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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española.

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Martha Gellhorn (1908-1998)

Esta grande del periodismo anglosajón es probablemente la corresponsal más aventurera que los tiempos conocieron en el siglo XX. Gellhorn, lo probó todo, lo dijo todo, luchó contra todas las injusticias y no se detuvo nunca hasta que llegada a esa edad donde el cuerpo se convierte en cartón piedra, no pudo soportarlo y con 90 años se suicidó. Un elegante forma de mandar a paseo la obligada visita de la muerte con la que la gran Gellhorn no tenía ganas de jugar al ajedrez. Que la Diosa Razón, materia reconvertida en materia, la tenga en su seno.

Martha Gellhorn había nacido en San Louis, Missouri, de una familia de clase media, de padre de origen judío y madre luterana activista y sufragista. Al terminar sus estudios, que no fueron nada específicos y que al parecer no terminó, decidió meterse a periodista publicando sus primeros artículos en el diario The New Republic. Al poco, sabiendo ya que quería ser corresponsal y correr mundo buscó trabajo en la United Press en Paris, como muchos de sus compañeros que empezaban su carrera. En Paris, y en especial en Europa, la emergencia fascista ponía los pelos de punta y concienciaba al más duro, así que nuestra heroína abogó por las causas de la humanidad y en especial por los movimientos por la paz. También trabajó para la casa Vogue que no desentonaba nada con su persona, siempre elegante, delgada y en forma. Marca de la casa. Este periodo europeo está reflejado en su libro, "Loca persecución" (What mad pursuit) de 1934.

De regreso a casa, amplió sus experiencias y sus conocidos. Viajó a Méjico y asistió al rodaje de la malograda película ¡Que viva Méjico! de Eisenstein. También entrevistó a Diego Rivera y probablemente conoció a toda la tropa que rodeaba a este pintor, empezando por la gran Frida Kalo. Después fue contratada por la administración Roosevelt para documentar los efectos de la gran depresión y ayudar  así a combatirla. En esta tarea ayudó a Dorothea Lange,  la fotoreportera de la vida cotidiana de la América afectada por la depresión del 29 y la crisis climática del Medio Oeste de 1930, el Dust Bowl. Los trabajos de ambas periodistas se incorporaron a los archivos oficiales del gobierno. Por este motivo fue llamada por Eleanor Roosevelt, y estas dos mentes preclaras fraguaron una gran y duradera amistad. Esta trabajo quedó reflejado en un nuevo libro que tituló "Los problemas que he visto" (The trouble I´ve seen) que publicó en 1936.

Hotel Florida en la Plaza del Callao de Madrid en los años veinte.

De vacaciones con la familia en Cayo Hueso conoció al escritor Ernest Hemingway que vivía por allí y andaba organizando un viaje a España pues los militares golpistas habían puesto en jaque a la República. Y en efecto se encontraron en Madrid en el hotel Florida que estaba el la plaza de Callao. Establecimiento donde se juntaron los más importantes corresponsales de la prensa internacional y donde Martha Gellhorn tuvo sus primeros amores con Hemingway y que tan mal sentaron a Dos Passos que era intimo amigo de la mujer (segunda) de Hemingway. Dicen que a Gellhorn le gustaba mucho Hemingway pero que no había manera de soportarlo como amante. También se hizo amiga del fotógrafo Robert Capa al que conoció en Barcelona en 1938 todavía afectado por la muerte de su compañera Gerda Taro. Gellhorn compuso una de las mejores crónicas del Madrid republicano sitiado por los franquistas y mira que las hubo buenas. Y también escribió otras crónicas desde Barcelona. Entre viaje y viaje vivía con Hemingway que no terminaba de divorciarse de su segunda esposa. En 1940 se casaron pero las cosas siguieron igual. Así mismo publicó el libro "Un campo herido" (A Stricken field). Gellhorn cubrió además otras guerras, China en 1941 con Hemingway, Europa en 1944. Y la Alemania ya vencida, donde visitó Dachau y asistió al los juicios den Nuremberg. En 1945 se separó de Hemingway que se lo tomó fatal haciendo declaraciones indignas sobre la intimidad de su ex-esposa.

Gellhorm también estuvo en Palestina a la proclamación del Estado de Israel. En los 50 se afincó en Roma capital declarando públicamente su repudio a la caza de brujas que se estaba produciendo en su país entre intelectuales, artistas y guionistas. Gellhorn siguió su vida trepidante que mantuvo mientras tuvo fuerzas. A los 90 años años, medio ciega, enferma y sin capacidad de movimiento, se suicidó.