vid. Manuel Tuñón de Lara, "La interpretación 'policial' de la historia", art. en "Cuadernos de Pedagogía", suplemento número 3, "Fascismo y educación", Barcelona, septiembre de 1976, pág. 37. También su art. "El 98 y cierta idea de la historia". Suplemento "Arte y Pensamiento". Año II, número 39, "El País", 9-7-78, pág. I.

(10) Cifras dadas por Ugarte, fiscal general, en declaraciones al diario conservador "La Epoca", 28-8-1909. Citado por Josep Benet en "Maragall y la Semana Trágica". Ed. Península. Barcelona, 1966, pág. 128.

(11) Vid. "Proceso General". Tomo I, pág. 5. "Orden de proceder". Tomado de "Ferrer y su proceso en las Cortes". Alejandro Lerroux. Barcelona, 1911. Pág. 117. Apéndice 1.

(12) Vid. "Proceso General". Tomo II, pág. 115. Tomado de Lerroux, op. cit., pág. 118. "Dictamen del Juez Instructor". Apéndice 2.

(13) Vid. "Proceso General". Tomo II, pág. 302. "Del Dictamen del Auditor", tomado de Lerroux, op. cit., pág. 119. Apéndice 3.

(14) Vid. Melquiades Alvarez, discurso citado, en Cruzel, op. cit., pág. 34. Esta campaña de prensa de los medios conservadores y clericales volvió a tratar el atentado de la calle Mayor, aireó la vida privada de Ferrer, publicó panfletos antimilitaristas, antimonárquicos, de instigación a la acción directa, sin probar que hubiesen sido escritos por Ferrer. Se presentaba a Ferrer como un indeseable, peligro público, con el que había que acabar como fue-se.

(15) El juez instructor, ante la carencia de testigos y pruebas, publicó una orden llaman-do a declarar a todos aquellos que supiesen cualquier cosa contra Ferrer. Citado por Melquíades Álvarez, discurso citado, 4.° sesión, 30 de marzo de 1911, en Cruzel, op. cit., pág. 40.

(16) Se refiere a Soledad Villafranca, última compañera de Ferrer; a su hermano José Ferrer y a su mujer María Fontcuberta; así como a José Villafranca, hermano de Soledad; a Cristóbal Litrán, director de la Escuela Moderna, y a Anselmo Lorenzo, traductor, su mujer y sus dos hijas. Todos ellos desterrados a Teruel. Previamente habían permanecido ocho días en Alcañiz.

(17) El Tribunal negó la posibilidad de que los amigos de Ferrer en el extranjero declararan a su favor. El artículo 563 del Código de Justicia Militar indica que el defensor no puede consultar el dossier hasta que la instrucción sumaria ha terminado. No tiene más que un espacio de veinticuatro horas para su estudio, salvo raras excepciones, en las que este tiempo se prolonga hasta diez días. Galcerán dispuso, pues, de un solo día para la lectura de un dossier de 1.200 folios.

(18) Vid. "Ferrer, páginas para la historia. Consejo de Guerra: acusación, defensa y sentencia. Consejo Supremo de Guerra y Marina. Providencia decretando la irresponsabilidad civil y devolución de los bienes". Ediciones de la Escuela Moderna. Barcelona, 1912, págs. 27-35.

(19) Ibídem, pág. 29.

(20) Citado por Jean Jacques Kaspar en "Réponle des Intellectuels Francais á S. M. (1) Alphonse XIII. Pour la revision du procés Ferrer". París, s. d., pág. 37, nota 2. Lerroux, tratando de justificar la postura de su partido, en conversación en París con Jaurés y Fabra Ribas, dijo que cuando faltaba él, "el partido perdía la cabeza y sólo le quedaban los pies". Citado por Antonio Fabra Ribas en "La Se-mana Trágica. El caso Maura. El Krausismo". Seminarios y Ediciones, S. A. Madrid, 1975. pág. 70

(21) Angel Ossorio y Gallardo, en "Barcelona, julio 1909: Declaración de un testigo". Madrid, 1910, pág. 14. Citado por Benet, en op. cit., pág. 104, nota 17. No se muestra tan ecuánime en "Mis Memorias", Ed. Losada, Buenos Aires, 1946, pues en el Cap. 18, "La Semana Trágica y el fusilamiento de Ferrer", págs. 92-97, concretamente en la pág. 96, re-memora y hace suyos todos los tópicos vejatorios sobre Ferrer.

(22) En Dr. Pedro Vallina, "Mis Memorias". Tomo 1. Ed. Tierra y Libertad. Caracas-México, 1968. pág. 129. Malato, que hacía de la revolución una profesión y, por tanto, estaba muy al corriente de toda posible conspiración, ofrece parecidos argumentos en su artículo a propósito del primer aniversario de la muerte de Ferrer en "La Escuela Moderna. Semanario racionalista ", número 25, del 13-10-1910.

(23) José F. Argüelles, juez de Instrucción del partido de Mataró, dictaba Auto de Procesamiento por delito de proposición de rebelión, previsto y penado en el párrafo 2.° del art. 249 del Código Penal, no correspondiendo al delito pena superior a la de prisión correccional, y depósito de 2.000 pesetas de fianza en previsión de costas del sumario. Vid. "Auto de Procesamiento dictado por el juez civil de Mataró", en Lerroux, op. cit., págs. 122-125. Apéndice 5. Melquiades Alvarez, en "Discurso...", 4.° sesión, dice que el lunes mismo de la detención de Ferrer, el capitán general de Barcelona —Luis de Santiago— preguntó al auditor militar de qué medios legales disponían para probar la responsabilidad de Ferrer; "Es decir: indíqueme los medios para hacer fusilar a Francisco Ferrer Guardia (Murmullos)", en Cruzel, op. cit., pág. 38.

(24) Vid. Francisco Ferrer: "Lo sciopero generale. Compilazione degli articoli di Ferrer (Cero) pubblicati nella 'Huelga General' di Barcellona." Prefazione d'Anselmo Lorenzo. Edizione del Risveglio. Ginebra, 1914. A propósito de estos trabajos de Ferrer, puede verse la edición completa de los números de "La Huelga General" (Barcelona, 15 noviembre 1901-20 junio 1903), presentada por Diego Abad de Santillán. Buenos Aires, 1974.

(25) Vid. "El Pueblo", 9-8-1909. (26) Brissa, op. cit., pág. 212. La grafía ¿? es nuestra. Dudamos sinceramente de que se pueda hablar de ninguna "represión justa y equitativa"

(27) (...) (28) Citado por Lerroux, op. cit., págs. 29-30.

(29) "El Pueblo", 9-8-1909.

(30). En las calles no se osa hablar de los acontecimientos del día; en el mismo seno de las familias se envuelven sus reflexiones de fórmulas hipócritas, porque no se está seguro de nadie. Los periódicos barceloneses no revelan lo que pasa, la censura se los impide. Las calles están llenas de monjas de todas las órdenes, de frailes y de curas de todos los hábitos, que caminan con la frente alta, y el aire pro- vocativo. En cada esquina de calle se encuentra un guardia civil con su fusil Mauser o un policía con su pistola; las patrullas de guardia son frecuentes"

(31). Aun con todo, algo se hizo, si bien de forma inconexa. El 10 de octubre, en Madrid, fue secuestrada la edición completa de "El Socialista". El 16 de octubre,

(30) (...)

(31) Esta carta se publicó en "El País"; está recogida también en "El Pueblo", 18-10-1909, y en "Ferrer, 1'homme et son ocurre. Sa morí. Castille contre Catalogne", de G. Normandy y E. Lesueur. Prólogo de Alfred Naque'. París, s. d., págs. 152-153. Galdós, en su Manifiesto (Madrid, 5-10-1909), habla del "(...) siniestro Santo Oficio llamado por mal nombre `Defensa Social', vergüenza de España v escándalo del siglo", en "El Pueblo", 8-10-1909.

(32) "El Pueblo", 19-10-1909.

(33) Tomado de Normando-Lesueur, op. cit., pág. 150. Pablo Iglesias será elegido diputado por Madrid en 1910, y el primer capítulo de su programa era la revisión del proceso Ferrer. Vid. Jean Bécarud-Gilles Lapouge en "Los anarquistas españoles". Ediciones de Bolsillo. Barcelona, 1972, pág. 70. Pablo Iglesias, una vez ya en el Parlamento, se refirió en estos términos al caso Ferrer "(...) Es una iniquidad fusilar en el siglo XX a un hombre como Ferrer por profesar una idea. Nosotros execramos la conducta del Gobierno del señor Mauro y nos asociamos a lo hecho por los socialistas extranjeros, ya que no tuvimos bríos a su tiempo para oponernos de modo terminan-te": (El subrayado es nuestro.) Citado por Fabra Ribas, op. cit., pág. 110.

(34) "El Pueblo", 16-10-1909.

(35) "El Pueblo", 25-10-1909.

(36) Vid. M. Bachoud: "Los intelectuales y las campañas de Marruecos (1909-1913)", en "Prensa y sociedad en España (1820-19367' edición de M. Tuñón de Lara, A. Elorza y M. Pérez Ledesma. Ed. "Cuadernos para el Diálogo". Madrid, 1975, págs. 271-280. Actitud claramente distante de Unamuno, Baroja y Maeztu frente a la más comprometida de Ortega y Gasset, Costa y Pérez Galdós.

(37) Benet, op. ctt., págs. 142-144.

(38) Ibídem, pág. 139.

(39) Para conocer adecuadamente todas las vicisitudes del artículo, Vid. Benet, op. cit.,

(40) Frase recogida en el editorial de "Ya ", jueves 25 septiembre 1975, "La historia se re-pite".

(41) Vallina, op. cit., pág. 131.

(42) No hace falta decir que la prensa conservadora europea no se unió a la campaña, y en lo que pudo la desprestigió profundamente. En Inglaterra, la prensa de los conservadores fue explícita en este sentido; así, el "Daily Telegraph", en su editorial del 21 de octubre, di-ce, refiriéndose a la campaña pro-Ferrer, que "Ha habido en todo esto una mezcla característica de frenética excitación, cálculo histriónico y violencia subversiva, siempre a punto de emerger. Hay un espíritu demoníaco suelto. Un espíritu de virulenta vituperación y estímulo amenazador". Es a este editorial y al del "Morning Post", del 18 de octubre, a los que en concreto se refiere Kropotkin.

(43) "Kropotkin's Speech, Memorial Hall. London, october 21, 1909"; en "The Cier{fuegos Press Anarchist Review". Vol. One, número 3. Autumn, 1977. Aberdeen (UK), págs. 78-

(44) Ibídem.

(45) Su intervención está recogida en el número 33 de "Tierra y Libertad", Barcelona, 1910, y en el "Almanaque de Tierra y Libertad para 1914", Barcelona, págs. 191-193.

(46) La elaboración de esta síntesis ha sido hecha a partir de los datos facilitados por Normandy-Lesueur, op. cit., págs. 19-25; José Brisa, op. cit., págs. 319-328; Sol Ferrer, en "Le véritable Francisco Ferrer", Ed. Scheleicher Fréres, París, 1948, págs. 219-220 y 269-272; y de "El Pueblo", diario republicano de Valencia, de los días 14 al 21 de octubre de 1909, passim. Adjetivos como "numeroso-a", "multitudinario-a "violento-a", y otros adjetivos utilizados para describir y precisar el carácter de manifestaciones y acciones de protesta pro-Ferrer, los he utilizado reproduciéndolos tal y como aparecen en las fuentes base de ésta síntesis. Recoger la condena unánime de prácticamente toda la prensa europea haría demasiado extenso este apartado del artículo. Pueden verse síntesis sobre este tema en Normando-Lesueuer, op. cit., págs. 160-178, y en Brisa, op. cit., págs. 336-343; para la prensa italiana en concreto puede verse en Amilcare Cipriani, Antonio Agresti, etc., "Francisco Ferrer Guardia. Suo sacrificio e giudizio dell'opinione publica". Casa Editrice Librarla, Roma, 1909, 2.° edizione, págs. 57-75; con arts. aparecidos en "A vana?", "11 Corriere della Sera"; "11 Secolo"; '71 Giornale d7talia'; "11 Messagero", "La Tribuna", etc. Como necesario contraste pueden verse las posturas de la prensa conservadora europea --con escasas publicaciones— en la recensión que de ellas hacen los autores mauristas J. Paulis y F. Sorel, en "Mauro ante el pueblo", prólogo de Angel Ossorio, en un intento de minimizar la campaña de prensa pro-Ferrer. Ed. Librería española y extranjera Francisco Beltrán. Madrid, 1915, págs. 242-244.

(47) Editorial de "Ya" cit.

(48) "Las Provincias", 25 septiembre 1975. Habla de "la ferrerada" en pág. 5, y en pág. 10 recoge el testimonio de Pabón reseñado en la nota 1.

(49) Declaraciones recogidas en "El Pueblo" del 14-10-1909.

(50) Reproducida por Charles Malato en "L'assassinat de Ferrer. Eclaircissements". Edition du Réveil, Genéve, s. d., 1911-127

(51) La falsa entrevista se publicó en un diario belga, Malato, op. cit., pág. 10.

(52) Como así lo declaró en su discurso de respuesta a las distintas interpelaciones parlamentarias con motivo del debate por el intento de iniciar la revisión del proceso Ferrer, en la 5.° sesión, 31 de marzo de 1911, en Cruzel, op. cit. pág. 63.

(53) Malato, en op. cit., pág. 15.

(54) Tomado de Sheila Fitzpatrick: "Lunacharski y la organización soviética de la educación y de las artes (1917-1921)". Ed. Siglo XXI. Madrid, 1976, pág. 24.

(55) Ibídem. págs. 21-22.

(56) Ibídem, pág. 22.

(57) Vid. Tina Tomasi: "Ideologie libertaria e formazione utnana", La Nuova Italia Editrice, Firenze, 1973, pág. 222, nota 17; Piotr Arshínov, "El movimiento machnovista", prólogo de Volin, Ed. Tusquets, Barcelona, 1976, pág. 220; Paul Avrich, "Los anarquistas rusos", Alianza Editorial, Madrid, 1974, pág. 220.

(58) Tal y como señala A. Borjas Ruiz (presidente de la Asociación Escolar Republicana de Barcelona) en "El fin de una leyenda. España ante el proceso Ferrer". Ed. La Neotipia. Barcelona, 1907.

(59) "Boletín de la Escuela Moderna", mí-mero 8. Barcelona. 30 de abril de 1906.

(60) Fitzpatrick, op. cit., pág. 23.