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La Sanidad del Arma de Aviación Republicana

Dr. Javier Paulino Pérez

 

Capitán médico de la III Escuadrilla del Grupo 30. Jefe de Sanidad de la V Región Aérea. 

 Director del Hospital de Infecciosos de Torre de Cotillas. 

Presidente primero de las Cortes de Castilla-La Mancha.

La guerra civil española ha sido protagonista de la historia durante muchos años, y el número de libros, artículos y tesis de estudio sobre hechos y acciones bélicas contados por los vencedores oscurecen la labor militar y administrativa de los que fueron derrotados, no por un pronunciamiento más, al uso de los que tuvieron lugar en el siglo XIX, en el que cualquier general marchoso se decidía periódicamente a salvar el país, sino por otra cosa: Nuestra guerra fue el preludio de una conspiración interna y externa que sumió a nuestra Patria, y más tarde a Europa, como dijera el poeta, en campos de soledad y tristes collados.
Los médicos, amparados en la Convención de Ginebra, tenían un importante papel que jugar en la contienda; el espíritu hipocrático les ordenaba no hacer distingos políticos según la ideología de los heridos. Sin embargo, pese a encontrarnos en un aparente Estado de Derecho, terminada la guerra civil, aquellos médicos que permanecieron leales al Gobierno de la República Española, que prestaron sus servicios sanitarios a unos y otros, aquellos médicos fueron relegados por los vencedores y por muchos compañeros de promoción a la consideración de mera honra, y en los consejos de guerra en que fueron juzgados por un inexistente estado de rebelión militar no se les aplicó ningún atenuante ni, por supuesto, las estipulaciones del Convenio de Ginebra.

Pasados años de la contienda, doblado el cabo de la vida, que dijera Baroja, aquellos médicos que aún viven estoy seguro que tendrán una auténtica angustia vital por su falta de generosidad humana para con otros médicos cuyo único delito fue cumplir como médicos y no como combatientes. 

Hubo una época, larga en nuestra historia, que el protagonismo guerrero y sanitario era solamente el que se refería al bando vencedor; los contrarios, los defensores del ordenamiento constitucional, se habían convertido simplemente en horda. Fueron cuarenta años de mordaza y censura que eliminaron a los sanitarios que prestaron servicio a la República de los logros que habían conseguido gracias al estudio y a la aplicación de sus conocimientos. 

Los médicos, practicantes y personal auxiliar que prestaron sus servicios en el Arma de Aviación republicana tuvieron una actuación destacada, e incluso protagonizaron técnicas de evacuación aereotransportada que fueron más tarde fielmente copiadas por la aviación inglesa y alemana.

En este trabajo se trata de los servicios sanitarios dependientes de la Subsecretaría o Jefatura de Fuerzas Aéreas, que eran en parte distintos a los cometidos sanitarios de la Subsecretaría, magníficamente descritos por el coronel médico del Arma de Aviación doctor Martín Pérez en otro capítulo, en el cual trata de los llamados servicios sanitarios estáticos, los hospitales del Arma de Aviación.

La parte de la Sanidad que yo llamo dinámica estaba constituida por los servicios médicos que se realizaban en los mismos aeródromos donde las escuadrillas tenían sus bases de ataque, y por un servicio intermedio de sanidad estática y dinámica, el Hospital de Enfermedades Infecto-Contagiosas de Torre de Cotillas, implicándose en este concepto de la dinámica sanitaria las casas de reposo para personal volante, creación inicial de la Armada Aérea inglesa en la primera guerra mundial que fue estudiada en su día por el prestigioso coronel médico de aviación doctor D'Harcurt y puestas en marcha en la zona republicana a partir de septiembre de 1936, destinadas al tratamiento del stress o fatiga de vuelo. 

Como es sabido, ya avanzada la guerra civil se crea el Ministerio de Defensa, que centraliza todos los servicios del Ejército de Tierra, Aviación y Marina. Los servicios de Sanidad del Arma se centralizaban en la Jefatura de Servicios Sanitarios, que unificaba en la persona del jefe de Sanidad los servicios propios de la Subsecretaría y los dependientes de las Fuerzas Aéreas. Esta sección de Sanidad, en su negociado segundo, centralizaba los siguientes servicios:

Establecimientos sanitarios.

b) Servicios médico-quirúrgicos centrales.

c) Servicios médico-quirúrgicos periféricos (grupos y escuadrillas). 

d) Servicios sanitarios de escuelas y acuartelamiento.

Servicios de reconocimiento de aspirantes a personal volante. 

f) Higiene y profilaxis.

Servicios de odontología.

Existía otro negociado, en el cual se centralizaban los siguientes servicios:

Evacuación y transporte, con la creación de una unidad aérea de transporte constituida por avionetas Monospar de dos motores, con todos los servicios de una ambulancia moderna.

Parque sanitario.

Adjudicación de material.

Farmacia.

Este esquema de organización, que no era atípico sino real, era servido por un grupo de médicos profesionales de la Sanidad militar al servicio de Aviación que prestaron sus servicios con toda lealtad, y por otro grupo de médicos procedentes del campo civil que eran conscientes de en, qué lado estaban la legalidad y el deber. 

Vamos a exponer, porque así lo vivimos, cómo fue y cómo se desarrolló a lo largo de la contienda la Sanidad del Arma de Aviación republicana, cuál fue la norma que presidió la formación de la misma, y cómo se reclutaron los profesionales que se incorporaron a ella, y que desde el primer momento aceptaron las directrices propias de cualquier ejército, la disciplina y el espíritu de la misma.

Los médicos civiles que se incorporaron a los profesionales que formaban el pequeño núcleo de Sanidad de Aviación llegaron a la misma como voluntarios, así como los practicantes; unos y otros fueron contratados por la Sección de Parques y Talleres, que regentaba el teniente coronel Alejandro Arias Salgado, y destinados a fábricas, aeródromos y hospitales.

Tal situación de médicos civiles. contratados cambia en virtud de la Orden Ministerial del Ministerio de Guerra, en la que se les militariza con el empleo de alférez médico, exigiéndose un breve conocimiento de técnica sanitaria militar. Esta orden, de últimos de septiembre de 1936, destina a los servicios de Sanidad del Ejército, con carácter prioritario, a los médicos, farmacéuticos, veterinarios y practicantes, que son movilizados con carácter forzoso al llamarse a filas a las correspondientes quintas.

La Aviación militar española antes de nuestra guerra civil tenía la categoría castrense de Servicio; es decir, no era un cuerpo ni un arma especial, ni un ejército del aire; la categoría de Arma la adquirió la Aviación en la zona republicana al crearla el ministro de Marina y Aire, excelentísimo señor don Indalecio Prieto y Tuero, mediante decreto unificador de mayo de 1937. Terminada la guerra civil con el triunfo de los sublevados, en septiembre de 1939 el general Franco creó el Ejército del Aire.

La Jefatura de Fuerzas Aéreas tenía a su cargo las distintas unidades de servicios, entendiéndose como tales: las Escuadras Volantes con Plana Mayor y los Servicios Auxiliares de Vuelo (mecánicos, armeros, electricistas, médicos practicantes y transportes, con el especial de ambulancias). Las escuelas de vuelo, de mecánicos, armeros y electricistas tenían servicios sanitarios prestados por médicos y practicantes que no estaban tácticamente destinados a unidades aeronáuticas. Los médicos contratados, así como los practicantes, en las escuelas de vuelo tenían la obligación de prestar sus servicios de guardia, en presencia y permanentemente, durante las horas de vuelo o de trabajo en fábricas y talleres, disponiendo de botiquines y pequeñas enfermerías perfectamente dotadas de medios instrumentales para poder desarrollar su labor.

Los médicos dependientes de la Subsecretaría, así como los contratados, tenían la obligación de prestar asistencia médica general a todo el personal afecto al servicio de aviación en las regiones aéreas en que se encontrasen destinados. Antes de la guerra civil, los aeródromos de Cuatro Vientos (Madrid) y Tablada (Sevilla) se dedicaron a los primeros esbozos del estudio de la medicina aeronáutica, en los cuales se hacía el reconocimiento físico, psíquico y psicológico a todos los aspirantes a personal volante. Comenzada la guerra civil, la mayor parte de estos servicios se trasladaron al aeródromo de San Javier, donde se centralizaron y mejoraron.

El panorama sanitario en Aviación era realmente preocupante, ya que el Ejército de Tierra puso en servicio numerosos hospitales de sangre y reclamaba a los distintos médicos diplomados en Sanidad destinados a otras unidades y, por supuesto, a los que estaban al servicio de la Aviación.

Se reduce, por el momento, el número de profesionales, pero por las condiciones especiales de los aviones en uso, de escaso radio de acción, se precisa la recluta de profesionales médicos y practicantes para prestar servicio a esa serie de aeródromos improvisados. Además, una serie de fuerzas de Aviación actúan como fuerzas de infantería en la sierra de Madrid, sector de Peguerinos, y en el frente del sur, sector de Iznalloz, lo que hace preciso el empleo de nuevos técnicos sanitarios. Así, cuando en el frente sur se pasó a la zona republicana el capitán médico don José Bort, se hizo cargo de los servicios de un improvisado aeródromo de Guadix y de la Jefatura Sanitaria del frente de Iznalloz.
Con fines tácticos, la Aviación republicana queda organizada en una serie de sectores con cierta independencia, pero sometidos a una incipiente Jefatura de Fuerzas Aéreas que manda el comandante Hidalgo de Cisneros, directamente auxiliado por los comandantes Camacho (que más tarde pasará a la Subsecretaría del Ministerio); Núñez Mazas, que pasará al mando de Fuerzas Aéreas; Urzaiz y Spencer, que se encargan de las escuelas preparatorias y con fines tácticos. La Aviación republicana se organiza en sectores aéreos que más tarde darán origen a las regiones aéreas, dependientes de la Subsecretaría de Aviación, en las cuales se nombrará un jefe de Sanidad de Aviación.

Constituido el 5 de septiembre de 1936 el Gobierno Largo Caballero, es creado por vez primera el Ministerio de Marina y Aviación, que pasa a dirigir don Indalecio Prieto y Tuero, una de cuyas primeras medidas es elevar el Servicio de Aviación a la categoría de Arma, lo que trajo una profunda renovación y reconversión de la Aviación, creándose la Subsecretaría del Arma de Aviación, para la cual se designa al teniente coronel don Antonio Camacho, militar de acrisolada lealtad a la República y que se halla en posesión de la Medalla Militar por su actuación en la guerra de Marruecos. Se organizan diversos servicios, creándose el Servicio de Sanidad del Arma de Aviación y nombrándose para tal puesto al comandante médico de Sanidad Militar don José Bort, que se había evadido de la zona facciosa 
de Granada y que a la sazón era el jefe de Sanidad del sector de Iznalloz. El comandante Bort, juntamente con los comandantes Martín Pérez, Mañas, Martínez del Portal, Bilbao y alguno más, juntamente con médicos civiles militarizados, los tenientes médicos Vega Díaz, Jaso, Martínez Sánchez, Cucarella, Salinas, Abruñedo y Paulino Pérez, se dedican, con la decidida ayuda de los tenientes coroneles Arias Salgado, de Parques y Talleres, y el de Ingenieros, teniente coronel Ingenieros, a la tarea de, partiendo desde cero, crear el Hospital Médico-Quirúrgico del Vedat (Valencia) y más tarde el del Pino (Murcia), la enfermería de enfermedades infecciosas de Torre de Cotillas, las enfermerías y botiquines de regiones aéreas y aeródromos de primera categoría y los servicios de asistencia y prevención de accidentes laborales en fábricas y talleres radicados en Sabadell y Palmar de Murcia.

Se aprobó un esquema organizativo con un hospital central de carácter médico-quirúrgico que recibiese a todos los heridos o enfermos diseminados en los distintos hospitales de Sanitad Militar, siendo independientes los Servicios de Medicina, dirigidos por el comandante Bilbao, y los de Cirugía, dirigidos por el comandante Martín Pérez. Sobre los Servicios de Cirugía ha escrito para este libro un notable trabajo el coronel médico retirado doctor Martín Pérez. Existían servicios quirúrgicos contratados en Madrid con el Hospital Obrero, a cuyo frente estaba el capitán médico provisional doctor Porro, así como los servicios de la Clínica Platón, cuya dirección la ostentaba el doctor Martorell. El pabellón de Medicina del Hospital Central de Vedat se vio pronto desbordado en su capacidad de admisión de enfermos, lo que planteó la necesidad de crear un hospital especializado en el tratamiento de las enfermedades infecto-contagiosas y con unas salas para tuberculosos. El hospital se puso en funcionamiento en un tiempo récord, prestando servicio en el mismo como director el capitán médico Javier Paulino, y como médicos de sala los capitanes Lorenzo Abruñedo y Agripino Salinas, con el practicante señor Tardío.

El Servicio Médico-Sanitario de Fuerzas Aéreas comprendía los siguientes  apartados:

a) Servicio médico a escuadrillas y grupos, que se componía de un médico, un practicante y una ambulancia con el instrumental necesario para poder realizar unos mínimos servicios de urgencia quirúrgica, además de prestar servicio de reconocimiento al personal volante y al personal fijo, disponiéndose de un cierto número de medicamentos.

b) Servicios de desinfección y desinsectación centralizados en la Jefatura de Sanidad.

c) Servicios de ambulancias terrestres y aéreas.

Nos detendremos brevemente en dar a conocer el servicio de evacuación rápida de heridos, sobre todo aquellos afectados por politraumatismos y grandes quemaduras. Es bien conocida la evacuación urgente en estos casos, y así se crea la primera unidad de ambulancias aéreas del mundo, con aparatos especialmente construidos para tales menesteres, empleándose el avión Monospar ST-25, monoplano de ala baja Cantillever, bimotor, con una velocidad máxima de 209 kilómetros hora y con una velocidad de crucero de 193 kilómetros hora, transformado en ambulancia en los talleres de Aviación del Palmar (Murcia), con una capacidad de cinco plazas y portando dos camillas y los elementos sanitarios necesarios.

Estas unidades se situaban cerca de los frentes donde se realizaban operaciones terrestres con acompañamiento aéreo, permitiendo una conexión rápida con el hospital quirúrgico central de aviación, con lo cual podía darse a los accidentados una asistencia quirúrgica de buena calidad con una gran rapidez de evacuación.

La implantación de este servicio de evacuación de heridos no era para los españoles ninguna novedad, ya que de esto se habló durante las Jornadas del Congreso de Transporte Sanitario que se realizó en Madrid allá por los años veinte, y ya antes, durante la guerra de Marruecos, se efectuaron traslados de heridos en aviones Breguet a los que se adaptaron unas camillas.

Sin duda alguna, la Sanidad del Arma de Aviación de la República fue la que organizó el primer servicio de ambulancias aéreas con ese nombre, y la probada eficacia del servicio sirvió para que los ingleses, después de Dunkerque, introdujeran tal servicio en la RAF presentándolo como un servicio pensado y desarrollado por ésta, aunque la verdad, como en otros muchos casos, fue otra.

Los estudios del Alto Estado Mayor sobre el estado físico y psíquico del personal volante llegaron a la consecuencia de que un avión necesitaba cinco tripulantes que se pudiesen turnar en los servicios de guerra en el frente de combate, ya que se llegaba a un estado psíquico del piloto, sobrecargado de servicios, caracterizado por la atonía psíquica, y que se traducía en el temor de hacer un nuevo servicio de guerra., Esto aconsejó a los servicios médicos de la Subsecretaría crear un servicio itinerante de especialistas psiquiátricos, al frente de los cuales estaba el capitán médico don Dionisio Nieto, antiguo jefe clínico de los Servicios de Neuropsiquiatría de la Cátedra del profesor Lafora. Los estudios realizados aconsejaron la creación de casas de reposo en las que, mediante tratamiento de tipo psicoterápico y físico, se lograba la recuperación del personal volante en su mayor parte, con una mínima proporción de bajas en el vuelo.

En las casas de reposo se recibían heridos para terminar su recuperación física, y existían varios servicios de este tipo, destacando entre ellos la Casa de Reposo de la Malvarrosa, en Valencia, y la del Pino, en Murcia.

Esto es, de un modo panorámico, lo que puede decirse del funcionamiento de la Sanidad del Arma de Aviación, al cual contribuyeron profesionales de la milicia anterior al 18 de julio de 1936 que tuvieron como denominador el cumplir con su lealtad al compromiso contraído y el sentir y aceptar la disciplina necesaria para que su función se desarrollase dentro de los parámetros de la Conferencia de Ginebra, cosa que, desgraciadamente, se olvidó y pisoteó por un grupo de médicos y jurídicos franquistas, para los que prestar servicio en la Aviación republicana era un agravante para la pena que se pudiese imponer, o por aquellos otros médicos, muchas veces de la misma promoción de los detenidos, que pasaban de largo ante ellos por miedo a contaminarse de honor y lealtad, que eran virtudes que de un modo pleno asumieron los médicos del Arma de Aviación republicana.

El bimotor-ambulancia "Monospar ST-25 Universal" (SM), con los emblemas rojos, nos muestra las camillas para los heridos.