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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española.

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Mijail Koltsov (1898-1942)

Político y periodista soviético de origen ucraniano y de familia judía que en su juventud se enroló en el Ejército Rojo con el que combatió en la guerra civil. Se relacionó con líderes bolcheviques próximos a Trosky aunque no formó parte de ningún grupo de ideas dentro del comunismo ruso. Al revés, se convirtió en una ortodoxo periodista que alcanzó los mayores puestos en el órgano oficial del PCUS, Pravda. También fue fundador del diario Ogokek, en cuyas páginas publicó una serie de artículos sobre sus viajes a Asia, Alemania, Hungría y Yugoslavia. Entre los periodistas soviéticos él era un peso pesado y como miembro del Partido tenía muy buenos contactos y respaldos. Incluso según algunos tenía relación directa con Stalin, cosa que de ser cierta significaba simplemente que Stalin lo llamaba para darle instrucciones.

Koltsov representa lo mejor de la revolución rusa, revolucionarios en estado químicamente puro, formados política e incluso, militarmente, y capaces de análisis rápidos, cortos y certeros que nos dejan impresionados. Se dice que era un agente personal de Stalin. Yo no lo creo. Lo que si era cierto es que era miembro del consejo editorial de diario Pravda, esto es un alto cargo en el comunismo ruso y que se entrevistó en varias ocasiones con Stalin, como decimos. Por tanto sabiéndose importante y protegido y sabiéndolo todos sus camaradas, Koltsov se movió como si fuera la mano derecha de Stalin y probablemente esa fue una de las causas de su muerte.  Y como muchos de los rusos llegados a España serían fusilados al regreso a Rusia por lo que representaban. Traían un fresco y renovador viento de las tierras iberas, que chocaba brutalmente con el horror estaliniano. Y en el caso de Koltsov el bagaje personal citado mas un cierto pasado sospechoso de amistados peligrosas en la Rusia de Stalin. No había manera de salvarse.

Al estallar la guerra civil española se trasladó a España, como enviado especial del citado diario. Tenía grande influencia en los medios soviéticos y españoles. Koltsov estuvo activo en todos los escenarios españoles que visitó, en Madrid, en el Norte al que acudió dos veces y cuyos males definió en su diario de guerra con pasmosa realidad. En Madrid tuvo influencia en varias tomas de decisiones. Arturo Barea el autonombrado censor de la República en la oficina de prensa del edificio de la Telefónica abandonado por el subsecretario Rubio que se las piro a Valencia, cuenta sin acritud como Koltsov se presentó allí inquisidor y altanero acompañado de un comunista español para pedirle cuentas sobre lo que estaba haciendo en ese puesto tan importante. Pasada la primera impresión y tras enterarse Koltsov de la iniciativa de Barea, le ayudó y le puso en contacto con la Junta de Defensa para que su trabajo fuera oficial. Eso si, a Barea el susto no se le quitó en todo el día. Pero lo que cuenta es que Koltsov enderezó el entuerto dejado por el huido Rubio con rotundidad y eficacia. Koltsov se representaba a sí mismo en sus crónicas como Miguel, todos los consejeros rusos lo hacían para cubrir las apariencias de la NO INTERVENCIÓN, pero en el caso del periodista, estaba claro que le sacaba jugo a esta ambigüedad de personajes. Históricamente, esta licencia le salió cara, todos los historiadores y propagandistas del franquismo quieren descubrir al siniestro agente de Stalin que se esconde bajo ese nombre tan español. Pero lo que se esconde bajo ese nombre, todo el mundo lo sabe, es el propio Koltsov, lo sabía hasta el propio Stalin que se lo recordó con su característica malicia en la ultima entrevista,

Se le ha querido implicar en las matanzas de Paracuellos sin verdaderos argumentos. Son los propagandistas, los divulgadores e incluso algunos historiadores que citan a relatores del pasado que tampoco aportan la deseada prueba y que casan e hilan hechos, fechas y acciones y testimonios a su gusto y manera para que parezca que la deducción histórica es incontestable, y que implica criminalmente a Koltsov. Pero la historia se construye de fuentes primarias, es decir documentos. Estamos esperándolos. Las fuentes secundarias no valen para hacer afirmaciones categóricas en un tema tan importante. Koltsov dio el aviso pero el brazo ejecutor era español. Desde luego que Koltsov era un periodista mimado por el Partido Comunista Español, una prima donna que se entrometía en todo lo habido y por haber y que además hacía bien, visto el general caos y la corta vista de los locales, que personalmente le desesperaban. Se sentaba en las reuniones del Comisariado del Guerra como si fuera el propio Stalin sin que nadie se atreviera a mandarle a hacer gárgaras. Pero cuando hablaba, fuera aparte de su altanería, se quedaban pasmados.

 Tras haber hablado del tema a principios de noviembre con el socialista Ángel Galarza ministro de Gobernación del gobierno de Largo Caballero sin ningún resultado y tras la evacuación gubernamental a valencia, Koltsov se plantó en el PCE de Madrid cuyos dirigentes no habían huido y les espetó: ¿qué vais a hacer con los presos de la cárcel? Cuadros militares y civiles de alto nivel que conocen Madrid como la palma de la mano esperando a que los liberen sus compadres, y que desde luego no tendrán compasión con vosotros... Parece que Checa le dijo que todo estaba perdido, eran varios miles de presos (8.000) y en aquel dislocado Madrid de principios de Noviembre conseguir transporte era imposible. Ese mismo día se constituyó un oficioso Consejo de Seguridad de la Consejería de Orden Público donde se decidió la evacuación de las cárceles de Madrid, en principio con destino a Valencia usando los autobuses de la Empresa Municipal (Tranvías de Madrid). Así que todo lo que hizo Koltsov a mi entender es espabilar a los dirigentes de PCE, mayoría en la joven Junta de Miaja para impedir que estos cuadros rebeldes en prisión fueran liberados por las tropas de Varela que se encontraban ya a las puertas de Madrid. Lo que a Koltsov le importaba era que los quitaran del frente. Su suerte no le importaba y seguro que no lloró por ellos.

La decisión de fusilar a los presos una vez metidos en autobuses según las listas que se usaron para sacarlos de la cárcel fue seguramente colectiva y no creo que quedara reflejada en ningún escrito o acta pues ya hubiera sido encontrada. La lógica de los hechos nos dice que pese a que no lo podemos demostrar, los consejeros relacionados con la evacuación y con las cárceles, las milicias de Retaguardia y algunas otras autoridades sabían de estos hechos, se enteraron de lo que estaba pasando realmente y no hicieron nada por detenerlo salvo las excepciones conocidas. Ante unos hechos tan dramáticos ocurridos bajo la autoridad de la Junta de Defensa, por qué nadie intervino para pararlo, ni Miaja, ni Carrillo, ni ningún partido, ni lo sindicatos, nadie... Para mi es muy sencillo, todo el mundo sabía que si Madrid caía y los presos eran liberados pasarían a formar parte del sistema represivo franquista produciéndose la situación contraria. Todo el mundo pensaba que Madrid iba a caer con gran probabilidad. Todo el mundo sabía que no se trataba de inocentes civiles sino de partidarios del alzamiento militar al 200 por cien de compromiso rebelde. Todos ellos estaban a la espera de juicio. Mucha gente sabía que los presos estaban organizándose con anterioridad para esta eventualidad. De hecho ya se habían producido incidentes violentos por parte de algunos presos que terminaron con la intervención de los milicianos con sacas significativas. Todo el mundo sabía que la sangre de estos rebeldes caería sobres sus cabezas si perdían. Como así fue. Pero a nadie le importó, salvo a algunos como el anarquista Melchor Rodríguez. Le importó lo suficiente como para arriesgar su puesto o su vida por presos rebeldes que no merecían ser fusilados sin juicio que les condenara, pero que a la contra, estos presos hubieran hecho lo mismo, con juicio sumarísimo militar incluido, que como todo el mundo sabe se trata de una broma jurídica macabra. En definitiva amigo lector, se trata del asesinato sin juicio de 2000 traidores a la II República en los pueblos de Torrejón y Paracuellos mientras les hacían creer que los evacuaban del frente. Parece que algunos evacuados se salvaron, pues de los 33 convoyes organizados, 10 llegaron a su destino.

En cuanto a que Koltsov fuera agente de Stalin, secreto claro, pues no era de la NKVD, ni de la GRU ni de nada parecido, ni tenía ninguna necesidad de serlo, pues todos los rusos en España trabajaban para el PCUS y en cierto modo, todos eran agentes de Stalin.  Koltsov regresó a Rusia y sintió sobre su pecho lo que ya habían sentido otros muchos comunistas del valía. En la última entrevista que Koltsov tuvo con Stalin y que el propio Koltsov describió, fue aparentemente halagadora al principio pero se fue convirtiendo en amenazadora a medida que el pervertido humor del georgiano fue taladrando el cerebro del Koltsov confirmándole que sin duda estaba condenado. Los motivos de Stalin fueron siempre los mismos: desconfianza política por su pasado ideológico y temor al talento de este periodista de éxito, un entrometido del que tarde o temprano habría que librarse. Dicen que si Marty lo denunció, que si su novia, la alemana Maria Osten, también ejecutada en 1942, coqueteaba con el trotskismo, nada de eso. Como al general Tujachevsky, la causa de su muerte fue su brillantez y su "contaminación" occidental. En el caso de Koltsov, la estancia en España era altamente peligrosa y contaminante. Koltsov fue detenido en el año 1938 y tras triturarlo convenientemente en un campo del Gulap lo fusilaron en 1942. Pobre Koltsov, él que creía tanto en lo que hacía. Debieron ser terribles los tres años en el campo del Gulag. Y encima, ya muerto, difamado en España por propagandistas del franquismo.

 


** CRONICAS **

(Por telégrafo, del enviado especial de Pravda)

MADRID, 31 de octubre

Los últimos días, el estado de ánimo ha cambiado mucho en el frente central; en ambos bandos, sin duda alguna.

Al enemigo se le asestó un contragolpe, además con gran efecto. Por primera vez en las últimas seis semanas, las tropas republicanas avanzaban en el frente central. Durante un día entero combatieron con las mejores fuerzas fascistas, las unidades de la Legión Extranjera, la caballería marroquí y la infantería: pelearon aniquilando al enemigo.

Por cierto que el papel decisivo en este contraataque lo jugó el armamento de ofensiva motorizado: tanques y aviación. Pero también la infantería, pese a su aún escasa experiencia, demostró que puede tomar la ofensiva. En el flanco derecho, un grupo de choque de la infantería, por sí solo, sin apoyo de tanques, ocupó Torrejón de la Calzada y se mantuvo en él. En el flanco izquierdo, las unidades de Aranjuez, al mando del capitán Burrillo, tomaron y mantuvieron en su poder la estación de Seseña.

Por otro lado, el propio enemigo se desconcertó al encontrarse no sólo con una feroz resistencia, sino también con un contraataque inesperadamente fuerte y bastante sensible…

Son las cinco de la madrugada. Los estados mayores y los jefes trabajan.

Son las seis. Todas las unidades están en la posición de partida, listas para emprender la marcha.

Las seis y treinta minutos. En la zona aparece la columna de tanques. Queda sólo por felicitar a la industria militarizada española, a sus obreros e ingenieros por el éxito que proporcionaron dos meses de esfuerzos por reestructurarse para cubrir las necesidades de la defensa de la República.

Los propios tanquistas son cien veces mejores que sus máquinas. ¡Unos muchachos maravillosos, abnegados y seguros de sí mismos! La infantería los recibe con clamoroso entusiasmo.

Son las seis horas y cuarenta y cinco minutos. El combate ya se ha entablado. La aviación está atacando Seseña, Torrejón e Illescas. La artillería dispara con fuego centralizado contra estos pueblos. Los tanques han entrado ya en Seseña. La fuerza viva, infantería, sigue a la motorizada, aunque con dificultad.

Vamos a seguir también nosotros a la columna de tanques.

Corren por el campo, luego se acercan al pueblo y sin encontrar resistencia, bajo un fuego algo desordenado del enemigo, penetran en la calle mayor. Aquí no se comprende aún qué pasa, tanto más por cuanto los tanques todavía no disparan. En la pequeña plaza, un oficial fascista, interesado, para el tanque del jefe y pregunta, amable:

—¿Italiano?

En vez de contestar, el jefe cierra descortésmente la tapa de la torreta y dispara. En ese momento, el pueblo se convierte en un hervidero.

Pese a ello, no debemos imaginarnos que la invasión de la columna de tanques del pequeño pueblo español sea una aniquilación de algo débil e indefenso. Todo lo contrario, sólo el arrojo y coraje de los tanquistas han podido llevarlos allí.

Esto no es la Europa oriental, donde el tanque puede dar la vuelta fácilmente aplastando, en el mejor de los casos, la valla de un huerto y los pepinos del bancal. Si la máquina atropella una casa de madera, la derribará o pasará a través de ella.

Un poblado español, como por ejemplo éste de Seseña, constituye un tupido laberinto de callejuelas y callejones sin salida, estrechos y retorcidos, donde cada casa es una vieja fortaleza de piedra, con muros de un metro o de un metro y medio de espesor.

Es muy difícil y peligroso combatir en esta ratonera de piedra. Los tanques avanzan despacio, contestando imperturbablemente al fuego de fusiles y ametralladoras. Dan con varios cañones traídos aquí, por lo visto, la víspera, y los aplastan. En una calle estrecha ha quedado embotellado y no puede desenvolverse un escuadrón de caballería mora. Se produce una escena horrible: habiendo hecho fuego de cañón y de ametralladora durante unos minutos, los tanques simplemente atropellan al montón de caballos y hombres, exterminado, tiroteado y aplastado más de un centenar de jinetes con caballos.

A riesgo de atollarse en los callejones, los tanques cruzan el pueblo. Pero es evidente que las fuerzas no han sido aniquiladas y conservan su capacidad combativa. Los tanquistas deciden repetirlo todo desde el comienzo y, dando la vuelta, entran en la ciudad por el mismo camino.

Ahora les espera una feroz resistencia. A los fascistas se les ha ocurrido subir los cañones restantes a los tejados de las casas y desde allí disparan contra las torretas de los tanques. Eso por poco acaba con las primeras máquinas. Los tanques siguientes disparan al ras, por debajo de las cornisas de las casas. Los tejados se hunden, y junto con ellos se hunden los cañones.

Los moros han ingeniado una clase de bombas incendiarias caseras, pero muy peligrosas. Envuelven con trapos las botellas de gasolina, las encienden y las arrojan contra los tanques. Esto puede provocar una inmediata inflamación de las juntas de goma de la tapa, con el peligro de que arda todo el tanque.

En este segundo choque que se desarrolla en el laberinto de piedra, los tanquistas hacen verdaderos milagros de heroísmo. Su coraje llega al extremo de que bajo el fuego de las ametralladoras salen de sus tanques, suben a los postes y cortan los cables telefónicos…

Tres veces entra la columna en el pueblo y tres veces repite el combate. Tras aniquilar a unos 200 soldados enemigos más y aplastar todas las baterías, la columna sigue avanzando hacia otro pueblo. Allí realiza la misma operación: extermina un segundo escuadrón de moros, destroza cañones y camiones; engancha una pieza y la lleva a remolque. Combatiendo, da una larga vuelta y en orden de batalla retorna al punto de partida.

A la vez, la aviación republicana, reparada durante su forzoso silencio, ataca, desconcertando a las unidades fascistas acostumbradas a su impunidad. Dispara; derriba un Fiat italiano.

La infantería avanza siguiendo a los tanques, toma dos poblados fortificados. Podría avanzar con más rapidez esta infantería. Eso, sin duda alguna. Pero los combatientes sólo acaban de tomar conciencia de la ofensiva. Todavía no están muy seguros de sus fuerzas…

José Díaz, Antonio Mije y Dolores Ibárruri aparecen en las segundas líneas de combate, exhortan a los combatientes, los llevan adelante y más adelante, a la primera fila, a la línea de fuego.

Cae la noche. Las trincheras y los estados mayores rebosan en júbilo y entusiasmo. A pesar de todo, ¡hoy hemos batido a los fascistas! Claro que no es aún una verdadera ofensiva, pero con todo es un buen golpe, rápido y fuerte. Los fascistas se detendrán a meditar...