S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
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Relatos (y poemas) breves de la Guerra Civil española y la posguerra |
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Harmonie Botella Chaves.
Almeria.
Alborada rajada desde el mar turbado por los estallidos inmorales de un cielo herido por la locura. Caminos sin fin, rutas que se pierden, Maleta perdida y resquebrajada donde agonizan las míseras prendas del ayer y del mañana. Lamentos desabridos de un niño descalzo al borde del precipicio de la confusión. Muñeca rota en la acequia de la muerte, niña sin rostro llamando y buscando a su madre entre los cuerpos que ya no son cuerpos, sino desperdicios... No existe la humanidad sino el doloroso grito del miedo, de la incomprensión de un pueblo que agoniza bajo el yugo de la contienda fratricida . Hace setenta años... y podría ser hoy.
Detrás del decorado, acaricio las estrellas y las enciendo una tras otra en la media luz de tus fanales. Las hago rimar y cantar con las amapolas granas de tus labios melindrosos. Las conjugo desenfrenadamente con los sinónimos del amor. Exhaustas y turbadas, cuando llega el alba, se apagan una tras otra en la media luz de tus fanales.
Rostro angelical.
Rostro angelical de un niño de doce años, de un niño que no sabe lo que es la guerra de un niño rubio, de pelo ondulado con la mirada perdida. Su cuerpo sentado descansa contra el árbol más alto de su jardín, el árbol que lo vio crecer. Rostro angelical de uno niño que no entiende porque él está apoltronado sobre los nudos retorcidos de lo que mañana será madera, leña o fuego, de lo que mañana no existirá de lo que mañana será ceniza. Rostro angelical de un niño que hace un rato jugaba con sus amigos a la gallinita ciega y ahora está reclinado sobre un tronco que le muele la espalda y le tapa la carnecería que hicieron unos militares que dispararon sobre algo que se movía. Rostro angelical de un niño que llora de dolor cuando ve que sus padres fallecieron hace un instante, que sus hermanas se desangran en un banco, y que a él poco le queda porque su hermano de leche acaba de dispararle en el pecho...
Quiero olvidar.
Quiero olvidar a este hombre que murió porque no opinaba como los míos. Quiero callar el suspiro sombrío de estas amapolas negras que crecieron sobre los cuerpos vencidos, estos cuerpos que yacen en el sepulcro del rencor, y que mueren cada día un poco más porque la misericordia tiene amnesia. Quiero olvidar estos seres desencarnados, estos ojos que veían la muerte, estos labios que presentían la tortura, estas manos que se agarraban aux barbelés de los campos de la ignominia. Quiero olvidar a esta mujer que tuvo la culpa da amar al que no ganó la paz, a este mujer que arrastra su alma atormentada por un campo segado de amor y de cordura. Quiero olvidar a esta mujer sin luz que mora en la agonía de los días que fenecen. Quiero olvidar a estos huérfanos del exilio que vagan por el mundo sin saber a que tierra pertenecen porque un día maté a un hermano que no opinaba como los míos.
Tus ojos.
Tus ojos son dos sepulturas abiertas donde se congregan los bramidos de los muertos de la paz perdida, de la paz olvidada.
Tus ojos son la fosa de la mar agrietada donde se hunden los barcos de la esperanza, el tormento de los que surcan hacia el silencio.
Tus ojos son las cruces de los cementerios donde no yacen los que creyeron que volverían un día a su tierra herida.
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