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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española.

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Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944)


Este héroe nacional francés había nacido en 1900 y murió en 1944 derribado cuando pilotaba un caza pesado de la Fuerza Aérea francesa sobre el mediterráneo, concretamente un P-38 (Rayo), probablemente derribado por un Me-109 alemán. Adelantado de la aviación, Saint-Exupéry, temprano aviador, pues tras intentar la Escuela Naval, se hizo piloto, iniciando sus trabajos como correo aéreo en la peligrosa ruta Paris-Dakar. Fue también jefe de estafeta en el Correo Aéreo del Sahara Español. Marchó a trabajar para las líneas aéreas argentinas, donde tuvo un serio accidente. En 1930 se publicó su primera novela, "El Aviador" con la que tuvo cierto éxito. Al año siguiente, y fruto de sus vivencias en Argentina publicó "Vuelo nocturno" que sí fue un éxito y recibió premios.  De regreso, y casado con una centroamericana, inició un tren de vida que no le correspondía y a la par su vida sentimental era un desastre. Aconsejado por amigos dejó la aviación y se puso a escribir para la prensa, que pagaban fatal a los reporteros pero bien a los escritores reconocidos. Esto le permitió recorrer países lejanos y exóticos.

También emprendió varios viajes aéreos, en uno de los cuales, en 1935, se estrelló en el desierto del Sahara, del que sobrevivió junto con su mecánico, pero con agua para dos escasos días. La aventura pudo acabar trágicamente, y sufrieron las penurias propias de los náufragos del desierto, con alucinaciones, pérdidas de la realidad y una gran confusión que sorprendentemente le abrió a Saint-Exupéry las puertas de una realidad que se alojó en su mente para siempre. Al cuarto día, un beduino les rescató y les condujo a un puesto militar desde donde pudieron regresara Francia. En la mente de Saint-Exupéry se estaba fraguando ya su obra maestra "El pequeño príncipe" que sin embargo publicaría durante sus estancia en los Estados Unidos en 1940, exiliado de la Francia lepenista.

Saint-Exupéry era un periodista muy poco al uso. Participaba de la idea de que escribir es saber ver. Saber ver para poder describir y obviamente escribir. Estas disquisiciones tan puras y desprovistas de ideología pueden convertirte igualmente en genio que en idiota. En el caso de Saint-Exupéry fue lo primero. En 1936 tuvo oportunidad de medirse con acontecimientos que desbordaban la visión de cualquier espectador. En España había una guerra civil. Su periódico le prestó el avión de la compañía y el 10 de agosto aterrizó en la Barcelona revolucionaria, que como a todos los periodistas que allí estuvieron en esos días, le dejó extasiado. Parafraseando al artista Alberto Sánchez: El pueblo liberado de sus ataduras se puso en marcha en busca de la estrella roja de la libertad. Allí, el intrépido Saint-Exupéry vivió lances propios y ajenos, y en los propios a punto estuvo de ser fusilado por suspicaces anarquistas que lo detuvieron cuando andaba fisgando en la estación un trasiego de armas anarquistas. Con su traje y su corbata fue detenido y encerrado. Para su liberación, el autor nos cuenta una historia sobre compartir un pitillo con un miliciano con el que simpatizó y quien se apiadó. Quizá. De allí marchó al frente aragonés donde vio como se fusilaba a algunos curas y gentes de derechas. Como nacido en un país laico que tenía bien sujeta a la Iglesia Católica, no entendía el motivo de tales asesinatos. Tendría que haber vivido generaciones bajo aquellos tipos, ricos, curas, militares, guardias y sacristanes de la España de siempre para entenderlo (entenderlo, no justificarlo). Saint-Exupéry, no siendo especialmente proclive a la izquierda española, abogaba por ayudar a la amenazada República española, y así lo hizo costar en sus crónicas a su regreso a Francia.

Aun volvió a España en 1937 para sustituir al malogrado Delaprée (puede leer su reseña en esta misma web). El caso es que Paris-Soir, que debía tener mala conciencia con el derribo del avión de Delaprée y su posterior muerte, le propuso una serie de diez reportajes sobre España en guerra muy bien pagados. Téngase en cuenta, que la guerra española fue para la Europa de entreguerras, lo que la guerra de Vietnam para nosotros, un persistente y continuo motivo de indignación. Y eso, en papel prensa, vende mucho. En abril de 1937, pilotando el avión del periódico, aterrizó en Valencia para solicitar de la Oficina de Prensa los papeles que le autorizaban a visitar los frentes. Ya en Madrid se registró como fotógrafo en la Oficina de Propaganda de la Junta Delegada de Defensa de Madrid. Gracias a la ficha que se le hizo sabemos que se instaló en el hotel Florida donde hubo de conocer a muchos colegas internacionales que por allí andaban en esas fechas. Por relatos de otros periodistas sabemos que Saint-Exupéry estaba la noche del 22 de abril cuando un obús del quince y medio impacto en la fachada del hotel causando un gran pánico en sus huéspedes.

Saint-Exupéry llegó un poco tarde para presenciar las batallas de Madrid, únicamente, que Madrid era puro frente y aunque en calma, desde una trinchera a otra todavía se disputaban terrenos en una permanente guerra de baja intensidad. En realidad, durante aquellos meses de la primavera de 1937, pasadas las batallas del Jarama y de Guadalajara, había más peligro en la ciudad que en las trincheras de la periferia, como muy bien había podido comprobar en su hotel. Hizo algunas visitas al frente a unidades anarquistas que parece le eran preferidas. Compuso crónicas veraces, un poco sensibleras, pero de gran interés humano, si bien nunca pudo presenciar ninguna gran batalla de la guerra donde en un solo día murieron centenares de soldados y comprender la realidad bélica de un Goliat inhumano al que se oponía un pueblo lleno de entusiasmo, poco y mal armado que defendía sus sueños de redención una vez que la II República se los hubo despertado años atrás. Y así, Saint-Exupéry, aunque defensor veraz de la II República española, no emprendió el viaje iniciático al antifascismo que la mayoría de sus colegas corresponsales gestaron prácticamente sin notarlo. De modo que su humanismo, su antibelicismo, y otras ideas parejas, pero leves, que aunque dan carácter, a nada obligan, le pasaron factura toda la vida, a mi entender injustamente. Pero las guerras son guerras, no son civilizados debates, y menos las guerras civiles. De todos modos, hay una reflexión sobre el Madrid sitiado de Saint-Exupéry que es de las más lúcidas que jamás leí. Es la idea de que en las guerras, nada defiende el pueblo con tanto tesón como las ciudades ferozmente bombardeadas, si sus autoridades deciden no rendirse.

El 31 de julio de 1944, en misión de reconocimiento con un caza pesado P-38 de la Fuerzas Aérea francesa, fue derribado por un caza alemán sobre el mediterráneo y dado por desaparecido. Algunos autores siempre encuentran misterios en los sucesos sin autopsia. El misterio es una de las armas del periodista o del escritor, pero para el investigador suele marear más que ayudar. Que la diosa Razón le tenga en su seno bien acomodado en su asteroide junto a su pequeño príncipe.