S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
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Periodistas y corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española. |
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Jay Allen (1900-1972)
Algunos artículos e imágenes de Jay Allen Jay Allen es uno de los más famosos corresponsales americanos en Europa durante los años bélicos. Había nacido en 1900. Era hijo de abogado y estudio en Harvard. Empezó temprano (1924) a trabajar de corresponsal en Europa del Chicago Tribune, desde la capital de Francia, cubriendo entonces toda las crisis de la Europa de posguerra: El nacimiento de los fascismos, las inacabables crisis balcánicas, el nazismo, etc... Con la II República española, y entendiendo Allen, que era un momento decisivo para España, se trasladó en 1934, viajando por Extremadura, muy interesado en la reforma agraria, y en concreto en la contrarreforma del bienio negro. Sorprendido por la revolución de Octubre, un artículo para el Chicago Daily News narrando la represión gubernamental en Asturias le costó un disgusto con la policía española. Afortunadamente contó con la ayuda de su amigo y colega John T. Whitaker corresponsal del Chicago Daily News. La sublevación militar le pilló en España, concretamente en Málaga, y ni corto ni perezoso corrió a Tetuan para entrevistar a Franco (27 de julio). Algunos párrafos son estremecedores:
Hay que señalar, que Allen ya sabía lo que estaba pasando en la España rebelde, de ahí la pregunta que le hace a Franco sobre fusilar a media España, lo que probablemente ignoraba era la espantosa medida que alcanzaba esa represión. En Badajoz lo averiguó. Allen, entrando desde Portugal, describió las matanzas de Badajoz con cruda pasión. Sus primeras crónicas fueron censuradas pues escritas en Elvas el 25 de agosto, no llegaron al periódico. Advertido Allen de esta situación y consciente de la importancia de la crónica, se las apañó para hacer llegar la crónica de estos sangrientos hechos. La crónica de Allen alarmó tanto a su amigo John T. Whitaker que en septiembre, éste se presentó ante Yagüe y le preguntó si era verdad que habían sido asesinados varios miles de personas. Y el teniente coronel Yagüe respondió sonriendo:
La crónica de Allen sobre las matanzas de Badajoz, está actualmente considerada como paradigma de la información veraz y completa sobre el terreno, e inicia el largo camino del periodismo de guerra. Allen también consiguió otra entrevista sensacional, la del líder fascista José Antonio Primo de Rivera pocas fechas antes de su fusilamiento. El hijo de Primo de Rivera, enfrentado con su triste destino, olvidó, como todo quisque, la dialéctica de los puños y las pistolas, y se acercó a la reconciliación nacional, que personalmente tanto necesitaba, y que a marchas forzadas, Prieto trató de conseguir, principalmente por simpatías personales, segundo, porque odiaba los fusilamientos, legales o no, y tercero, porque consideraba que era más útil a la República, vivo que muerto. Lo cierto es, que Allen, periodista de pro, trató de no perjudicar a Primo de Rivera con su crónica, evitando las preguntas más comprometedoras.
Tras algunos trabajos para otros periódicos, Allen regresó a los Estados Unidos, donde buscó ayuda gubernamental para la II República. Al estallar la Segunda Guerra Mundial regreso como corresponsal americano a la Francia ocupada, aunque su verdadera tarea, consistía en ayudar a intelectuales, artistas y personalidades a escapar de la Francia Nazi. Fue detenido por la Gestapo y encarcelado, pero tuvo la fortuna de ser canjeado por la Cruz Roja en un intercambio de prisioneros. En 1942 desembarcó con el ejercito americano en el Norte de África afecto al departamento de Guerra Psicológica.
El periodista Jay Allen en la cárcel de Chalon en Francia en 1941 Tras la guerra, Allen, y viendo la deriva ultra conservadora que le acometía a su país, se retiró de la vida pública. El gran Allen, deprimido, sufrió varios ictus, muriendo en 1972. Que la diosa razón tenga en su seno a este héroe de la democracia y del periodismo de guerra. Notas.- (1) La historia de este funcionario judicial es harto curiosa. Se encontraba en Burgos de Secretario del Juzgado de Instrucción de la provincia, siendo además Decano del Colegio provincial de Secretarios Judiciales. Cuando estalló la rebelión militar. Villaplana, como se le conoce, era un conservador moderado y tenía esperanzas puestas en el golpe sobre todo en lo relativo al orden público. Desde su puesto pudo contemplar desolado como aquella rebelión era la de unos perros rabiosos que se cargaban a todo bicho viviente. Burgos fue una provincia muy cruel con los republicanos. Villaplana entró en crisis moral y decidió exiliarse. Para ello se procuró documentación en regla y atravesó la frontera en su vehículo. Desde allí pasó por Barcelona rumbo a Nueva York. Sus declaraciones y mitines cuajaron en un famoso libro de denuncia llamado "Doy Fe", donde denunciada con pelos y señales la represión de republicanos en la provincia burgalesa. En la actualidad precisa de algunas correcciones, pero en general es un testimonio desolador. |