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Relatos (y poemas) breves de la Guerra Civil española y la posguerra

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Manuel Parra Pozuelo

Hablando de princesas

(Es cierto que a Letizia la viste Pertegaz)

 

 Escucho que a Letizia la viste Pertegaz,

 es como un halo, un brillo de piedras refulgentes,

 son sonrosados rostros, blancos vestidos,

 casullas y medallas, brillantes resplandores,

 deslumbrante oropel que al poderoso asiste.

 

 

                              Hace mucho pasó y aún grita y duele:

                              prisiones de Alcalá, en el cuarenta y cuatro,

                              Cecilio Martín Borja, derrotado y  huido,

                              vio, de pronto, una lumbre, un fuego abrasador

                              que también incendió a su novia,  Manuela,

                              y, juntos, hacia el maquis, en el tren, se encaminan,

                              sangre irredenta, pasión y certidumbre,

                              allí, en su oculto sueño, vislumbran  otras albas,

                              que aunque nunca serán, fueron tan bellas,

                              les crecen uñas, garfios y balas que asesinan;

                              enfrente los sicarios, el capitán Montoya,

                              que era Sánchez Montoya, y se decía Montoya

                              por inspirar más miedo, el pajarito, y otros,

                              que acechaban los pasos que debían ser ocultos y secretos.

 

                              Cecilio Martín Borja, también llamado Pepe y Timochenko,

                              otra vez derrotado, llega junto a Manuela,

                              que ya estaba en Madrid,  en la calle Gravina,

                              y el capitán Montoya, anhelante de sangre y de venganza,

                              sigue el rastro indeleble de su presa.

 

                               Casi al amanecer, fue un relámpago sólo,

                               Cecilio, Pepe, Timochenko, acaso,

                               y, la, en verdad, Manuela, novia suya,

                               y un otro, Polvorilla o Panizares,

                               que estaba junto a Pepe,

                               sin más indagación son abatidos,

                               Gravina veintitrés, era en octubre,

                               e inundaba el otoño los campos y los parques.

 

 

Hoy dicen que Letizia visitó a sus abuelos

cogida de la mano del príncipe del cuento.

Sin pizca de tristeza rubeniana ,

la joven rubia , grácil y perfecta

nacida fue para misión excelsa.

                                            

                                                       En mismo país, en el cuarenta y siete,

                                                       Manuela  Ángel Rodríguez y su novio,

                                                       y su otro camarada, Panizares,

                                                       como perros rabiosos, descerrajados fueron.

  

Mas, esta otra pareja principesca

con parecido amor y mejor astro,

verá crecer sus hijos sobre el césped.

  

            Al pensar en su dicha, tan aura  y previsible,

            recuerdo aquel que ni su nombre tuvo

            y que, junto a Manuela, a la que tanto amase ,

            en el cuarenta y siete, en la calle Gravina,

            mucho antes de Bagdad y de Letizia,

            antes de Pertegaz y el principe del cuento,

            exterminado fue cual hierba mala.

Referencias que completan el poema Hablando de princesas

En el libro de Francisco Moreno Sáez, La resistencia armada contra Franco, Crítica, Barcelona, 2001, Págs., 459 y siguientes se encuentran referencias a este luchador antifranquista, que he visto confirmadas y completadas en 24 años de cárcel, de Melquisedez Rodríguez Chaos, colección ebro, Paris, 1976, referencias que, a mí entender son esclarecedoras e inequívocas, en la página 119, dice:"me trasladaron a otra (celda) donde estaban Cecilio y un chico de 16 años. Este había sido detenido porque, junto a otros de Barajas, se dedicaba a sacar piedra del río para venderla en las obras. Cecilio era un joven comunista de Toledo. Se incorporó voluntario al Ejercito Republicano nada más empezar la guerra y llegó a ser Jefe de Estado Mayor de una Brigada. Al acabar la contienda armada fue condenado a 15 años de prisión de donde salió a los cuatro años en libertad condicional con destierro. Se incorporó a la organización del Partido de Zaragoza y lo volvieron a detener; pero su firme actitud y la de Escalera hicieron imposible probar la existencia de organización y el juez los puso en libertad provisional. En cuanto pusieron pies en la calle, tanto el uno como el otro, desparecieron de Zaragoza. Cecilio llegó a Madrid, y se incorporó al Partido. A los pocos meses fue detenido e incluido en un proceso de uno de los distritos de la capital de España. La policía quería arrancarle información no sólo en relación con la organización madrileña, sino también respecto al paradero de Esclera; pero Cecilio era una roca y, a pesar de las torturas, se mantuvo con la boca cerrada. En la cárcel decía constantemente."Hay que dormir con el correaje puesto". Logró, al fin, evadirse de Alcalá con otros camaradas y reanudo, una vez más , el trabajo clandestino. La policía logró descubrirlo en una ocasión y le preparó una emboscada, de acuerdo con un traidor; pero Cecilio sabia muy bien lo que se jugaba; se defendió a punta de pistola y consiguió huir. Más tarde, por una confidencia, la policía supo que nuestro camarada acudiría a una cita en la calle; tomaron posiciones y al pasar Cecilio, dispararon sobre él, sin darle el alto y lo asesinaron". Parece que estos datos son concordantes con los de Francisco Moreno Sáez, y, por otra parte, algunos superveintes de la guerrilla afirma que también era conocido como "el comandante". En cuanto a su muerte, tampoco parece contradictoria con la relatada en el texto de Francisco Moreno, puesto que según relata en su pagina 633, el 23 de octubre de 1947, en la calle Gravita número 23, de Madrid, en la portería, que regentaban su novia Manuela Ángel Rodríguez la hermana de esta Eulalia, donde estaban refugiados, Cecilio y su compañero el también guerrillero Eugenio Palacios "Panizares" fue asaltada por la policía que lo asesinó junto a Manuela y Eugenio. A nuestro entender, es evidente la coincidencia en lo esencial, de ambos textos entre si y con mi poema, en cuanto a la ausencia de referencias a la guerrilla antifranquista en el libro Melquesiadez Rodríguez, lo cierto es que esta cuestión era motivo constante de debates y comentarios en las cárceles franquistas, aunque parece probable que no fuese aconsejable su exposición publica y escrita.

Manuel Parra Pozuelo

Más sobre el poeta:

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