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Henri Cartier-Breson (1908-2004)


Este mítico foto reportero francés había nacido en 1908 en el seno de una familia industrial de clase alta en un pueblecito cercano a Paris. Estudió en instituciones católicas y más adelante arte en París, y tras hacer sus pinitos en las artes plásticas, y relacionarse con el mundo artístico parisino, especialmente con la corriente surrealista muy en boga en los años 20,  se decidió por la fotografía. Amante de los viajes y con una vieja cámara, el joven Cartier se marchó a Costa de Marfil donde confeccionó un reportaje que fue publicado a su vuelta. En este país aguantó un año, dicen que dedicado a la caza profesional, hasta que cogió malaria y hubo de regresar. En Marsella se compró una Leica, debió ser de los primeros fotógrafos parisinos, pues la Leica quedó asociada a su nombre en los primigenios ambientes parisinos de los aspirantes a foto reporteros.

La vida profesional de Cartier-Bresson es impresionante. En 1932 recorrió la Europa meridional y el Norte de África, con su Leica. Dicen sus relatores que Cartier-Bresson marcó en este viaje las reglas del foto reporterismo para todo el siglo XX. Sus exposiciones siempre tuvieron éxito. En 1933 se encontraba en España y asistió a las decisivas elecciones de ese año. Cartier, aunque era de familia rica, andaba siempre sin un duro, viajaba en tercera y dormía en pensiones suburbiales. La experiencia española le concienció y se afilió a la CNT y hasta a la FAI. Sus reportajes le llevaron a los barrios bajos de las ciudades que visitaba, Sevilla, Alicante, Granada, Madrid... Al terminó de este viajo realizó una importante exposición con todo el material.

En el 34 se fue para Méjico, que era visita obligada para un surrealista, además de participar en actividades científicas gubernamentales promocionadas por el gobierno del general Cárdenas. Tras relacionarse con otros artistas y sobre todo con el fotógrafo local Manuel Álvarez Bravo, la actividad fotográfica de Cartier, concluyó en una exposición conjunta  con Manuel en la capital mejicana. Esta exposición, con la presencia también del gran fotógrafo americano Walker Evans se expuso en Nueva York donde arribó Cartier, y que aprovechó para estudiar cine durante el año 1935. Precisamente, recién vuelto a Francia trabajó con el director Juan Renoir como segundo asistente, es decir, mejoras del guión. Pero todo era bueno para aprender cinematografía. No obstante siguió tomando fotografías que publicaba regularmente en las revistas ilustradas como Paris-Soir, Vu, y hasta la americana Life.

Equipo cinematográfico para el documental "Victoire de la Vie". Cartier-Bresson en el centro.

En los años inmediatos anteriores a la Guerra Civil, Cartier se relacionó e hizo amistad con los fotógrafos Seymour, conocido como Chim, André Friedmann (Capa) y Gerda Taro, todos judíos, todo exiliados alemanes, todos en precario, como él mismo. En 1937 tras casarse, marchó a España con la intención de dirigir dos documentales, uno sobre la Sanidad Militar republicana y otro por encargo del Socorro Rojo Internacional, su nombres fueron "La victoria de la vida" y el otro "España vivirá". Al año siguiente volvería para filmar otro reportaje sobre la Sanidad Militar republicana y otro sobre el batallón Lincoln que se llamaron "Volver a la vida" y "Con el batallón Lincoln en España", respectivamente. El documental "Con el bon. Lincoln..." se creía perdido pero hace unos años fue encontrado en los archivos ALBA por un investigador.

Cuando estalló la Guerra Mundial, ingresó en la unidad de propaganda de cine y fotografía del Ejército francés. Unos meses después, en 1940 fue internado por los alemanes en una prisión de la ciudad de Wuttemberg. En 1943 participó en una fuga organizada y se puso en contacto con la resistencia que le dio trabajo en la organización secreta de ayuda para deportados y presos fugados (MNPGD). Estuvo en la liberación de Paris y junto a los americanos Richard Banks y G. Krimsky de la Oficina de Información de Guerra del Ejército USA, dirigió el film "Le Retour" sobre el regreso de los deportados y prisioneros en Alemania. Hay un reportaje de Cartier sobre los momentos de ajustes de cuentas en el campo de concentración de Dassau en abril-junio de 1945.

Los años de prisión y clandestinidad de Cartier, habían confundido a sus admiradores americanos y ni cortos ni perezosos prepararon una exposición póstuma en el MOMA. Cuál sería su sorpresa cuando el propio Cartier se presentó en Nuevo York para seleccionar las imágenes. El asunto tuvo eco en los medios neoyorquinos y Cartier pasó todo 1946 en la ciudad relacionándose con la intelectualidad de posguerra en el que fue un gran momento cultural y político de transición entre la América victoriosa y la sombría llegada de la guerra fría. Un año después participó en la fundación de la Agencia Magnum, cooperativa de fotógrafos hartos del maltrato de las agencias y de las revistas. De este modo los autores tomaban el control de su trabajo. Fue un hito excelente, y una pequeña venganza del pasado de unos fotógrafos en la cumbre que recordaban sus duros años de juventud profesional.

Portada ilustrada por Cartier para su libro "Images à la Sauvette"

Cartier tomó la antorcha de la agencia y se pasó los belicosos años cincuenta recorriendo el mundo y sus conflictos. A la par que publicaba sus trabajos en el álbum "Images à la Sauvette" (Imágenes a hurtadillas), que en la versión inglesa, que tuvo más difusión se tituló "The decisive moment". Ambos títulos pasaron al acervo de las definiciones del arte de este fotógrafo. Cartier estaba en lo más alto. Su obra llegó a exponerse en Museos, lo nunca visto en aquellos tiempos. Los rusos le dejaron entrar en la Unión Soviética (muerto Stalin). Estuvo en China, Japón, la India, Cuba, de vuelta a Méjico, y en Canadá...

En 1966, este anarquista tan amante de la libertad personal, dejó la Agencia Magnum para trabajar por su cuenta. Y así estuvo en las barricadas de mayo del 68 además de realizar dos documentales de encargo para la CBS, "Impressions of California" y "Southern exposures". En 1970 se volvió a casar con una fotógrafa de Magnun mucho más joven que él y al poco dejó la fotografía para dedicarse al dibujo y a la pintura, aficiones que nunca le abandonaron.

En el inicio del siglo XXI, Cartier era un figura mítica. Había recibido innumerables premios, entre ellos el prestigioso Hasselblad, y algunos críticos le denominaban, "el ojo del siglo", además de ser considerado el foto reportero más rápido con la Leica, lo que le era imprescindible si quería sacar sus imágenes a hurtadillas, sus imágenes de acción instantánea. Como muchos intelectuales anarquistas, despreciaba el capitalismo sin militar en nada y se negaba a ponerse al servicio de la publicidad comercial.

Henri Cartier-Bresson murió en 2004. Vivió como quiso, no hacía fotografía con intenciones sociales, porque él ya las llevaba puestas personalmente, y por tanto, al contrario que sus amigos Chim, Friedmann (Capa) y Taro, no corrió sus riesgos,  no murió joven, y no tuvo grandes dramas en su vida, que yo sepa.

Madrid 1933, un obrero en paro con su hijo. Dramática composición, muy Cartier, arrancada al protagonista de hurtadillas.

Campo de concentración alemán de Dassau ya liberado. Abril-junio de 1945. Una interna es golpeada por la nueva policía del campo, acusada de ser espía de los SS. Siempre que veo estas venganzas, pienso lo mismo. Los que más golpean son los que más tienen que hacer méritos por algún motivo. No se si la señora fornida tiene algo de eso, pero si le ponemos el uniforme de las mujeres SS no desentonaría en absoluto. Y si mi comentario es injusto, que me perdonen.

Campo de Dassau ya liberado. Alemania 1945. El rubio repeinado en artes y maneras de inquisidor da tanto miedo o mas que los SS. Y la señora fornida no te digo. No digo que no hubiera que juzgarlos. Puede incluso que sus delaciones causaran muertos, pero expreso lo que la imagen de Cartier me dice.