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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española.

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John T. Whitaker (1906-1946)


Periodista americano corresponsal en Europa del New York Herald Tribune que cubrió información política en la Sociedad de Naciones, y en Abisinia con los italianos, que le dieron una condecoración por sus artículos, lo que nos cuesta creer en un periodista de su trayectoria. El caso es que al estallar la guerra civil entró en España por Portugal  con su colega y amigo Jay Allen del Chicago Tribune. Allen se presentó en Badajoz en agosto. Las crónicas de Allen sobre las matanzas de esta ciudad que en la actualidad se consideran el paradigma de la información veraz, animaron a Whitaker en septiembre a conseguir una entrevista con el mando de la columna rebelde, el teniente coronel Yagüe, quien, a su pregunta sobre si era cierto que habían fusilado a unas 4.000 personas, respondió: -Claro que los fusilamos. ¿Qué esperaba? ¿Suponía que iba a llevar 4.000 rojos conmigo mientras mi columna avanzaba contrarreloj? ¿Suponía que iba a dejarles sueltos a mi espalda y dejar que volvieran a edificar una Badajoz roja? Esta entrevista y la repuesta a todas luces sincera de Yagüe, en frío, un mes después de los hechos, son una evidencia de tales masacres, y son muchos los historiadores que la consideran una confesión.

Whitaker también estuvo en Toledo a la llegada de los rebeldes y la tropa mora. Visto lo visto, entrevistó a Aguilera, un aristócrata, oficial de complemento en el ejército de Franco y reconvertido en oficial de Prensa al que arrancó estas declaraciones: "... sí, debemos matar a todos los rojos para extirpar el virus bolchevique y librar a España de ratas y piojos". Mientras que las declaraciones de Yagüe se publicaron ya en 1943 a partir de las notas que Whitaker tomó, las de Aguilera se publicaron pocos días después, por lo que Aguilera debió ser advertido por sus superiores, quizá el inefable Bolín, de que moderara sus expresiones y que hiciera saber a Whitaker que lo tenían en su mira. Como así fue. Whitaker se las piró a principios de 1937 temeroso de ser asesinado. Se fue de corresponsal a Sudamérica hasta que en 1939 se fue a Roma de corresponsal del Chicago Daly New, hasta que en 1941 fue expulsado por Mussolini. Whitaker regresó a los Estados Unidos muriendo jovencísimo en 1946 a los 40 años. En 1943 publicó el libro "We cannot escape history" (No podemos escapar de la historia) donde relata la entrevista.

John T. Whitaker y Hubert R. Knickerbocker.

 Whitaker nunca ofició en territorio republicano, pero es de los periodistas que más contribuyeron a evidenciar las tropelías de la Columna de la Muerte franquista en los valles del Guadiana y del Tajo. Los propagandistas del franquismo lo tienen en su punto de mira, negando la famosa entrevista o al menos que Yagüe dijera eso y Aguilera tampoco,claro. Ya. O sea todos los periodistas extranjeros en Badajoz, mintieron, Neves, Allen. René Brut y Jean d´Esme que hicieron las fotos, y todos los demás... Y Whitaker, nada sospechoso de simpatizar con la II República en aquel momento, ¿por qué iba a hacerle semejante pregunta si nada de eso había pasado? Y por qué Whitaker es considerado mundialmente uno de los mas veraces periodistas americanos? ¿Son todos tontos?, ¿Son todos comunistas? Por qué fueron todos amenazados por los oficiales de Prensa del Ejército franquista, incluso alguno encarcelado? Pues muy sencillo, para callarlos. Partiendo de la base de que las notas que Whitaker tomó en esa entrevista son las que aparecen en su libro.

Fragmento de una imagen aparecida en Internet de Whitaker y el oficial de prensa franquista, Aguilera, en el otoño de 1936

La pregunta clave, es por qué Yagüe se permitió esa licencia, tanto si fueron 4000, como si fueron más como si fueron menos. Yo encuentro varias explicaciones, la primera es que Yagüe era así, un oficial de carrera en la Legión acostumbrado a decir lo que le daba la gana. De hecho, un año y pico después haría unas declaraciones en sentido contrario, más o menos diciendo que había que dejar de matar a tanta gente. Y fue el único general franquista que se se atrevió a hacerlas públicamente, y le costó temporalmente el mando. Otra más, es que al inicio de la guerra primaba más infundir terror a la población republicana que guardar las vergüenzas. Al principio de la guerra, Ni Yagüe, ni Mola, ni Queipo, ni incluso Franco, cabezas visibles de la represión despiadada, se cortaban un pelo en sus declaraciones sobre todos los que iban a matar, violar o lo que fuera. Mola hubiera matado a su padre, dijo, si lo ve en las filas contrarias. De Queipo mejor no hablar. Esa verbena y borrachera de sangre estaba aún fresquita y Bolín no había dado todavía órdenes de tapar la sangre. En resumen, Yagüe lo dijo porque era verdad, porque le importaba un pimiento y porque a lo mejor, de paso, aterrorizaba a la población de la zona republicana.