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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española.

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Ernest Hemingway

 (1899-1961)


Este escritor y periodista, personaje universal, influyó decisivamente en la literatura de ficción americana del siglo XX y sobre todo en la idea que quería dar de sí mismo  como aventurero impenitente, valiente, bebedor y mujeriego. Y realmente lo era, aunque a nuestro parecer, eso era lo menos importante de Hemingway, sobre todo por lo que respecta a España, tema que nos ocupa aquí. Hemingway siempre iba al fuego, pues necesitaba el fuego para sentirse bien consigo mismo. Un drama en realidad, que le quitaba gran parte del disfrute que la vida que llevaba podía darle. Resumiendo, acción o depresión.

Todo el mundo sabe que Hemingway era hijo de una familia de clase media, profesionales sin problemas económicos en un barrio de la periferia de Chicago que entonces era una gran ciudad. Sabemos que tenía una madre dominante a la que Hem siempre detestó, aunque parece que se parecían mucho en sus caracteres. Es sabido que Hem iba de fuerte por la vida debido a su espléndida constitución, y que practicaba toda clase de deportes disfrutando mucho si él era el protagonista. También era aficionado a la música, cosa que le venía de su madre que era profesora en esta materia. Aprendió periodismo en la propia escuela secundaria, donde se demostró precoz e imaginativo. El chico era muy completito. Dicen que Hem formuló su estilo novelístico a partir de las lecciones de periodismo que recibió cuando trabajó durante un breve tiempo en el Kansas City Star. Ya se sabe, lo breve y bueno, frases cortas y directas. Y en un leguaje tan sólido y positivo como su físico de adolescente deportivo. Y en efecto, casi de adolescente le dio por alistarse voluntario en la Cruz Roja que abrió banderines de enganche por todo USA, con motivo de la Gran Guerra europea.  Y así, tras pasar por Paris, una ciudad deslumbrante pero en guerra,  fue destinado al frente Italiano como conductor de ambulancias. Su primera misión le puso los pelos de punta, una fabrica de explosivos donde la mayoría de los trabajadores era mujeres, había explotado con innumerables victimas, cuyos cadáveres estaban desmembrados.

Hay relatores del personaje que aseguran que Hem y Dos Passos se conocieron en el frente Italiano, pues Dos Passos también se había alistado como voluntario de la Cruz Roja y destinado al frente italiano. Hem y Dos Passos se reconocerían mutuamente como dos de los mejores escritores americanos del siglo veinte, pero internamente siempre se detestaron pues cada uno de ellos veía lo malo de la personalidad del otro pero no lo bueno. Dos Passos pasaba por intelectual de izquierdas, pero a la hora de la verdad se posicionó como ferviente anticomunista. Y Hem, pasaba por un viva la virgen, pero a la hora de la verdad apoyó la causa republicana sin ambages.

 En el verano de 1918, encontrándose con su ambulancia en la línea del frente, un bombardeo lo hirió gravemente en ambas piernas, aunque gracias a su fortaleza, aún pudo rescatar a un soldado también herido. Durante su convalecencia, descubrió dos cosas: que no era inmortal, como demostraban los hechos (contra la opinión de todos los soldados novatos del mundo que creen serlo), y que le gustaban las enfermeras, y en concreto la suya, sobre todo si tienes 19 años y la enfermera es mayor que tú. ¿Puede un herido de guerra pedir más?

Pese a las promesas de amor eterno, y devuelto Hem a los Estados Unidos, la enfermera se casó con un italiano y nuestro protagonista recibió los primeros zarpazos del amor, mejor del amor propio, pues se sintió muy humillado. Y por ello abundó en el tema pues se casó cuatro veces. De ellas, tres abandonó él, pero en la más importante, con la periodista Martha Gellhorn, fue ella quien le abandonó harta de sus malos humores. El caso es que en de vuelta a casa del frente italiano, Hem se sintió un veterano, maduro y lleno de experiencias, ¡a sus veinte años! Y en realidad era verdad. Así que se puso a escribir convencido de que tenía el bagaje suficiente sobre un veterano que regresa a casa con el ala rota buscando la naturaleza para olvidar los miedos del frente. El cuento "El río de dos corazones" le sirvió para encontrar trabajo de periodista y hacer nuevas amistades. Alternando su vida entre su casa y Toronto, conoció a su primera esposa, Hadley que también era ocho años mayor que él. Dicen que le recordaba a su enfermera en Italia. Se casaron y se fueron para Europa, donde en Paris, Hem consiguió la plaza de corresponsal del Toronto Star.

En la capital francesa, Hem se relacionó con todo el mundo, y a todo el mundo le cayó bien aquel joven robusto recién casado en busca de gloria. La escritora Gertrude Stein le guió por las procelosas aguas del éxito literario en Paris, nada que ver con el resto del mundo a principios de los veinte. Ya Hem, bebía en abundancia por la época, pero también trabajaba como un burro cualquiera que fuera el tema para su periódico. Hasta se fue de corresponsal a la guerra greco-turca que se desató tras el derrumbe del imperio Otomano. También viajó por España como corresponsal deportivo interesado en el atún y la trucha. En uno de sus viajes y cuando su mujer subía o bajaba del tren en Paris, Hadley descubrió que había perdido la maleta más importante de Hem, aquella donde guardaba amorosamente sus manuscritos, la mayoría inéditos, de escritor en ciernes. Una catástrofe para cualquiera. Eran las navidades de 1922.

Regresaron a Toronto, y Hem, para compensar sus perdidas se puso a trabajar como un loco, consiguiendo publicar su primer libro. En Toronto se aburría, una ciudad estupenda, a un paso de los Estados Unidos, pegada a las cataratas del Niágara pero que no tenía lo que París. Así que se puso pesado y consiguió que la familia volviera a Francia. Ahora tenía un hijo. Allí, su ocupación principal fue la revista La Transatlántica, revista literaria. Se publicaron trabajos de los mejores, incluido su amigo Dos Passos y su antigua mentora Gertrude Stein. También publicó una de sus primeros relatos de éxito, "Campamento indio" donde su personal estilo recibió muchas alabanzas. En París también conoció al exitoso autor de "El gran Gatsby", Scott Fitzgerald, que le dejaría impresionado. Y como le pasó con Dos Passos, estableció una relación de amor-odio que es la que a veces se gastan los divos en sus relaciones. En Paris se aficionó a visitar España pues le fascinaban las corridas de toros. A Hem el drama de la vida y la muerte en el ruedo le venía al pelo. Sangre, riesgo, una bestia negra amenazadora pero que en fondo es un juguete en las manos del matador, que corre sus riesgos, pero menos. Clarines, caballos destripados, entrar a matar... Puro Hemingway. Y como colofón, los Sanfermines, los encierros, aquello era una Fiesta...

Y en 1926 publicó su primera novela de éxito, "Fiesta" cuyo borrador venía de sus experiencias taurinas en Pamplona. En sus personajes se incluían los veteranos en lo que Hem veía su famosa generación perdida. Pero todas las generaciones se pierden después de una guerra, en nuestro caso más que perdida fue desaparecida. Hem entró en amores con una escritora americana y católica de buena familia llamada Pauline Pfeiffer que tenía su aquel y Headly pidió el divorcio llevándose los réditos de la novela "Fiesta". Como Hem no escarmentaba se caso con Pauline y encima se convirtió al catolicismo, ¿sería una exigencia familiar? O es que a Hemingway le sedujo la coreografía vaticanista? Cosas veredes, Sancho. Una advertencia para el futuro, en la luna de miel, Hem se infecto de carbunco, antrax, suponemos que la del contagio leve. En su convalecencia, Hem preparó su próxima novela. Como Pauline quería regresar a los Estados Unidos, El amigo Dos Passos les recomendó una casa en Cayo Hueso en Florida, un sitio privilegiado pero con irritante tendencia a las tormentas y huracanes. Y allí tuvo un accidente domestico que le dejó una cicatriz en el rostro, nació su hijo y se suicidó su padre por problemas económicos. Pero escribió Adios a las armas, su mejor obra y la que le dio fama internacional. Volvió a Europa y pasó por Paris, naturalmente, y por España por trabajo pues quería escribir de toros. Entró en una vida sin problemas económicos y vivía entre Florida y el Oeste compartiendo excursiones con su amigo Dos Passos. Tuvo un accidente de coche y se rompió seriamente un brazo que le fastidió una año con continuos dolores. Aún así era una buena vida, con buenos amigos, buenas copas, lugares y bares de ensueño y otro hijo el tercero, y otro libro en el magín. Se fue de Safari a África, una buena inversión que le vendría bien para otras de sus novelas, como "Las nieves del Kilimanjaro". Parece que en África contrajo disentería amebiana y las pasó canutas. Pero esto no era motivo para dejar la acción y los viajes que le daban el oxigeno con el que escribía sus novelas. De vuelta a casa, se compró un barquito y a pescar grandes peces, y excursiones a sitios perdidos y viva la buena vida...

Pasada la primera mitad de los años treinta, Hem ya era un gran escritor profesional que se podía permitir el lujo de vivir de sus libros y sus colaboraciones con holgura. Y entonces estalló la Guerra Civil española tras el fracaso golpe militar. Toda América, todo el mundo, tenía puesto un ojo en la Guerra Civil española, y el otro en la Guerra chino japonesa. Ojos que se habían iniciado en esto de los conflictos provocados por potencias fascistas y totalitarias en Abisinia. Unos meses después de iniciada la GCe, hubo una reunión navideña en la casa de Hem en Cayo Hueso donde se decidió acudir a España. En ella estaba también su futura esposa Martha Gellhorn. En marzo de 1937, un poco tarde para ser periodista de guerra en España, y contratado por la agencia North American Newspaper Alliance. Hem llegó a Madrid. Pero la guerra le estaba esperando. Entre otros proyectos venía con el equipo del documental "Tierra de España" que dirigiría el holandés Joris Yvens y donde colaboraba también Dos Passos, quien al poco dejó la película y se enfadó con Hemingway por el asunto del fusilamiento de su querido amigo Pepe Robles (1).

Hem, encontró en España el equivalente a la Gran Guerra del frente italiano, pero sin obligaciones. El iba al frente, al fuego que se dice en la marina de guerra. Si tenía que disparar lo hacía, si tenía que enseñarle a un recluta el manejo de un mosin-nagant también lo hacía. Si había que comer comida enlatada, pues también. Siempre mirando por los intereses de la II República, siempre leal y sin reproches. En diciembre de 1937 escribió una obra de teatro, "La Quinta columna", justo antes de salir para casa. Volvió dos veces más. Estuvo en la ofensiva del Segre y en la batalla del Ebro, donde tuvo una actuación destacada cuando cruzando el río en una barca, creo que con Buckley y con Mathews, periodistas ingleses, la barca empezó a hacer agua y se salvaron gracias al forzudo Hem que se puso a remar como un loco y los salvo a todos.

De vuelta definitivamente a casa, se alejó del hogar y se fue para la Cuba de Batista instalándose por cuatro perras en el hotel Ambos Mundos de la Habana. Al poco llegó Martha y se fueron a vivir a una finca no muy lejos de La Habana. Finalmente se divorció de Pauline y se casó con Martha. En verano se iba a Idaho que estaba de moda, y en invierno a Cuba, dicen que rodeado de gatos y de botellas. Pero el caso es que escribió otro de sus grandes éxitos, "Por quién doblan las campanas" que inició con las deprimentes noticias que llegaban de España y terminó casi un año después. Fue un exitazo que recuperó su estatus de gran escritor, un poco perdido en sus corresponsalías y otras aventuras. Y hablando de aventuras, como a Martha le salió un trabajo en 1941 para China, Hem decidió acompañarla. China estaba muy lejos, ir y volver era una eternidad peligrosa, y no parece que les entusiasmara. Los comunistas no se dejaban ver con facilidad, los nacionalistas eran corteses pero desconfiados con un aire a lo Fu Manchú que no daba mucho para empatizar. El pueblo andaba a la supervivencia más extrema y no tenía fuerzas para mostrar el entusiasmo del pueblo republicano. Desde luego no era España. Prácticamente a su vuelta, Estados Unidos entró en guerra con Japón y Alemania. Hem reacondicionó su barco para convertirlo en un vigía de submarinos alemanes. La extrema derecha era muy abundante en Cuba. Se dice que había falangista españoles en la isla, y Hem quería ganar una batalla por la pobre República Española. Pero al final con Martha de corresponsal de guerra, Hem se fue a Londres donde conoció a la que sería su cuarta mujer, la periodista Mary Welsh. Hem y Martha tuvieron sus desavenencias a propósito de que Martha saliera para Europa de corresponsal. Hem se negó a a ayudarla para conseguir un pase de avión para la prensa y Martha tuvo que meterse en un mercante de un convoy de municiones que atravesó el Atlantico infestado de submarinos alemanes. Los devaneos de Hem con la periodista Mary Welsh fueron el colmo para la temperamental Martha, que, tras sufrir Hem un accidente de coche, una costumbre que tenía, le visitó en el hospital y le mandó a freír espárragos sin pestañear. Poco tiempo después Hem se casó con Mary Welsh. A continuación y casi sin reponerse asistió al desembarco de Normandía, aunque los mandos no le dejaron desembarcar con la tropa. ya en tierra y avanzando hacía Paris tras la derrota alemana de la bolsa de La Falaise, Hem se entendió con un grupo de la resistencia francesa de un pueblecito de las afueras de Paris. Y contraviniendo toda norma militar les condujo por el camino de la capital como si fueran soldados de infantería. El Ejército le detuvo con amabilidad y le dijo que eso iba contra la convección de Ginebra y que si los alemanes le apresaban le iban a pegar dos tiros y con razón. Hem alegó que solo les acompañaba como periodista y les aconsejaba a veces por su experiencia en España. Precisamente eso lo había hecho en España con la permisividad del Ejército Popular en cuestión de periodistas partidarios del gobierno. Pero tiene bemoles.

Estuvo en el Paris recién liberado por la novena compañía de la División Lecler (2), donde saludó a Gertrude Stein cuyas relaciones habían quedado muy frías. Se dice que alardeaba de haber sido el primero en Paris y hasta rendir al comandante general Von Choltitz. Pero esas cosas las decía cuando estaba de copas. Luego se dirigió al frente y estuvo en la batalla del bosque de Hurtgen una de las más sangrientas del frene occidental en diciembre de 1944. Tras dirigirse a Luxemburgo para estar presente en la ofensiva de invierno alemana de las Árdenas, enfermó de neumonía. Como ya no era un jovencito, las penalidades del frente que soportaba tan bien aparentemente, le pasaron factura y no pudo estar presente en la ultima ofensiva alemana de la Segunda Guerra mundial. Al termino de la guerra todas estas batallitas le proporcionaron además del aura de valiente, que ya lo era y ya lo había demostrado en otros conflictos, le proporcionaron además, la Estrella de bronce por sus meritos de corresponsal de guerra en primera línea.

En 1946 se caso con Mary Welsh y tuvo otro accidente de tráfico que le costó la rodilla, sus hijo Patrick también tuvo un grave accidente de tráfico, Mary tuvo un embarazo ectópico y encima en unas vacaciones practicando esquí se rompió ambos tobillos. No salían del hospital. La mala suerte se cebaba con él y con su familia, pero también su estilo de vida aventurero e imprudente. El paso a la madurez le trajo enfermedades achacables a sus excesos, obesidad, diabetis, hipertensión y alcoholismo y migrañas. Los amigos, además, algunos mayores que él, y mentores y protectores, iban muriendo, el propio Fitzgerald en 1940, y este le fue bajando la moral y a finales de los cuarenta Hem entro en crisis moral y física, lo que era del todo normal, no se podía llevar esa vida eternamente, los años pasaban factura.

En un viaje a Venecia se enamoró de una chica de 19 años y aunque no pasó a mayores provocó grietas en la relación con su mujer. Quiso plasmar esta pasión en literatura a su vuelta a Cuba pero le salió regular y recibió muy malas críticas. El cabreo que cogió le sirvió de impulso para, atrapando su capacidad de escribir como un burro, y en algo más de un mes tener listo el borrador de "El viejo y el mar", su mejor obra. A su publicación, la fama de Hemingway era ya estratosférica y sus obras se vendían como rosquillas. Dos años después recibió El Pulitzer de 1952.

En 1953 se presentó en España en los Sanfermines. La policía franquista no le molestó y Hem disfrutó mucho de la fiesta no dejando de anotar los profundos y deplorables cambios que se habían producido en la pacata y dictatorial España derrotada. Decidió irse a África de safari con su esposa Mary. El viaje fue un desastre. Tras contratar un avión para ver unas famosas cataratas desde el aire, el piloto embistió un antiguo poste de la luz y se dieron un porrazo monumental. El recibió heridas en la cabeza y ella, Mary se rompió dos costillas. Trataron de llegar a la capital, Entebe, en otro avión para revisión médica, pero este avión se incendió durante el despegue. Una grave conmoción cerebral y serias quemaduras en la cara y cabeza se añadieron a los daños anteriores. Ya en Entebe, la prensa internacional lo daba por muerto. Pero sólo Hem podía acabar con Hem, y tras dos semanas de convalecencia despotricando contra sus obituarios prematuros, decidió acompañar a su mujer a una excursión contra toda opinión médica. Pero la fatalidad que le venía acompañando desde el fin de la guerra, volvió a cebarse en sus carnes y sufrió un nuevo accidente con serias quemaduras en el cuerpo, las piernas y manos y rostro. Estaba hecho polvo y así se lo reconoció a la prensa su mujer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(1) Un republicano afiliado al POUM, habilitado como teniente-coronel que trabajaba en la embajada rusa de Valencia como traductor de ruso, acusado de pasarle información a la quinta columna, concretamente a un hermano militar escondido en Madrid. Que fue detenido legalmente, pero que fue ejecutado ilegalmente por alguna de las policías políticas de la República en guerra, o por agentes rusos, según otros. Detrás de este enfado muchos relatores de ambos personajes, Hem y Dos Passos, está el cabreo de Dos Passos con Hem por liarse con la periodista Martha Gellhorn en el Hotel Florida de Madrid, más si tenemos en cuenta que la mujer de Hemingway era íntima de Dos Passos. El caso es que la deriva progresista de Dos Passos terminó aquí, maldijo a la República y se fue con viento fresco convertido en un enemigo de la República y perdiendo su amistad con Hem. Las soterradas tensiones entre Dos Passos y Hem surgieron con mucha fuerza, Dos Passos se convirtió en un furibundo anticomunista y abominó de Heminway, este le respondió que era un "cagao" y que le tenía miedo a los bombardeos franquistas. Ambas cosas eran exageraciones, pero Hem, sin duda fue más justo con la República. Cuando el gobierno americano realizó actos tan o más reprobables con ciudadanos americanos, Dos Passos no salió al envite como cuando Saco y Vanchetti, en su juventud. Es lo que tiene el anticomunismo.

(2) Compuesta de españoles republicanos alistados en el Ejército francés en África.