S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
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1.1- Galería de personalidades y políticos republicanos en la GCe - De la A a la F - |
Enlaces |
Gabriela Abad Miró.
Gabriela en un mitin en la radio en 1937. Foto Antifafot. Biblioteca Digital Hispánica. Nacida en Alcoi, en 1913; fallecida en México (D.F.) en 1941. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Madrid. Dirigente de las Juventudes Comunistas del PCE y de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Militante del PCE, responsable de política de acción social del Comité de Madrid. Responsable de Acción Social del 5º Regimiento (1936-1937). Responsable de Acción Social del Socorro Rojo Internacional en Madrid (1938 - 1939). Secretaria del Comité del campo de Internamiento de Chateaubriad (Francia) en 1939. Amiga y colaboradora de Tina Modotti (1). Gabrielilla, como se la conocía, se exilió a México en 1939, donde murió de septicemia dos años después.
Fuente: Familia Abad Miró. Alcoy (País Valencia) 1) Responsable en España del Socorro Rojo Internacional y compañera de Vittorio Vidali, Comandante Carlos Contreras, comisario político del 5º Regimiento. |
Mario Abad Gutiérrez Poco sabemos de este miembro de las Milicias de Retaguardia de Madrid. Parece que fue Maestro Nacional pues pertenecía a la F.E.T.E. (Trabajadores de la Enseñanza) y concretamente a las milicias que esta organización creó en el verano de 1936. Fue agente dem tercera del Cuerpo de Seguriad. Se exilió a Francia yt estuvo concentrado en Argeles sur Mer. Fue procesado en rebeldía por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo en 1944 y declarado en rebeldía.
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Diego Abad de Santillán (Sinesio García Delgado)
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe) Nota de M.B.- Abad de Santillan fue uno de los mayores y más injustos detractores de Juan Negrín y propició varios falsos mitos sobre su gobierno.
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Amós Acero Pérez
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Aguirre con curas vascos. El del centro fue fusilado por los franquistas, pero ignoramos su nombre. José Adarraga Larburu. (1881-1936) Sacerdote guipuzcoano destinado en Hernani que al estallar la guerra civil prestó apoyo al gobierno autónomo del País Vasco. Hecho prisionero por los rebeldes y conducido a Ondarreta (San Sebastián) fue juzgado por un consejo de guerra, el cual le condenó a muerte y ordenó su ejecución.
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Ángel Agirretxe Goikoetxea Nacionalista vasco, fue director de la revista Jagi-jagi del movimiento mendigoxale (montañeros), que eran la expresión social del nacionalismo independentista escindido del PNV. Fue el primer comandante del batallón “Lenago il” (Antes morir), y durante la II Guerra Mundial comandante médico de las Fuerzas de la Francia Libre. En la foto es el de la derecha, el de la izquierda es Luis Arana, hermano de Sabino y fundador del PNV, y el del centro es Lezo de Urreiztiteta. Fuente: Felipe Peña
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Juan María Aguilar Calvo (1889-1948) Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, elegido en 1936 diputado a Cortes por dicha ciudad (Izquierda Republicana). Durante la guerra civil prestó apoyo a la causa gubernamental, exiliándose a Panamá al finalizar la contienda, donde fue profesor de la Universidad Nacional y en cuyo país residió hasta su fallecimiento.
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José Antonio Aguirre Lecube
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe)
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Artemi Aiguader i Miró
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Jaume Aiguader i Miró
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Gregorio Aineto Bosque Afiliado a Izquierda Republica y viajante de comercio, se integró en las Milicias de Carabanchel alcanzando el grado de capitán de milicias. Fue detenido al final de la guerra y tras pasar por varias prisiones salió en libertad condicional. Posteriormente fue condenado a doce años que quedaron en prisión domiciliaría, siendo indultado en 1949.
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Felipe Alaiz
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Manuel Albar Catalán (1900-1955)
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Francisco Albert Reigada De una familia gallega afincada en Madrid. Era del gremio confitero. Pertenecía al Partido Socialista. Se alistó en la Brigada Atadell de las Milicias Populares de Investigación, donde oficiaba de cocinero en el local donde se acuartelaba la Brigada. Pasó luego al Comité Provincial de Investigación Pública, y a la huida de Atadelll, fue alistado a las Milicias de Vigilancia de Retaguardia y posteriormente al Servicio de Inteligencia/Información Militar (SIM). Reigada puede decirse que hizo todo el recorrido de los organismos de represión republicanos en Madrid. No pudo huir, aunque probablemente lo intento por Alicante. Detenido, fue acusado de decenas de muertes. Los franquistas consideraban viles asesinatos el que la Republica fusilara a traidores, espías y saboteadores de la quinta columna. Esta consideración no se le aplicaban a sí mismos. Reigada fue fusilado contra las tapias del cementerio del Este el 13 de julio de 1940. Era el mayor de los hermanos Albert Reigada. Tenía 39 años el día de su muerte.
Isidro Albert Reigada (-) Era obrero especializado militante de la CNT y se incorporó voluntario a las Milicias Populares. Terminó la guerra de comisario político en la 136 Brigada Mixta al sustituir a Rafael Sanz Lapis, que era del PSUC y por tanto anticasadista. Los franquistas lo condenaron a muerte, pese a haber salvado a paisanos suyos, de Quero (Toledo), pero al parecer los informes que llegaron de su pueblo le acusaban de la detención de un derechista, que posteriormente fue fusilado, aunque sin intervención de Albert. El caso es que le fue conmutada la pena a 20 años y cinco años después salió en libertad condicional.
Mariano Albert Reigada Hermano del anterior era ebanista y miembro de la CNT madrileña. Fue comisario político de la 98 Brigada Mixta. Probablemente detenido en Alicante junto a sus hermanos, fue fusilando en las tapias del Cementerio del Este el 27 de abril, unos meses antes que su hermano Francisco. Tenía 26 años y era el menor de los tres hermanos.
Jesus Albert Reigada Hermano de los anteriores. Era marmolista, y también fue fusilado contra las tapias del Cementerio del Este. Tenía 29 años
(De cuatro hermanos fusilaron a tres) |
Gervasio Albisu Vidaur (1871-1936). Coadjutor de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora en Rentería (Guipúzcoa) que durante la guerra civil prestó apoyo al Gobierno autónomo del País Vasco. Hecho prisionero por los nacionalistas a las pocas semanas de producirse el alzamiento, fue acusado de separatismo, lo cual, al parecer, fue motivo suficiente para que la autoridad militar ordenase su inmediato fusilamiento sin previa formación de causa, no obstante la fama que gozaba de ser un sacerdote ejemplar.
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Álvaro de Albornoz y Liminiana.
Gordón Ordax, Indalecio Prieto y Álvaro de Albornoz
(1878-1954). Abogado asturiano afiliado al partido Republicano Radical, por cuya organización política fue diputado a Cortes en la monarquía de Alfonso XIII. Perseguido por sus ideas políticas durante la dictadura del general Primo de Rivera, en 1929 fundó, junto con Marcelino Domingo, el Partido Radical Socialista. Autor de algunos libros, entre los que destaca el ensayo titulado El partido republicano, y colaborador de la prensa diaria de mayor circulación: La libertad, El liberal, etc. En agosto de 1930 suscribió, con otros políticos, el llamado Pacto de San Sebastián; formó parte, a continuación, del comité revolucionario que preparó el advenimiento de la República, motivo por el cual fue reducido a prisión en unión de otros firmantes del mencionado pacto. Ministro de Fomento en los gobiernos provisionales de la República presididos por Alcalá-Zamora y Manuel Azaña. Más tarde, ministro de Justicia en un gabinete presidido por el citado Azaña. Presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales. Diputado por Oviedo en las Cortes constituyentes (Partido Radical Socialista). Reelegido, también por Oviedo, en las elecciones de 1936 (independiente). El mismo día que estalló la guerra civil fue nombrado embajador de España en Francia, donde gestionó, con escaso éxito, la ayuda de este último país al Gobierno republicano. Al terminar la contienda se exilió a México, donde falleció. Había presidido uno de los gobiernos republicanos en el exilio y desarrollado una gran actividad internacional contra el régimen franquista, formando parte de la Junta Española de Liberación. En 1941 fue condenado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo "como convicto de pertenecer a la Secta."
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José Alcalá-Zamora y Castillo
En la imagen, José Alcalá-Zamora, con Pasionaria, tras ingresar en el Partido Comunista a principios de 1937
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Luis Alcalá-Zamora y Castillo
Los hijos menores de Alcalá-Zamora en un reportaje aparecido en la presa republicana. |
Niceto Alcalá-Zamora y Castillo
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Niceto Alcalá-Zamora y Torres.
(1877-1949). Abogado. Miembro, desde su primera juventud, del Partido Liberal Monárquico. Letrado del Consejo de Estado. Profesor auxiliar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid. Durante muchos años, diputado a Cortes por el distrito de La Carolina (Jaén). "Cacique contumaz", según lo definió Mella. Llamado, despectivamente, el Botas, por usar habitualmente este tipo de calzado. Director general de Administración Local. Subsecretario de Gobernación. Ministro de Fomento. Representante de España en la Sociedad de Naciones. Ministro de la Guerra. Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación v miembro de la Real Academia Española. Transigió, en un principio, con la dictadura del general Primo de Rivera, aunque, puco tiempo después de caer ésta, en un discurso pronunciado en Valencia (abril de 1930) se declaró abiertamente republicano, suscribiendo el llamado Pacto de San Sebastián en representación de la Derecha Liberal Republicana, lo que influiría no poco para que, en abril de 1931, muchos elementos burgueses y conservadores votasen a favor de la República. A finales de 1930, siendo presidente del comité que preparaba el advenimiento del nuevo régimen conocido por el nombre de Comité Revolucionario— fue detenido y encarcelado, siendo condenado, junto con otros prohombres republicanos, a seis meses de prisión, aun-que todos los encausados fueron puestos en libertad en el momento mismo en que concluyó el juicio. Al proclamarse la República, en abril de 1931, fue elegido presidente del Gobierno provisional —Gobierno que asumió todos los poderes del Estado tras la huida de Alfonso X111—, puesto del que dimitió al discutirse en el Congreso de los Diputados el articulo 27 de la Constitución, que prohibía que las órdenes religiosas se dedicasen a la enseñanza, autorizaba la nacionalización de los bienes de dichas órdenes y acordaba la disolución de la Compañía de Jesús y la expulsión de sus miembros, todo lo cual pugnaba con su condición de católico convencido y practicante. En diciembre del mismo año, dos días después de haberse aprobado la Constitución —que, en su articulado, recogía todos aquellos principios que tanto le contrariaron mientras se discutían en el Parlamento—, fue elegido primer presidente de la II República española, cargo del que fue depuesto por las Cortes el 7 de abril de 1936, tras ser acusado de haber rebasado las facultades que la Constitución confería al jefe del Estado. Al estallar la guerra civil se hallaba en el extranjero realizando un viaje de recreo en unión de su familia, y optó por no regresar a España ni apoyar a ninguno de los dos bandos contendientes, no conociéndosele otra intervención política durante la contienda que la de demandar a su consuegro, el general Queipo de Llano, que interviniese en favor del general Batet, condenado a muerte por los nacionalistas y ejecutado poco tiempo después. Al final de su citado viaje vivió algún tiempo en París, Pau y Marsella, en cuyo puerto se embarcó, ya en plena segunda guerra mundial, con rumbo a Buenos Aires, adonde llegó 236 días después, y en cuya ciudad residió hasta su fallecimiento. Tras la restauración de la monarquía en la persona de Juan Carlos I, sus restos mortales fueron trasladados a España. Durante su estancia en la República Argentina, que se desenvolvió en un ambiente rayano en la pobreza, desarrolló una callada labor intelectual, pronunciando conferencias v colaborando en los periódicos y revistas de mayor circulación de Buenos Aires. Autor de numerosos libros sobre cuestiones jurídicas y otros diversos temas, entre los que cabe señalar El Poder en los Estados de la Reconquista, Los intentos del pacifismo contemporáneo, El Derecho y sus colindancias en el teatro de D. Juan Ruiz de Alarcón, Reflexiones sobre las Leyes de Indias, Régimen político de connivencia en España, La oratoria española, Figuras y rasgos, El pensamiento de «El Quijote» visto por un abogado, Dudas y ternas gramaticales, La guerra civil ante el Derecho Internacional, Los protagonistas en la vida y en el arte, etc. Autor, asimismo, de un libro titulado Memorias (Segundo texto de mis Memorias) las primeras, según testimonio del propio Alcalá-Zamora, le fueron sustraídas durante la guerra civil por orden de las autoridades republicanas (Largo Caballero, Ángel Galarza y Santiago Carrillo, entre otros) de la caja de un banco en el que se hallaban depositadas, publicadas por Ed. Planeta, S. A., Barcelona, 1977. Miembro de la Real Academia Española.
Alcalá Zamora con sus compañeros del Gobierno Provisional en abril de 1931
Sentados, Alvaro de Albornoz, Victoria Kent y Alcala-Zamora. Detrás Largo Caballero, Jiménez de Asúa y Álvarez del Vayo, en Madrid en 1932.
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe) |
Mariano Aldabe rebullida Era redactor de Castilla Libre y sólo sabemos que fue condenado a muerte y posteriormente conmutada la pena por treinta años. (1)
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Bruno Alonso González.
(1) ¡Vaya manera de comportarse! Con la excusa de que la flota era diariamente bombardeada, como si en las trincheras del Ebro o en Barcelona capital no bombardearan todos los días, con esa excusa, digo, la colección de paniaguados en que se había convertido una gran parte del personal de la flota y de la base de Cartagena, se fugaron contraviniendo todas las órdenes recibidas y Bruno Alonso fue determinante en esta decisión que roza la traición casadista. |
José Alonso Mallol
(1) Cortesía M. Blacksmith. |
Plácido Álvarez-Buylla y Lozano. Asturiano nacido en 1885. Diplomático y político republicano afiliado a Unión Republicana que durante la monarquía de Alfonso XIII desempeñó diversos puestos en el extranjero. Al proclamarse la República fue nombrado director general de Marruecos y Colonias, cesando en dicho cargo tras el triunfo electoral de las derechas, en 1933. Ministro de Industria y Comercio en sendos gabinetes presididos por Manuel Azaña, Diego Martínez Barrio y José Gira]. Durante la guerra civil volvió a la carrera diplomática, desempeñando el cargo de embajador de la República en Uruguay y en Francia. Falleció en París antes de que concluyese la contienda.
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Santiago Álvarez Gómez
Necrológica publicada en el País de 1 de mayo de 2002 de Santiago Álvarez: Con Santiago Álvarez, fallecido anteayer en un hospital madrileño a consecuencia de una neumonía, desaparece uno de los grandes luchadores antifascistas del siglo XX europeo. Nacido en San Miguel de Outeiro (Valdeorras, Ourense) el 11 de febrero de 1913, desde muy joven estuvo con todos los intelectuales que vinieron al mundo no sólo para estudiarlo, sino también para transformarlo. Con pocos y pobres estudios primarios, Santiago Álvarez, llevado de su curiosidad intelectual, siempre alerta, percibió ya a los 18 años que la República de 1931 era el régimen político más idóneo para luchar contra los privilegios que la Monarquía defendía, y no tardó en percibir -intuición de humillado lúcido- que el socialismo (el socialismo sin adjetivos, salvo los humanistas) era la única música moral concorde con la causa universal del progreso. Ya en el verano de 1936, días después de la gran sublevación reaccionaria, Santiago Álvarez, con la entusiasta colaboración del diputado galleguista Castelao, organiza las Milicias Populares Gallegas, constituidas, en parte, por campesinos gallegos que habían ido a Castilla a segar trigo ajeno. Castelao y Álvarez les hicieron ver, con su oratoria, simple y rigurosa a la vez, que la causa de aquellos humildes segadores era la de la República del Frente Popular. Estamos convencidos de que, de conservarse aquellas alocuciones, constituirían, como piezas "literarias", un capítulo del discurso universal contra la injusticia. Santiago Álvarez, campesino y segador en su primera juventud, fue, en la guerra de España, muy joven, un comisario político querido por muchos y respetado por casi todos. Ya en el exilio trabajó por la causa comunista en Francia, Cuba y otros países. En 1945, clandestino en Madrid, cae en las garras de la policía de Franco. No hay hipérbole: aún hoy los calabozos de la Dirección General de Seguridad recuerdan el horror de la tortura infligida a Santiago Álvarez durante tres días y tres noches. No cantó. Ya en la prisión de Logroño, estuvo aislado en celda -la número 8- de 1946 a 1951, situación inhumana que no le enloqueció ni le rompió, porque, consciente del peligro, se sometió a un régimen severo de lecturas, todas las que eran posibles en el duro sistema penitenciario franquista. Lector de Cervantes y de Homero, de algunas obras de Shakespeare y de todo Fray Luis de León, era un gozo oírlo hablar del Quijote, de Tirso de Molina o de la Historia de España de Rafael Altamira, que fueron sus universidades en la celda número 8 de la prisión de Logroño, y también su salvación... Santiago Álvarez fue, desde su fundación en 1968, secretario general del Partido Comunista de Galicia. En los últimos 15 años, este luchador, este revolucionario, se dedicó, no a hacer la historia -consciente del paréntesis en que estamos-, sino a escribirla. Ahí están, entre otros estudios y libros, los seis volúmenes de sus memorias (Ediciós do Castro), fundamentales para entender el proceso político español de 1931 a 1980. Páginas hay que fueron escritas por quien no es ajeno al ejercicio literario. Sus cenizas laicas serán enterradas en Madrid hoy, día 1 de mayo de 2002, en su día. XESÚS ALONSO MONTERO, catedrático de Lengua y Literatura Gallega. |
Segismundo ("Segis") Álvarez.
Fuente: Fernando Hernández Sánchez |
Ramón Álvarez Palomo
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Basilio Álvarez Rodríguez
Caricatura del cura Basilio Álvarez por Ramón Suárez Picallo
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Julio Álvarez del Vayo.
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe) |
Juan Ambou
Cartel de Juan Ambou encabezando la candidatura del PCT en Asturias durante las primeras elecciones libres.
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Manuel Amil Barcia. (Santiago de Compostela ? -Pontevedra 1972). Algunas fuentes escriben García como segundo apellido. De origen gallego, participó en las milicias de Cipriano Mera. Secretario de la Regional de Galicia de la CNT. Pasó muchos años en prisión. Era de temperamento sanguíneo y animoso, cualidades que le sirvieron para revitalizar la CNT clandestina durante el franquismo.
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Juan Andrade Rodriguez (1898-1981)
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Daniel Anguiano Mangado
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Mariano Ansó Zungarren (1899-1981). Abogado y político navarro que defendió ante los tribunales de Justicia a los líderes anarquistas Juan García Oliver y Aurelio Fernández —que durante la guerra civil desempeñarían, respectivamente, la cartera de Justicia y la jefatura de los servicios de Orden Público de la Generalidad de Cataluña—, acusados de haber intentado asaltar el Banco Hispano Americano de Pamplona. Alcalde de la citada ciudad al proclamarse la República y diputado a Cortes por Navarra en 1931 (Acción Republicana) y por Guipúzcoa en 1936 (Izquierda Republicana). Al estallar la guerra civil permaneció fiel al Gobierno legalmente constituido, desempeñando la subsecretaría de Justicia y, posteriormente, dicha cartera ministerial en sendos gabinetes presididos por Juan Negrín. Al finalizar la contienda se estableció en Francia y en Suiza, donde permaneció durante muchos años. Según sus propias palabras, «después de largos años de exilio, en diciembre de 1956 tuve el honor de poner en manos del Gobierno del general Franco toda la documentación relativa al depósito de oro español en Rusia». Poco tiempo después fijó su residencia en España, donde permaneció hasta su fallecimiento. Autor, entre otros trabajos, del libro titulado: Yo fui ministro de Negrín (Ed. Planeta, Barcelona, 1976).
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Francisco Antón Sanz
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David Antona.
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Graciano Antuña
Fuente: Asturias 1934. P.I. Taibo II
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Luis Araquistaín y Quevedo.
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe)
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Carlos Arias Esperanza (1915-1984). Licenciado en Filosofía y Letras y político gallego, cofundador, junto con Lorenzo Varela y Angel Fole, de un movimiento político representativo de la izquierda de su región natal. Durante la guerra civil prestó apoyo a la causa republicana y participó en numerosas operaciones militares de la contienda —entre ellas, la defensa de Madrid— como oficial del ejército. Ya en la paz actuó en la clandestinidad contra el régimen franquista, siendo detenido en numerosas ocasiones. |
Fernando Arias Parga
(1) Esto está profusamente descrito y no es un invento. Fue moneda corriente y ha generado multitud de controversias y anécdotas, como el famoso gazapo secreto que los verdaderos autores sigilosamente colocaban en el texto como carga de profundidad para futuros ajustes de cuentas. Se dice que en la actualidad algunos escritores "negros" que escriben los libros de gentes importantes siguen practicando este gazapismo justiciero. |
José Joaquín Arín Oyarzábal (1875-1936). Sacerdote vasco, cura ecónomo y arcipreste de Mondragón, de notoria y reconocida piedad, que tras la ocupación de Guipúzcoa por las tropas que mandaba el general Mola fue hecho prisionero por éstas, siendo entonces acusado de separatista, por lo que fue reducido a prisión en Ondarreta (San Sebastián), de donde fue sacado poco tiempo después y fusilado sin formación de causa, en unión de otros sacerdotes y seglares. En opinión del obispo de Vitoria, Mateo Múgica, "mejor habrían hecho Franco y sus soldados besando los pies de este venerable sacerdote, que fusilándolo".
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Antonio Ariño Ramis
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José Ariztimuño Olaso “Aitzol”
Fuente: Felipe Peña. |
Aurora Arnáiz Amigo.
José Cazorla y Aurora Arnáiz
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Domingo Ascaso Abadía
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Francisco Ascaso Abadía
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Joaquin Ascaso Budría (1907-1977)
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Juan Manuel Astigarrabia Andotegui Político vasco, carpintero de oficio, fundador en 1935 del Partido Comunista del País Vasco, en el que ocupó el cargo de secretario general. Un año después, iniciada ya la guerra civil, desempeñó la cartera de Obras Públicas en el Gobierno autónomo vasco que presidió José Antonio Aguirre y más tarde, cuando las tropas nacionalistas estaban próximas a Bilbao, fue nombrado miembro de la Junta de Defensa de dicha ciudad. En 1937 fue expulsado del citado partido, acusado de hacer una política seguidora del nacionalismo vasco en detrimento de los ideales y fines perseguidos por los comunistas. «Nos ha salido con la ideita —escribe sobre él, Mijail Koltsov— de que el Partido Comunista de Euzkadi no es una parte del Partido Comunista de España, sino que mantiene con él meras relaciones fraternales». La expulsión del PCE fue compuesta según la liturgia oficial de entonces, con una dura y humillante autocrítica, cargando con todas las culpas de la derrota y con los ataques de Monzón y Ormazábal, ninguno de los dos era angelitos. Ayudado por el PNV, se exilió a Francia y posteriormente a Centroamérica. Nunca abandonó sus ideas progresistas y con el triunfo de Castro en Cuba, se pasó a la isla para ayudar en lo que pudiera. Cuando Carrillo cuelga la servidumbre al PCUS, se abre un periodo en que se trata de recuperar antiguos comunistas maltratados por el PCE. Se le ofrece a Astigarrabia, "Asti" un puesto honorario en el Partido Comunista de Euskadi. De regreso a España, siguió a Lertxundi cuando la mayoría del partido se integró en Euskadiko Ezkerra.
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Emilio Ayensa Nació en el año 1900. Hijo de una familia de periodistas (su padre Emilio Ayensa Ferro había sido redactor de «La Correspondencia de España» y de «El Debate» y Alfonso, su hermano, fue también redactor de «El Liberal» y de la agencia «France Press»). Emilio hijo, además de redactor fue también director de «El Liberal». Fue autor de varios libros, entre los que se encontraba «YO NO MEREZCO SER MINISTRO DEL REY, NI GOBERNANTE EN ESPAÑA , VISTA DE LA CAUSA SEGUIDA CONTRA EL SEÑOR SÁNCHEZ GUERRA». Fue un destacado militante y activista republicano. Tras la derrota pudo exiliarse a Méjico. En sus inicios en el país americano, Ayensa tenía problemas económicos y de audición. En este exilio, su audífono -adquirido en París- fue reparado en 1942 con cargo a la Junta de Auxilio a los republicanos españoles (JARE) por el costo de 114 pesos, según reza una página del archivo Esplá. Ayensa editó en Méjico la revista veracruzana «Rumbo». Murió en el país azteca en 1960.
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Manuel Azaña Díaz.
Cuadro del Sr. Presidente de la II República, Manuel Azaña, pintado por López Mezquita y depositado en la Hispanic Society de Nueva York (1880-1940). Político, escritor y presidente del Ateneo de Madrid. Fundador y dirigente de los partidos Acción Republicana e Izquierda Republicana. Ministro de la Guerra (de abril a octubre de 1931) y jefe del Gobierno (de octubre de 1931 a septiembre de 1933). Uno de los principales artífices de la coalición de izquierdas o Frente Popular, cuyo triunfo electoral en febrero de 1936 lo llevó de nuevo a la jefatura del Gobierno, pasando en mayo del mismo año a ocupar la presidencia de la República, en la que se mantuvo hasta febrero de 1939. Renunció al cargo en circunstancias trágicas. Era partidario de obtener una paz honrosa. Gran escritor. Sus ensayos de crítica son sus mejores páginas. El 4 de noviembre de 1940 fallecía en Montauban (Francia). Sus restos contra toda lógica permanecen en Francia y no en Alcalá de Henares. Eso lo dice todo sobre este país.
Nota: Sí que es significativo que en la transición se trajeran al país los restos de Alfonso XIII y los de Alcalá Zamora (dos Jefes de Estado) y que Azaña (que también fue Jefe de Estado), siga enterrado en el Extranjero. Nota 2: Hemos encontrado en la lista Tinet este pequeño análisis de Maribel a propósito de Azaña: Estimados compañeros: Vaya por delante que a mi entender Azaña es posiblemente el político español más clarividente del siglo XX. A pesar de ello, y a pesar también de que yo suelo citar mucho sus memorias en esta lista, Azaña es también un personaje multifacético donde sus características personales en muchos casos aparecen como contradictorias. Es cierto que hay pocas autocríticas del lado franquista. Yo solo conozco unas realmente sinceras, las memorias de Ridruejo. Esto es porque generalmente los vencedores no hacen autocrítica, y aún menos cuando lo único que se puede contar es muerte, muerte, y muerte. No obstante este argumento, siendo cierto es débil, porque elude el debate de fondo, y sobre todo, porque ni los diarios de Azaña ni la Velada de Benicarló son una autocrítica. Azaña era un individuo al que su extraordinaria inteligencia racionalista, le hacía ser muy soberbio y creerse siempre en posesión de la verdad, aunque no lo manifestase con agresividad, sino con desdén. En sus escritos, hay sobre todo críticas a sus compañeros de bando por no hacer lo que él hubiera hecho o les haya dicho que hicieran. Cuando se publicaron las Memorias de Azaña a finales de los años 60, Max Aub sintió una "terrible impresión" por lo beligerante y despreciativo que era con quienes no eran sus amigos. Era un hombre de pocas filias (Casares, Giral, Ossorio, Cipriano, Prieto durante la guerra...) e incontables fobias (la mayor: Negrín). En este aspecto Azaña es uno de esos odiosos personajes que todos conocemos que no se quitan el "ya lo decía yo". Unas cosas las decía, y otras cosas decía que las decía pero no las decía. El Azaña político (el Garcés de la Velada) provenía del liberalismo francófilo de la Ilustración: Mucho racionalismo, mucha democracia, mucho Estado bien organizado y mucha reforma desde el poder (una especie de Revolución Burguesa dirigida desde arriba con retraso de casi un siglo). En sus propias palabras, sus instrumentos de poder eran "los votos y las razones". Es el mismo que ingenuamente, en 1937 sostiene que hay que llegar a un arreglo con el enemigo basado en dos premisas "Paz y República" siendo negociable todo lo demás. El Azaña intelectual (Morales en la Velada) es aquel Azaña del que decía Unamuno: "no hay nada más peligroso que un escritor sin lectores". La tesis de Azaña (del intelectual, no del político) es que los problemas de España son de orden psicológico, ya que somos portadores de la violencia fratricida en nuestro inconsciente colectivo "los españoles llevamos la violencia en las entrañas", aunque él no se aplica a si mismo la frase "Alguien tendrá que comenzar a resolver problemas sin fusilar a nadie. Comenzaré yo mismo". Dicha tesis, proveniente del psicoanálisis, queda muy plástica, pero es relativamente fácil de desmontar. Varios autores han establecido las raíces del conflicto en el antagonismo feroz de quienes no estaban dispuestos a perder ni un solo privilegio (sobre todo económicos), y los que no confiaban en que la democracia fuese un sistema suficientemente eficiente y veloz en reformar y concederles lo que les había sido negado durante generaciones. El momento en el tiempo coincide con la aparición de los grandes movimientos políticos de masas, negadores del concepto de individuo, y casi también del de sociedad. Visto desde la perspectiva de hoy, lo que asombra es que la República Democrática durase lo que duró. El Azaña político desdeñaba la economía, que casi siempre está en el núcleo de los problemas políticos. El Azaña intelectual pensaba que el modo de arrancar "la violencia de las entrañas" a los españoles era mediante la Cultura. Azaña, como su amigo Prieto, nunca pensó que la guerra se podía ganar, aunque conservó esperanzas hasta el otoño de 1937 de que la guerra se podía "no perder" y llegar a un arreglo razonable, donde las potencias Europeas presionasen a Franco para suspender hostilidades y entablar negociaciones (algo parecido a la ex-Yugoslavia de los años 90). Recordemos que la Velada de Benicarló se escribió en Barcelona, en la primavera de 1937, antes de los "Hechos de Mayo". |
Justino de Azcárate y Flórez.
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe)
(1) La famosa tercera España, que se exilió en primera clase. Este es un asunto muy manido. Muchísima gente que en absoluto simpatizaba con el estado de cosas que dislocaron a la II República tras la rebelión militar, muchísima gente, insisto, se quedó para cumplir con su deber con el gobierno legítimo. A muchos de los terceristas se les vio el plumero en la posguerra, no dudando en regresar tempranamente a España, aunque hubiera que practicar relamidas genuflexiones. ¡En fin! |
Pablo de Azcárate y Flórez.
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Santiago Aznar Sarachaga.
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Mauro Bajatierra Morán
Con la llegada de la Guerra Civil, Bajatierra, como corresponsal de los diarios CNT, Solidaridad Obrera y la revista Estampa, acude a todos los frentes, ganado pronto fama por sus crónicas realistas y hasta desenfadadas, un estilo que fue muy imitado, quizá excesivamente, y que hacía que los reporteros buscaran siempre la nota curiosa y la imagen graciosa. Estilo que posteriormente sacado de su contexto ha sido utilizado por algunos historiadores pro franquistas para desprestigiar sutilmente a los milicianos. Cuando cayó Madrid, un pelotón de falangistas acudió a su casa para prenderle. Bajatierra se defendió a tiros hasta que fue muerto. Los franquistas adujeron que había muerto de un ataque al corazón. Desde luego, de un ataque de balazos al corazón...
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Isidro Bajo Mateos
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Benjamín Balboa López.
(1901-1976). Oficial de 3.a clase del Cuerpo Auxiliar de Radiotelegrafistas de la Armada y destacado masón que al producirse el alzamiento militar de julio de 1936 desempeñó un importantísimo papel en el desarrollo de los acontecimientos que tuvieron lugar en la estación de radio o centro de comunicaciones que la Marina tenía instalada en la Ciudad Lineal de Madrid, desde la cual, mediante la TSH y utilizando el sistema Morse, se establecían todas las comunicaciones con las bases navales y los buques de la flota. Aunque existen diversas versiones sobre cómo se produjeron tales hechos, parece fuera de toda duda que el citado radiotelegrafista, sobre las 6.30 de la mañana del día 18 de julio, captó un mensaje del general Franco, transmitido desde Tenerife y dirigido al jefe de la Circunscripción Oriental de África (Melilla), que decía: «Gloria al heroico Ejército de África. España sobre todo. Recibid el saludo entusiasta de estas guarniciones, que se unen a vosotros v de-más compañeros Península en estos momentos históricos. Fe ciega en el triunfo. Viva España con honor. General Franco.» Momentos después volvió a detectar otro radiograma con el mismo texto e idéntica firma, dirigido «al general jefe de la 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª, 7ª y 8.a División Orgánica, en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Burgos, Valladolid y La Coruña; al comandante militar de Baleares; al general jefe de la División de Caballería, en Madrid; al jefe de la Circunscripción de Ceuta y Larache; al jefe de las fuerzas militares de Marruecos y a los almirantes jefes de las bases navales de El Ferrol, Cádiz y Cartagena». Todavía captó un tercer mensaje, transmitido desde la base naval de Cartagena, que terminaba con la orden de «cúrsese a las guarniciones» y que despertó aún más sus sospechas. «La indignación que le produce el hecho en sí —escribe Daniel Sueiro en La Flota es roja, Ed. Argos Vergara, S. A., Barcelona, 1983—, se acrecienta en Balboa ante la descarada pretensión de los sublevados de servirse de ellos y utilizar nada menos que la vía oficial para propagar el alzamiento y levantar a los cuarteles v demás dependencias militares de Madrid; y, sobre todo, le duele que sea un compañero el que, desde la estación de radio de Cartagena, esté dando curso a tales mensajes. Obedeciendo al primer impulso, con el texto de la circular de Franco garra-pateado en una hoja que sostiene nerviosamente en la mano, pulsa el entrecortado reproche que quiere hacer llegar al radiotelegrafista de Cartagena: ... no hagas eso, compañero.... no transmitas esa circular..., no te das cuenta de que es un acto de subversión... La respuesta quiere ser una justificación y es una llamada angustiosa por parte del auxiliar de radio, Albiol, que Balboa sabe captar: estaba cumpliendo órdenes superiores, de jefes que en ese momento le rodeaban en la misma estación de radio. Y la circular no solamente había sido transmitida ya a Madrid, sino también a la base de Mahón. Sin perder más tiempo, Benjamín Balboa corre a uno de los teléfonos, cuidándose de no utilizar el que estaba conectado con el domicilio del jefe de la estación, el capitán de corbeta Cástor Ibáñez Aldecoa, sin duda al pie del aparato en sus habitaciones, a la espera de aquella noticia. Saltándose así a su jefe inmediato, por las buenas razones que él tiene para hacerlo, se pone al habla con el jefe de la secretaría del ministro de Marina, el teniente de navío Prado Mendizábal, al que lee por teléfono el texto lanzado por Franco. Prado copia rápidamente las palabras que Balboa le dicta y antes de colgar y pasárselas a su ministro, Giral, le indica al auxiliar radiotelegrafista que, por su parte, pase a limpio la circular y se la envíe con toda urgencia y en sobre cerrado y personal al ministro de la Guerra y presidente del Consejo, Casares Quiroga.... Y en ese momento es cuando aparece el jefe del servicio, capitán Ibáñez Aldecoa. Al darse cuenta de que el esperado mensaje de Franco, en lugar de ser transmitido a las guarniciones, para que se sumen al alzamiento, como estaba previsto por la conspiración, iba a ser enviado al ministro o al jefe del Gobierno, se apoderó bruscamente de él, arrebatándolo de las manos del funcionario, reclamando la vía jerárquica del jefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante Salas, como primer destinatario natural y obligado del mismo. Mientras se dirigía a la cabina telefónica de la misma estación, no ahorró palabras de desprecio y de amenaza por la conducta del auxiliar Balboa. Con el almirante Salas sostuvo una eufórica y alborozada conversación en alta voz, después de la entusiasmada transmisión de la circular de Franco, manteniendo ostensiblemente abierta la puerta de la cabina, como para contagiar a las fuerzas de custodia y demás presentes de su propia alegría. El capitán y jefe del centro hizo hincapié, antes de atravesar los cien metros de jardín que le separaban de su vivienda privada, de que desde ese momento era más rigurosa aún la orden dada por él acerca de la utilización exclusiva del teléfono conectado con su casa, con la prohibición consiguiente de utilizar los otros dos teléfonos. Y ese teléfono que Ibáñez Aldecoa quería que le sirviera para enterarse de lo que hablaban subordinados suyos en los que no confiaba, sirvió también a éstos, que por lo demás mantenían hacia su jefe una actitud equivalente y opuesta, para escuchar algo de lo que él mismo decía en tal momento. Así fue como el mismo Balboa pudo oír la conversación personal que, a renglón seguido, mantuvo Ibáñez Aldecoa con su jefe el vicealmirante Javier de Salas. Quería éste que el mensaje de Franco se hiciera llegar, por los medios que fuera, a todas las guarniciones. Y replicaba Aldecoa: Hazlo tú. Un nuevo apremio de la otra parte. Ibáñez Aldecoa confiesa: Es que tengo aquí un hueso... En un momento dado, Ibáñez Aldecoa se decide a intentar transmitir la llamada de Franco a las guarniciones, de acuerdo con los deseos de Salas y siguiendo, sin duda, los planes trazados con anterioridad. Ya es de día cuando atraviesa de nuevo el jardín, y llega a la puerta del gabinete telegráfico. Allí le sale al encuentro Benjamín Balboa, que seguramente le está esperando. El capitán de corbeta quiere hacer valer su autoridad y le indica al auxiliar que se considere arrestado. Usted —le grita— está contraviniendo mis órdenes. Retírese, como arrestado, a su habitación. Y a partir de este instante le prohíbo terminantemente que entre en la sala de aparatos. Balboa reacciona con energía y con ira. Le replica: No acato esa orden. Tengo una misión que cumplir v la cumpliré, cueste lo que cueste y pese a quien pese. Estoy aquí para defender a la República contra aquellos que, como usted sabe, la traicionan. Y desde este momento es usted, no yo, quien tiene prohibida la entrada en el local. El auxiliar de radio apunta al capitán Aldecoa con su pistola, una Luger 22, de nueve tiros, más uno en la recámara, con el cargador completo. Allí mismo lo detiene y lo encierra con llave en sus habitaciones. No salga usted de su casa, capitán —le advierte, antes de retirarse—. Si lo intenta, se hará fuego contra usted.» De esta forma se hizo dueño de la situación, y el Gobierno de la República no perdió el contacto con las bases navales ni con la mayoría de los barcos que componían la escuadra, impidiendo, entre otras cosas, el paso del estrecho de Gibraltar al grueso de las fuerzas sublevadas en el protectorado marroquí. Convertido en hombre de confianza de la Marina de guerra republicana, fue ascendido a oficial primero, equiparado a capitán, del cuerpo al que pertenecía, desempeñando diversos cargos públicos a lo largo de la contienda, entre ellos el de subsecretario de Marina y Aire. Al finalizar la guerra civil se exilió a México, donde permaneció hasta su fallecimiento. Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe)
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José Antonio Balbontín Gutiérrez
El PCE le propuso como magistrado para el Tribunal Supremo tras la reforma de la justicia republicana y la creación de los Tribunales Populares, como única manera de acabar con la brutal represión que voluntarios de sindicatos, partidos y aficionados por libre estaban sometiendo a la población derechista madrileña y que todo ser con cabeza y bien nacido reprobaba, lo manifestara o no, pues había mucho miedo dentro de los propios republicanos ante tanto activista desmadrado, y en muchos casos meros asesinos y ladrones, como se vería más tarde. Su actividad en los Tribunales Populares le granjeó la inquina de muchos de sus compañeros togados, también miembros de estos tribunales, muchos de los cuales simpatizaban con los rebeldes o incluso tenían relaciones con la quinta columna, como se ha sabido estos últimos años cuando los historiadores accedieron a los expedientes que los franquistas hicieron a muchos jueces republicanos para depurarlos, y que les dejan en evidencia, pues como otros muchos miembros de las instituciones republicanas, del Ejército Popular y de los Estados Mayores eran simplemente emboscados que pretendían salir del trance de la GCe sin menoscabo, manteniendo oculta su defección y sus clandestinas actividades antirrepublicanas. La mejor manera de hacer esto, una vez terminada la guerra era denunciar y ensuciar el buen nombre de los togados con verdadero ideario democrático y republicano, que cumplieron con su deber, pese a que supusiera infligir castigo a personas derechistas en total desafecto con el gobierno. Que para eso, legalmente, estaban allí. Al fin de la guerra, pudo exiliarse a Londres con su familia. EL gobierno republicano en el exilio le encargó su representación en Inglaterra. Escribió sus memorias y se publicaron en Méjico en 1952. A su regreso a España en 1970 publicó textos referentes a su estancia en Inglaterra donde hacia análisis paralelos entre los dos países. Murió en Madrid en febrero de 1978 de resultas de un accidente de tráfico. Balbotín ha sido muy vilipendiado incluso recientemente por la carcundia, pues al ser miembro del Tribunal Supremo durante la Guerra, no hay paz, ni piedad ni perdón que valga.
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Carlos de Baráibar Ezpondaburu
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Augusto Barcia Trelles
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Dolores Bargalló
Militante de ERC y Presidenta de la Unión de Dones de Catalunya. En la foto en un Mitin antifascista en el teatro Olimpia, Barcelona, 20 Sep de 1936. Fue muy comentada su intervención como representante de ERC en el mitin del día internacional de la Mujer Antifascista. Se exilio a Méjico pero siempre mantuvo conexiones con el exilio francés de los políticos de ERC Fuente: Mary Nash
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Francisco José Barnés Salinas.
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Martín Barrera y Maresma (1899). Sindicalista catalán, colaborador de Salvador Seguí y de Ángel Pestaña, que al advenir la República fue diputado al parlamento catalán, y en 1936, diputado a Cortes por Barcelona (capital), en representación de Esquerra Republicana. Consejero de Trabajo de la Generalidad de Cataluña, fue condenado a treinta años de reclusión por los sucesos del 6 de octubre de 1934, aunque parece poco probable que tuviese intervención alguna en los mismos. Tras el triunfo del Frente Popular, en febrero de 1936, fue indultado y volvió a desempeñar el mismo cargo en el gobierno catalán. Durante la guerra civil fue nombrado presidente de la Comisión de Responsabilidades Políticas, y al final de la contienda se exilió a Francia. En 1950 regresó a España.
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Eduardo Barriobero Herrán
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Melchor Baztán Militante de la CNT en los sindicatos ferroviarios de esta organización. Era miembro del Consejo de Defensa Confederal y representante de la CNT en el Estado Mayor de la Zona Centro (los famosos Servicios Especiales), hasta que Rojo se hartó y los echó a todos. Al final de la guerra partió para Alicante con la esperanza de evitar su aprensión por los rebeldes. Detenido en el puerto fue internado en los campos de concentración próximos a Alicante. Fue procesado y pasó largos años en la cárcel. Murió en Madrid con cerca de 80 años.
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Víctor Bernáldez Era cartero rural en la zona Pastrana (Guadalajara), muy conocido por sus simpatías por el gobierno del Frente Popular del que hacía propaganda en su recorrido diario, por lo que era muy apreciado por el pueblo y adiado a muerte por los caciques locales y sus sicarios los criminales señoritos falangistas, en una zona que era controlada políticamente por el romanismo más reaccionario. Como así fue. El once de marzo de 1936 mientras realizaba su trabajo fue atacado por un grupo de derechistas que lo apedrearon hasta la muerte, dejando abandonado el destrozado cuerpo. La noticia cayó como un mazazo en la zona, y a la justicia no le quedó más remedio que investigar la muerte. Fueron procesados 27 derechistas pero sólo fueron condenados 17, era abril de 1936.
Fuente: RF32.- La represión Franquista en Guadalajara |
Julián Besteiro Fernández. (1870-1940). Político socialista nacido en Madrid, hijo de un comerciante de comestibles de origen gallego, que estudió en la institución Libre de Enseñanza, se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense, amplió estudios en París, Berlín, Leipzig y Munich, y fue profesor de los institutos de enseñanza media de Orense y de Toledo, y catedrático de Lógica Fundamental de la Universidad Central (Madrid). A la vuelta de su estancia en el extranjero, y tras una breve militancia en el Partido Radical de Lerroux, se afilió al Partido Socialista Obrero Español y a la Unión General de Trabajadores, en cuyas organizaciones alcanzó los puestos de máximo honor y responsabilidad. En 1917, junto con Francisco Largo Caballero, Andrés Saborit y Daniel Anguiano, fue condenado por un tribunal militar a la pena de reclusión perpetua por su participación en la preparación de la huelga general revolucionaria que tuvo lugar aquel ano —de cuyo comité nacional formaba parte—, pero poco tiempo después tanto él como sus correos, salieron en libertad al resultar todos ellos elegidos diputados a Cortes y beneficiarse de una amnistía que, tras una in-tensa campaña popular, el Gobierno no tuvo más remedio que acordar. El 13 de septiembre de 1923, es decir, el mismo día que se proclamó la dictadura encabezada por el general Primo de Rivera, suscribió un manifiesto dado conjunta-mente por el Partido Socialista y la UGT, manifiesto que también firmaron Pablo Iglesias, Francisco Núñez. Tomás y el citado Largo Caballero, en el que, entre otras cosas, se decía: "... El pueblo español, y especialmente la clase trabajadora, que tan dolorosa experiencia ha adquirido del proceder de las altas jerarquías militares, no debe prestar aliento a esta sublevación, preparada y dirigida por un grupo de generales que pueden ostentar como emblema el favor y el fracaso enlazados...» Al morir Pablo Iglesias, en 1925, fue elegido presidente del PSOE y de la UGT, el primero de cuyos cargos desempeñó hasta poco después de ser proclamada la República, y el segundo, hasta 1934, al negarse a optar por la vía de la rebelión en los prolegómenos de los sucesos revolucionarios que se desarrollaron, principalmente en Asturias, en el mes de octubre de dicho 1934. En 1931, no obstante haberse opuesto al Pacto de San Sebastián y haberlo criticado duramente, fue elegido presidente de las Cortes Constituyentes de la República, cargo que, a juicio de José María Gil-Robles, ejerció con equilibrio, autoridad y caballerosidad ejemplares». Diputado, por Madrid (capital), en 1931, 1933 y 1936 (PSOE). Al estallar la guerra civil se hallaba en dicha ciudad, en la que permaneció durante toda la contienda sin ocupar cargo político alguno, si bien en mayo de 1937 fue enviado a Londres como embajador extraordinario del presidente de la República española a los actos que con motivo de la coronación de Jorge VI se celebraron en la capital británica. Aprovechando esta oportunidad, Manuel Azaña le encargó, a titulo personal y a espaldas del Gobierno, que gestionase con Eden y Blum la posibilidad de una mediación extranjera que pusiese fin al conflicto armado español, pero las conversaciones que sostuvo con dichos políticos no dieron el resultado apetecido o, al menos, el resultado apetecido por Azaña. "... La designación de Besteiro —escribe a este respecto Julián Zugazagoitia en Guerra y vicisitudes de los españoles, Ed. Crítica, Barcelona, 1977— la hizo el gobierno de Largo Caballero, quien no le confió otra misión que la de representar a España en la solemne ceremonia. Cuando Besteiro regresó de Londres, el ministerio había cambiado. Negrín estaba al frente de él. No hubo otra explicación del viaje que la muy sumaria de algunas conversaciones políticas. Nada fundamental, en suma. Y, sin embargo, el embajador en Londres tenía razones especiales, así como el de París, para afirmar que Besteiro realizó en Londres trabajos particularmente importantes. Se dio por seguro que el encargo de ellos procedía directamente del presidente de la República.» Rival de Largo Caballero y enemigo político de Negrín, al cual consideraba un agente de Moscú y apodaba Karamazov —no obstante estar afiliados los tres al mismo partido político—, se mantuvo muy alejado de los diferentes gobiernos y, especialmente, de sus respectivos presidentes, rechazando los diversos ofrecimientos que se le hicieron para que ocupara algunos cargos públicos, uno de los cuales era el de embajador de España en Buenos Aires. Tras la derrota del ejército republicano en Cataluña, la posterior dimisión del presidente de la República y la huida más o menos decorosa de la mayoría de los líderes políticos, se percató de que lo más lógico era buscar el camino que, cuanto antes y por el sendero menos oneroso, condujese al fin de la contienda y, a poder ser, a una paz honrosa. "... No era secreto en Madrid —escribe Luis Romero en El final de la guerra, Ed. Ariel, S. A., Barcelona, 1976— que Besteiro se mostraba partidario de llegar a una paz lo antes posible, y había corrido el rumor de que se iba a destituir a Negrín y encargar a Besteiro de formar nuevo gobierno para poner fin a las hostilidades. Como también era público —público en privado—, que el coronel Segismundo Casado se manifestaba igualmente partidario de gestionar la paz, no resultaba sorprendente que el contacto entre ambos se produjera, a pesar de que no se conocían personalmente. A Segismundo Casado le alegró recibir recado de Besteiro y no debieron quedarle dudas sobre la significación y propósito del mensaje... En señal de deferencia fue Casado quien visitó a Besteiro en su domicilio. Tras las primeras cortesías, y como Besteiro pidiera al coronel que le informara sobre la situación, le expuso su acuerdo de principio con Miaja, Matallana y Menéndez —que tenía que ser recientísimo— para formar una junta, consejo o gobierno que sustituyera a aquel que en Cataluña se había esfumado, y en consideración a que la única autoridad era la militar. Añadió que de esta junta formarían parte partidos y sindicales con la única excepción del PCE, y que su misión exclusiva consistiría en negociar la paz. Aprovechó Casado lo favorable de la coyuntura para ofrecerle a Besteiro la presidencia del proyectado gobierno. Respondió éste que se hallaba dispuesto a formar parte del mismo, puesto que su único deseo era negociar el fin de las hostilidades, pero que, teniendo en cuenta las circunstancias legales que concurrían, declinaba el honor de presidirlo y que en su opinión la presidencia debía asumirla un militar. Cabe suponer que Casado le manifestara que acababa de tomar contacto con el enemigo; no hay constancia de si lo hizo así o no. La incorporación de Besteiro fue muy bien recibida por cuantos estaban decididos a eliminar al Gobierno y a los comunistas. De la importancia que Casado otorgó al acuerdo con el prestigioso socialista tenemos prueba en el hecho de que en la primera ocasión que se le presentó lo comunicara a los elementos nacionales con quienes mantenía contactos, para que, a su vez, lo anunciaran en el Cuartel General de Burgos.» Así las cosas, en la noche del 5 de marzo de 1939, se constituyó en Madrid, en los sótanos del Ministerio de Hacienda, lo que se llamarla el Consejo Nacional de Defensa, del que fue elegido presidente el general Miaja que también había presidido la Junta de Defensa que se constituyó en Madrid, en noviembre de 1936—, encargándose el coronel Casado de la cartera de Defensa y Besteiro de la del Estado, estando, además, representados en dicho Consejo la CNT, el Partido Socialista, Izquierda Republicana, Unión Republicana y la UGT. «En Madrid —dice Guillermo Cabanellas en La guerra de los mil días, Ed. Heliasta, S. R. L., Buenos Aires, 1975—, que se jactaba en 1936 de ser la tumba del fascismo, se fragua el complot que va a darle sepultura a la Segunda República Española.» Sobre las doce de la noche del indicado día 5, a través de los micrófonos de Unión Radio Madrid y de Radio España. antes o después de que lo hicieran el coronel Casado y Cipriano Mera —porque hay distintas versiones al respecto—, demacrado, casi cadavérico, según los testimonios gráficos que se han conservado, lee, con la voz entrecortada, unas cuartillas escritas la noche antes:" ... ¿Cuál es la realidad de la vida actual de la República? En parte lo sabéis; en parte lo sospecháis o lo presentís; tal vez muchos, en parte al menos, lo ignoráis... La verdad es, conciudadanos, que después de la batalla del Ebro, los Ejércitos Nacionalistas han ocupado totalmente Cataluña, y el Gobierno republicano ha andado errante durante largo tiempo en territorios franceses. La verdad es que, cuando los ministros de la República se han decidido a retornar a territorio español, carecen de toda base legal y de todo prestigio moral necesario para resolver el grave problema que se presenta ante nosotros. Por la ausencia, y más aún, por la renuncia del Presidente de la República, ésta se encuentra decapitada. Constitucionalmente el presidente del Consejo no puede sustituir al presidente dimisionario mas que con la obligación estricta de convocar elecciones presidenciales en el plazo improrrogable de ocho días. Como el cumplimiento de este precepto constitucional es imposible en las actuales circunstancias, el Gobierno Negrín, falto de la asistencia presidencial y de la asistencia de la Cámara, a la cual seria vano dar una apariencia de vida, carece de toda legitimidad y no puede ostentar título alguno al respecto y al reconocimiento de los republicanos. ¿Quiere decir esto que en el territorio de la República exista un estado de desorden? El Gobierno Negrin, cuando aún podía considerarse investido de legalidad, declaró el estado de guerra, y hoy, al desmoronarse las altas jerarquías republicanas, el Ejército de la República existe con autoridad indiscutible y la necesidad del encadenamiento de los hechos ha puesto en sus manos la solución de un problema gravísimo, de naturaleza esencialmente militar. ¿Quiere decir esto que el Ejército de la República se encuentra desasistido de la opinión civil? Aquí, en torno mío, se halla una representación de Izquierda Republicana, otra del Partido Socialista, otra de la UGT y otra del Movimiento Libertario. Todos estos representantes, juntamente conmigo, estamos dispuestos a prestar al Poder legitimo del Ejército Republicano la asistencia necesaria en estas horas solemnes. El Gobierno Negrin, con sus veladuras de la verdad, con sus verdades a medias y con sus propuestas capciosas, no puede aspirar a otra cosa que a ganar tiempo, tiempo que es perdido para el interés de la masa ciudadana, combatiente y no combatiente. Y esta política de aplazamiento no puede tener otra finalidad que alimentar la morbosa creencia de que la complicación de la vida internacional permita desencadenar una catástrofe de proporciones universales, en la cual, juntamente con nosotros, perecerían las masas proletarias de muchas naciones del mundo. De esta política de fanatismo catastrófico, de esa sumisión a órdenes extrañas, con una indiferencia completa ante el valor de la nación, está sobresaturada ya la opinión republicana toda. Yo os hablo desde este Madrid que ha sabido sufrir y sabe sufrir con emocionante dignidad su martirio; yo os hablo desde este "rompeolas de todas las Españas" que dijo el poeta inmortal que hemos perdido, tal vez abandonado en tierras extrañas; yo os hablo para deciros que cuando se pierde, es cuando hay que demostrar, individuos y nacionalidades, el valor moral que se posee. Se puede perder, pero con honradez y dignamente, sin negar su fe, anonadados por la desgracia. Yo os digo que una victoria moral de ese género vale mil veces mas que una victoria material lograda a fuerza de claudicaciones y de vilipendio. Yo os pido, poniendo en esta petición todo el énfasis de la propia responsabilidad, que en este momento grave asistáis, como nosotros lo asistimos, al Poder legítimo de la República que, transitoriamente, no es otro que el Poder militar.» Los acontecimientos se precipitaron por momentos. La hecatombe era ya inevitable. Dos días después volvía a los mismos micrófonos de la radio: «Soldados de la República: El Consejo Nacional de Defensa se halla firme en su puesto en Madrid. El Gobierno huidizo del doctor Negrin no se sabe dónde se encuentra. El Consejo Nacional de Defensa quiere impedir que el Gobierno de la España republicana caiga definitivamente en poder del comunismo que tiraniza al pueblo. La lucha establecida es la lucha contra la tiranía comunista, y esa lucha ha sido establecida por iniciativa exclusiva del Partido Comunista, actuando desde las alturas del Poder e infiltrada en las filas de nuestras tropas. El Gobierno del doctor Negrin, sin presidente de la República, sin Parlamento, carece de toda base legal. El único Gobierno legitimo de la República es el Consejo Nacional de Defensa. ¡Pueblo antifascista! ¡Milicianos de la República! No os dejéis engañar por ningún género de equívocos. Aprestaos a defender al Consejo Nacional de Defensa, garantía de vuestra salvación contra el intento de implantar entre nosotros el despotismo terrorista que esclaviza al pueblo.» El 16 de mayo, también por radio, dirige un mensaje al Gobierno nacionalista: «Ha llegado el momento de que este Consejo Nacional de Defensa se dedique por completo a su misión, y en consecuencia se dirige a ese Gobierno para hacerle presente que estamos dispuestos a llevara efecto negociaciones que nos aseguren una paz honrosa y que, al mismo tiempo, pueda evitar estériles efusiones de sangre. Esperamos decisión..» Pero Franco y los suyos no le escuchan: exigen la rendición sin condiciones. A pesar de la tensión del momento, todavía hace algunas gestiones en orden a asegurar que Francia admita mayor número de refugiados de los que, en principio, había anunciado acoger. Por otra parte trata de que Gran Bretaña proporcione algunos buques para el transporte de evacuados, pero el cónsul de este último país pone el reparo de que no puede acceder a tal petición si no es con la autorización expresa del general Franco. El 27 de marzo asiste a la última reunión del Consejo Nacional de Defensa, exponiendo su firme decisión de no abandonar Madrid y afrontar toda clase de responsabilidades. «Encontrándose viejo y enfermo, y habiendo perdido toda ilusión en el futuro del Socialismo, no pensaba moverse de Madrid», escribirá algunos años después Wenceslao Carrillo. Haciendo todo cuanto le es posible, se ofrece a trasladarse a la zona nacionalista para gestionar la rendición, pero el enemigo insiste en que sólo está dispuesto a tratar sobre una rendición incondicional, desechando, por otra parte, cualquier conversación que no sea con elementos militares. Por última vez le aconsejan que huya, ya que corre el peligro de ser fusilado por los nacionalistas, pero insistió en querer permanecer en Madrid. «Sí, admito esta posibilidad —pone en boca de Besteiro José del Río, miembro del Consejo Nacional de Defensa en representación de Unión Republicana—, y hasta la deseo. No temo morir; porque con mis 69 años y mis achaques físicos, ¿qué otro servicio mejor podría yo prestar a la causa de los trabajadores que han quedado sin bandera y sin guía? ¡Si mi nombre pudiese ser para ellos esa bandera, preferiría que se me fusilase!» El 28 de marzo, momentos antes de que comenzaran a ocupar Madrid las tropas nacionalistas, ordena al anarquista Melchor Rodríguez que haga entrega del ayuntamiento de la capital a las autoridades franquistas. Pocas horas después fue detenido por los vencedores en el Ministerio de Hacienda v conducido a la prisión de Porlier. El 8 de julio de 1939 compareció ante un consejo de guerra, que presidía el general de brigada Manuel Nieves Camacho. Fue juez instructor del procedimiento—sumarísimo— el capitán de Caballería Carlos Sabater Gaitán de Ayala. Sostuvo la acusación el auditor de brigada Felipe Acedo Colunga. Y actuó de defensor el abogado Ignacio Arenillas. Para el fiscal, que ha sido discípulo del acusado, éste ha cometido consciente y responsablemente un delito de adhesión a la rebelión. «El caso Besteiro —dice Acedo Colunga— es un caso representativo de la revolución española, y con todos los respetos debo decir que de la actuación de don Julián Besteiro no se deducen más que graves errores para el país y para él mismo, víctima de sus propios errores... El Ministerio Fiscal, después de hondas meditaciones y de dolorosas perplejidades, declara la culpabilidad de Besteiro con agravantes, porque es doloroso, terrible, pero verdad, que don Julián Besteiro Fernández, persona honrada, caballero en el régimen de su vida y por tanto simpático a la multitud y hasta a nosotros mismos desde el punto de vista personal, es nefasto, terriblemente nefasto, en la política española; lo es para la Patria.» Después de un informe que se prolongó por espacio de más de dos horas, el fiscal pidió para el procesado la pena de muerte. Habló a continuación Ignacio Arenillas, que pidió para su patrocinado la absolución. Besteiro, viene a decir, no ejerció ninguna influencia política en la zona republicana desde el momento mismo en que comenzó la guerra. Lo prueba el hecho de que un sobrino suyo, de su mismo apellido, fue asesinado en Madrid, en agosto de 1936, sin que su defendido pudiese evitarlo. Para su defensor, Besteiro trató, desde el primer momento, convencido como estaba de que la guerra la perdería la República, de llegara un entendimiento con los nacionalistas que condujera a la paz. Desde su puesto en el Consejo Nacional de Defensa, se esforzó por ahorrar vidas humanas y acelerar la suspensión de hostilidades. Y termina diciendo: «Si Besteiro se quedó en Madrid es porque su conciencia estaba tranquila.» Habla, por último, Besteiro. En primer lugar, da las gracias a su defensor por lo que ha dicho y cómo lo ha dicho en su favor. Agradece también al fiscal el que haya reconocido la «honradez privada» del reo. «Pero yo soy más ambicioso que eso —añade—; yo no me contento con ser en mi vida privada honrado. Yo estoy seguro de haberlo sido en mi vida pública. Y lo que yo quiero no es solicitar un fallo favorable. Lo que yo quiero es que se me conozca tal como soy, no sólo por los hechos externos sino por la expresión de mis ideas, de mis propósitos v de mis anhelos. Mi aspiración sería, ya que nunca he pertenecido a una sociedad secreta, que salvados aquellos secretos que pertenecen al pudor de mi alma, mi vida interior fuera completamente diáfana para que todo el mundo la viera...» Condenado a treinta años de reclusión mayor, fue conducido a Dueñas (Palencia) y, poco tiempo después, a Carmona (Sevilla), en cuya prisión trabó estrecha amistad con un grupo de sacerdotes vascos que cumplían condena por delitos políticos. Como consecuencia de un corte que se hizo en una mano se le produjo una septicemia que, en las especiales circunstancias en que se hallaba, agravó su ya precario estado de salud y le ocasionó la muerte. Enterrado provisionalmente en el cementerio de Carmona, en 1960 sus restos fueron trasladados al Cementerio Civil de Madrid.
Fuente: Manuel Rubio Cabeza. Crítica de Fernando Hernández, de la Lista Tinet sobre la CGE: Hola a todos: De antemano me pongo la venda y me abstengo de enjuiciar moralmente la actitud de Besteiro. Antes que catedrático de ética fue uno de los políticos más influyentes del primer tercio del siglo XX, y es en ese ámbito, el político, donde debe enjuiciársele. Y debe señalarse que Besteiro fue coherente con el pablismo, esa mezcla de fraseología pseudoradical y praxis reformista caracterizada por la obsesión de conservar el aparato del partido a toda costa: lo fue bajo Primo de Rivera, impulsando la colaboración con la dictadura con la perspectiva de heredar el espacio dejado por una CNT laminada por el aparato represivo y los pistoleros de Martínez Anido; lo fue durante la República, jugando las cartas de que fuesen otros - los partidos republicanos -los que se quemasen en el gobierno antes que arriesgar un apoyo decidido a las reformas con su participación en el gabinete, por mor del mantenimiento de un purismo ideológico más propio de las "vírgenes necias" que de un partido comprometido con el cambio social; lo fue bajo el Frente Popular y hasta que la guerra colocó al viejo partido socialista en el vórtice de una dinámica que escapaba a su control... La participación de Besteiro en el Consejo de Casado es el último acto de coherencia con la doctrina de la supervivencia partidaria a toda costa: la oportunidad de retomar el timón, aunque sea de la nave que se hunde, y de preservar a buen recaudo los restos del naufragio hasta nueva oportunidad. El resultado es suficientemente conocido. Tuvo la gallardía de afrontar el error con la pérdida de la libertad que acabaría con su vida. Otros muchos la dejaron en las hecatombes de los puertos de Alicante y Cartagena, consecuencia directa de la desbandada incentivada por la actuación de Casado y Besteiro. Como ejemplo de ética, su decisión personal de arrostrar el cautiverio merece respeto. Como colofón de una estrategia política, su última actuación pública fue irresponsable y suicida. |
Crescenciano Bilbao Castellanos (1892-1961)
(1) Donde este general demostró que hasta la fecha no era más que un leal geográfico (estaba afiliado a la derechista Unión Militar Española) y que temía por su familia detenida por los rebeldes. Hay muchas opiniones que aseguran que Córdoba no se tomó por dos motivos, porque Miaja no quiso y porque a sus milicianos no les importó tal falta de combatividad.
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Segundo Blanco González
Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, la CNT sufrió una dura represión por su señalada rebeldía y enfrentamiento con la dictadura militar de Alfonso XIII. Blanco fue encargado de mantener la estructura de la CNT en Asturias y fue posteriormente elegido Secretario General de la Regional, sustituyendo a Avelino González Mallada. En 1926, el comandante de la Guardia Civil, Lisardo Doval tras detener a Blanco lo torturó bárbaramente, según su estilo, que se haría famoso en la revolución de Octubre y en la Guerra Civil. Blanco visitó la cárcel en 1931 y en 1934 tras el final de la revolución del 34. En julio de 1936 fue nombrado por la CNT para presidir el Comité de Guerra de Gijón consiguiendo reducir los enclaves facciosos de la ciudad. Mas tarde fue Consejero de Industria en el Consejo Interprovincial. Con la inminente derrota en el Norte se constituyó el Consejo Soberano de Asturias y León una pataleta contra el gobierno de Prieto en Madrid que declaraba el escaso territorio republicano de Asturias independiente de la II República. No obstante, Blanco consiguió escapar a Francia y reintegrarse a la lucha primero en Cataluña y luego en Valencia donde formó parte del Comité Nacional de la CNT como responsable de Defensa. Con el gobierno de Negrín del 5 abril del 38 aceptó la cartera de Instrucción y Sanidad sustituyendo al comunista Jesús Hernández. Al final de la guerra, Blanco se dirigió a Madrid donde habló con los lideres locales para asegurarles que Negrín no tenía intención de cesar al coronel Casado y que no había mas conjura que la del propio Casado. Nadie le hizo caso y Blanco partió para Francia hasta la invasión nazi que le obligo a exiliarse a Méjico. Conocidas sus posturas de mantener la unidad de los partidos republicanos defendiendo el gobierno Negrín en el exilió, fue dado de lado por la CNT, y su fracción política expulsada del Sindicato.
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Julián Borderas Pallaruelo (1899-1980)
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Pere Bosch Gimpera
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Juan Botella Asensi
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Antonio Bouthelier Espasa (1) Quintacolumnista camuflado en la CNT. Antonio Bouthelier pertenecía al cuerpo de letrados de las cortes (2) y era fundador de Falange Española. Bouthelier se vio inmerso en los trágicos sucesos que aventó la rebelión militar. Fue testigo desde la cárcel Modelo de las sacas de sus correligionarios en noviembre de 1936. Su padre, médico militar fue asesinado en noviembre de 1936. Cuando salió de la cárcel (3), Bouthelier contactó con la Quinta Columna. Encontró su tapadera en la CNT, llegando a infiltrarse en los Servicios Especiales que la CNT tenía en la calle Serrano bajo el mando del Manuel Salgado. Tanto es así que pronto se encontró de redactor del periódico Frente Libertario, donde lanzaba espeluznantes soflamas antigubernamentales. Bouthelier, culto y extremadamente inteligente se movió hacía la reformada justicia republicana, consiguiendo no solo oficiar de abogado defensor de desafectos, traidores y quintacolumnistas procesados, sino también contactar y organizar con personal, fiscales y jueces derechistas que se pusieron a sabotear los Tribunales Populares. Sus éxitos fueron cuantiosos. Bouthelier tuvo gran participación en la actividad de la Quinta Columna madrileña y en la conjura de Casado. Es muy conocida su declaración ante el fiscal de la Causa General. Tras la guerra retomó sus actividades civiles. Murió en noviembre de 1981.
(1) Personaje no republicano. Está aquí por haber sido secretario del anarquista jefe de los Servicios Especiales de contrainteligencia, Manuel Salgado. Que lo protegía y que sabía muy bien quién era. (2) Los letrados, abogados del Estado, entonces, ahora y siempre, fueron y son un grupo tan conservador como influyente, cuyos miembros suele terminar participando o dirigiendo Consejos de Administración de grandes empresas que precisan de personal conocedor de los entresijos de la burocracia estatal. (3) Al parecer escapó con su padre en un bombardeo cercano a la Cárcel Modelo. Su padre fue capturado. |
Javier Bueno Bueno.
Esta es la historia de un ser singular, un gigante sin mácula, un periodista de raza, un revolucionario de pro. Su propio nacimiento ya fue crudo, Era hijo de los amores de la actriz Soledad Bueno y el periodista y editor José Nakens, un héroe prototípico republicano, que sin embargo no reconoció a su hijo (¡vaya, con el Nakens!). Javier arrastró sus dos iguales apellidos con honor y limpia mirada. La infancia, de afectos despegada y de farándula también, las inclinaciones, reporteras a todas luces, la formación completamente autodidacta. Primero vendió periódicos, actividad que le llevó a sindicarse en la Federación Gráfica Española de la UGT. Acto que le llevó a concienciarse profesional y socialmente. Y así comenzó a colaborar en la prensa diaria, allá donde le dejaron pues tenía difícil la plaza de su radical pluma. Primero en España Nueva, desde 1911, siete años. También en El Sol los tres años siguientes. Era socio de la Asociación de Prensa de Madrid, que entonces era casi tan conservadora como ahora pero no tanto y editaba la famosa Hoja de Lunes (Lo diarios no se editaban los lunes para poder descansar el domingo). También trabajó en La Voz llegando a ser Redactor-jefe. Ocupación que le duró hasta 1931, año en que pasó a la publicación llamada Crisol que primero fue revista y luego diario y donde colaboraban gente de categoría artística.
Avance fue cerrado y los talleres destruidos por la aviación gubernamental y lo que quedó, saqueado por la soldadesca. Hasta 1936 no volvió el periódico, pues hubo que recolectar el dinero y luego comprar la maquinaria. Con las elecciones de febrero de 1936, Javier Bueno, que tenía una condena de treinta años y una multa de setenta millones de pesetas, fue amnistiado y regresó a Madrid. En junio de 1936 se reincorporó a la dirección de Avance. Con la rebelión militar, Bueno cogió su fusil y le puso cerco al Oviedo arandino. No hubo manera de volverle al periódico hasta que en la ofensiva de febrero de 1937 resultó herido y quedó cojo. Entonces volvió al periodismo con El Comercio de Gijón que se editaba en Gijón. Allí fue espectador interesado del lento pero imparable final del frente Norte. Bueno escapó a Francia en el pesquero Maria Elena para regresar a Madrid, donde le ofrecieron la dirección de Claridad y la presidencia de la APM. Y de nuevo espectador de la tragedia anunciada. Como Bajatierra y muchos otros, se quedó en Madrid a la espera de la entrada de los franquistas. A última hora y temiendo por su vida, se refugió en la embajada de Panamá. Tropas del tercio asaltaron la embajada y prendieron a todos lo que allí se refugiaban, Javier Bueno incluido, y los llevaron a la cárcel más próxima sin saber quiénes eran (ningún país protestó). Lo curioso es que muchos periodistas detenidos recibieron verdaderas palizas para que confesaran dónde estaba Bueno, cosa que ignoraban. Hasta que le tocó el turno a uno que sí lo sabía, y tras un par de horas de puñetazos y patadas, confesó, ¡pero hombre, si lo tienen ustedes en Porlier! En la cárcel de Porlier coincidió con muchos camaradas, como Juan Antonio Cabezas, que también había trabajado en Avance y que por entonces, no sin críticas, colaboraba con la revista franquista Redención, editada en la cárcel y redactaba por presos políticos. Javier Bueno fue determinante en esta opinión sabiendo ya que iba a ser fusilado: La obligación del militante es conservar la vida. Salvar una vida es una victoria contra el fascismo. Y mientras esperaba La Pepa (¡la ejecución!), se dedicaba a enseñar gramática a los compañeros menos instruidos. Javier Bueno fue fusilado el 26 de septiembre de 1939. La historiadora Mirta Núñez asegura que la familia de Javier Bueno (se había casado dos veces y dejaba siete hijos con la primera y uno más con la segunda) sufrió las terribles represalias franquistas de la Ley de Responsabilidades Políticas, y que fueron desposeídas de sus bienes quedando las mujeres y ocho niños de patitas en la calle. Al poco encarcelaron a su segunda esposa. Nadie supera en odio a la derecha española del siglo veinte. Los franquistas le indultaron dos meses después de muerto. Que detalle...
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José Bullejos Sánchez
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Luis Cabo Giorla (1903-1975)
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José Calvet i Mora. (1856-1950) Político catalán nacido en la provincia de Barcelona, que fue presidente de la Unión de Rabassaires v de la Federación de Sociedades Agrícolas de Cataluña, y diputado a Cortes por Barcelona (provincia) en 1933 y 1936 (Esquerra Republicana de Cataluña). Durante la guerra civil prestó apoyo a la causa gubernamental; desempeñó el cargo de consejero de Agricultura de la Generalidad de Cataluña, en representación de los rabassaires, desde julio de 1936 hasta el final de la contienda, oponiéndose a la colectivización del campo y exigiendo la sindicación obligatoria de los campesinos. Al acabar la guerra se exilió a Colombia, en cuyo país permaneció hasta su fallecimiento.
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Francisco Caminero Rodríguez
Al final de la guerra fue procesado por Sumarísimo. No sabemos su condena, en principio el Partido Sindicalista era de los que menos levantaba las iras de la carcundia local (1). Por otro lado de los encausados en su expediente algunos aparecen como con pena conmutada y otros como fusilados en las tapias del Cementerio del Este. Así que no sabemos.
(1) Lo cuenta Ángel María de Lera en "Las ultimas banderas".
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José del Campo Sanz (1916-1962) Este comunista madrileño era mecánico de motores e ingresó en el PCE en 1934 y realizó actividades de agitación política entre los soldados con ocasión de la revolución de octubre. En el ínterin de la llegada del Frente Popular en febrero de 1936, José del Campo fue un activista concienzudo y disciplinado. Al estallido de la guerra ingresó en las milicias populares del 5º Regimiento. Como Comisario de la 9 Brigada de la división Lister participó en la batalla de Brunete y sobrevivió a la masacre de oficiales y comisarios del V Cuerpo. Al final de esta batalla pasó a Comisario de la División de Lister (la 11) y para la de Belchite pasó a Comisario de la 46 División. En la batalla de Teruel esta división tuvo una actuación muy discutida por la actitud de su comandante (Valentín González) y en el Ebro ya la mandaba Domiciano Leal. José del Campo pasó la posguerra en la URSS y regresó a España, muriendo en 1962, mientras militaba clandestinamente. |
Clara Campoamor Rodríguez (1888-1972)
Nacida en el barrio madrileño de Malasaña, un barrio muy popular entonces. Quedó huérfana a los diez años y eso significaba ponerse a trabajar, y en su caso adquirir conocimientos administrativos para salvar el foso de los trabajos de la época para las mujeres sin formación. En 1909 aprobó unas oposiciones al cuerpo auxiliar de Telégrafos que no precisaban titulación. Esto la separó de su familia, y así, mientras desempeñaba sus funciones lejos de Madrid, se puso a preparar otras oposiciones que la devolvieran a la capital. Como así fue. Sacó la primera plaza de una oposición del Ministerio de Instrucción Pública en el plan de enseñanza de adultos, lo que le permitió escoger Madrid. No era mucho, pues se trataba de enseñar taquigrafía y mecanografía. Esas enseñanzas eran como ahora saber manejarse con el ordenador. El hecho de no tener el bachiller condicionaba mucho sus expectativas laborales, así que se puso a ello. Hoy nos parece normal que los niños y niñas lo estudien, pero entonces muy pocos jóvenes lo hacían y mucho menos chicas. Aprendió también francés y mientras trabajaba y estudiaba se permitió un segundo trabajo de secretaria de dirección en el periódico La Tribuna. ¿De dónde sacaría el tiempo? Este trabajo le dio una perspectiva nueva, y amen de improvisar sus primeros artículos en algunos periódicos madrileños, pidió el alta en el Ateneo de Madrid que entonces era carnet obligado para saber lo que pasaba en la política madrileña. Matriculada en el Instituto Cardenal Cisneros como alumna adulta, en dos años consiguió su flamante título de Bachiller que le permitiría acceder a la facultad de Derecho. Tenía 32 años y marchaba a la cabeza de una generación de mujeres feministas, y más mérito en su caso proviniendo de un hogar de pocos recursos. Se trataba de una mujer que se hizo a sí misma sin la ayuda de nadie. Un éxito para la época. En 1924 se licenció en Derecho pasando a formar parte de la reducida elite de mujeres abogadas. Se colegió en 1925, parece que un mes antes que Victoria Kent. En años sucesivos formó parte de la estructura colegial. Era ineludible que siendo abogada en Madrid entrara en el mundo político y en especial en el feminismo. Dicen que estuvo a punto de ingresar en la Agrupación Socialista Madrileña pero que corriendo los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, el colaboracionismo del PSOE con la dictadura la frenó. No obstante militaba ya en colectivos como la Asociación Femenina Universitaria y participaba e los círculos republicanos alrededor de Azaña. No obstante terminaría militando en el Partido Radical de Alejandro Lerroux, lo que le perjudicaría en su carrera política. Tras la sublevación republicana de Jaca se le ofreció la defensa de una parte de los acusados entre los que figuraba su hermano Ignacio, aunque nosotros no sabemos de que se le acusaba. El juicio fue sumarísimo empezó con la amanecida del 13 de diciembre y se celebró en el Gobierno Militar de Huesca y duró solo 40 minutos. Los defendidos por Clara junto con el abogado José María Amilibia (1) eran Manuel Andrés y José Bayo a los que se pedía pena de muerte. A su hermano Ignacio Campoamor se le pedía cárcel. Se condenó muerte a los capitanes Fermín Galán y Ángel garcía Hernández, y al resto a cadena perpetua. El domingo 14 fueron fusilados en las tapias del polvorín a mediodía contra toda tradición militar de ejecutar en día festivo. A la llegada de la II República, Clara ya militaba en Acción Republicana. En mayo se convoca a Cortes Constituyentes, pero en Acción Republicana no se quiere que Clara Campoamor encabece la lista madrileña por su condición de feminista, en la duda de si tal condición les sería desfavorable electoralmente. Entonces Clara se pasa al partido de Lerroux el Partido Republicano Radical que se presenta en coalición con el Radical Socialista y la propia Acción Republicana. La sorpresa es grande pues Clara Campoamor sale elegida (2) La cosa empieza muy bien para Clara, es nombrada vocal de la Comisión que redactaría la nueva Constitución. También es vicepresidenta de la Comisión de Trabajo y Previsión. No tarda en señalarse en las cortes con sus discursos. Defendió que la nueva Constitución estableciera los derechos de la mujer, la no discriminación por razón de sexo, la igualdad de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio, y el sufragio universal. Este último se sacó del proyecto por temores electorales poco constitucionales y hubo de discutirse en la cámara en sesión especial. Es en la discusión sobre este derecho es donde Clara Campoamor se destaca como feminista consecuente. Parte de la izquierda y del centro están a favor. La derecha y otra importante parte de la izquierda tienen sus recelos. La idea es simple, hay temor de que la influencia de la Iglesia Católica en la mujer española determine a ésta a inclinarse por candidaturas derechistas o incluso reaccionarias. El debate se celebra el 1 de octubre, enfrente, Clara tiene a Victoria Kent un peso pesado del partido Radical Socialista, feminista también pero temerosa de la influencia clerical. Apoya a la Kent, Margarita Nelken, la otra diputada del PSOE que no interviene porque su escaño aun no ha sido adjudicado por la famosa objeción derechista a su nacionalidad. Tras el duro debate, la proposición de Clara Campoamor triunfó con 161 votos afirmativos, 121 en contra y 168 abstenciones. Quedaba aprobado el artículo 36 de la nueva Constitución. Cuando llegaron las elecciones de 1933, ganó la derecha como había pronosticado Victoria Kent y Margarita Nelken, a más de Indalecio Prieto, flamante ministro de Hacienda a la sazón, y otros líderes. Pero no está claro que fuera exclusivamente por este motivo, aunque sin duda influyó. Las tornas habían cambiado desde las elecciones de 1931, en estas, la izquierda fue unida y la derecha desunida. En 1933 fue al revés, la izquierda desunida y la derecha unida. Y además, la población conservadora estaba asustada con las declaraciones de algunos líderes de izquierda, en especial de Largo Caballero. Ni Clara Campoamor ni Victoria Kent, consiguieron escaños. Margarita Nelken, sí. por Badajoz, como siempre. Su partido para paliar un poco su situación le dio el cargo de Directora General de Beneficencia, que era un florero como se dice ahora. Clara asustada de los excesos de la derecha que estaba desmontando la República y aún más asustada con la represión que siguió a la Revolución de octubre, de la que fue testigo presencial a su fin pues partió para Oviedo, abandonó el partido de Lerroux y solicitó el ingreso en Izquierda Republicana. Pero Azaña, que nunca olvidaba, le dio portazo. Y lo hizo de forma humillante haciendo votar en público a los miembros de Izquierda República, que naturalmente rechazaron su candidatura. Clara quedó descolocada y hubo de asumir que estaba fuera de la política nacional. Escribió un libro: "Mi pecado mortal. El voto femenino y yo" que publicó en 1935 donde explicaba sus posturas y recordaba como había sido todo desde su punto de vista. En julio de 1936 se encontraba en San Sebastián al estallido de la Guerra Civil. Consiguió llegar a Madrid pero comprendió que su vida no valía nada allí y partió para Alicante desde donde embarcó para Italia y luego Suiza. Viajar aun país fascista tenía sus riesgos y en el barco iba un nutrido grupo de ricos y falangistas que huían de la República y que al reconocerla trataron de secuestrarla, lo que afortunadamente no pudieron con la ayuda de otros viajeros. En Ginebra se alojó en casa de la feminista suiza Antoinette Quinche a la que conocía de su presencia en la Asamblea de la Sociedad de Naciones. Se serenó y escribió un ensayo sobre lo que había visto en el Madrid republicano. Salió publicado en francés e hizo más daño que bien a la II República española. Y era la segunda vez, en que con ciertas razones dejaba a la República en evidencia demostrando una independencia que en general no suele llevar a ningún sitio en determinados momentos, es lo que los jovencitos comunistas cuando Franco, decíamos con el paladar lleno de poderío, "...las condiciones objetivas", "...la correlación de fuerzas". Y así. No tuvo mucha suerte Clara Campoamor con las condiciones objetivas, e irritó a muchos republicanos, pero fue leal a sí misma que es lo que había hecho toda su vida. Incluso hoy en día, su figura sirve para atacar a la izquierda, lo que es un descaro monumental. A principios de los 50 quiso volver a España. Pero resulta que cuando ingresó en el Partido Republicano Radical, también había ingresado en la Masonería, un puro trámite entonces pero sin el cual era muy difícil progresar en la exclusiva sociedad política, intelectual y periodista del Madrid de los treinta. Y la oferta de la Dirección General de Seguridad franquista fue encantadora. O denunciaba a todos los masones que conocía, o pasaría 12 años en la cárcel si se atrevía a entrar en España. ¡Que gran país era entonces esta España, una, glande y liebre! Clara se volvió a Suiza y trabajó en el bufete de su gran amiga Antoinette Quinche. Murió en 1982. Sus restos fueron repatriados y enterrados en San Sebastián.
(1) Abogado Donostiarra. Muy conocido en San Sebastián, que de joven monárquico pasó a republicano y que tenía gran porvenir pero que fallecería dos años después en accidente de tráfico. A la llegada de la II República, como destacado militante de Izquierda Republicana en Euskadi fue nombrado gobernador civil de Álava y Vizcaya. Su hermano Miguel militaba en PSOE y fue diputado a Cortes. (2) No se votaba como ahora a las cortes, sino que había que marcar expresamente al candidato. |
Enrique Canturri Ramonet
(1) A fin de cuentas había sido un nombramiento político de la perniciosa política de dar cargos de Comisarios a los milicianos de importancia de los partidos y que sostenía políticamente el pacto del Frente Popular dentro del Ejército Republicano. (2) Fondos, joyas, obras artísticas de gran valor, monedas de valor también in calculable y otros valores que manejaba Prieto, una inmensa fortuna de la Caja General de Reparaciones con las requisas que el gobierno republicano había hecho a derechistas rebeldes y que Negrín embarcó en una yate para tener dinero con que ayudar a los exiliados sin recursos, El problema es que Prieto, que había pasado de amigo personal de Negrín se había convertido en su peor enemigo y diseñó una operación que le permitió quedarse con el yate Vita. La ayuda del JARE fue cuantiosa pero fue muy selectiva. Aun así Negrín consiguió reunir otros fondos y formo el SERE que también distribuyó ayuda a los exiliados republicanos sin recursos y que no podían optar al JARE. Hube graves escándalos cuando la prensa mejicana sacó a colación las graves irregularidades que los gestores del tesoro del JARE cometieron, como fundir monedas de gran valor numismático, y deshacer joyas de imaginería religiosa o piezas de joyería para recuperar oro y plata. De esta forma, los 300 millones de dólares que se calcula valía el tesoro se vendieron por poco más de 10 millones. (3) Este barco ya había transportado en 1936 refugiados españoles en Lisboa venidos de Extremadura (Badajoz) a Barcelona, cosa que hizo el gobierno portugués ante la vergüenza internacional de haber devuelto refugiados republicanos a los falangistas de Yagüe y que fueron fusilados en agosto de 1936. |
Juana Capdevielle.
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Benigno Cardeñoso Negretti (Benetti) (1895-1939) Este militante del PSOE trabajaba en Puertollano y estaba filiado al Sindicato Minero pero también al Sindicato de Trabajadores de la Tierra, ambos de UGT. Mas adelante los relatores afirman que también militaba en el Sindicato de los ferroviarios de la UGT. Bueno, el caso es que era el Secretario General de la UGT en Ciudad Real. Negretti era muy conocido en Ciudad Real durante las luchas campesinas y de los trabajadores de Puerto Llano. Participó en las elecciones de 1933 pero no salió. También se significó en las Huelgas Revolucionarias de octubre de 1934 con las que la izquierda quiso parar la llegada de la extrema derecha al gobierno Lerroux, donde Negretti fue detenido junto con otros muchos luchadores de la provincia. Negretti fue condenado a ocho años de cárcel pero los elecciones de febrero de 1936 propiciaron su amnistía. Por su importancia en la provincia el PSOE lo eligió como compromisario para la elección del nuevo presidente de la II República Manuel Azaña. Al inicio de la guerra formó parte de las milicias voluntarias y pronto fue nombrado Delegado político en las unidades del Ejército Popular, llegando a ser Comisario Político de la 104 Brigada, y de la 37 división del VII Cuerpo. En noviembre de 1938 fue nombrado Comisario de Guerra del VII Cuerpo del Ejercito de Extremadura. Al final de la guerra cayó detenido y bien conocido por las fuerzas reaccionarias extremeñas fue inmediatamente fusilado sin causa ni juicio.
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Saturnino Carod Lerín (1903-1988)
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Manuel Carrasco i Formiguera
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José Carreño España
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Wenceslao Carrillo Alonso.
Wenceslao Carrillo entre Largo Caballero y un militar, en la Sierra o en Toledo. A la derecha, Álvarez del Vayo.
Addenda a la reseña de Manuel Rubio Cabeza: En los últimos días de la contienda fue designado miembro del Consejo de Defensa —encargado de los asuntos de Gobernación— que se sublevó contra el gobierno legítimo y se rindió a Franco incondicionalmente pese a lo que prometió Casado. Al terminar la guerra se exilió con el staff del coronel Casado en el HMS Galatea (1) (en el puerto de Gandía), a Inglaterra. Pasó posteriormente a Bélgica y Francia. Su hijo le mandó una carta afeándole su conducta. La carta era un despropósito para dos personas que a más de ser padre e hijo eran muy malos para las peleas y tenían muy parejos defectos, esto es una ambición sin límites, una desconfianza inveterada y una indiferencia monumental por los ex compañeros caídos en desgracia. Es autor de un libro titulado "El último episodio de la guerra civil española", editado por la Secretaría de Publicaciones de la JSE, en Francia, Toulouse, 1945.
(1) Según testigos presenciales, Wenceslao Carrillo se comportó de forma poco honesta en el muelle de embarque del destructor inglés Galatea en Gandía, impidiendo el embarque de mujeres y niños con la excusa de que no corrían peligro físico y también desviando a Alicante a la tropa republicana que quería embarcar. Wenceslao Carrillo sabía muy bien que la Junta de Casado no había contratado ningún buque a esta función. Y que los pocos que salieron con refugiados lo fueron por iniciativa de autoridades locales y portuarias por cargueros que se encontraban en el puerto, como el Stanbrook.
Casado, W. Carrillo y otros miembros de Consejo recién desembarcados en Inglaterra por el HMS Galatea en el que salieron de España por el puerto de Gandia. Las caritas lo dicen todo.
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Santiago Carrillo Solares (1915-2012)
Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe)
Nota de M.B. .-
Preston tuvo la gallardía de esperar a la muerte de Carrillo para presentar esta respetuosa biografía, pero no por ello menos rigurosa. Lo mejor sobre el personaje. ¡Grande Preston!
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Joan Casanellas e Ibarz.
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Ramón Casanellas Lluch (1897-1933)
Parcial información: Antonio Gascón Pequeñas Biografias
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Joan Casanovas Maristany
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Santiago Casares Quiroga.
(1884-1950). Abogado y político coruñés que en 1930 suscribió el llamado Pacto de San Sebastián, en representación de la Federación Republicana Gallega, de la que era una de sus principales figuras, y que, a finales de dicho año, fue enviado a Jaca, como delegado del comité revolucionario republicano que actuaba en la clandestinidad, para evitar que el capitán Fermín Galán se sublevara, lo que no pudo conseguir porque llegó tarde y el alzamiento ya se había producido. Al proclamarse la República fue nombrado ministro de Marina, pasando posteriormente a desempeñar la cartera de Gobernación, cargo que ostentó durante todo el bienio azañista, teniendo lugar bajo su mandato los tristemente famosos sucesos de Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas. Líder máximo del galleguismo —fue diputado a Cortes por La Coruña en 1931 (Federación Republicana Gallega), 1933 (Organización Republicana Gallega Autónoma) y 1936 (Izquierda Republicana)—, fusionó su partido, la citada ORGA, con la Izquierda Republicana de Manuel Azaña, del cual era amigo personal e incondicional seguidor. En 1936, tras el triunfo electoral del Frente Popular, fue ministro de Obras Públicas y, poco después, al ser elevado el citado Azaña a la presidencia de la República, jefe del Gobierno, cargo que simultaneó con la cartera de Guerra. Desbordado por la violencia callejera, su paso por la presidencia del Consejo de Ministros ha sido negativamente criticado por los políticos de todos los signos, achacándosele haber hecho caso omiso de las muchas advertencias que de todas partes le llegaron, entre ellas la que por carta le hizo el general Franco días antes de que estallara la guerra civil. En junio de 1936 protagonizó un durísimo debate parlamentario con el prohombre monárquico José Calvo Sotelo —debate que algunos historiadores consideran como el prólogo de la citada guerra—, declarándose «beligerante» contra el fascismo y acusando al citado Calvo Sotelo de «cualquier cosa que pudiera suceder». Al producirse el alzamiento militar de julio de dicho año, se negó a distribuir armas a las milicias de los partidos de izquierda y de las organizaciones sindicales, lo que desató aún más la violencia de tales milicias. Durante la contienda no desempeñó cargo político alguno, salvo el meramente simbólico de diputado a Cortes. Al terminar la guerra se refugió en Francia, donde permaneció hasta su fallecimiento. Su hija, fue la conocida actriz francesa Maria Casarès. Parcial información: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe)
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Mariano Casasús Lacasta
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José Castán Tobeñas
Cuando estalló la guerra civil, Castán no tardó en contactar con la Quinta Columna colaborando con las redes clandestinas de falangistas desde su puesto. Era un hecho horrible que miembros del Tribunal Supremo de la República en guerra fuera quinta columnistas, pero así fueron las cosas en la República en guerra, pues a medida que las expectativas militares del gobierno disminuían, sus funcionarios, militares y toda clase de administradores del poder republicano empezaron a suspirar, a dejar caer una palabra, a sisear en los baños y cafés, a hacer una confidencia a un compañero y celebrar las mismas intenciones descubiertas hasta alcanzar el paroxismo del golpe del coronel Casado contra el gobierno legítimo. Al final de la guerra los franquistas le devolvieron a la Universidad de Zaragoza, de donde había salido, y le aplicaron la depuración que Castán solventó cum laude en 1940 pues recuperó su puesto en la Sala Segunda del Supremo continuando su exitosa carrera judicial en un régimen que personalmente adoraba llegando a ser en 1945 el nuevo Presidente del TS. Cuenta Internet que en 1954 en la apertura del año judicial, su discurso se llamó, "Los derechos de la mujer y la solución judicial de los conflictos conyugales", ya tiene bemoles. Castán fue también Procurador en las falsarias Cortes franquistas.
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Griselda Del Castillo Sáenz de Tejada y familia. Hermana del teniente Castillo. Nacida en Alcalá la Real de Jaen en 1909. Miembro de la UGT local. Marchó a Madrid probablemente con la familia. Era miembro de las Mujeres Antifascistas y sirvió de enfermera en el Hospital Obrero de Madrid. Marcho luego a la zona aragonesa con la sanidad militar del Ejercito Popular y al terminó de la guerra se exilió a Francia de la que afortunadamente pudo salir en el vapor Ipanema rumbo a Mejico en julio de 1939. Este viaje lo hizo con su hermana María Dolores. Su hermano mayor, Pedro Del Castillo fue subsecretario de la marina Civil y no llegó a Méjico hasta 1947. Laura, la hermana más pequeña pasó la frontera francesa en 1939 embarazada de su primer hijo y acompañada de familiares. Siendo internados en un campo francés. Joaquín Rodríguez, su marido, consiguió sacar a la familia y embarcarla para Méjico donde llegaron en mayo de 1939. Joaquín Rodríguez era abogado y miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas, fue letrado de las Cortes españolas y como tal ofició en la última reunión de Cortes republicanas en Figueres. Consiguió llevar a gran parte de la familia del Castillo a Méjico. Murió muy joven de una dolencia renal.
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Honorato de Castro Bocel
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Enrique Castro Delgado (1907-1965)
Con la rebelión militar, Castro, como todos los activistas y militantes de sindicatos y partidos de izquierdas republicanos, una multitud en Madrid, pidieron armas, algunas consiguieron, otras sin cerrojos, pero se fueron a cercar los cuarteles tanto el de Montaña, como los de Campamento y otras instalaciones militares. Y así hay una fotografía de Castro Delgado en las calles adyacentes al Cuartel de la Montaña con cara decidida y a la expectativa, al pairo que dicen los marinos.
Enrique Castro Delgado (marcado) durante los momentos iniciales al asalto al Cuartel de la Montaña. La victoria de los prontamente milicianos madrileños sobre los alzados, sobre todo en el Cuartel de la Montaña abrió inmensas posibilidades para el Partido Comunista y sobre todo para los avispados cuadros del Partido que llevaban esperando algo así desde tiempo ha. Castro Delgado, Lister, Modesto, y un largo etc. de militantes sabían lo que tenían que hacer, aceptaban los riesgos y veían un mundo de grandes alegrías para la clase trabajadora y sobre todo para sus líderes. No se dedicaron a tonterías románticas al estilo del pasado siglo como otros sindicatos y partidos. No, Enrique Castro sabía que tenía que organizar unidades militares con los cuadros de las MAOC y los trabajadores madrileños especialmente de Cuatro Caminos. Escogió para ello un cuartel bien grande, el convento de los Salesianos de la calle Francos Rodríguez estaba dentro de su Radio, las zonas urbanas en el argot comunista. Tentó el recién creado batallón controlado por el Partido, el quinto de los formados por voluntarios de Cuatro Caminos y mandados los militares profesionales Francisco Navarro y Francisco Galán, y tras prometerles que ellos no serían un batallón sino un regimiento, se llevó al convento a los voluntarios comunistas y contando con muy buenos organizadores fundó el increíble Quinto Regimiento de Milicias Populares que nació muy afortunado en voces, medios, propaganda y voluntarios. Además, no se perdió el tiempo, enviaron unidades a todos los frentes que se avecinaban sobre Madrid. Primero a la Sierra, se los llevó Modesto con los que quedaban en el Quinto batallón y también Lister. Aquellos voluntarios que pusieron nombres rimbombantes a sus compañías y su batallones, que no eran compañías ni batallones al uso, malamente sabían manejar sus armas, algunos ni siquiera sabían ponerse las trinchas requisadas o el propio casco español e ignoraban la más mínima instrucción del infante. Pero para evitar eso estaba el Quinto Regimiento, una institución miliciana cuyo propósito era formar unidades instruidas militarmente y políticamente. Su primer comandante fue precisamente Enrique Castro Delgado y uno de sus principales artífices. El Quinto Regimiento marcó la diferencia entre las Milicias Populares salidas del cuartel de Cuatro Caminos y el resto. Y en el frente pasó lo mismo, las unidades del Quinto no ganaban batallas pero mantenían el frente y eran raros los pánicos. Con esta realidad y con la propaganda de la propia organización la leyenda del Quinto atravesó fronteras. Se llegó a decir que fue el embrión del Ejercito Popular, lo que no es enteramente cierto pero fue el centro de instrucción en un mundo miliciano analfabeto de la ciencia militar En septiembre de 1936 el Partido creyó conveniente sustituir a Castro por Lister, por varias razones, la primera, Castro no tenía ninguna experiencia militar a los dos meses de la guerra y pese a ser y contar con buenos administradores, se necesitaba un líder de las Milicias Populares como el gallego, alzado además a las nubes por la propaganda del Partido. Castro en ese terreno no era nadie. No caía simpático a la tropa, era un tanto presuntuoso y se había manchado las manos de sangre sin ninguna necesidad. Pero la razón más ominosa para Castro fue seguramente el enfrentamiento que había tenido con Dolores Ibarruri y que terminaría por cuajar en Moscú. Para paliar el trance a Castro le dieron la Dirección General de la Reforma Agraria bajo la férula del ministro de Agricultura, Vicente Uribe con el que también se vería las caras en Moscú. Además para relleno, se le dio posteriormente el puesto de Comisario Inspector del TOCE (Madrid) y cuando Mije dejó un puesto libre se le adjudicó a Castro una Subcomisaría General del Ejercito de Tierra. Puestos estos de carácter político que se repartían los partidos del Frente Popular para mantener las aguas políticas por donde navegaba el Ejercito Popular todo lo mansas que se pudiera. La guerra siguió para Castro en puestos administrativos y políticos en los gobiernos republicanos y en el Partido. Al final de la guerra Castro se dirigió a la posición Dakar donde se estaba concentrando el recién regresado gobierno Negrín y sus apoyos, especialmente los lideres comunistas. Ante sus camaradas, Castro expresó la opinión de movilizar los restos del Estado Republicano y resistir, pero, primero, eso era un brindis al Sol, y segundo, los lideres de la Komintern para España ya habían decidido que el golpe de Casado era un buena oportunidad de salir de la derrota sin menoscabar el prestigio del Partido, algo así como que se coma la derrota el golpista de Casado y sus socios. Pasionaria y los altos cargos del Partido dieron la orden de evacuar. Castro salió en uno de los aviones del aeródromo de Monóvar y aterrizó en Francia y desde allí partió Moscú donde le dieron trabajo en la Komintern, nadie le discutía su buen hacer organizador. También trabajó en Radio España Independiente "La Pirenaica" pero en 1944 todavía Rusia en guerra se desató la guerra en la cúpula del PCE en Rusia. Castro apoyó a Jesús Hernández que planteó su liderazgo pensando que contaría con más apoyos, pero Dolores Ibarruri lo despedazó como despedazó a todos los que se le opusieron. Por este pecado, Castro primero perdió su trabajo, que en la Rusia en guerra era ir directamente a una fábrica de tanques, fue expulsado del Comité Central (adiós hotel Lux) y finalmente expulsado del mismo PCE. Como se las compuso para salir de Rusia es mérito de Castro y otros malditos como él, pero el caso es que llegó a Méjico volvió a contactar con Jesús Hernández y montaron una operación de oposición comunista en el exilió que no sirvió para nada y que naturalmente llamó la atención de quienes protegían a quienes quisieran renegar de Moscú y de paso contar mentiras. Fíjese, con que hubieran contado verdades ya iban servidos los de Moscú, sobre todo los españoles. Pero no, Castro se encontró en la tesitura de todos los desterrados del universo comunista, ¿y ahora qué, de qué como, con quién voy? Y lo resolvió como Gorkin y como Jesús Hernández pero con mucha menos honestidad y muchas arrobas de mala baba. Los dos libros de Castro, "Mi fe se perdió en Moscú" y "Hombres made in Moscú", solo son el veneno de un amargado que esperaba un puestazo en el PCE del exilio, como Jesús Hernández y lo que le dieron fue una patada justo donde el comisario Báguenas le dio otra patada, esta física que le dejó impotente en agosto de 1936. Así que Gorkin, que ya trabajaba para la dueños del mundo le ayudó, como ayudó a Valentín González "El Campesino" atraicionar su pasado y sus ideas a cambio de sombra protectora. De este modo Castro pudo regresar a España protegido por la Falange y ponerse al servicio del Ministro de Información Y Turismo, el mismísimo Fraga Iribarne. Castro murió en 1965 no sin antes dejar en evidencia hasta donde se puede caer cuando uno emprende la senda del canalla y la amargura que esto procura. Partido Comunista aparte.
Vease: http://www.sbhac.net/Republica/Fuerzas/EPR/EprC/El5RegimientoDeMiliciasPopulares.pdf |
Manuel Castro Molina
(1) Hay otra versión que asegura que siendo Comisario de la 19 división en el VIII Cuerpo del Ejercito de Extremadura enfermó seriamente de tisis y murió en el hospital franquista de Alicante ya preso.
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Roberto Castrovido Sanz
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José Cazorla Maure
(1) Nota de M.B.- Se trataba de personalidades y militares derechistas, fervientes partidarios de la rebelión, detenidos y sin juzgar, y que probablemente hubieran sido condenados a largos años de prisión por la justicia republicana. El motivo del traslado era evitar que fueran liberados por los franquistas con lo que se incorporarían sin duda al aparato militar y político del enemigo. La realidad es que las milicias encargadas de su traslado los fusilaron durante esos días, según habían acordado al parecer, representantes de CNT, PCE y PSOE en los distintos organismos represivos y de inteligencia de la incipiente Junta de Defensa de Madrid del otoño del 36 y de otros organismos anteriores. Carrillo y Cazorla puede que no supieran nada de estos fusilamientos, hay diversas opiniones. Carrillo dijo que se enteró cuando un diplomático le avisó de lo que estaba ocurriendo, pero también es cierto, que una vez que las autoridades republicanas tuvieron noticias de los terribles hechos, no enfocaron el asunto con justicia y verdad, sino que trataron de taparlo, pensando en el daño que aquello haría a la causa republicana. Mucho se ha calumniado a ambos personajes, por estar precisamente allí, pero su responsabilidad es la misma que la de todos los republicanos que en aquella época tenían cargos y responsabilidad en las Milicias e Instituciones encargadas de velar por la seguridad de la República en Madrid. Pues enfocado debidamente el asunto, se evidencia que la responsabilidad es colectiva de todas las autoridades madrileñas en ese momento. Bien es cierto, que con una capital, al borde de ser tomada, donde justamente estos presos se unirían a la lucha contra la República, y no sólo eso, ya que, con toda probabilidad, caerían con cruel saña, como ya pasó en otros escenarios, sobre los presos republicanos madrileños si la ciudad caía pues estaban llenos de "santa" ira. En ese escenario, digo, se entiende perfectamente que nadie mirara por estos presos. Esto no rebaja la culpa, pero ayuda a entender la situación. Pero es más, la Junta de Defensa de Madrid se distinguió por tratar de acabar con las ejecuciones extrajudiciales, especialmente Carrillo y Cazorla, aunque indudablemente, Paracuellos y Torrejón es un baldón inaceptable para el honor de la República. Aproximadamente la mitad de fusilados que en Badajoz por las tropas de Yagüe, matanza, por otra parte, de la que, Paracuellos y Torrejón, son herederas en cierto modo, como ya ocurrió en la Cárcel Modelo en agosto de 1936. Nos gustaría ver una página conservadora donde se asuman las responsabilidades de la matanza franquista de Badajoz, o que se hubiera llamado a Yagüe, duque de Badajoz, como a Carrillo, se le llamó duque de Paracuellos. Pues eso.
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Agustí Centelles.
(1909-1985). Fotógrafo catalán que inició su actividad profesional en el Diario Gráfico de Barcelona, y que, posteriormente, establecido por su cuenta, recogió con su máquina todo tipo de acontecimientos políticos, sociales y culturales, manifestaciones, huelgas, incidentes callejeros, etc. Al estallar la guerra civil se hallaba en Barcelona, siendo, quizá, el único fotógrafo profesional que se atrevió a salir a la calle el 19 de julio de 1936, a "dar fe de lo que estaba sucediendo en la ciudad". A lo largo de la contienda prosiguió su trabajo, alcanzando un sólido prestigio profesional tanto por la calidad como por la oportunidad de sus testimonios gráficos: un ataque a la bayoneta en el frente de Huesca —que consiguió fotografiar con auténtico riesgo de su vida—, bombardeos, enfrentamientos urbanos, miseria de los combatientes, etc. Finalizadas las hostilidades se exilió a Francia, donde obtuvo magníficos documentos gráficos sobre los campos de concentración de refugiados españoles y otras actividades del exilio. Pasados unos años regresó a España, dedicándose desde entonces a la fotograba industrial. La obra gráfica de Agustín Centelles ha servido para ilustrar gran número de libros y otras publicaciones que versan sobre la guerra civil española de 1936-1939. A principios de este siglo, surgieron investigaciones donde se constataba que muchas de las fotografías custodiadas por Centelles pertenecían a otros fotógrafos catalanes de la época, como Antonio Goncer Rodríguez "Gonsanhi" o Pau Lluis Torrents.
Vea: http://www.sbhac.net/Republica/Prensa/Fotografos/Nacionales/Centelles/Centelles.htm |
Atilano Coco
(1) Cosa muy discutible, pues en realidad fueron fusilados por su condición derechista y por el odioso comportamiento de muchos clérigos y párrocos, no digamos de la jerarquía, en los años que precedieron a la llegada de la II República, y durante su existencia. Todo esto está documentado, el anticlericalismo era furibundo. La Iglesia Católica suscitaba un odio brutal por su hipocresía moral, sexual y social, por sus riquezas desaforadas, por su monopolio educativo ultra reaccionario, por su injerencia permanente en la vida cotidiana de los ciudadanos y por su apoyo a las despiadadas oligarquías que tenían a la población rural al borde del desmayo. Es nuestra creencia que nadie fue fusilado estrictamente por su fe. La mayoría de los religiosos sobrevivieron, sobre todo si eran buenas personas y otros muchos, buenos o peores, fueron escondidos por republicanos que se jugaban la vida con ello. La propia Pasionaria escondió monjas, Companys idem de idem, Prieto otro de lo mismo, Negrín también, etc, etc... |
Mari Pepa Colomer.
Fuente e imagen: El País, 26 mayo 2004
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Juan Comorera.
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Lluis Companys i Jover.
(1882-1940). Abogado y político catalán, nacido en la provincia de Lérida, que fue discípulo de Francisco Layret, en el despacho del cual hizo sus primeras armas profesionales, defendiendo a numerosos obreros que militaban en la CNT. Afiliado a Unió Republicana, junto con el citado Layret y Marcelino Domingo Sanjuán, fundó en 1916 el periódico La Lucha, al tiempo que colaboraba en La Publicidad, La Barricada y La Forja. Un año después fue elegido concejal del ayuntamiento de Barcelona, formando parte de la Comisión de Gobierno de dicha corporación. En 1920 fue detenido y deportado a la isla de Menorca por sus relaciones con el Sindicato Único y las actividades desarrolladas por éste. A su regreso a Cataluña creó la Unió de Rabassaires, especie de sindicato campesino opuesto al de San Isidro, que era en el que militaban los propietarios de las tierras. Durante la dictadura del general Primo de Rivera volvió a ser detenido en diversas ocasiones, aunque en ninguna de ellas se le formularon cargos graves y siempre recobró la libertad poco tiempo después. En marzo de 1931, al agruparse las tendencias republicanas catalanas en el partido Esquerra Republicana de Catalunya, se convirtió en uno de los líderes más cualificados de esta organización. Poco tiempo después, el 14 de abril, se autodesignó alcalde de Barcelona —dos días antes había sido elegido concejal del mismo municipio— y proclamó la República desde el balcón de honor del ayuntamiento de dicha ciudad. Diputado a Cortes por Barcelona en 1931, 1933 y 1936 (Esquerra Republicana de Catalunya). Gobernador civil de Barcelona; ministro de Marina (de junio a septiembre de 1933) en uno de los gabinetes presididos por Manuel Azaña, y presidente del Parlamento de Cataluña. Elegido presidente de la Generalidad de Cataluña tras la muerte de Francecc Maciá, el 6 de octubre de 1934 proclamó el Estado Catalán de la República española, por lo cual fue acusado del delito de rebelión militar y condenado a treinta años de reclusión. Al triunfar el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 fue amnistiado y repuesto en el cargo de presidente de la Generalidad, regresando a Cataluña —se hallaba preso en el penal del Puerto de Santa María (Cádiz)—en olor de multitud. El 16 de julio de 1936, al anochecer —durante toda la jornada había corrido por doquier el rumor de que, de un momento a otro, los militares iban a alzarse en armas contra el Gobierno—, recibió en su despacho oficial a Buenaventura Durruti, Francisco As-caso, Juan García Oliver y Diego Abad de Santillán, quienes, en nombre de la CNT y de la FAI, pretendían que se les entregasen armas con las que poder hacer frente a cualquier eventualidad sediciosa, pero el presidente de la Generalidad, que en esta ocasión prefería que los acontecimientos se precipitasen por sí solos, se negó a tal entrega. El 18 del mismo mes, por la mañana, conocedor ya del levantamiento de las tropas destacadas en Marruecos, habló por teléfono sobre el tema con Santiago Casares Quiroga, presidente del Gobierno central, el cual, optimista, restó importancia al hecho y le aseguró que en pocas horas el país volvería a la normalidad. El mismo día, por medio de Federico Escofet Alsina, comisario general de Orden Público de la citada Generalidad, se enteró de que habían sido detenidos tres oficiales de la Guardia de Asalto, a los cuales se les habían ocupado algunos documentos altamente comprometedores, reveladores de la inminencia de la sublevación. En la madrugada del 18 al 19 las tropas rebeldes se lanzan a la calle, pero, al cabo de unas horas y tras una sangrienta batalla, son derrotadas por las fuerzas de la Guardia Civil, la Guardia de Asalto, los Mozos de Escuadra y las milicias anarcosindicalistas. El general Manuel Goded Llopis, que se había trasladado de Mallorca a Barcelona para encabezar la rebelión, es hecho prisionero. Conducido al despacho del presidente de la Generalidad, es invitado por éste a que se dirija por radio a los últimos focos de resistencia, a fin de que, en evitación de mayores males, les ordene que depongan su actitud. «General —le dice—, cuando se juega y se pierde hay que pagar lealmente. En otra ocasión yo me vi en este despacho, vencido por la fuerza del Ejército como usted lo está ahora por la fuerza del pueblo. Entonces, cumpliendo el deber de evitar sacrificios estériles, me acerqué a ese micrófono y recomendé que la lucha cesara porque el movimiento había fracasado. Usted está en el deber de imitarme.» Aceptó el general rebelde la invitación, desligando a sus secuaces del compromiso que tenían contraído. Satisfecho por su victoria, el presidente de la Generalidad habló por los mismos micrófonos que Goded: «¡Catalanes! Sólo unas palabras, porque éstos son momentos de hechos y no de frases. Acabáis de escuchar al general Goded, que dirigía la insurrección y que pide que se evite el derramamiento de sangre. La rebelión ha sido sofocada. Es necesario que todos continuéis a las órdenes del Gobierno de la Generalidad, atendiendo a sus consignas. No quiero terminar sin hacer un fervoroso elogio de las fuerzas que con bravura y heroísmo han luchado por la legalidad republicana ayudando a la autoridad civil. ¡Viva Cataluña! ¡Viva la República!» En la tarde del 20 de julio, dominada ya Barcelona por las fuerzas leales al Gobierno, recibe, otra vez, aun grupo de militantes de la CNT y de la FAI —Durruti, García Oliver, Ricardo Sanz y Joaquín Ascaso (el hermano de este último, Francisco, había muerto el día antes en el asalto a unas dependencias militares de Barcelona)— y les dice: «Habéis vencido y todo está en vuestro poder; si no me necesitáis o no me queréis como presidente de Cataluña, decídmelo ahora, que yo pasaré a ser un soldado más en la lucha contra el fascismo.» Aunque, según Jaume Miravitlles, testigo de excepción de aquellos acontecimientos, «a las cuarenta y ocho horas del estallido [de la guerra] ya no regia el Gobierno de Cataluña» y las patrullas armadas anarquistas y socialistas se habían hecho las dueñas de las calles de Barcelona, el presidente de la Generalidad hizo todo lo posible para que la ciudad recuperase la calma y la normalidad. Con este propósito dirigió a los catalanes una nueva alocución radiofónica, en la que no es difícil entrever el estado de indisciplina que debía reinar entre las masas: «El Gobierno de Cataluña —dice Companys— ha adoptado las medidas necesarias para hacer frente a las circunstancias actuales, en las que las fuerzas fascistas vencidas en la calle en toda Cataluña y en casi toda España por el heroísmo de las masas populares y de las fuerzas leales, oponen en algunos lugares la última desesperada resistencia. El Gobierno mantendrá la dirección de la lucha, puesto que él tiene la responsabilidad, e impondrá la disciplina con el concurso y la asistencia de las organizaciones obreras y de los partidos políticos antifascistas. Los que han luchado y vencido han de permanecer unidos, para dar a los impulsos de la indignación el camino eficaz de la victoria y la pureza, el honor y la gloria del movimiento triunfante. Repito a todos el acatamiento a las disposiciones, órdenes y acuerdos del Gobierno... Pido y repito a todos que rechacen y se enfrenten contra todo intento que venga a perturbar el orden revolucionario...» El 23 de julio se crean las Milicias Ciudadanas o Milicias Antifascistas de Cataluña, que constituirían, el auténtico poder en Cataluña durante algunos meses. El 10 de agosto se constituye un nuevo Gobierno catalán, el cual despierta no pocos recelos en Madrid: primero, porque Companys deja de llamarse presidente de la Generalidad de Cataluña para hacerse llamar presidente de Cataluña; después, porque en dicha Generalidad se crea una nueva consejería, la de Defensa, que suena más a organismo propio de un Estado soberano que a simple departamento administrativo de una región autónoma.
Companys y parlamentarios catalanes en 1932. Ventura Gassol y Tarradellas por la izquierda. A su vera Jaume Aiguader A este Gobierno suceden varios más, lo que revela la inestabilidad de la situación y su difícil sostenimiento. Ossorio y Gallardo (Vida y sacrificio de Companys, Ed. Losada, Buenos Aires, 1943) describe la atmósfera reinante en aquellos momentos y los esfuerzos que continuamente hace Companys para evitar peligros e incomodidades a determinadas personas: «... Cuando después de julio de 1936 [Companys] fue desbordado por la revolución y Cataluña tomó un aspecto fantástico y todos tuvimos que acudir a la Generalidad para proteger amigos e instituciones, pude darme cuenta de que hizo lo que pudo para salvar lo que fuese posible, aunque a veces no lo consiguiera. Me consta que muchos de nuestros políticos de derechas que se hallaban en Barcelona, Abadal, Ventosa i Calvell, Puig i Cadafalch, el conde de Montseny, así como muchos industriales que pudieron escapar, los altos dignatarios del clero e innumerables curas salvaron la vida gracias a la intervención de Gassol y España, que actuaban por encargo y con plena anuencia de Companys. Yo hablé con el obispo de Gerona y con el canónigo Carreras en el despacho de Gassol y con el abad de Montserrat en el patio gótico y vi los montones de pasaportes que firmaba España y luego supe los esfuerzos de Andreu [presidente de la Audiencia], que se jugó muchas veces la vida para arrancar de las patrullas a muchos inocentes y aun a muchos que no lo eran y sé que todo esto se hacía de acuerdo con el Presidente. Sé también que después de los primeros fusilamientos de militares sublevados (Goded, etc.) a los que él, en principio, se opuso siempre y que sólo consintió porque con ellos se evitó una matanza en masa que no tenía fuerza de impedir, Companys votó todos los indultos y luego facilitó todos los cambios de presos. A finales de octubre de 1936, la Generalidad acordó la colectivización de las empresas de más de cien obreros. En principio, el presidente catalán —fiel a su linaje y a su espíritu burgués— se opuso a la firma del correspondiente decreto pero, según cuenta Abad de Santillán, testigo presencial de los hechos, accedió a suscribirlo amenazado casi pistola en mano por el consejero de Economía. Las relaciones con el Gobierno central son poco cordiales y, en este sentido, irán in crescendo a lo largo de toda la guerra. Ante Ilia Ehrenburg, corresponsal del diario soviético lzvestia, Companys se quejó de que en Madrid «nos tratan como a una provincia». Cuando Manuel Azaña se traslada a Barcelona es recibido como un jefe de Estado... extranjero. En poco tiempo la Generalidad de Cataluña se apropia de un sinfín de servicios y de funciones que estatutariamente no le corresponden, todo ello con el asentimiento, cuando no por obra, del propio Companys; la Consejería de Gobernación de dicha Generalidad se arroga la mayoría de las funciones que corresponden al Gobierno central; el presidente de Cataluña —título que oficialmente no existía pero que a Companys le satisfacía, y mucho, utilizar— se atribuye la prerrogativa de indultar a los condenados por los tribunales de justicia; dependiendo del Gobierno catalán se crean los departamentos de Comercio Exterior y de Asuntos Exteriores; la misma Generalidad emite papel-moneda, de curso obliga-torio en Cataluña, por un importe inicial de 200 millones de pesetas; se crea un ejército de Cataluña independiente del ejército de la República; etc. En mayo de 1937 estalla en Barcelona una guerra civil dentro de la guerra civil, que terminará con la práctica desaparición del poder anarcosindicalista del panorama catalán, la defenestración de Francisco Largo Caballero y el acceso de Juan Negrín a la jefatura del Gobierno central y de los comunistas al Poder. Carlos Rojas (Diez figuras ante la guerra civil, Ed. Nauta, S. A., Barcelona, 1973), hace esta rápida síntesis de aquellos momentos: «... Agrias discordias entre las fuerzas republicanas aperciben a tiros el mayo sangriento hasta hacerlo inevitable. Más de ciento cincuenta muertos, en atentados, pringan Cataluña en aquellos meses. El 30 de julio asesinan a Desiderio Trilles, Manuel Séster y Miguel Moraña, de la UGT, en la puerta de la Paz. El 23 de enero, en el pueblo de La Fatarella, Tarragona, las patrullas de control abren fuego contra los campesinos que protestan la colectivización. Treinta cadáveres arroja el balance. El 17 de febrero matan en Barcelona a un cenetista. El 26 sale siniestro. Cae otro confederado en un tiroteo entre sindicales en Manresa; balean al presidente de las juventudes anarquistas de Centelles; hay nuevos crímenes en Vilanova i la Geltrú, y en Granollers acaban a tiros con un guardia de Asalto. Una manifestación de compañeros suyos llega a la Generalidad, donde apacíguala el propio Companys. Tres días después, en el entierro de un guardia civil también sacrificado en Olesa de Montserrat, enciéndese otro tiroteo y cae el obrero Juan Gozalbo. El 5 de marzo, apropiase el PSUC de diez tanques ligeros de la Maquinista Terrestre y Marítima, falsificando un volante del sindicalista Antonio Vallejo, jefe de las industrias de guerra. El mismo Tarradellas, presidente del Gobierno, reclámalos en vano. El 24 de abril disparan contra el comisario de Orden Público Rodriguez Salas. A la mañana siguiente, sucumbe Roldán Cortada, del comité regional de la UGT, a manos de otros pistoleros. El 27, números de Asalto enviados por Rodríguez Salas y Artemi Ayguader, consejero de Seguridad Interior, acaban con Antonio Martín, el cojo de Málaga, en su cantón de Puigcerdá, donde reinaba abierto bandidaje. El 2 de mayo, víspera del estallido, sucumbe un faísta en la calle del Pino, bajo las balas de Estat Catalá. La serenidad de Alfredo Martínez del comité regional de las juventudes libertarias, impide inmediatas venganzas en otros miembros de Estat Catalá, reunidos con él, en el pleno del frente de la juventud revolucionaria. Martínez, empero, será también víctima de sicario anónimo, en los sucesos que se avecinan...» Efectivamente, el panorama en Cataluña es desolador. «Hay para escribir un libro —dice Azaña en sus Memorias políticas y de guerra, Ed. Crítica, Barcelona, 1981— sobre el espectáculo que ofrece Cataluña, en plena disolución. Ahí no queda nada: Gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerza armada; nada existe...» No menos pesimista se muestra Abad de Santillán: «... Companys —dice— no supo o no pudo imponerse al caos que reinaba en aquella época...»
Companys recibe a José Antonio Aguirre en Barcelona A principios de noviembre de 1937, considerando concluido su mandato presidencial, Companys pone su cargo a disposición del Parlamento catalán, pero éste vuelve a elegirlo para el mismo puesto por cuarenta y un votos a favor y uno en contra. No obstante, las relaciones Gobierno central-Generalidad de Cataluña se deterioran tanto que el necesario engranaje deja de funcionar. Parece claro que la colaboración de Cataluña al esfuerzo general de guerra es cada vez menor, está cada vez más falta de entusiasmo. Companys se queja de Prieto —que ha sucedido a Largo Caballero en la cartera de Guerra, que simultaneaba con la presidencia del Gobierno— y de Negrín; Azaña se queja de Companys: «Lo mejor de los políticos catalanes es no tratarlos.» Todos se quejan de todos. En un determinado momento se rumorea que va a suprimirse la Generalidad y a nombrarse, otra vez, un gobernador general de Cataluña. En el paroxismo de su amargura, Azaña, artífice máximo, en su día, del Estatuto catalán, escribe: «... Una persona de mi conocimiento asegura que es una ley de la historia de España la necesidad de bombardear Barcelona cada cincuenta años. El sistema de Felipe V era injusto y duro, pero sólido y cómodo. Ha valido para dos siglos.» Moralmente derrumbado, Companys no sabe qué camino elegir: personas que lo trataron de cerca en aquellos momentos sospechan que había perdido o que estaba a punto de perder el juicio. El establecimiento del Gobierno central en Barcelona no sirve si no para agravar la situación. El Gobierno transgrede continuamente el Estatuto y la Generalidad viola cada día la Constitución. En círculos que se decían bien informados —cosa que nunca ha podido comprobarse y que muy posiblemente era una mentira más entre las muchas mentiras que circulaban por entonces— se asegura que Cataluña está gestionando una paz separada con Franco. En ocasiones, pocas, se enciende una luz que parece posibilitar el entendimiento y que sirve para albergar algunas esperanzas. «En las filas del Ejército —dice Companys—, victoria quiere decir unidad, disciplina, mando único, virtudes militares y cívicas en todos los órdenes, y esto ha sido conseguido por las características insuperables de abnegación y de resistencia y de moral del alma popular, y el acierto de la eficacia técnica y de dirección que me obligan ahora a pronunciar el nombre de Indalecio Prieto...» Pero esta luz se apaga en seguida. Cuando la guerra se acerca a Cataluña, la República va ya, inevitablemente, a la deriva. Negrín propone a Companys como presidente del Gobierno central pero éste, como es lógico, rehúsa la proposición. En diciembre de 1938 comienza la gran ofensiva nacionalista sobre Cataluña, que a los pocos días se convertirá, más que en ofensiva, en un paseo militar. Según Carlos Rojas (op. cit.), un grupo de militares republicanos propone, a través de Diego Abad de Santillán, un plan «entre saguntino y fantástico, que prevé, para Barcelona, la resistencia y voladura de la ciudad, casa por casa. Companys jura estar dispuesto a sepultarse con ella, pero Negrín rebate el proyecto». El 26 de enero de 1939, el ejército nacionalista entra triunfalmente en Barcelona. Tres días antes, exactamente en la madrugada del 22 al 23, Companys había abandonado la ciudad. «Tardaremos mucho tiempo en regresar a nuestra tierra», dice al contemplar por última vez el palacio de la Generalidad de Cataluña. Pasando por Sant Hilari, Montsolís, Darnius y Agullana —donde se encuentra con José Antonio Aguirre Lecube, presidente del Gobierno autónomo del País Vasco, que también huía—, llega a la frontera francesa, de donde pasó primero a Perpiñán y, posteriormente. a Paris. Más tarde. fijó su residencia en La Baule, en unión de su esposa. Cuando, en 1940, Francia es invadida por los ejércitos de Hitler, le propusieron huir a América, pero Companys se negó a ello, pues tenía un hijo enfermo mental recluido en un sanatorio próximo a París. Poco tiempo después se enteró de que, tras un bombardeo, su aludido hijo había desaparecido, lo que le obligó a realizar una serie de gestiones en averiguación de lo sucedido. En el desarrollo de tales gestiones fue detenido por la GESTAPO alemana y conducido a París. Allí fue entregado a la policía española, que lo trasladó a Madrid. Tras una serie de interrogatorios en la Dirección General de Seguridad, lo llevaron a Barcelona, quedando preso en el castillo de Montjuit. El 14 de octubre del citado 1940 se celebró contra él un consejo de guerra sumarísimo, en el que fue acusado de haber cometido un delito de adhesión a la rebelión militar. Horas después se dictó la correspondiente sentencia, en virtud de la cual era condenado a la pena de muerte. Al día siguiente, de madrugada, tras haber confesado y comulgado al parecer muy devotamente —no obstante su antigua militancia en la Masonería—, fue fusilado en los fosos del mencionado castillo. No parece cierto que, como dice la leyenda, se descalzase ante el pelotón que lo iba a ejecutar para morir pisando tierra catalana. Fuente: Manuel Rubio Cabeza (Diccionario de la GCe) (1)
Nota (1) Hemos de reconocer al lector que la reseñas de Manuel Rubio Cabeza no nos terminan de agradar, pero que fueron hechas con toda seguridad con ánimo histórico y sin intereses torticeros. En 1986 se sabía de la GCe lo que se sabía, me refiero al personal de ideologías no republicanas que bebían de las fuentes locales y no tenían a su alcance otras fuentes. Podríamos haber hecho nuestras reseñas de este tipo de personajes tan conocidos, pero preferimos dedicarle nuestro tiempo a personajes de los que consideramos más olvidados, más polémicos o más difamados. Esta es la razón por la que hemos usado reseñas de autores como Manuel Rubio Cabeza, que hizo un trabajo extraordinario en su diccionario de la Guerra Civil o de Guillermo Cabanellas en la Guerra de los mil días. Aunque de éste último prácticamente no queda ninguna, pero fue con las que empezamos. |
Cayetano Continente Bernudez
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Manuel Cordero Pérez.
(1) Como todos los históricos socialistas, aprendió por su cuenta, poca escuela, y mucho intercambio de ideas y de libros con los compañeros. Esto te conciencia, que duda cabe, pero lo que un adelantado estudiante aprende en una semana, un autodidacta necesita un semestre. En política, el valor del autodidactismo esta en la irrenunciabilidad de las ideas aprendidas, pues en verdad que llegan a nuestro magín como si hubieran salido de las propias entrañas, lentas, a veces, algo incorrectas, pero propias. Así fueron los grandes líderes obreros de la izquierda española. (2) Como las que hoy hace la prensa amarilla y la TDT party ultra católica a cualquiera que respire de izquierdas.
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Fernando Cordón García Administrador de la aduana de Verín. Con la rebelión partió para Orense para ayudar en la resistencia contra la sublevación. Pero su chofer le denunció. Al descender del coche fue tiroteado sin previo aviso y detenido sin que se le prestara ayuda médica. Inmediatamente se le aplicó el bando de guerra rebelde y condenado a muerte. Como no se tenía de pie lo ataron a una escalera. Su muerte se publicó en "El faro de Vigo". Era hermano de Antonio Cordón militar republicano que fue subsecretario del ejercito de Tierra en el gobierno Negrín.
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Joan Cornudella Barbera. (1904-1985). Político catalán, afiliado a Estat Catalá, que durante la guerra civil fue secretario general de dicho partido. Una vez concluida la contienda se exilió a París, donde fundó el Front Nacional de Catalunya. Más tarde regresó clandestinamente a España, siendo detenido en diversas ocasiones por sus actividades políticas. Tras la restauración de la Generalidad de Cataluña fue elegido diputado al Parlamento Catalán por el Partido Socialista.
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Francisco Cruz Salido.
Dos amigos que compartieron vida y muerte, Julián Zugazagoitia y Francisco Cruz Salido (1898-1940). Empleado de la Compañía Telefónica, militante del PSOE y redactor del diario El Socialista, en cuyas páginas publicó el 30 de julio de 1932 un articulo que le valió la inquina de un gran sector de la clase militar. «Pregonemos —decía entre otras cosas—nuestro orgullo: tenemos médicos para los soldados, y médicos para los jefes, cada uno de ellos especialmente capacitado para sus funciones respectivas. A veces, sin embargo, el médico de un capitán especializado en capitanes y preparado para vigilar la salud de los capitanes, se ha visto en el caso de tener que asistir de parto a la señora del capitán. Terrible conflicto. Terrible, porque, por muy psiquiatra que el médico sea, no había previsto que los capitanes pudieran llegara esos trances. En estos casos debería establecerse una competencia de jurisdicción entre el médico de los jefes y el médico de los soldados; en definitiva, tendría que intervenir este último, porque podría demostrarse que la culpa de todo era del asistente.» Durante la guerra civil siguió colaborando en el mismo periódico, siendo durante algún tiempo secretario particular de Indalecio Prieto. Al terminar la contienda se refugió en Francia, donde fue detenido por la Gestapo alemana cuando los ejércitos de Hitler ocuparon dicho país, siendo, a continuación, entregado a las autoridades franquistas. Conducido a Madrid y juzgado por un consejo de guerra, fue condenado a muerte y fusilado en Madrid en las tapias del Cementerio del Este..
Nota: En la imagen es el de la derecha, junto a Julián Zugazagoitia. Ambos, como en la foto, unieron sus vidas y sus muertes, pues, fueron capturados en Francia por la Gestapo, entregados a los franquistas y fusilados en Madrid, en las tapias del Cementerio del Este en 1940. Y así, los franquistas acabaron con sus vidas, con su talento y con su honestidad. Descansen en paz estos dos insignes y leales socialistas.
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Luis Cuenca Estevas (1910-1936). Estudiante fracasado de Aduanas y militante del PSOE, apodado "El Cubano, por haber pasado una larga parte de su vida en la isla de Cuba y también "El Pistolero", pues al parecer fue guardaespaldas del dictador caribeño Machado. En el partido no le gustaba a nadie y gozó de escasas simpatías. Pero necesitados los grupos de acción de militantes avezados en la lucha callejera, se le admitió en «La Motorizada», formación paramilitar del Partido Socialista dotada de coches y motos para la protección de personalidades y actos del ala prietista del partido. De este grupo salió la famosa escolta personal de Indalecio Prieto. Milonga con la que los propagandistas del franquismo han querido siempre implicar a Prieto en todas los actos de pistolerismo habidos y por haber y sobre todo en el asesinato de Calvo Sotelo. A este respecto, los especialistas en el tema —Luis Romero, Ian Gibson, etc.— coinciden todos en que Cuenca fue el autor material del asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo cuando la camioneta número 17 del cuartel de Pontejos de la Guardia de Asalto, salió en busca de derechistas para vengar la muerte del teniente Castillo muy apreciado en la Guardia de Asalto. Como sabemos, iban en la camioneta varios guardias muy afectados por la muerte del teniente Castillo, un oficial de la Guardia Civil, Condés, un par de miembros de la Motorizada y el citado Luis Cuenca. Todos ellos habían estado reunidos con otros miembros de las Fuerzas de Orden Público en el patio del cuartel en un ambiente de exaltación y de búsqueda de venganza. En principio fueron esa noche al domicilio de Gil Robles, pero no estaba en su domicilio, decidieron ir entonces al domicilio de Calvo Sotelo. Lo sacaron de casa y lo sentaron en la camioneta. Luis Cuenca se sentó detrás y sin previo aviso para nadie sacó su pistola y le disparó a la nuca. La conmoción entre los guardias debió ser grande, de modo que decidieron dejar el cadáver del diputado a la puerta del cementerio. La noticia provocó una gran desazón en todas las instituciones republicanas. La policía gubernativa detuvo a Luis Cuenca al día siguiente del asesinato, pero la rebelión militar paró las investigaciones. Cuenca murió en acción de guerra, en la sierra de Madrid, a los pocos días de iniciarse la guerra civil.
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Pedro (Fernández) Checa
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Luis Delage García (1907-1991)
A finales de la Segunda Guerra Mundial arribó a España para encauzar las operaciones que el Partido tenía preparadas, entre ellas la "Reconquista de España" o invasión de los maquis españoles en Francia por el Pirineo para intentar derrocar al régimen. Para ello se le envió Sevilla. Tuvo que huir cuando la policía franquista desarticulo la dirección del Partido en Madrid, pues la brigada política franquista tenía orden de acabar con todos los líderes comunistas en el interior. En Francia, las cosas también se pusieron feas y al poco de iniciarse la persecución de los comunistas extranjeros en el país marchó a Praga, donde había una importante colonia de comunistas españoles, algunos ejerciendo de militares (con grados honoríficos) y otros en puestos académicos como Tagüeña. Todos ellos habían sido sus compañeros en la guerra y eran veteranos del Ebro. Su militancia le llevó por otros países del Este y siempre en la ortodoxia del PCE. Ya muy mayor y en una visita a España con familiares y amigos falleció en Madrid en junio de 1991
Delage formaba parte del núcleo duro de comisarios comunistas en el Ejército Popular: Bascuñana, Barcia, Álvarez y el mismo. Eran militantes muy disciplinados, muy trabajadores y muy leales. Se dice que fueron los artífices de la creación del Ejército del Ebro, el mejor Ejército que jamás tuvo la II República.
Delage con el comandante Agustín Lafuente, a su derecha sentado enfrente del Jefe de Servicios del Ejército del Ebro
Modesto con los tres comisarios más capaces y combativos de su Ejército, Barcia, Delage y Bascuñana. Falta Santiago Álvarez, pero era más de la órbita de Lister, y a la izquierda sesgada, otro peso pesado de la compañía de Dolores, Lidia Falcón (Leví de Soltera) |
Manuel Delicado Muñoz (1901-1980) Manuel Delicado a la izquierda, junto a Grimau (3º I) y Dolores Ibarruri (2ª D) en el exilio. Antiguo trabajador sevillano del corcho y afilado en la CNT que terminó militando en el PCE en 1926 a la par que Pepe Díaz. Y junto a él alcanzó Delicado un puesto en el Comité Central en 1932. La rebelión militar de 1936 le pilló en Sevilla pero pudo escapar y llegar a Madrid. Durante la guerra civil fue Director General de Agricultura y uno de los grandes del PCE. Se exilió al extranjero al termino de la guerra, regresando a España tras la muerte de Franco y continuando sus labores dentro del PCE. Falleció en 1980.
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José Díaz Alor (1889-1967)
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Ángel Díaz Baza Militante socialista amigo personal de Indalecio Prieto que durante la guerra civil fue nombrado por el mismo Prieto, a la sazón ministro de Defensa Nacional, jefe del SIM, desde cuyo cargo hizo, a finales de 1937, algunas gestiones encaminadas a llegar a un compromiso con los nacionalistas que pusiese fin a la contienda, gestiones que resultaron totalmente infructuosas y fue prontamente sustituido, en un cargo que era de poca duración dadas sus profusas implicaciones morales.
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Ramón Díaz Hervás
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Vicente Díaz Perdiguero Había nacido en Cebreros, Ávila y era de origen campesino. Se trataba de un joven dirigente de la CNT madrileña que presidía el Comité de Defensa de la Federación Local de la CNT madrileña, que teóricamente dependía del Comité de Defensa de la CNT de la Región Centro, que presidía Eduardo Val, pero que en la realidad rivalizaban. Participó activamente en la toma del Cuartel de la Montaña, y como todos los partidos y sindicatos, en la fiebre requisadora que les entró recién se rindió el cuartel, participó digo, en la incautación del conocido cine Europa, edificio al que denominaron Ateneo Libertario de Cuatro Caminos. No muy lejos, los comunistas del Radio Norte, con Enrique Castro Delgado, se incautaban del Convento de los Salesianos de Francos Rodríguez para fundar el Quinto regimiento. Días después, los dirigentes de la CNT declararon al cine Europa, Cuartel General de Milicias Confederales, con Vicente Díaz y Antonio Segura de responsables. Parece que Vicente Díaz también participó en los incidentes de la Cárcel Modelo del 24 de agosto, cuando tras un motín de presos comunes y de otros, derechistas, los milicianos entraron en la prisión matando a una docena de importantes presos. En estos hechos participaron también milicianos de otros partidos y sindicatos. Se ha dicho que Vicente Díaz se encargó al final de la guerra del traslado de los objetos de valor, joyas, dinero, etc... que la CNT había confiscado en Madrid a los derechistas represaliados. Convoy que a principios de marzo de 1939 se dirigió al puerto de Alicante con ocho camiones cargados de botín. Vicente Díaz fue detenido e interrogado por el SIPM franquista. Su declaración trasluce sin dudas las brutales palizas a las que fue sometido, en las que llegado el caso firmaban las declaraciones que directamente confeccionaban los interrogadores. (1) En el caso de Vicente Díaz se le involucró en el tráfico de alhajas, dinero y valores que desde el Comité de Defensa Local se dirigían hasta el Comité de Defensa de la Región Centro, presidido por Eduardo Val, que era el mandamás en la CNT madrileña, aunque muy contestado por sus dictatoriales formas de llevar la organización y sobre todo por su papel en la represión madrileña. Vicente Díaz fue condenado a muerte y ejecutado en las tapias del cementerio del Este el 25 de octubre de 1941, tenía 42 años.
(1) Así se compuso la posterior y denigratoria fama de muchos cuadros del Frente Popular. Las declaraciones de republicanos interrogados por la Policía Militar franquista al final de la guerra, no deben tomarse muy en cuenta por la forma en que fueron obtenidas. Así de Vicente Díaz se dijo que se había quedado con el reloj de Melquíades Álvarez, fusilado en la cárcel Modelo de Madrid el 24 de agosto. También se afirmó que en las dependencias del Ateneo Libertario de Cuatro Caminos, se asesinó nada menos que a 6.000 personas, lo que está cerca del total de derechistas fusilados en Madrid por los republicanos durante toda la guerra, Paracuellos incluido. |
José Díaz Ramos
Francisco Antón, José Díaz y Koltsov. Tres pesos pesados del comunismo en la guerra civil española
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Isidoro Dieguez Dueñas
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Ángel Dieguez Dueñas Obrero madrileño de la construcción y militante comunista desde 1933 y hermano de Isidoro Dieguez que era miembro del Comité Central del PCE. Ángel era parte de la Ejecutiva de la Federación Nacional de la Edificación de UGT. Durante la guerra fue primero Delegado Político del Batallón de Obras y Fortificaciones y después Comisario de Ingenieros del Ejercito del Centro. El coronel Casado le dio de baja en Marzo de 1939. El comportamiento de Ángel Dieguez en "La Semana del duro", el golpe de Casado, fue al parecer muy duro con republicanos casadistas y fue motivo de una gran bronca con su hermano. Estaba en las listas de embarcados para Rusia desde Oran en el vapor Lezardieux donde apuntan que estaba muy mal de salud. Ignoramos si llegó a Rusia.
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Máximo de Dios Martín Se trataba de un empelado de Seguros afiliado a UGT y militante de la Agrupación Socialista madrileña. Cuando estalló la guerra, como muchos miembros de "La Motorizada" se apuntó a la columna Maganda. Pasó luego a comisario en la incipiente Defensa Contra Aeronaves madrileña. Con la formación de la Junta de Defensa de Madrid, fue nombrado consejero por el PSOE y secretario de la propia Junta. También trabajaba en la Junta de Reconstrucción y Saneamiento de la capital de España, que presidía Besteiro. AL final de la guerra pertenecía al Secretariado juvenil de la Comisión Ejecutiva del PSOE. Se exilió a Francia y de allí a Méjico. En 1946 fue expulsado del partido poe simpatías con Juan Negrín. Regresó a España y falleció en Madrid en 1983
Máximo conversando con prisioneros capturados en Cerro Rojo, cuyo juicio tuvo repercusión en la prensa madrileña. El juicio fue una operación de propaganda de la Junta para hacer políticamente trascendente la captura muy numerosa de soldados rebeldes en una de las ocupaciones de Cerro Rojo por parte de los hombres de Lister. Naturalmente, todos los soldados fueron absueltos y el cerro siguió en manos franquistas pese a los heroicos ataques de las fuerzas de choque madrileñas, aunque cambió de manos varias veces.
Máximo consolando a un campesino en Brihuega recién conquistada, cuyo hijo fue asesinado por falangistas. Observe el lector interesado la diferencia de fisonomías entre Máximo y el viejo campesino..
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Marcelino Domingo Sanjuán.
En la imagen con el Dr. Negrín (1884-1939). Político catalán, nacido en Tortosa (Tarragona), en cuya comarca llegó a ejercer una notable influencia. Maestro de primera enseñanza, periodista, concejal del ayuntamiento de su ciudad natal y fundador del Bloc Republicá Autonomista y Masón. Encarcelado en 1917, con motivo de la huelga general revolucionaria, tomó parte en diversas conspiraciones contra la dictadura del general Primo de Rivera, suscribiendo a la caída de éste el llamado Pacto de San Sebastián. Al proclamarse la República fue nombrado ministro de Instrucción Pública y, poco tiempo después, de Agricultura, Comercio e Industria. Diputado a Cortes por Tarragona en 1931 (Partido Radical Socialista). Ministro, otra vez, de Instrucción Pública con el primer Gobierno del Frente Popular. Al estallar la guerra civil formó parte de una delegación española que visitó a Léon Blum para recabar ayuda del Gobierno francés, ayuda que no pasó de buenas promesas. Más tarde se encargó de llevara cabo una misión de propaganda en Hispanoamérica, labor que reportó algunos beneficios morales y materiales a la causa republicana. Poco después abandonó España, fijando residencia en Francia y falleciendo en Toulouse poco antes de que concluyera la contienda. Autor, entre otros libros, de En la calle y en la cárcel, ¿Dónde va Cataluña?, ¿Qué espera el rey?, ¿A dónde va España? La experiencia del poder, etc.
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Edmundo Domínguez Aragonés
En 1923 regresó a España continuando su labor sindical y política recibiendo el cargo de Secretario de la federación Local de Edificación que es la gran rival del poderoso Sindicato Único de la Construcción de la CNT con el que mantiene una relación de pesadilla. Hacia 1936 ya era Secretario General de la Federación Nacional de la Edificación cargo que compagina con la Presidencia de la Casa del Pueblo de Madrid. Al estallido de la guerra participa con gran ímpetu en las fortificaciones de la capital como Comisario General de la Inspección de Ingenieros realizando en este puesto una gran labor en los Batallones de Fortificaciones y posteriormente consolidando dentro del arma, los Batallones de Zapadores del Ejército Popular. La crisis del gobierno de Largo Caballero en mayo de 1937 propicia unos meses después la destitución de Largo como presidente de la UGT. Si bien el cese es más estético que otra cosa, pues la vieja ejecutiva largocaballerista permanece en sus puestos. González Peña es el presidente del sindicato y Domínguez es el vicepresidente que a decir de algunos compañeros está más con el gobierno Negrín que con los burócratas de la UGT que prontamente serán muchos de ellos profundos antinegrinistas llenos de odio como su antiguo líder, Largo Caballero, de un rencor suicida que marcará la política republicana hasta la derrota e incluso en el exilio. En 1938, Domínguez fue nombrado Comisario Inspector del Ejército del Centro que es un puesto administrativo aunque con algunas funciones importantes sobre los Servicios del Ejército. Cuenta el propio Domínguez como fue siendo espectador, no sin cierta sorpresa, de las maniobras del coronel Casado, marioneta del SIPM franquista y de la Quinta Columna que utilizan su desmedida ambición y su incontrolado rencor, que por cierto le está haciendo un agujero en el estómago, para socavar el Ejército del Centro, una vez terminada la guerra en Cataluña. La desolación de Domínguez es comprobar como dirigentes del PSOE y de la UGT circulan como polillas en una bombilla alrededor de Casado y los desafectos del Estado Mayor del Ejército del Centro y del resto de los Ejércitos, incluido el Estado Mayor Central en Valencia que dirige Matallana con el virrey Miaja del Grupo de Ejércitos de la Región Central. Domínguez consiguió huir de Madrid y exiliarse a Francia, aunque no sabemos cómo pues en la lista de pasajeros del Galatea no está. Tras salir de un campo francés se exilia a Méjico a bordo del Ipanema y allí continuó su labor en UGT, y escribió en 1940 un libro muy revelador del exilio "Los vencedores de Negrín". Lectura imprescindible para cualquiera que quiera abundar las divisiones y fracciones del Partido Socialista Obrero Español desde antes de la República hasta los años sesenta en el exilio. Dominguez y unos pocos más dirigentes de la UGT mantuvieron el pabellón del sindicato en el exilio todo los que pudieron apartado de las maniobras del rey del exilio, el compañero Indalecio Prieto que tras haberse quedado ilegalmente de la mayor parte de los fondos que Negrín preparaba para este fin (el yate Vita) impuso su ley a golpe de subsidio.
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Juana Doña Jiménez (1918-2003)
Con el golpe de Casado, el PCE de Madrid quedó en evidencia sin tener directivas claras de sus dirigentes nacionales y mucho menos un plan de resistencia. (1) Eugenio y Juana intentaron huir, pero finalmente Eugenio decidió quedarse en Madrid en auxilio del las JSU y del PCE y fue detenido por los casadistas junto con otros muchos comunistas y encerrados en la cárcel para que así los encontraran los franquistas. Otro evidente error de los comunistas fue no haber destruido los archivos de la JSU y del PCE que la Quinta Columna franquista encontró con rapidez. Un error imperdonable, aunque también les pasó a otros partidos y a la masonería. Juana con su hijo y su hermana tomó camino de Alicante en busca de huida. Allí no había nada que hacer y fueron detenidos e ingresados en el campo de Albatera. En mayo de 1939 Juana y su familia sin que ningún juzgado los hubiera reclamado fueron devueltos a Madrid en el tren de la muerte (siete días sin ninguna atención donde muchos bebés murieron deshidratados). El 27 de julio de 1939 tras el atentado contra el comandante Gabaldón ex-quintacolumnista uno de los militares represores del SIPM (la Policia Militar franquista) encargado de buscar antecedentes en el archivo de la masonería de los presos republicanos para enviarla a los juzgados militares franquistas, fue ejecutado probablemente por soldados huidos, quizá guerrilleros del XIV Cuerpo que no admitían la derrota y que tirotearon o pusieron una mina en la carretera que terminó con el auto estrellado contra un árbol. No sabemos si en represalia por que conocían sus actos o por simple venganza al pasar por una carretera de los alrededores de Madrid. En el auto iban la hija del militar y su chofer que también murieron. El atentado desató los truenos de la represión franquista y en esos días primeros de agosto fueron detenidos casi un centenar de miembros del PCE y de las JSU a quien la policía, especialmente el comisario Conesa, adjudicó el hecho para calmar la sed de sangre de estos modernos vampiros de uniforme. Juana Doña que permanecía escondida pudo librarse de la redada donde cayeron decenas de militantes juntándose en la cárcel con otros presos comunistas y las conocidas jóvenes que el dolido pueblo madrileño bautizó como las Trece Rosas y que llevaban algún tiempo detenidas en la cárcel de las Ventas, a las que no se acusó del atentado sino de Rebelión Militar. Desde el 5 de agosto fueron fusilados en grupos más de 300 militantes de las JSU y del PCE. Las Trece Rosas, muchas de ellas menores fueron fusiladas el 5 de agosto junto con una cincuentena de camaradas. Ningún testimonio recogido en el entorno comunista aventura que el asesinato de Gabaldón fuera hecho por miembros del PCE y menos de las JSU. La mayoría estaban ocultos o en la cárcel en esas fechas. Juana, para visitar a su marido encarcelado sin demostrar quién era se hizo pasar por la hermana de Eugenio y así pudo verlo en Porlier. Finalmente fue reconocida, detenida, golpeada fieramente e ingresada en la cárcel de las Ventas (segunda vez). Y allí estuvo hasta 1941. Sólo volvió a ver a su marido una vez más antes de su ejecución. El Partido, desde Porlier Eugenio Mesón o desde Yeserías Domingo Girón y desde Ventas Matilde Landa, trataron de mantener viva la llama de las JSU y del PCE dando orientaciones y consignas para mantener la moral. Dirigir el partido desde las cárceles franquistas era imposible. Y en ese mismo año, 1941, los 13 presos del expediente Casado que no habían sido fusilados porque Rusia lo había pactado con Alemania, en cuando la Wehrmacht invadió la URSS fueron inmediatamente fusilados. Juana recibió de parte de los compañeros presos el diario que Eugenio había escrito en prisión hasta el último día. Primero encontró trabajo despachando pan en una tahona. Luego se armó de valor y haciendo gala de las ultimas letras que le escribió Eugenio, ¡acción, acción y acción! se pasó a la clandestinidad e inició la militancia más difícil de su vida. Eran los tiempos de la guerrilla urbana en Madrid, los "cazadores de la ciudad", de José Vitini y luego el grupo del héroe comunista de la resistencia francesa Cristino García Granda, guerrilleros urbanos a los que tan mal destino esperaba. En esos años Juana participaba en actividades guerrilleras especialmente en el traslado de explosivos robado por los presos republicanos en las obras donde redimían penas, para usarse por los grupos de acción. El caso es que como se sabía que Perón o su mujer iban a visitar la España de Franco que contribuían a mantener, el Partido decidió meterle un buen susto a la Embajada argentina en Madrid. Como así fue. Era casi un petardo. No hubo victimas ni se buscaban. Pero la furia se desató de nuevo y grandes redadas metieron en la cárcel a Juana y a su madre. Ambas fueron torturadas brutalmente. Juana Doña fue condenada a muerte junto con otros camaradas. El PCE del exterior se movilizó tratando de salvarlos a todos, cosa que era imposible, pero como Eva Perón andaba por Europa luciendo palmito y llegó a España con toneladas de trigo a buen precio. Desesperada, a la familia de Juana Doña se les ocurrió que Alexis su hijo de seis años escribiera una carta a Eva Perón pidiéndole que impidiera su asesinato (2), Cómo llegó la carta a La Perón no lo sabemos pero el caso es que Evita la leyó y se sintió impresionada por la petición del hijo de seis años que ya era huérfano de padre y sabiendo como se las gastaba el régimen de su anfitrión, quiso salvar a la madre y de paso hacer frente a aquel espadón al que su gobierno quería ayudar pero cuyo régimen personalmente detestaba, y más aún a la generalísima. Se dice que Franco como Hitler en su momentos estelares, dijo Nein, Nein, Nein, pero Evita que había tratado con espadones mas bravos le dijo: pues te quedas sin trigo. Se dice. Así que franquito finalmente llamó a su ayudante militar, esos que llevan cordones blancos en las hombreras y le dijo saca a la comunista de la lista de la embajada argentina. El juez le conmutó la pena por 30 años, de los que la pobre Juana cumplió casi 20 en distintas cárceles de España. En Ventas era su tercera vez. Juana tenía 29 años. Sobrevivió porque tenía un hijo esperándole, un colectivo de presas republicanas que se ayudaban y se querían, un recuerdo de su marido que continuamente la empujaba a resistir, pues cómo dijo Javier Bueno el periodista de Avance fusilado por Franco, la obligación del preso republicano es salvar la vida, esa es una victoria para la causa. EL 28 de agosto los camaradas de Juana Doña fueron fusilados. (3) Juana salió de la cárcel en 1961 tras una larga lucha carcelaria con acciones colectivas y personales, pero con la libertad pudo iniciar una nueva vida con su familia sin dejar su militancia en defensa de la mujer en la que llevaba toda la vida. Primero en Francia y luego en España. Juana Doña falleció el 18 de octubre de 2003, el mismo día que Manuel Vázquez Montalbán. Descansen ambos en paz en una estrella gigante roja, donde la diosa Razón, nuestra memoria, lleva siempre a nuestros héroes.
(1) Aun así, las fuerzas más combativas del Ejercito del Centro, tanquistas y guerrilleros de la base de Alcalá se lo pusieron difícil a los golpistas y a punto estuvieron de derrotar a Casado. Pero la rápida intervención del IV cuerpo del anarquista Cipriano Mera acabó con toda posibilidad de mantener un gobierno legal en Madrid. Además, la columna blindada que venía de la base de tanques de Andalucia en apoyo del gobierno, fue detenida en Tarancon por el propio general Miaja que andaba con su "haiga" y su corte en retirada hacia su avión particular. Y en el resto del País, mucho menos. Los jefes y los Estados Mayores de los Ejércitos de Levante, Andalucía y Extremadura tardaron un pis pas en desarticular toda posible resistencia comunista. Estos hechos dejan en evidencia el famoso informe del Comisario Piñuelas de 1938 sobre la inmensa presencia del PCE en el Ejercito Popular y que en su momento provocaron una innecesaria crisis en el gobierno Negrín. (2) “Señora Eva Perón, por favor, a mí me han fusilado a mi padre y ahora van a fusilar a mi madre. Necesito que me ayude. Se llama Juana Doña, está en la cárcel de mujeres y Franco la quiere matar. Firmado: Alexis Jiménez” (3) La prensa argentina siempre reprochó a Juana Doña, cuya historia se publicó en Argentina, que no hubiera dado las gracias a Evita. Juana siempre dijo que estaba agradecida, a fin de cuentas salvó su vida, pero que ella era comunista y Evita lo que hizo fue echar un pulso político al matrimonio de la XVIII dinastia. Por lo de momios,. |
Buenaventura Durruti. (1896-1936). Obrero mecánico leonés, uno de los máximos líderes del anarquismo español del siglo XX y, sin duda, el que alcanzó mayor popularidad, el cual desde su primera juventud desarrolló una intensa actividad revolucionaria, tanto en España como fuera de ella. Desertor del ejército, participó muy directamente en la huelga general revolucionaria de 1917 incendiando locomotoras, levantando el tendido de vías férreas, etc., por lo que tuvo que huir a Francia, siendo detenido algún tiempo después y juzgado por un tribunal militar, que lo condenó a prisión, de la cual consiguió evadirse. Instalado en Barcelona, constituyó un grupo de acción ácrata denominado «Los Solidarios,,, del que formaron parte, entre otros, Juan García Oliver, Francisco Ascaso, Ricardo Sanz, etc., grupo vinculado a la FAI, cuya principal finalidad era la lucha callejera —en la que Durruti era un verdadero experto— contra las bandas armadas que actuaban por cuenta de los empresarios catalanes, y que proyectó en París un atentado, que resultó frustrado, contra el rey Alfonso XIII. Poco tiempo después tomó parte en un atraco perpetrado contra la sucursal del Banco de España, de Gijón, por cuyo hecho fue detenido su citado correligionario Francisco Ascaso, el cual sería libertado, pocos días después, por Durruti y sus colaboradores. Participó también, al parecer, en el asesinato del cardenal Juan Soldevilla Romero, arzobispo de Zaragoza, consiguiendo huir después de realizado el hecho. De España saltó a la República Argentina —donde fundó un sindicato anarquista— y después a México, Cuba, Uruguay, Chile, Perú, etc., participando en las luchas revolucionarias de cada uno de estos países y siendo buscado por la policía de todos ellos. Al advenimiento de la República regresó a España, interviniendo en la sublevación anarquista del Alto Llobregat —por lo que fue desterrado a Bata (Guinea)— y en la revolución de octubre de 1934, siendo varias veces encarcelado. Al triunfar el Frente Popular, en febrero de 1936, consiguió salir de la prisión del Puerto de Santa María (Cádiz), en la que se hallaba recluido. El 18 de julio de dicho 1936 se hallaba en Barcelona donde destacó como uno de los principales dirigentes anarquistas que intervino en la sofocación del alzamiento militar. Derrotados los sediciosos, y acompañado de los citados Ascaso, García Oliver y otros, se presentó a Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Catalana, al que exigió un papel preponderante para los anarquistas en el seno del Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, de cuyo comité formó parte Durruti en representación de la CNT. Pocos días después de iniciada la guerra se puso al frente de una columna compuesta por unos 2500 anarquistas, saliendo de Barcelona y dirigiéndose a Zaragoza, ciudad esta última que no alcanzó a conquistar no obstante los diversos intentos realizados a este respecto. Lleno de fervor, implantó el comunismo libertario en la zona aragonesa ocupada por sus hombres. En noviembre de 1936 acudió a la defensa de Madrid al mando de una columna compuesta por unos 2000 confederales, a la cual se encomendó la defensa de un sector de la Ciudad Universitaria próximo al hospital Clínico, columna que no pudo impedir que dicho hospital cayese en manos de las fuerzas nacionalistas. El 19 del citado mes de noviembre cayó mortalmente herido —falleció al día siguiente— en un accidente con su subfusil o el de alguno de su escolta. Su cadáver fue trasladado a Barcelona, donde fue enterrado. El acto del sepelio, presidido por Lluís Companys, Juan García Oliver —por entonces ministro de Justicia— y el cónsul de la URSS en Barcelona, constituyó una masiva manifestación de duelo, a la que, según cálculos que merecen crédito, asistieron más de 200.000 personas. Nota: A la familia de Durruti le ocurrió lo que tantas familias republicanas, que quedó destrozada por la lucha. Los padres de Durruti tuvieron nueve hijos, que fueron, Santiago, Buenaventura, Vicente, Plateo, Benedicto, Pedro, Manuel y Rosa. Y de los que sólo sobrevivieron tres al finalizar la guerra, En 1932, en una huelga murió en León uno de ellos, otro cayó en la revolución de Octubre. Manuel se afilió a Falange en León y fue fusilado por los mismos falangistas al negarse éste a probar su lealtad a la Falange de manera criminal. Pedro, antiguo afiliado a Falange, fue fusilado por los republicanos. Triste historia esta la de las familias españolas, como la de los Pérez Salas, militares, la de los Ascaso, también, la de la Ibarurri, la de los Carrillo, padre e hijo enemistados a muerte, la propia de Largo Caballero, y tantos otros...
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Antonio Ejarque Pino Obrero metalúrgico aragonés y militante de la CNT. Durante las Huelgas Generales de 1933 que desencadeno la CNT, Ejarque perteneció a su Comité Nacional. Al estallido de la guerra, se unió a las columnas milicianas de la CNT y fue comisario político en la 25 división, la más combativa de las unidades cenetistas y que mandaba Vivancos. Se exilió a Francia pero pronto regresó a España para dirigir clandestinamente la CNT de la que fue secretario general hasta que fue detenido por la policía franquista en 1947. Estando preso en Ocaña protagonizó junto con otros compañeros una sonada fuga, aunque se le pierde la pista en la clandestinidad.
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Joseba Elosegi Odriozola.
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Ernesto Ercoreca Regil
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Pedro Escobal López, "Perico"
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Manuel Escorza del Val
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Alfredo Espinosa
La imagen es de Internet
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Carlos Esplá Rizo.
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Martín Esteve y Guau Abogado y periodista catalán, director del diario La Publicitat y colaborador de La Ven de Catalunya. Diputado a Cortes en 1931 por Barcelona (capital) y en 1936 por Solsona (Lérida), en representación de Esquerra Republicana. Miembro de la comisión parlamentaria que redacto el Estatuto catalán y consejero de Finanzas de la Generalidad de Cataluña, fue condenado v encarcelado como con-secuencia de los sucesos de octubre de 1934. Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936 volvió a ocupar el mismo cargo en el Gobierno catalán. Durante la guerra civil fue asesor jurídico de la embajada española en Francia, residiendo largo tiempo en París. Al final de la con-tienda se exilió a Cuba y, después, en México.
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José Estrada Parra
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Irene Falcon (Irene Lewy Rodríguez)
Irene Falcón, Amaya Ruíz (hija de Dolores) y Dolores Ibárruri Joven comunista que fue secretaria personal de Dolores Ibárruri. Había conocido al artista uruguayo, Cesar Falcón en la pensión de su madre. Ella, Irene Lewy (aunque se suele escribir Leví) de soltera, se casó con Falcón y le siguió en sus andaduras artísticas y políticas, ingresando en el PCE. Separada amistosamente de Falcón tras el episodio romántico que mantuvo su marido (un riega hijos y no sería el único) con Enriqueta O´Neil y que trajo al mundo a la feminista Lidia Falcón. Irene trabajó para Pasionaria a la que acompañó como secretaria por la URSS en guerra y de posguerra stalinista. Su exilio fue bastante agridulce en la URSS, como el de casi todos los que rodeaban a Pasionaria y Carrillo. Stalin liquidó a su novio el checo Gesminder en 1952 y tras perder su trabajo hubo de marchar a China donde fue mejor acogida y creó una agencia radiofónica. Cuando pudo (con Jrushchov) regresó a la URSS y siguió de secretaria de la Ibarruri. Sorprende que la Ibarruri no la sacara del trance en 1952. Cosas veredes Sancho.
Nota: La imagen superior ha dejado a Irene Falcón cortada, pero pese a todo es una imagen excelente que junta en un plano a los dirigentes comunistas más ortodoxos del Ejército de Ebro: Modesto, Barcia, Delage, Lagos y Bascuñana.
En el exilio ruso.
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Francesc Farreres y Durán. (1900-1985) Ingeniero agrónomo y político catalán, que militó en Esquerra Republicana de Catalunya —por cuyo partido fue elegido diputado en 1932— y fundó la Joventut Nacionalista de Manresa y el Centro Republicano de dicha ciudad. Durante la guerra civil apoyó al bando republicano. Al terminar la contienda se exilió a México, en cuyo país residió hasta su fallecimiento.
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Julián Fernández Era trabajador de la construcción y dirigente de la Federación Local de Sindicatos de Madrid. Al inicio de la guerra se encontraba en prisión junto con Cipriano Mera y otros líderes anarquistas por la huelga salvaje de la construcción que le hicieron a la República. Unido a la columna de Mera mandaba los transportes confederales. Sucedió a Melchor Miralles como director de las prisiones de Madrid. Se exilió a Inglaterra donde ejerció de Tesorero de la CNT. Regresó a España y en 1977 formaba parte del Comité Nacional.
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Manuel Fernández-Montesinos Lustau
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Bibiano Fernández Ossorio y Tafall. Miembro del ORGA, partido regionalista gallego y posteriormente de Izquierda Republicana. Había sido nombrado subsecretario de Gobernación poco antes de la guerra. En 1938 fue nombrado comisario general, y se considera que estuvo influido por los comunistas. Después de la guerra marchó a México y desde entonces trabajó al servicio de las Naciones Unidas en distintas partes del mundo, siendo su último cargo el de representante especial del secretario general en Chipre.
Nota: Ossorio Tafall, como era conocido, fue el último y tercer Comisario General. Parece que fue potenciado por Negrín para poder unificar los Comisariados de Tierra, Mar, y Aire y resolver así la crisis del Comisariado desatada tras el informe del Comisario Piñuelas sobre la penetración comunista en el ejército.
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Andrés Avelino Fernández Roces (Avelino F. Roces) Langreano nacido en 1911 y obrero metalúrgico desde su juventud en la Duro-Felguera. Temprano activista sindical de la CNT que confeccionaba artículos para la prensa obrera. Como autodidacta, algo corriente entre los lideres obreros del siglo pasado (leer y más leer) destacaba por su prosa bien fundamentada y traída de grandes del movimiento obrero internacional. Dicen los relatores que colaboraba nada más y nada menos que con "La Soli" barcelonesa (Solidaridad Obrera) con un apartado denominado Viñetas Asturianas, muy del gusto de sus lectores que tenían gran estima al movimiento de la minería asturiana. Durante la guerra fue Comisario Delegado del III Cuerpo del Ejército del Norte. Tras la caída de Gijón se traslado a Cataluña donde sirvió en el Ejército Popular aunque desconocemos unidad o servicio. Se exilió a Francia y a la llegada del régimen de Vichy fue internado hasta que la resistencia lo libero en el 44. Afincado en Toulouse siguió con sus tareas de reconstrucción de la CNT y de elaboración del cuerpo teórico de la nueva organización. Su evolución ideológica le aparto del movimiento anarquista y se afilio al PSOE en 1962. Con la muerte de Franco se adscribió al PSOE de Llopis (Histórico) pero en 1972 se afilio al PSOE renovado (González). Falleció en Toulouse en 1990.
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Aurelio Fernández Sánchez
(En la imagen, en Francia, con Durruti y otros compañeros de Los Solidarios)
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Augusto Fernández Sastre
Cartel de Augusto Fernández |
Fernando Frade
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Rafael Fraile Ruiz de Quevedo
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Máximo Franco Cavero Era enfermero y trabajó también de periodista en la prensa ácrata. Había tenido mucho protagonismo en la huelga general de 1933 que la CNT organizó sin éxito contra la llegada de los conservadores del bienio negro en la II República tras perderse las elecciones de noviembre de 1933. Salió libre con la llegada del Frente Popular y la guerra le sorprendió en zona rebelde. Pasado a la zona gubernamental se alista en la columna Rojo y Negro. Al formarse el Ejercito de Cataluña, se formó el regimiento "Rojo y Negro" de la división Ascaso. Con la militarización se le dio el mando de la 127 Brigada Mixta. La brigada participó en la ofensiva de Huesca y en Belchite con pocos resultados. Con la ofensiva franquista de primavera de 1938, la brigada, que estaba en reserva, acudió al frente para taponar brechas pero se desbandó perdiendo todas sus posiciones lo que dejo el sector completamente en precario. Su actuación fue muy criticada y Franco Cavero fue destituido y se le abrió expediente. La 127 brigada fue enviada con su división, la 28, al frente de Extremadura para participar en la ofensiva del cierre de la bolsa de Mérida, donde se luchó valientemente bajo el mando del mayor Esteban Serra. Igualmente participó brillantemente en la ofensiva de Peñarroya. Franco Cavero fue rehabilitado y se le dio el mando de la 71 división. Con la sublevación casadista se le encargó detener a todos los comunistas de la provincia de Ciudad Real. Lo que cumplió taxativamente. Pensando que había barcos en Alicante para huir, como les prometió la Junta de Casado partió para este puerto, donde al descubrir la verdad y con la llegada de las fuerzas italianas decidió suicidarse, como muchos otros.
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José Fusimaña Fábregas (1908-1943)
Fusimaña, Líster y Álvarez en Aragón. Fusimaña aquí, no se parece a la imagen del fotomatón, pero sepa el lector que todos adelgazaron en Rusia, hasta el mismo Lister.
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