S.B.H.A.C.

Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores

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2.3- Galería de personal del Ejército Popular

(Militares profesionales, de milicias y soldados y milicianos)

- De la H a la L -

Enlaces

Joaquín D´Harcourt Got

Era hijo de militar y había nacido en Cuba en 1896. Hizo la carrera de medicina en la de San Carlos obteniendo su titulo en 1917. La Junta de Ampliación de Estudios le concedió una beca para perfeccionar estudios en los Estados Unidos. Tras ingresar en la Sanidad Militar, inició su carrera medico-militar en África como teniente. Se encontraba en campaña cuando el desastre de Annual, y consiguió llegar a Melilla luego de penosas peripecias. Junto con su hermano Miguel, también médico, profesaban ideales de izquierda. Con la llegada de la II República ingresó en el PSOE. Al inicio de la guerra era comandante médico y colaboró con los servicios médicos gubernamentales hasta que fue nombrado teniente coronel médico y Jefe de los Servicios Quirúrgicos del Servicio de Sanidad del Ejército. Era un gran cirujano ortopédico, un gran científico y un auténtico fuera de serie en la organización de los Servicios Quirúrgicos de campaña. Junto con el Dr. Bastos (Madrid) y el Dr. Trueta (Barcelona), compone el trío de ases de la sanidad militar republicana y fueron los creadores del "Spanish Method" para la cura oclusiva para el tratamiento de las heridas con fracturas abiertas que evitaba la gangrena y que tantas vidas de compatriotas salvó. Se exilió a Méjico donde falleció en 1970.

Julián Henríquez Caubin (1907-1979)

Abogado canario en Madrid y militante del PCE que al estallido de la rebelión militar se alistó en el 5º Regimiento y formó parte del batallón Canarias Libre del citado regimiento. Tras los primeros combates y junto a su paisano Guillermo Ascanio ingresó en la Escuela Popular de Guerra de Estado Mayor. Ascendido a mayor, mando la 37 Brigada Mixta siendo su Jefe de E.M. durante la batalla de Teruel, donde la 37 B.M. tuvo actuación en enero de 1938. Pasó luego al E.M. de la 35 División Internacional en mayo de 1938 con la que participó en la batalla del Ebro.

Henríquez Caubin siguió con la 35 división hasta la frontera francesa siempre acompañado por el archivo de la división, y contra la mala suerte de Manuel Tagüeña que perdió el archivo del XV Cuerpo en la frontera francesa, Henríquez pudo conservarlo y ya en Méjico escribió un libro sobre la actuación de la 35 División en el Ebro en el XV Cuerpo de Tagüeña que es una joya de la historiografía militar: "La batalla del Ebro. Maniobra de una división", llena del rigor y documentación, una verdadera monografía, y no lo que circula por la otra orilla del Ebro. Otro aspecto a señalar es la cartografía, que es de lujo, como corresponde a las enseñanzas que recibió de profesores de E.M. de la Escuela Popular de Guerra de E.M. que el general Vicente Rojo cuidaba con especial mimo. De hecho este libro publicado en Méjico en 1944 lleva el prologo de Vicente Rojo.

Valeriano Hermosa

Este jovencísimo miliciano en el momento de la sublevación se había tempranamente alistado en la columna que mandaba Modesto en la Sierra al alimón con Félix Bárzana, tuvo un pequeño incidente con su recién comandante Modesto cuando se supo que miembros de la columna habían asaltado los establecimientos de comestibles de Balsain. El pueblo era un lugar de veraneo de gente pudiente de siempre, de seguro que muy pocos estaban con la República, y además ellos llevaban un hambre atrasadísima de todo tipo de suministros, como se decía entonces. Advertido Modesto por el capitán de los Guardias de asalto de lo que había pasado, ordenó registrar todos los camiones y devolver a sus propietarios los artículos. Valeriano tuvo mala suerte, Modesto le trinco con un  jamón, en palabras de Modesto, más grande que él. ¿A dónde vas con eso?, le dijo con voz de mando.

El amigo Valeriano, cuenta Modesto, se puso como una amapola a sus dieciséis añitos. "Jamás había comido jamón y tengo tantas ganas..." Se defendió.

-¡Devuelvelo! -tronó Modesto. (1)

Valeriano devolvió el jamón y no rechistó. Combatió con en Quinto Regimiento y con el V Cuerpo en todas la batallas del Ejército Popular. Pasó a Francia y combatió en la resistencia francesa. Tras la guerra, y como a los franceses ya no le hacían gracia estos luchadores le deportaron a Argelia. Sus camaradas le buscaron asilo en Polonia, donde estudio para perito industrial. Murió en Varsovia a principios de los años setenta.

(1) Vaya tontería la de Modesto, bien le podía haber dejado el jamón a Valeriano, que lo pagó con creces durante toda una vida de luchador. Y bien fácil era, un vale al propietario por el valor del jamón para que fuera a cobrarlo al 5º Regimiento.

Ángel Hernández del Castillo (1897-1962)

Militar profesional, cadete destacado en Toledo y combatiente en África durante los años 20. Destinado en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache nº 4, parece que tuvo tratos con Franco. Herido, fue llevado Madrid y sirvió a su recuperación en el Regimiento de Infantería León 38. Tras otro año en África con la dictadura, quedó de guarnición en Nador con un grupo de Regulares. De vuelta  a la península fue destinado al batallón ciclista y llamado para la Revolución de Asturias donde fue herido de nuevo y tuvo destacada actuación. Destinado como Capitán de Infantería en Gijón, la rebelión militar le cogió en esta ciudad y como leal geográfico sirvió con las milicias asturianas en puestos de E.M. poco comprometidos. Al final de la campaña mandaba una división del XVII Cuerpo, aunque no hay muchos datos. Fue expulsado del Ejército una vez capturado por los rebeldes.

Francisco Hernández Chacón

Capitán de las Fuerzas Aéreas  con mando en el grupo 30 de Natachas que tuvo que entregar sus naves a los franquistas de acuerdo con las cláusulas de la rendición de Casado, cosa que hizo en persona. Un hermano de los Salas Larrazabal, Jesús que lo fueron todo en el Ejército del Aire franquista estableció relación epistolar con Hernández Chacón. Pero eso es todo lo que sabemos.

Encarnación Hernández Luna

Encarnación Hernández Luna era una voluntaria del 5º Regimiento que fue ascendiendo por méritos de guerra en la 11 División (La División Lister). Era la esposa del capitán cubano Alberto Sánchez Menéndez, héroe de la citada División que cayó en Brunete el 25 de julio, primero herido en el pecho y regresando de nuevo al combate con su compañía de ametralladoras, pese a sus hombres que quisieron trasladarlo al hospital, tuvo la mala suerte de ser alcanzado por un obús de artillería que acabó con su vida. En la batalla del Ebro, Encarnación se batió con tanta valentía que fue ascendida a comandante de Brigada.

Juan Hernández Saravia

(1880-1962). Teniente coronel del Arma de Artillería, perseguido durante la dictadura del general Primo de Rivera, que al advenir la República desempeñó el cargo de ayudante del ministro de la Guerra, cuando Manuel Azaña desempeñaba esta cartera, y que se retiró del servicio activo en 1933, tras la victoria electoral de las derechas. Era considerado un artillero de grandes conocimientos técnicos. Al triunfar en 1936 el Frente Popular, reingresó en el ejercito, pasando a ocupar la secretaria particular del mismo Azaña, en esta ocasión ya presidente de la República. Al estallar la guerra civil fue designado subsecretario del Ministerio de la Guerra y, posteriormente —en el Gobierno presidido por Giral—, ministro del mismo departamento, desde cuyo cargo realizó no pocos esfuerzos para reorganizar el quebrantado ejército republicano y, al mismo tiempo, mantener la lucha en los frentes de batalla. Al ocupar Largo Caballero la cartera de Guerra —al mismo tiempo que la presidencia del Consejo de Ministros—, fue destinado al frente, dirigiendo la artillería republicana en las operaciones de Málaga y Brunete, y, más tarde, siendo ya general, mandó el Cuerpo de Ejército que conquistó Teruel y fracasó en Alfambra, así como el Grupo de Ejércitos que participó en la batalla del Ebro, nombramiento que pese a lo pudiera parecer era más de hecho que de derecho, dado que el E.M. controlaba férreamente las unidades de choque, es decir los reconstruidos V y XV Cuerpos que compondrían el Ejército del Ebro. Este ejército estaba igual de mal armado que el ejército del Este, pues las pérdidas de material habían sido muy cuantiosas tras las retiradas de marzo, pero sí estaba mejor instruido y sobre todo disciplinado, pero eran unidades cien por cien con mando comunista y Saravia quedó en un segundo plano más táctico, pese a su gran capacidad de trabajo.

Algunos autores hablan de cierta rivalidad entre Rojo y Saravia. Ambos eran muy buenos organizadores. Rojo tiene más responsabilidad en Teruel, pues quiso acabar la batalla sin entender que Franco nunca dejaría una capital de provincia, ¡en el segundo año triunfal!, en manos republicanas, y Saravia que mandaba el Ejército de Levante, tuvo que soportar un inaudito baile de unidades que le perjudicaron grandemente. En el Ebro, la responsabilidad militar es mayor en Saravia, que no sólo aceptó mandar las fuerzas del Grupo de Ejércitos para una batalla más política que militar, sino que no supo convencer al gobierno y al E.M.C. de abandonar el terreno y pasar el Ebro de nuevo para preservar las unidades. Tácticamente, Saravia estuvo acertado, la defensa del área fue muy buena, pero estratégicamente, la batalla del Ebro debía haberse terminado a los quince días. En todo caso, dejar unas fortificadas cabezas de puente para mayor desgaste enemigo.

 En los últimos meses de la guerra intentó inútilmente contener el derrumbamiento del frente de Cataluña —para lo cual, al parecer, sólo contaba con 17.000 fusiles—. Partidario de defender Barcelona a ultranza, lo que evidenciaba su desconocimiento de la realidad, Tuvo un grave incidente disciplinario con Rojo y de acuerdo con el Subsecretario de Tierra, Cordón y del propio Ministro de Defensa, Negrín, fue cesado en el cargo y dejado disponible. La apurada situación daba lugar a estos ceses y nombramientos imposibles. Saravia se encaminó con Azaña al exilio, acompañándoles Negrín hasta la raya de la frontera por cortesía. A la muerte de Azaña —al que acompañó hasta sus últimos momentos—, abandonó Francia y se exilió en México, donde falleció.


Reseña De Cristóbal Zaragoza:

Artillero de mucho prestigio y republicano por convicción, el teniente coronel Hernández Saravia —«hombre de gran formación militar y temperamento ecuánime» (Zugazagoitia)— había sido jefe del Gabinete Militar de Azaña y ayudante suyo. Siendo aún comandante había sido perseguido por Primo de Rivera con verdadera saña. Cordón, que lo trató íntima-mente, dice de él las siguiente palabras: «Juan Hernández Saravia, comandante entonces en situación de excedente en Madrid, era uno de los artilleros más activos en la preparación de la acción militar antidictatorial. Ya en la anterior sublevación de los artilleros se había distinguido mucho. Tanto que, según decían, Primo de Rivera había asegurado que si capturaba a Saravia lo haría fusilar. A pesar de que había orden de detenerlo, se había quedado en Madrid, pero se había dejado crecer la barba y el bigote para desfigurarse. Su idea no le dio muy buen resultado en cuanto a cambiar de fisonomía y hacerse irreconocible: el primer artillero que lo vio por la calle vestido de paisano y barbudo lo saludó. En vista de ello, a ruegos de su familia, decidió marchar a Portugal, y allí esperar a que pasase el chubasco dictatorial.» A su regreso de la nación vecina tuvo ocasión de intimar con Azaña, que más tarde le nombraría ayudante suyo. En julio de 1936 tenía cincuenta y seis años, y desempeñaba el cargo de subsecretario del Ministerio de la Guerra. Poco después ascendía a coronel. Por aquellos días, el titular de Guerra, general Castelló, perdió la razón como dejamos dicho, y Hernández Saravia ocupó el cargo vacante el 6 de agosto, en el que estaría poco menos de un mes. Luego relevó a la columna Bernal en Córdoba. El 1 de enero de 1937 cesa en el mando de esta unidad. Después de la batalla de Brunete, en agosto se hace cargo del Ejército de Levante, prácticamente inactivo. El 15 de diciembre ataca Teruel con tres columnas en una hábil operación montada por Rojo. Consecuencia de ella sería la caída de la ciudad en manos de las unidades republicanas el 7 de enero de 1938. Su acción ha sido tan brillante, que el 25 de diciembre es ascendido a general. Después de la reestructuración del Ejército vuelve, a principios de 1938, a hacerse cargo del de Levante. El 2 de junio es nombrado jefe de un grupo de ejércitos de los recién creados, el GERO (Grupo de Ejércitos de la Región Oriental), formado por el Ejército del Este y la Agrupación Autónoma del Ebro, al mando de Modesto. Su actuación en la batalla del Ebro es muy destacada. Al producirse la caída de Barcelona, Hernández Saravia opina que se impone la defensa de la ciudad. Pero ante su indignación, fue relevado de su puesto. Zugazagoitia y Cordón coinciden en que Saravia recibió el relevo como una ofensa a su honor militar. «No pronunció una palabra —escribe el primero—, una queja. Se ciñó, los ojos llenos de lágrimas, al deber de la obediencia. No acertaba a comprender quién, ni por qué, le asestaba el golpe.» Cordón, por su parte, afirma que el destituido general le confió que consideraba absurda e injusta la medida que se había tomado con él y que podría ser interpretada por muchos por una deserción. Permaneció en Barcelona hasta el 25 de mayo, según testimonio de Modesto, que estuvo en la retirada con él. Pasó la frontera francesa y se exilió en México, donde moriría en 1974.

Emilio Herrera Aguilera.

Piloto de Chato. Hijo del general Emilio Herrera Linares. Durante la Batalla de Belchite fue derribado. Al parecer los rebeldes ocultaron su cuerpo. Tenía el mote de "Pikiki" y era hermano de Jose Herrera "Petere" (véase intelectuales)

En Internet circula este documento: (Revista Icaro)

CARTA DE KINDELAN A HERRERA

Zaragoza 8 de diciembre de 1938

Querido Emilio. Quiero informarte de la verdad de lo ocurrido, principalmente para que Irene y tú estéis tranquilos en lo referente a que el pobre Piquiqui no sufrió en su muerte. Me encontraba yo en Zaragoza con motivo de la ofensiva contra Belchite y me entregaron la documentación de tres aviones que habían caído en nuestras líneas. Entre ellos, vi, con la pena que puedes figurarte, el carnet de piloto de tu hijo. Ordené su identificación inmediata por un médico; y un oficial con algunos soldados lo enterraron, pusieron una cruz y situaron en un plano el lugar exacto del enterramiento, quedándome yo con algunos documentos y recuerdos personales, que entregué a tu cuñado Rafael en cuanto lo vi, así como el plano de localización del enterramiento. Así pues, tu hilo murió bravamente, en combate, y con muerte instantánea según parece, pues no estaba incendiado el avión. No sabes lo que Lola y yo os hemos compadecido y compadecemos. Para qué hablar más. Es tanto lo que habríamos de hablar y tan triste que más vale dejarlo. Sabe sólo que has sido y sigues siendo para mí una de las amarguras de esta guerra. Aunque la vida nos ha llevado en su última etapa a campos enemigos, yo no puedo olvidar el cariño fraternal que nos ha unido siempre y que aún te profesa,

Alfredo.

Compare con lo que dijo del caso Queipo de Llano (Recogido en el El Gran Capitán):

Queipo de Llano en una de sus charlas radiofónicas se burla del dolor del padre con el siguiente comentario cruel y poco humano, en referencia a una de los proyectos de Herrera, el de batir el record mundial de ascensión en globo, frustrado por el inicio del conflicto.

"Ya que el padre no ha podido subir tan alto como hubiera querido, su hijo ha bajado mas deprisa de lo que hubiera deseado"

Caído en acción de guerra.

Emilio Herrera Linares.

(1879-1967). General procedente del Arma de Ingenieros, con diploma de la Escuela Superior de Guerra, y piloto aviador militar, uno de los pioneros de la aviación española y europea —fue director de la Escuela de Aerotecnia de Cuatro Vientos (Madrid)—, que alcanzó merecida fama en todo el Mundo por sus investigaciones sobre aerodinámica. Aunque de convicciones monárquicas —había sido gentil-hombre de cámara de Alfonso XIII—, durante la guerra civil permaneció fiel a la República, sin ocupar cargo alguno a lo largo de la contienda. Al final del conflicto se exilió a Francia, donde trabajó para la Office National d'Études et de Recherches Aérospatiales. En 1960 fue elegido jefe de uno de los gobiernos republicanos que se constituyeron en el exilio. Hallándose en situación de extremada pobreza, la Academia de Ciencias francesa, a la cual pertenecía, le otorgó —gracias a una gestión que hizo Salvador de Madariaga— una pensión que le permitió vivir decorosamente hasta el final de sus días, pensión que luego se hizo extensiva a su viuda. Era el padre de José Herrera "Petere" premio nacional de literatura en 1938, otro de sus hijos, Emilio, murió luchando por la República como piloto de caza.

Nota.- Emilio Herrera, de no ser por la Guerra Civil española, hubiera sido el mayor científico aeronáutico en trajes de soporte vital, es decir, trajes de astronauta. De hecho, la NASA, se inspiró en el modelo por Herrera diseñado, y naturalmente, como son los americanos, le ofrecieron trabajo con un cheque en blanco. Herrera, que las estaba pasando canutas por falta de recursos financieros, tuvo una salida de pata de banco, típica de español: trabajaría a cambio de que la bandera española republicana ondeara en la Luna junto a la americana. Los americanos dieron un bufido y se largaron con viento fresco. Prohombres de exilio republicano tuvieron que buscarle un sustento al general. ¡Español y republicano de pro! Ni las penurias económicas le hicieron doblegar de unas ideas, que, asómbrese lector, no eran las suyas, pues el se limitó a ser fiel al juramento de lealtad al gobierno legítimo.

Jesús Herrera Mateo.

Mayor de Milicias que servía en la 112 Brigada mixta al golpe de Casado y que fue nombrado comandante de la brigada al cesar los casadistas al anterior comandante Juan Buxeda. Detenido por los franquistas, se encontraba esperando juicio y llevaba dos años encarcelado, cuando aprovechando un traslado de los del famoso "turismo carcelario" que los franquistas practicaban para desmoralizar a presos y familias, pues en un traslado, decimos, Herrera Mateo se fugó, ¡bien!, mientras el tren esperaba paso en Cáceres. Probablemente llegó a Portugal y de allí partió para Méjico. Fue declarado en rebeldía. ¡Y tanto!

Ignacio Hidalgo de Cisneros y López de Montenegro.

(1894-1966). Militar del Cuerpo de Intendencia y aviador, descendiente de una aristocrática familia vinculada al tradicionalismo carlista, que durante la Monarquía participó, junto con Ramón Franco y otros compañeros de armas, en la sublevación de Cuatro Vientos (Madrid), por lo que hubo de huir a Portugal. Al proclamarse la República regresó a España, contrayendo matrimonio con Constancia de la Mora, también de familia aristocrática y nieta del viejo líder monárquico, entonces ya fallecido, Antonio Maura. Reincorporado al ejército, fue nombrado agregado aéreo de la embajada de España en Roma, cargo que desempeñó hasta que José María Gil-Robles ocupó la cartera de Guerra. En octubre de 1934, si bien no tomó parte en el movimiento revolucionario que tuvo lugar por aquellas fechas, facilitó la huida de España de Indalecio Prieto, transportándolo a Francia en el maletero de su automóvil. Al estallar la guerra civil se puso del lado del Gobierno, consiguiendo, de la mano del general Núñez de Prado, que la mayor parte de las fuerzas aéreas permaneciese fiel a la legalidad republicana, siendo nombrado jefe del Estado Mayor de tales fuerzas cuando Francisco Largo Caballero desempeñó el Ministerio de la Guerra al tiempo que la Presidencia del Gobierno y, más tarde, jefe supremo de las mismas, con el empleo de general. Se afilió tempranamente al Partido Comunista con gran disgusto de Prieto que dejó de hablarle. En 1938 fue enviado por Negrín a Moscú para tratar de conseguir que la URSS enviase más armas a la España republicana, lo cual consiguió sólo en parte dado que las reservas de oro españolas depositadas en Rusia no cubrían el total del importe del armamento solicitado, armamento que, por otro lado, llegó demasiado tarde a la zona gubernamental. Al final de la contienda, tras algunos contactos con Segismundo Casado, de los cuales informó a Negrín, se exilió a México. En 1954 fue nombrado miembro del Comité central del PCE y falleció en Bucarest en 1966. Escribió un importante libro titulado: "Cambio de rumbo". Miembros de IHCA están intentando traer sus restos a España, según nos comunican fuentes próximas.


Reseña de Cristóbal Zaragoza:

De familia entroncada con la aristocracia alavesa, nace este militar en Vitoria en 1894. Cursa allí el bachiller con los maristas e ingresa en la Academia de Intendencia Militar de Ávila, de la que sale graduado en 1914 con destino inmediato a la Intendencia de Sevilla. Quizá siguiendo el ejemplo de tres de sus hermanos que servían en Regulares; pide ser destinado a África. En Melilla, precisamente cuando las tropas del general Silvestre se hallaban más comprometidas, Hidalgo recibe la orden de incorporarse al aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid, para asistir al curso de aviación que previamente había solicitado. Sucede esto a principios de 1920. Dos años después, ya con el grado de teniente de aviación, vuelve a Melilla. Tras unos breves destinos en Sevilla y Madrid, en los que actuó como profesor de vuelo de algunos jefes y oficiales procedentes de distintas armas, hace el curso de piloto de hidros en Barcelona. Es destinado a la base de hidros de Mar Chica, en Melilla. De las dos escuadrillas de que consta la nueva unidad, vuela en la primera a las órdenes del capitán Pedro Ortiz; al mando de la segunda va Ramón Franco. Es herido en las operaciones aéreas sobre la zona de Tafersi, en el camino de Alhucemas. Asciende a capitán. Por su actuación, poco después, en el desembarco de Alhucemas, es ascendido a comandante. Se efectuaba por entonces la nueva organización de la Aviación Militar y se exigían los títulos de piloto y de observador para poder optar a lo que más tarde sería la escala del Ejército del Aire. Hidalgo de Cisneros hizo los cursos en Los Alcázares, cursos que dirigía el infante don Alfonso de Orleáns. Poco después se le destina al Sahara, con la misión de proteger los aviones correo de la Latecoure, una compañía francesa que en la ruta Toulouse-América del Sur tocaba el desierto. Hidalgo ostenta el rimbombante título de «jefe de las fuerzas aéreas del Sahara español». En el Sahara conoció e intimó con Saint-Exupéry, que escribía por entonces en el Correo del Sur. Con el teniente coronel Camacho, con el capitán Sandino y los tenientes Mellado y Valle, toma parte de la sublevación de Cuatro Vientos sin que exista en él una verdadera conciencia de republicano auténtico. Coordinaba la acción de los aviadores Ramón Franco, que a última hora decidió no bombardear el palacio real para evitar víctimas entre la población civil. El intento fracasa, y los aviadores sublevados aterrizan en Portugal, desde donde se trasladan a París. Allí conoce a casi todo el Comité Republicano, emigrado también, pero con quien hace una amistad íntima es con Prieto. «Es curioso —escribe— y un tanto extraño que Prieto y yo, tan distintos en todo, hiciéramos tan buenas migas. Yo sentía por él verdadera admiración y respeto. Le había tomado cariño y todo lo que hacía me parecía bien. El creo que también me apreciaba y sentía afecto por mí. Cuando en alguna ocasión no podía acompañarle a la estación, según me decía Marcelino Domingo, se llevaba un disgusto.» "La amistad con Prieto le duraría hasta que el líder republicano se enterara, años después, de que Hidalgo militaba en el Partido Comunista, pero en cambio le sirvió para ocupar puestos clave en el arma de Aviación de la República. Cuando vuelve a España, ya proclamada la II República, se ve convertido poco menos que en héroe nacional. El Gobierno había nombrado a Ramón Franco jefe de Aviación, y éste le da el cargo de segundo jefe de la Escuela de Vuelos de Alcalá de Henares, a las órdenes del comandante José Legorburu. En Madrid sigue visitando con regularidad a Prieto, que le presenta a Negrín y a Azaña. Se relaciona asimismo con los intelectuales de izquierda: Lorca, Alberti y María Teresa León, Neruda. Por aquellos días conoce a Constancia de la Mora, con la que más tarde se casaría.  Constancia de la Mora era hija de un financiero, director de la compañía Electra de Madrid, y de una hija de don Antonio Maura. [Casada a los veinte años con un hermano de Bolín, el aviador que llevó a Franco a Marruecos en el Dragón, y dotada de un carácter enérgico, se separó de su marido. Fue una de las primeras mujeres que se acogió a la ley del divorcio del Gobierno de la República, conservando la custodia de la hija habida en su matrimonio. Tenía veinticinco años cuando conoció a Hidalgo de Cisneros, con quien se casó por lo civil en 1932. Es autora de Doble esplendor, en la que cuenta su vida, cómo se afilió al Partido Comunista]. Entre fines de 1933 y principios de 1934, es agregado militar en las embajadas de Italia y Alemania. Desde aquel país, viaja a España para ver la forma de sacar a Prieto del país, lo que consigue tras un alucinante viaje en automóvil; el voluminoso líder de los socialistas tuvo, en efecto, que pasar la frontera francesa escondido en el portamaletas de un viejo Renault, huyendo de las iras del gobierno Lerroux, con el que se iniciaba el tristemente célebre bienio negro. Hidalgo cae también en desgracia, y reclamado por el Gobierno se incorpora al nuevo cargo a que le destina Gallarza, en la sección de Cartografía de Aviación. Poco después era enviado a Tablada, en Sevilla, como segundo jefe del campo. Los acontecimientos se precipitan con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36. El nuevo Gobierno, presidido por Azaña, nombra director de Aeronáutica al general Núñez de Prado, que había aprendido a volar con Hidalgo de Cisneros. Era la intención del nuevo jefe desmontar el cuadro de mandos de Aviación de Gallarza y hacer de ésta un Arma al servicio de la República. Trabaja intensamente con Hidalgo durante unos días para eliminar a los jefes y oficiales peligrosos, separándolos del servicio o enviándolos a otros destinos, pero la propuesta debió de parecer exagerada al Ministerio de la Guerra. Núñez de Prado se indigna ante la inconsciencia de los gobernantes, incapaces de ver la inminencia del levantamiento. El nuevo presidente del Gobierno, Casares Quiroga, nombra inesperadamente a Hidalgo de Cisneros su ayudante. «Mi nuevo destino como ayudante de don Santiago Casares, jefe del Gobierno y ministro de la Guerra, me colocó de golpe y porrazo muy cerca de los que dirigían la política gubernamental.» El puesto, en efecto, iba a permitir a Hidalgo descubrir buena parte de los entresijos de una política vacilante, que nunca ha estado clara, y que tan funestas consecuencias iba a tener para el futuro del país. No se puede echar en saco roto que, concretamente en el arma de Aviación, Goded había sido director de Aeronáutica y Gallarza jefe de las Fuerzas Aéreas en el Gobierno anterior. Con todo y con ello, este Arma, al contrario de lo que sucedió con la Marina, tenía un marcado espíritu republicano. Al producirse el levantamiento, Núñez de Prado se puso en contacto con los aeródromos a fin de ver cómo respiraban sus jefes. En vista de lo que estaba sucediendo en Tetuán, le propuso al ministro trasladarse allí. Incluso telefoneó personalmente a Cuatro Vientos para que le prepararan un avión. Pero, mientras, Hidalgo había logrado comunicar con Alvarez Buylla, alto comisario de España en Marruecos, quien le dio a entender que aquello estaba perdido. Desistió, pues, Núñez de Prado de su proyectado viaje, y decidió ir a Zaragoza para entrevistarse con Cabanellas; éste, sabido es, hizo prisionero al general, ayudantes y tripulación, que fueron todos fusilados. Quedaba vacante la jefatura de Aeronáutica. Tras el gobierno relámpago de Martínez Barrio se formó el presidido por el líder socialista Largo Caballero, que nombró a Prieto ministro de Marina y Aire. Al día siguiente aparecía la designación de Hidalgo de Cisneros como jefe de las Fuerzas Aéreas de la República. Durante los primeros días, alterna el trabajo de organización con los vuelos de castigo, generalmente bombardeos en la Sierra, algún vuelo especial o los largos, como cuando se trataba de hostigar al Cervera, que cañoneaba San Sebastián. También acomoda los aparatos comerciales de la LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas) a las nuevas exigencias de la guerra. «La instalación que hicimos fue muy simple: quitamos la puerta del fuselaje y pusimos en la parte baja del hueco una rampa de madera, como las que emplean las lavanderas, bien encerada. Sobre ella colocábamos una bomba de cien kilos. El observador, con su visor, iba en la cabina del piloto. Cuando calculaba que el avión estaba pasando sobre la vertical del objetivo, levantaba un brazo. A esta señal se empujaba la bomba con el pie, haciéndola deslizar por la rampa.» Otra de las misiones que se cumplían casi a diario eran los bombardeos, por este procedimiento tan rudimentario, sobre los aeródromos facciosos y sobre las columnas enemigas que avanzaban sobre Madrid. Estando en Albacete para organizar el Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas, a finales de 1936, Hidalgo de Cisneros ingresa en el Partido Comunista. Con su habitual sinceridad, él mismo confiesa su falta de convicción en el credo marxista. «Me daba cuenta de que había adquirido ciertas obligaciones y estaba decidido a cumplirlas, pero no tenía ni idea de cuáles eran mis nuevos compromisos. Ni por un instante se me ocurrió pensar en el socialismo, ni me preocupó lo más mínimo del objetivo final a que aspira el partido, es decir, al comunismo. Para mí, en aquellos momentos, el socialismo y el comunismo eran cosas tan vagas que me parecía natural no preocuparme de ellas.» En aquella época, al parecer, su comunismo era tan epidérmico como años antes lo fuera su sentimiento republicano. Desde la jefatura de las Fuerzas Aéreas consigue de Francia doce Dewointine de caza y seis Potez de bombardeo, con los que llegan a España unos cuantos aviadores franceses dirigidos por André Malraux. Duro es el juicio que sobre el autor de L'espoir emite Hidalgo de Cisneros en su libro de memorias. «Malraux [...] se anuló a sí mismo al pretender hacerse jefe de una escuadrilla, sin haber visto en su vida un avión, sin tener la menor idea de lo que es la aviación, y sin darse cuenta de que no se puede jugar a los aviadores sin serlo, y mucho menos en una guerra.» Con estos aparatos y algunos cazas más sería defendido el cielo de Madrid en los momentos más críticos. Poco después desembarcarían en Cartagena los primeros aviones y pilotos soviéticos enviados por la URSS, cuyo montaje se hizo con mucho sigilo en Los Alcázares. Voló la primera escuadrilla de éstos sobre Madrid en la mañana del 5 de noviembre. Eran los I-15, que el pueblo bautizó con el nombre de chatos. Aunque Prieto había instalado el Ministerio del Aire en Valencia, el Estado Mayor seguía funcionando en Albacete. Hidalgo de Cisneros, mientras, trabajaba en Alcalá de Henares, centro de coordinación de las operaciones aéreas desde el que volaba regularmente a despachar con Prieto. En marzo del 37 interviene personalmente en la batalla de Guadalajara y, aunque la proporción de aparatos era de tres a uno en favor de los nacionalistas, fueron factores decisivos en favor de la aviación republicana la calidad de los aviones y la proximidad de los aeródromos. Dos meses después unas escuadrillas bombardean Ibiza, en cuyo puerto se habían concentrado las unidades enemigas. Al parecer, fue tocado un crucero de bolsillo que enarbolaba bandera nazi, y no tardaron en producirse las represalias más brutales sobre Almería. «La Alemania nazi —escribe Hidalgo— desató una agresión brutal, cobarde y contra todo derecho, martilleando con los cañones de su escuadra la indefensa ciudad de Almería, donde habían encontrado refugio miles y miles de personas, que se vieron obligadas a huir de Málaga cuando esta localidad fue ocupada por los italianos. En una hora, la pacífica Almería quedó convertida en un montón de ruinas. Los supervivientes, en su mayoría mujeres y niños, tuvieron que albergarse en cuevas de los alrededores.» Agotado por la tensión y aquejado de serias crisis cardíacas, Hidalgo es alejado del teatro de la guerra. Cuando se recupera, avanzado el invierno del 37, marcha a Moscú como agregado militar y aéreo de la embajada española. Allí se entrevista con Vorochilov, ministro de Defensa. Cuando vuelve a España los nacionalistas inician la ofensiva sobre Aragón, a la que seguiría la batalla del Ebro. Prieto, temiendo la gran ofensiva que desencadenaría sobre Cataluña el enemigo, envía de nuevo a Moscú a Hidalgo de Cisneros con cartas para Stalin, Vorochilov y Kalinin, en las que pedía desesperadamente material de guerra. El Kremlin accede, y el enviado español se ve obligado a firmar una especie de pagaré por valor de ciento tres millones de dólares, pues el crédito que tenía la República en Moscú se había agotado. Tras la retirada de Cataluña, Hidalgo vuelve a España sin haber logrado el permiso de las autoridades francesas para transportar a la zona Centro-Sur las tropas de aviación que habían cruzado la frontera. Recorre los aeródromos dispuesto a continuar la lucha hasta el último momento, organiza los restos de la aviación que en otro tiempo fuera aclamada como «La Gloriosa» y de la que apenas quedan unos aparatos que ni siquiera pueden aterrizar porque los campos de aviación están destrozados. Casado, que preparaba la rendición, lo invita a comer en su puesto de mando y le habla de una paz honrosa, prometiéndole que no habría vencedores ni vencidos y que podría salir de España todo el que quisiera. Asombrado, Hidalgo refiere esta conversación a Negrín, quien parece no tomarla muy en serio. Tampoco ve clara la actitud de Miaja. El torbellino de los últimos acontecimientos lo envuelve. En Elda, tras la marcha del Gobierno, se reúnen los mandos del Partido Comunista, que deciden quiénes tenían que quedarse y los que habían de partir hacia el exilio. Hidalgo de Cisneros es de los últimos. Sale, pues, al amanecer en uno de los aviones hacia Toulouse. Empezaba para él un largo destierro, primero en México, y luego en diversos países europeos. Muere en Bucarest en 1966.

Dionisio Hortelano Hortelano.

Este maestro nacional de 26 años militante de UGT-FETE, se alistó voluntario en las Milicias Populares, alcanzando el grado de mayor de milicias y teniendo el mando de la 29 Brigada Mixta (1) que servía en la 2 División. División donde Hortelano cubrió la plaza de Jefe de Estado mayor. Es de suponer que Hortelano fue destituido por Casado al final de la guerra, el caso es que fue procesado por los franquistas y condenado a 30 años por denuncias de derechistas del pueblo de Cercedilla, donde Hortelano había tenido unidades a su mando. Cumplió condena hasta finales de 1945, cuando salio con la Condicional.

Cárcel...

(1) Hay un Domingo Hortelano Hortelano que sirvió en la 1 Brigada Mixta que pudiera ser este mismo o familiar.

Juan Ibarrola Orueta.

En la imagen, Ibarrola visita el Pais vasco después de la guerra.

Capitán de la Guardia Civil destinado en Bilbao y de ideología conservadora pero que al estallar la guerra civil se puso incondicionalmente al lado del Gobierno de la República, participando en la campaña de Asturias, al mando de la 50 División, y en la de Teruel, como jefe del XI Cuerpo de Ejército. Al finalizar la contienda ostentaba el empleo de teniente coronel. Era vasco y católico practicante.


Extracto de una reseña aparecida en internet:

"En julio de 1936 IBARROLA se hallaba de Capitán de la Guardia Civil en Bilbao, en el Cuartel de La Salve. Allí también me encontraba yo, como simple guardia civil,. Del ambiente pro-faccioso que se respiraba en ese Cuartel no merece la pena hablar, pues es cosa que todo el mundo sabe. IBARROLA, al encontrarse solo, pues los demás oficiales se hallaban en franca rebelión (al menos en teoría) se presentó en el Gobierno Civil de Vizcaya, ofreciendo sus servicios incondicionales al Gobierno legítimo. Es de notar que IBARROLA ha sido siempre católico practicante, lo que se decía vulgarmente entonces en algunos medios "un reaccionario". Y siempre un perfecto caballero. IBARROLA fue el único oficial de la Guarda Civil de Vizcaya que tuvo ese gesto. Salió al frente con la primera columna que se formó en Vizcaya, hacia Ochandiano y Ubidea (en ella fui yo también). Dos meses o poco más estuvimos juntos y no hay ninguno de los supervivientes de aquella columna que no guarde verdadera adoración por él. El malogrado Fulgencio MATEOS, si viviese, podría certificar lo mismo. Después nos separamos, cada uno a diversos frentes. No le vi después más que esporádicamente. Pero siempre que he hablado con alguien que le ha conocido en el frente, han coincidido todos en que era una verdadera lástima el no tener muchos jefes como él.

Sobre su actuación en los frentes de Santander y Asturias, seguramente estará Vd. más al corriente que yo, que para entonces ya estaba mutilado y evacuado a Francia. Pero todos aquellos que conocieron aquellos amargos días coinciden también en lo que he dicho antes. No ignorará Vd. tampoco su actuación en Teruel, donde el Coronel faccioso REY d´Harcout se rindió precisamente a él. Según mis noticias, Ibarrola pasó después al frente de Valencia y luego al de Extremadura, donde le sorprendió el final de la guerra mandando un Cuerpo de Ejército. No quiso evacuar al extranjero, aun teniendo facilidades para ello. Detenido, pasó meses en malísimas condiciones (como los demás combatientes de la República presos, por supuesto). Juzgado en Consejo de guerra por "adhesión a la rebelión", fue condenado a treinta años de prisión, habiéndole salvado de ser condenado a muerte el estar en aquel entonces algo deficiente mental, debido a sufrimientos. Su principal preocupación estando en la cárcel fue el que su esposa ayudase a los escasos guardias civiles leales también presos, entre ellos mi pobre padre, que más tarde murió en la cárcel. Salió en libertad vigilada hace ya algún tiempo. Por informaciones que poseo de compatriotas que han venido pasando aquí, sigue en el mismo plan antifranquista de siempre. Una prueba de ello, entre otras, es la siguiente: Varios Jefes de la Guardia Civil, antiguos compañeros suyos, no ignorando el inmenso prestigio de IBARROLA en todos los órdenes, le propusieron hace poco el reingreso en la Guardia Civil, ocupando en el Escalafón el puesto que les correspondería si hubiese hecho la guerra con ellos. Es de notar que IBARROLA se gana la vida humildemente como simple empleado de oficina. Pues bien, se negó rotundamente a ello diciendo que él tenía razón y que si mil veces habría que empezar, volvería a hacer lo mismo."

Avelino de la Iglesia Martín.

Ingreso a los 16 años en la academia de Infantería de Toledo. Salio de segundo teniente y sirvió en el regimiento Burgos nº 26 en León y allí estuvo de guarnición hasta que fue enviado el regimiento a Melilla por los sucesos del barranco del Lobo. De vuelta a la península tuvo distintos destinos en varios regimientos hasta que en 1921 fue enviado en un regimiento expedicionario (batallones de varios regimientos) a África y sirvió dos años. De vuelta a Santander se le nombro jefe de la Caja de Reclutas un destino de dulce si has servidos dos veces en África, también mando la Caja de Reclutas de Valencia donde le pilló la rebelión militar. Tuvo algún mando en el Ejército de Andalucía pero se dio de baja por enfermedad. Como leal geográfico despertó sospechas y fue juzgado con cargos de espía de los que resultó absuelto, pero quedó sin destino. Pero algo debía de haber, pues cuando lo prendieron los franquistas sólo le condenaron a seis meses de prisión, que no cumplió, y se le permitió seguir en el Ejército y retirarse de Coronel en 1942.

Desafecto.

Federico de la Iglesia Navarro

Comandante de E.M. que tenía muy alta calificación profesional, pues había pertenecido a la Comisión Militar de Enlace con el Instituto Geográfico y Castratal, además de publicaciones relacionadas con la enseñanza de este tema militar. En concreto participó de la iniciativa del Comandante Vicente Rojo en 1928, cuando era profesor de la Academia General Militar, en la famosa Colección Bibliográfica Militar, con la aportación de un exitoso manual sobre planos militares. Ya en guerra, el coronel Hernández Saravia, recién ministro de la Guerra, le nombró Jefe del Estado Mayor del ministerio el 31 de agosto de 1936. Fue testigo en el juicio contra el teniente coronel Carlos Noreña que en julio de 1936 en Madrid se negó a cumplir las órdenes del Ministro de la Guerra, general Castelló, que además era amigo suyo. Con la llegada del gobierno de Largo Caballero, el nuevo Estado Mayor para apoyar a la Junta de Defensa (posteriormente, Delegada) de Madrid, le fue encomendado a Vicente Rojo, quien nombró a Federico de la Iglesia como su ayudante, entre otros jefes militares cualificados. Más tarde fue jefe de E.M. en la 4 División, sirvió también como tal en el V Cuerpo donde dejó un grato recuerdo por su profesionalidad. En Diciembre de 1937 era jefe del Estado Mayor del Ejército de Maniobras, con el que luchó en Teruel. La situación en Levante tras el corte de la zona republicana en dos y la ofensiva franquista contra Valencia, propició para que fuera enviado a tomar el mando del Estado Mayor del Ejército de Levante que mandaba en esa época el general Hernández Saravia. El mando de esta unidad le fue entregado posteriormente al general Menéndez con el que Iglesias colaboró igualmente. Al final de la guerra, Menéndez y su ejército dieron su apoyo a Casado, aunque en la práctica se mantuvieron neutrales. De la Iglesia recogió a su hija adoptiva y a los tres hijos de la familia Just Pellicer, a su cargo, y embarcó en el puerto de Gandía en el destructor inglés Galatea, junto con los miembros de la Junta de Casado. Se sabe que tuvo que porfiar muchísimo con los capitostes de la huida, sobre todo con Wenceslao Carrillo, que se negaba a embarcar mujeres y niños, con la excusa de que eran menos vulnerables. De hecho solo otros cinco niños embarcaron en el Galatea, los Tamaral. En cuanto a la tropa en general que se acercaba queriendo embarcar, Wenceslao Carrillo y el propio Casado la desviaban con engaños a Alicante, donde sabían no había transportes salvo los que contrató la UGT local. En Inglaterra, De la Iglesia se mantuvo empleándose como profesor. Colaboró con las instituciones republicanas en el exilio, falleciendo en 1958 a los 56 años. Sí, en el exilio se muere joven.

Daniel Irezábal Goti (1879-1938)

Militar bilbaino que tras terminar sus estudios en la Academia de Infantería de Toledo, fue destinado a Bilbao al regimiento de Infantería Garellano 43. Durante su servicio en el regimiento participó en la represión de las huelgas locales de mineros y obreros metalúrgicos, destacando su unidad en la represión de la Huelga General Revolucionaria del 1917. Un hito de clase obrera española y del socialismo en particular. En 1919 fue enviado a África y participó en las campañas de retirada y bance hasta que en 1922 regresó a su tierra y fue nombrado Jefe del Cuerpo de Miñones de Vizcaya. Al inició de la II República llegó su ascenso a teniente coronel y hubo de dejar los Miñones. En julio de 1936 mandaba una caja de reclutas y se mantuvo leal al gobierno y participó en la campaña del Norte en distintas unidades hasta que le fue dado el mando de una división, la 4 de Euskadi que luego sería la 51 división del XIV Cuerpo del Ejército del Norte. Fue prendido por los rebeldes y tras la pantomima de juicio sumarisimo condenado a muerte y ejecutado. Era el 13 de febrero de 1938 y fue fusilado junto con el coronel Gumersindo de Azcárate Gómez, y los comandantes Ernesto Lafuente Torres, El mayor Bolaños y el comandante Jose Luis Arenillas Oxinaga por un piquete de sargentos requetés voluntarios para estos menesteres. Dicen los relatores vascos que en esa semana se fusiló a 131 militares del Eusko Gudarostea.

Benjamin Juan Iseli Andrés

Había nacido en 1908 en Valencia. Iseli era de origen suizo, hijo del cónsul de este país en Valencia. Se trataba de un hombre culto con amistades intelectuales y aficionado a la poesía. Estaba afiliado a I.R de Valencia. En diciembre de 1937 era el mayor de milicias que mandaba la 84 Brigada Mixta para la batalla de Teruel. La 84 BM llevaba al menos cinco comandantes en los últimos seis meses. Se componía de antiguos batallones de milicianos, todos voluntarios de primera hora de distintas ideologías. La militarización de esas unidades provenientes de columnas muy independientes no se había realizado realmente, y mucha de la tropa seguía pensando que seguían siendo voluntarios y que después de luchar tan duramente podían irse a casa a recuperarse. En el incidente del 20 de enero de 1938 en Rubielos de Mora, Iseli no estuvo a la altura y se limitó a comunicar a su superior el teniente coronel Nieto, jefe de la 40 división de carabineros, que dos de sus batallones se negaban a combatir, alegando extenuación y promesas de permisos y ascensos que el mayor Marquina les había asegurado a cambio de su excelente comportamiento en la toma de la ciudad de Teruel. Todo eso estaba muy bien si las cosas hubieran ido bien para el Ejército de Levante tras la toma de Teruel, pero no fue así y los franquistas amenazaban con recuperar la ciudad, y el mando ordenó que todas las unidades en reserva volvieran al frente. Los hombres de la 84, casi mayoritariamente se negaron a volver al frente. Habían luchado como jabatos en el centro de la ciudad contra los certeros francotiradores rebeldes, casa por casa, escalera por escalera, a bombazo de mano limpio. Uno de los batallones había sido deshecho en La Muela promontorio estratégico para controlar la ciudad, y además habían pasado tantas penurias, frío, hambre, piojos, sarna, sabañones, congelaciones, falta de ropa de recambio, que parecían un ejercito de mendigos, sin medios para higienizarse, comiendo rancho frío desde hacía un mes, que lo único que querían era una semana en casa, que además estaba bien cerca, pues la mayoría eran de la zona Levantina. Iseli no fue capaz de pulsar el alma de estos soldados en el límite de la condición humana, Iseli no sabía que todo soldado es un pozo sin fondo de fuerzas, donde siempre se puede sacar otro ataque y donde siempre puede morir más gente. Además, el mismo quería irse a casa también. De modo que junto con el resto de los mandos de su batallón se mantuvo a la expectativa en una actitud ambigua implorando internamente que el comandante se apiadara y sacara los refuerzos de alguna otra unidad.

Pero eso era un grave error de escenificación. Ni el comandante Nieto ni el comisario de la división, Simarro, que ya habían tenido que tragarse los sapos y culebras que el jefe del Cuerpo, Menendez, el del Ejército, Saravia y el propio Rojo les habían encarado muy severamente, por culpa de la desbandada que la división, y especialmente la 84 B.M. habían protagonizado en la nochevieja de 1937, cuando se abandonaron masivamente las posiciones de Teruel y La Muela, donde se perdieron incluso preciosas armas de infantería, y que si se recuperaron fue por el empeño del mando y las severas mediadas correctoras para recoger a los huidos y devolverlos a la línea de fuego. Y esta era la segunda, no se podía consentir.

Dicho esto, Nieto y su comisario Simarro no vieron otra salida que tomar severas medidas contra los amotinados y el comandante de la división disolvió los dos batallones, arrestó a una gran parte y fusiló a 46 que tras amonestar a la tropa formada persistieron en su indisciplina y amotinamiento. Nieto actuó severamente, sí, pero tenía ordenes para ello, como todos los ejércitos del mundo en combate cuando las cosas van, mal sea la Werhmatch en Rusia, los italianos en Caporetto, los americanos en Bastogne, los ingleses en El Alamein o cualquiera de las centenares de ejemplos donde la tropa reculó y sus mandos optaron por medidas disciplinarias con ejecuciones sumarísimas sobre el terreno. Y a nadie, y menos al historiador Corral, se le ha ocurrido poner en cuestión la dura disciplina de combate de los ejércitos de todos las épocas de la humanidad. Pero el mando del Ejército Popular no tenía ese derecho al parecer, no podía aplicar medidas de este tipo con amotinados. Los franquistas sí. El Ejército Popular tenía que haberles dado mantas y sopitas y mandarles a casa. Y al día siguiente no habría quedado un sólo soldado republicano en la línea de fuego. Nadie quiere ir a la guerra, allí te matan. Y por ello los ejércitos se hacen con férrea disciplina, militar o revolucionaria, pero ninguna de las dos es una broma. Y el Ejercito Popular, el Escudo de la República, no estaba invadiendo un país, estaba defendiendo el suyo. Por ello, NO había ningún orden moral superior para desertar o amotinarse, señor Corral...

El 21 de enero los dos batallones restante de la 84 BM fueron enviados al combate para recuperar El Muletón. Por el bien de la unidad, completamente desmoralizada, Nieto tenía que haber impedido este ataque pero no lo hizo, Iseli fracasó de  nuevo y el mando decidió disolver la brigada y mandar a los supervivientes a otras unidades.

Iseli quedó sin brigada y terminó en el Estado mayor del Ejercito del Ebro. Es de suponer que finamente fue evaluado por los hombres de Modesto, en cuyo ejército se encontraban las divisiones de choque del E.P. que si algo odiaban era a los chaqueteros (los que se desbandaban) Iselí acompañó a su ejercito hasta la frontera francesa.

Antonio Izaguirre

Comandante del batallón de zapadores-minadores del IV Cuerpo.

Emeterio Jarillo Orgaz

Del Cuerpo de Carabineros, era teniente al estallar la rebelión militar. Se graduó de alférez en 1924 en la Academia de Infantería de Toledo. Tras varios destinos terminó en África con un batallón expedicionario que se formaban, dicen que por sorteo, con compañías de distintas unidades y que tenía todas las probabilidades de ser engullido por la burocracia militar del Norte de África y triturado como un limón. Herido gravemente y cuando recuperado pasó al Grupo de Regulares de Tetuan y ascendido a teniente. De vuelta a la patria, ingresó en el Cuerpo de  Carabineros donde se ganaba más y se huía del ponzoñoso ambiente de los cuartos de banderas de la infantería. Primero estuvo en la comandancia de Huesca y luego en la de Torrevieja (Alicante) donde se casó, por lo civil, lo que dice mucho de ambas familias. Con la rebelión militar formó rápidamente una columna de milicianos y fuerzas de orden público con la que contribuyó a recuperar primero Almansa y bien entrado julio, Albacete. En esa futura base militar, Jarillo organizó fuerzas para el gobierno Giral que fueron enviadas a Madrid y que se unieron a fuerzas de carabineros mandas por el comandante José María Galán para formar la 3 Tercera Brigada Mixta en Alcázar de San Juan, primera de Carabineros y que sería una unidad de élite de este cuerpo. Jarillo fue ascendido un grado por decreto Ministerial como todos los oficiales leales. De modo que al poco de la guerra ya era capitán. En diciembre fue ascendido a comandante y se le dio el mando de la 65 Brigada Mixta. No pudo participar con ella en Guadalajara como opinan algunos relatores, porque el tres de marzo tomaba posesión de la 3 Brigada Mixta hasta el 23 de marzo de 1937 para sustituir a Galán que había sido herido. La 65 quedó adscrita al IV Cuerpo de Jurado al mando de Fernández Recio. Jarillo fue sustituido por Zulueta y recibió brevemente el mando de la 8 B.M. que estaba en instrucción. También tuvo el mando de la 152 B.M. en junio de 1937. Parece que Jarillo era especialista en instruir Brigadas de Carabineros.  En 1938 se afilió oficialmente al PSOE, aunque se movía políticamente en su entorno. Ascendido a teniente coronel y tras realizar misiones de confianza de Prieto se le dio la Comandancia Móvil de Carabineros de Barcelona un puestazo. Jarillo terminó la guerra en la comandancia de Barcelona. Al final de la guerra pasó a Francia y tras varias penalidades se traslado a Norte de África donde era más fácil tomar buque para América, como así fue, pudo partir en el Nyassa con otros muchos republicanos rumbo a Méjico donde rehizo su vida y donde falleció en 1994.

Leoncio Jaso Paz

Teniente coronel de Carabineros, jefe de la Comandancia de Cádiz. Había nacido en El Puerto de Santa Maria en 1876. Había luchado en África como teniente de infantería. Posteriormente ingresó en el Cuerpo de Carabineros. En 1936 fue trasladado a la 11 Comandancia de Carabineros con sede en Cádiz. Al estallido de la rebelión y no contando con apoyos militares y de orden público suficientes, un grupo de voluntarios partidarios del gobierno se refugiaron en el Gobierno Civil, con el Presidente de la Diputación, Francisco Cossi y el Gobernador Civil, Mariano Zapico, donde aguantaron todo el dia 18 y 19 a los regulares de África. Tras la rendición, se les procesó en un sumarísimo Consejo de Guerra por rebelión militar el 22 de julio, junto con en el presidente de la diputación, Francisco Cossi, su secretario particular, Antonio Mascalio, el gobernador civil, Mariano Zapico, el oficial de telégrafos Luis Parrilla Asensio, el capitán Yáñez-Barnuevo y el capitán de fragata Tomás de Azcárate García de Lomas. Condenado a muerte el 2 de agosto junto con Zapico, Yáñez-Barnuevo y Parrilla, fue fusilado cuatro días después.

Antonio Jiménez Arrieta.

Teniente coronel Médico de la zona Centro, miembro del Tribunal Médico Permanente de la Sanidad Militar madrileña, que formaba parte de la Falange clandestina y cuya principal actividad en el tribunal era negar los derechos a los soldados y mandos de milicias republicanos, y por contra, otorgar certificados médicos fraudulentos a los militares desafectos y a los soldados derechistas llamados a filas, para evitar su incorporación. Este permanente sabotaje de las labores sanitarias y administrativas se hacía por parte de los tres miembros de este tribual, el teniente coronel médico citado, el teniente coronel médico Clodoaldo Padilla Casas, y el teniente coronel Emilio Romero Maldonado. El Comisariado de guerra, y el propio SIM se desesperaban, pero parece que bastantes militares republicanos, profesionales o de milicias, en principio nada sospechosos de desafectos, se aprovechaban también del fraude, en beneficio de sus carreras o de familiares llamados a filas, o similar, y los protegían. ¡Que desastre!

Desafecto

Fuente: Ángel Bahamonde "Madrid 1939. La conjura del coronel Casado"

Carlos Jiménez Canito

 

Militar profesional de tendencia republicana. En el bienio Azaña fue gobernador civil de Segovia. Las cosas se complicaron con la carcundia local y parece que hasta le tirotearon los pistoleros de derechistas. Al estallido de la Guerra Civil, era comandante de Infantería, mando milicias de la priemera hora y mandó la 23 División desde abril de 1937 hasta diciembre de 1938 que le sustituyo Gallo. A finales de la guerra era teniente coronel y gobernador militar de Murcia. Fue condenado a muerte por los franquistas acusado de pasividad en las ejecuciones irregulares en la prisión provincial de Murcia, en las que según algunas fuentes no actuó con la suficiente energía. Tiene bemoles que los franquistas acusaran a un militar gubernamental de no haber detenido las ejecuciones y por ello lo fusilaran. Entonces a la dirigencia franquista había que haberlos atomizado, digo yo.

Ricardo Jiménez de la Beraza (también como Giménez)

Coronel de artillería. Fue profesor en la Academia de Artillería de Segovia. Había sido también director de la Fábrica de Armas de Oviedo. Tras la revolución de octubre fue encausado y condenado a muerte por no haber inutilizado las armas depositadas en los depósitos de la fábrica. Hay una carta del 21 de marzo de 1935, bienio negro, que envió a Azaña desde prisiones militares. La rebelión militar le sorprendió en Navarra (no sabemos qué hacía allí, si se le había separado del ejército y estaba de civil, o qué). El caso es que pasó a Francia y llegó a Barcelona donde se puso a disposición de la Generalitat. Como todo el mundo sabía de sus conocimientos artilleros y fábriles, a la creación del Comité Central de Milicias de Cataluña, la CNT le nombró consejero militar, junto con los hermanos Guarner, el comandante Sandino para la aviación y Jímenez de la Beraza como asesor de artillería y Maestranzas. Tras la creación de la Consejería de Defensa de la Generalitat fue nombrado Inspector General de Artillería y Asesor de Industrias en la misma y tras la creación de la Comisión de Industrias de Guerra, fue nombrado en ella representante de la Consejería. En julio de 1937 se le nombra Presidente de la Delegación de la Subsecretaría de Armamento en Cataluña. Probablemente se exilió a Francia y por algún motivo fue detenido y entregado a Franco o similar. En realidad se ignora, pero el caso es que en 1940 fue encausado en Consejo de Guerra ordinario y enviado a la cárcel con toda probabilidad. Se ignoran más datos. Quizá fue fusilado dada su implicación en octubre del 34. Los franquistas no perdonan esas cosas.

Cárcel...

Francisco Jiménez Orge

El 18 de julio de 1936, Francisco Jiménez Orge era coronel de infantería destinado en la sección de personal del Ministerio de la Guerra. Estaba afiliado a la UMRA y simpatizaba con el partido de Azaña, Izquierda Republicana. Se ofreció a Hernández Saravia (subsecretario del Guerra en esos momentos) para mandar tropas milicianas. Conseguido el mando se atrincheró con sus fuerzas al norte de Guadalajara, en la línea Cogolludo-Cifuentes. La pérdida de Sigüenza minó bastante su credibilidad, pues Jiménez Orge no fue capaz de imponer su jerarquía con las fuerzas, principalmente de la CNT, a su mando. Con la militarización tomó el mando de la 12 División, que no dejaba de ser una unidad dispersa, de poca disciplina y de muy poca capacidad militar, en aquellos momentos. El mando le duró hasta enero de 1937. Se le ofrecieron mandos en las comandancias militares de Ciudad Real y Albacete. Como muchos profesionales, hizo todo lo que pudo para ocultar y proteger, no solo compañeros desafectos, sino toda clase de civiles rebeldes. Como tenía el mando de Albacete, a Casado le era indispensable su colaboración, dada la gran densidad de centros militares y aéreos de la retaguardia republicana, amen de nudo de comunicaciones vital para el enlace con la flota. Jiménez Orge se puso a disposición de Casado, y con él, Camacho jefe de las Fuerzas Aéreas de la región Centro-Sur, y los responsables de los Cuerpos de Seguridad. Detenido por los franquistas, fue procesado, mostrando cierto coraje en su declaración al señalar su lealtad al gobierno de la República, alegando como eximentes, los avales de personas y compañeros que protegió, más su adhesión a la causa casadista y mantenimiento del orden en Albacete. Fue condenado a 30 años pero le fue conmutada la pena a 20 y un día. Salio en libertad vigilada en 1943.

Cárcel. Casadista


Nota: Se trataba de tres hermanos militares y republicanos. Alfredo, Francisco y Evelio. El primero pertenecía al Cuarto militar de Azaña, y Evelio (en la imagen) mandó una Brigada Mixta y posteriormente un centro de instrucción de infantería (CRIM). En otras fuentes el apellido aparece como Giménez.

Isidoro Jiménez García

Alférez piloto destinado en el Grupo 31 de Getafe al comienzo de la Guerra Civil, en uno de sus primeros servicios de guerra llegó hasta Burgos en misión de reconocimiento de las carreteras de acceso a Madrid. Hasta mediados de agosto sale a diario al frente de la Sierra, al Alcázar de Toledo, etc., y después pasa destinado a Sariñena, donde se hace cargo de la Escuadrilla "Alas Rojas". En noviembre de 1936, ascendió a capitán y en diciembre fue a Rusia con Cascón, Villimar, González Montero, su buen amigo Gumersindo Areán y los 200 alumnos de la primera promoción de pilotaje allí formada. Vuelve a España en el verano de 1937 y participa en la batalla de Brunete al mando de la Escuadrilla número 50 de "Natachas", basada inicialmente en Talamanca de Jarama. En el otoño fue nombrado profesor de vuelo y sucedió a Félix Sampil como jefe de la Escuela de Caza. Asciende a mayor el 8 de junio de 1938 y en las primeras sema­nas de la batalla del Ebro sustituye a Luis Alonso Vega al frente de la Escuadra de Caza, cargo que ejerce hasta mediados de diciembre. Antes de acabar el año vuelve a El Carmolí y allí se queda al acabar la guerra. Por encima de sus innegables cualidades como aviador, Isidoro Giménez era una excelentísima persona que se ganó el cariño y respeto de sus compañeros y subalternos. Salvó a muchas personas de morir represaliadas por parte de los milicianos anarquistas incontrolados y fue el nexo de unión de ADAR por su bonhomía y carisma. El mejor exponente de las máximas cualidades del soldado español que hizo de la fidelidad y el honor su bandera, al contrario que tantos laureados rebeldes que carecieron de estas virtudes, empañando sus brillantes cualidades como pilotos con el estigma del perjurio.

Fuente:

Gregorio Jover Cortés

Dirigente anarcosindicalista, de profesión carpintero, amigo personal de Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso y miembro de "Los Solidarios", que durante la dictadura del general Primo de Rivera tuvo una destacadísima actuación al enfrentarse, en muchas ocasiones, con los pistoleros de los llamados Sindicatos Libres. En 1924 partió al exilio con otros compañeros perseguidos por la dictadura e Primo de  Rivera. Las presiones de la policía francesa obligaron a este grupo de acción anarquista a emigrar a Sudamérica. En 1927 regresaron a Francia y se las ingeniaron para atentar contra Alfonso XIII en su visita a Francia. A la llegada de la II República regresaron a España y potenciaron la FAI cuyo interés era hacerse con el control de la CNT el poderosísimo sindicato de masas. Al poco del inicio de la Guerra Civil, los faistas comprendieron la necesidad de organizarse militarmente, al principio con ideas un tanto rocambolescas como la disciplina de la indisciplina pero finalmente, como el propio Durruti reconoció, hubo que atarse los machos y formar un ejército disciplinado lo que debió ser un trauma para muchos teóricos anarquistas. La columna Ascaso mandada por Jover se dirigió al sector de Huesca con intención de conquistar esta capital. Pero lo rebeldes tenían más y mejor disciplina y las fuerzas anarquistas no fueron capaces de avanzar. Un segundo intento con la participación de las brigadas internacionales tampoco pudo tomar la ciudad, con la salvedad que los rebeldes habían convertido Huesca en una fortaleza muy, muy defendible. Con la militarización sus fuerzas pasaron a formar la 28 división y tiempo después tras ser ascendido a teniente coronel se le dio a Jover el mando del X Cuerpo del Ejército del Este. Estas fuerzas combatieron con cierta disciplina hasta la frontera francesa en 1939. Jover se exilió a Francia y posteriormente a Méjico donde murió en 1964.

En primera fila, Lola Iturbe, Edma Goldman, Herrera "Petere", Juan Molina y Jover de teniente coronel con mando en un Cuerpo. Detrás, voluntarios internacionales.

Luis Jubert Salieti

Nacido el 2 del 11 de 1900 en Gerona. Ingresó en la Academia de Infantería en enero de 1915. Entre otros servicios, sirvió en el batallón de Ametralladoras nº 2 y en junio de 1936 era Capitán de Infantería en el batallón de Montaña Chiclana nº 1 y pasó a prestar servicio en el Cuerpo de Seguridad en Barcelona. Con el golpe militar se unió a la columna Ortiz en Aragón en julio de 1936. Mandó la 25 División durante breve tiempo, resultando muerto en acción. Posteriormente una de las divisiones del Ejército de Cataluña llevó su nombre por breve tiempo. En la imagen Jubert en 1920 en su ultimo años de cadete.

 

 Enrique Jurado Barrio

Jurado, Rojo y el agregado militar ruso Maximov en la batalla del Ebro

De familia militar, Jurado había nacido en 1882. Ingresó en la academia de Artillería de Segovia. Destinado a África, participó en las campañas del Rif posteriores al desastre de Annual. Fue ascendido a comandante por méritos de guerra pese a que Jurado era personalmente contrario a este tipo de ascensos. La llegada de la República le sitúa de guarnición en Ceuta, pero de vacaciones en Madrid. Rápidamente se dirigió al cuartel de artillería de Getafe con la intención de asegurar el regimiento. Los oficiales, al borde la sublevación, le toman preso, pero el desarrollo de los acontecimientos hace que deba tomar el mando del regimiento. Prontamente organizó un grupo de artillería que tuvo destacada actuación en la toma de los cuarteles de Campamento, de la ciudad de Alcalá y Guadalajara y de la defensa de Somosierra. A mediados de agosto, y dada la falta de oficiales de infantería leales, toma el mando de una columna miliciana posicionada en Oropesa (Toledo). Tras algunos avances menores, el grueso de la columna rebelde, el Ejército de África, le obliga a retroceder. Se le traslada al frente de la Sierra y en octubre es ascendido a teniente coronel. Con la militarización, su columna, que ha formado Brigadas Mixtas pasa a constituir la 1 División de Maniobra, quedando Jurado al mando. En marzo de 1937, se le nombra comandante del reconstruido IV Cuerpo que detiene y bate al CTV italiano. De baja por enfermedad, Jurado no tomará mando de unidad alguna hasta la batalla de Brunete, donde manda el XVIII, donde Jurado tuvo dificultades con al disciplina de algunas unidades, y volvió a pedir la baja por enfermedad. Le sustituyó el teniente coronel Casado que tuvo también diferencias con otros altos mandos. Jurado fue retirado de primera línea dándosele el mando de la artillería antiaérea (DECA) y ascendido a coronel. En este mando, él era un probado artillero, se demostró excelente, y con el material que tenía y lo que se consiguió adquirir, la DCA republicana vendió cara la tierra republicana. Al final de la campaña de Cataluña, y perdida la confianza del E.M. en el mando del Grupo de Ejércitos Oriental, Hernández Saravia, le fue dado este mando a Jurado, que tenía fama de buen organizador. Y Jurado fue lo que hizo, organizar la retirada de la forma más ordenada y sin apenas presentar combate, salvo la voladura de puentes y ocasionales y localizados contraataques para permitir la retirada de columnas de civiles y militares. Una vez en Francia, Jurado, como Rojo, se negaron a volver a la zona Centro. Jurado se exiliaría a distintos países sudamericanos, recalando finalmente en Uruguay donde trabajo de cartógrafo. Murió en 1965 y la familia trasladó los restos a España.

Godofredo Labarga Carballo.

Era guardia de asalto que enrolado en las Milicias Populares y combatiendo también el Ejército Popular alcanzó el mando de capitán en una brigada de Guardias de Asalto integrada en el Ejército Popular. Pertenecía al PCE. Se opuso al golpe de Casado y tras ser detenido por los casadistas, fue dejado en prisión junto con otros comunistas para que fuera encontrado en la cárcel por los franquistas. Pertenecía al "Expediente de la Junta de Casado", 12 comunistas que fueron fusilados contra las tapias del cementerio del Este el tres de julio de 1941, justo cuando Alemania atacó Rusia y el pacto Ribbentrop-Molotov que mantenía quietas las zarpas franquistas, caducó.

Pedro La Cerda y López Mollinedo

Fue uno de los primeros ascendidos a general de División bajo la República. Ocupó puestos de importancia durante el gobierno de Azaña, pero fue cesado en el período derechista en 1935. Mandó la División de Burgos en 1936 por breve tiempo. En febrero de 1937 se encargó del mando de Valencia. Poco después se retiró. Al parecer era un tanto excéntrico lo que no le impidió escribir algunos libros curiosos. El de la imagen con su mujer, Eugenia Lefevre. Como general, cuentan, que era muy desorganizado.

 

 

Más información en:

http://okonkwo.lacoctelera.net/post/2009/06/03/vida-inconclusa-d-pedro-la-cerda

Víctor Lacalle Seminario

(Navarra 1889 - Caracas ?). Era hijo del guerrillero liberal (3 Guerra Carlista) Tirso Lacalle Labar, apodado el Cojo de Cirauqui. Teniente coronel del Arma de Ingenieros, que al estallar la guerra civil se puso de parte del Gobierno republicano, encargándose, el 19 de julio de 1936, de la formación y de la preparación de uno de los cinco batallones de milicianos, el llamado batallón Pablo Iglesias, que se constituyeron en Madrid en los primeros días del alzamiento militar con trabajadores de Vallecas en su mayoría socialistas. Posteriormente mandó varias columnas, que combatieron en las proximidades de la capital, la 50 Brigada, la 12 División y la Agrupación de Cuenca. Un hermanastro suyo José Lacalle Larraga fue Ministro del Aire con Franco. Víctor Lacalle se exilio a Venezuela.

Exilio


Reseña de internet:

Al estallar la sublevación era teniente coronel del cuerpo de Inválidos, procedente de Ingenieros, y estaba destinado en Madrid. El 19 de julio el Ministerio de Guerra le entrega 1.000 fusiles con los que organiza el 2 batallón de voluntarios, compuesto por anarquistas, con el que participa en el asalto al cuartel de la Montaña. En agosto de 1936 se dirige con su batallón al sector comprendido entre Somosierra y la carretera Madrid-Zaragoza, teniendo su puesto de mando en Cardoso, cubriendo así el frente norte de Guadalajara. En enero de 1937 participa en una fallida ofensiva sobre Sigüenza, sustituyendo días después a Jiménez Orge en el mando de todas las tropas del frente de Guadalajara. Hacia febrero de 1937 pasó a mandar la recién creada 12 División, que englobaba todas las tropas que defendían el sector de Guadalajara. Al iniciarse la ofensiva italiana sobre Guadalajara (8 de marzo), y ya ascendido a coronel, su 12 División es la única que se opone a los italianos. La llegada de refuerzos republicanos importantes al sector, hace que Lacalle pierda la confianza de Miaja, que crea el IV C.E. y se lo entrega a Jurado, y no a él. Lacalle, ofendido por continuar siendo sólo jefe de la 12 División, se retira del mando pretextando enfermedad, siendo sustituido el 13 de marzo por Nino Nanetti. El 25 de marzo de 1937 pasa a mandar la Agrupación Autónoma de Cuenca, y a mediados de abril participa en el segundo ataque sobre Teruel, en el sector de Albarracín, sin mucho éxito. Cuando en junio de 1937 se forma el XIII C.E., pierde el mando de su unidad, quedando en situación de disponible. Estuvo luego en cargos administrativos y sin importancia, como jefe del centro de recuperación de San Mateo (Castellón)

Jesús Larrañaga Churruca

Obrero metalúrgico comunista nacido en Urretxu, País Vasco. Estudio con los Jesuitas en Javier de donde fue expulsado, no en vano dicen que los mejores comunistas salen de los colegios de los Jesuitas. En 1927 ingreso en el pequeño PCE de Euskadi. Estuvo en Rusia con una delegación española y fue diputado a Cortes por Guipúzcoa. Al inicio de la rebelión militar formó parte de la Junta de Defensa de Guipúzcoa como Comisario de Guerra. El gobierno de Madrid le nombre Comisario General del Teatro de Operaciones de Norte. Aunque el presidente Aguirre se mantenía al margen con sus tropas nacionalistas. Larrañaga, como Llano de la Encomienda Comandante en Jefe del Ejercito del Norte, como Francisco Ciutat Jefe del Estado mayor de este ejército, no lo tuvo facil por la estúpida política de reinos taifas que practicaron las tres juntas de Defensa, la de Vizcaya, la de Santander y la de Asturias, pero especialmente difícil con Aguirre. Larrañaga era comunista y eso era como el diablo para los nacionalistas. De hecho no reconocieron su cargo hasta mayo de 1937. Pero en la cima de su propio partido también desconfiaban de él, al presentar sus informes con un marcado color local, pese a que criticaba duramente al gobierno vasco en público. Con la caida del Norte partió a Francia en alguno de los pesqueros que evacuaron a algunos republicanos. Larrañaga regresó a Valencia pero su partido le abrió expediente, aunque sin consecuencias. Sirvió en puestos administrativos del Ejército Popular y con la retirada de Cataluña pasó a Francia de donde pudo huir a la Habana donde se reencontró con otros militantes comunistas. En 1941 se ofreció voluntario para regresar clandestinamente a España y reorganizar el destrozado PCE del interior. A su llegada a Lisboa el grupo de militantes comunistas fue detenido por la policía política portuguesa, la temida PIDE, y entregado a la policía española. Tras 20 días terribles donde los torturadores policiales españoles les sometieron a toda clase de horrores, fueron ingresados en Porlier. El 19 de enero de 1942 el tribunal militar presidido por el coronel Felix Navajas García les condenó a muerte y dos días después fueron fusilados contra las tapias del cementerio del Este.

Antonio Lázaro Fortea

Alférez de infantería retirado que se reincorporó a las Milicias Populares y mandó durante breve tiempo la 4 Brigada Mixta.

Domiciano Leal Sargenta

Miembro de las JSU. Mayor de milicias en la 10 Brigada Mixta que sustituyó al mando de la brigada al mayor Policarpo Candón Guillén que había muerto en la batalla de Teruel en el asalto a Las Celadas. Con esta brigada actuó Leal en las retiradas de marzo, distinguiéndose en la defensa de Lerida, donde la 10 Brigada y la 46 división fueron condecoradas por su valor. Leal tomo en mando de la 46 división por enfermedad de El Campesino y pasó a tomar el mando de la 10 Brigada Mixta, Justino Frutos, un valeroso comunista cubano que se distinguió en todos los combates que protagonizó, resultando especialmente brillante la salvación de su batallón, el 38, que había quedado cercado en Teruel.

Todos estos mandos, eficaces y valerosos, Pedro Mateo Merino, Luis Rivas, Domiciano Leal y Justino Frutos, suplían las carencias del Valentín González, el jefe de la 46 división, que cómo es sabido, se las traía. Domiciano Leal cayó muerto en las trincheras del Ebro mientras reconocía las posiciones de la 46 división.

Virgilio Leret Ruiz.

Militar profesional al mando de la Base de Hidroaviones de Melilla y que defendió hasta agotar las municiones del ataque de los regulares rebeldes. Fue fusilado días después. La República lo ascendió a Comandante a título póstumo. Leret fue probablemente una de las primeras víctimas de la rebelión facciosa. Leret era también gran inventor y científico y su familia entregó recientemente al IHCA especificaciones y planos de un motor a reacción. Naturalmente en España era como darse de cabezazos contra la pared. Su hija, Carlota Leret O´Neil dedicó muchos afanes a honrar la memoria de su madre y escribió un emotivo libro publicado recientemente. En la prensa han salido bastantes imágenes de este prohombre de la aviación española y de su familia, de las que reproducimos algunas.

 

 

Ángel Liberal Travieso

Había nacido en San Juan de Puerto Rico poco antes de su pérdida (1891). Tras pasar por la academia de Toledo tuvo destino como teniente en la comandancia de Carabineros de Zamora en 1915. Sirvió en África a las órdenes del general, entonces de brigada, Miguel Primo de Rivera y también con el general Severiano Martínez Anido. Cuando Molero ascendió a general de brigada y nombrado jefe de la VII Brigada de Infantería le nombró su ayudante y con este general hizo Liberal su carrera hasta que Molero fue ascendido a general de división y nombrado Jefe de la VII División Orgánica.

El 18 de julio de 1936, Angel Liberal era comandante de Infantería, ADC del general Molero, como decimos. El General Saliquet y el general Ponte militares rebeldes que en el plan de Mola debían hacerse cargo de la VII División se dirigieron la noche del 18 al encuentro de Molero en la Capitanía para ofrecerle el mando de la rebelión. Iban acompañados de militares y civiles derechistas. Ponte, incluso iba con su hijo que era oficial. Pasaron la guardia sin problemas y más todavía, la guardia al mando de un oficial rebelde y con dotación de guerra quedaron a la expectativa pero a las órdenes de Saliquet.

Molero, que había sido avisado el día anterior de lo que se tramaba y aunque estaba recién operado, aprovechó para revistar a la guarnición y las fuerzas de Orden Público, donde todos los mandos, muy taimados, le aseguraron su fidelidad a la República. Y así, la noche del 18 al 19 se encontraba Molero reunido con sus ayudantes, los comandantes,  Liberal y Rioboo en la Capitanía con cierta tranquilidad confiando en la palabra de los mandos de su división. Un ordenanza anunció la visita de Saliquet, lo que sorprendió a los presentes. Molero le mandó pasar a su despacho y allí Saliquet le comunicó sus opciones, o tomaba el mando de la rebelión en la División, y Saliquet sería su segundo aunque era el principal rebelde, (cosas de los militares y su reverencia por la jerarquía), o era detenido en el acto y se atuviera a las consecuencias. Molero se negó afirmó tener el control y le arrestó de palabra y llamó a la guardia. Acudió al despacho Rioboo que había oído lo que pasaba. Rioboo sacó su arma reglamentaria y disparó. Se estableció un corto pero sangriento tiroteo con bajas en ambos bandos. Molero y Rioboo heridos, Molero leve, pero Rioboo muy grave y moriría poco después, el 25 de julio. Un civil rebelde resultó gravemente herido y murió algo más tarde, un tal Emeterio Estefanía, un militante de Renovación Española muy conocido entre los derechistas de la ciudad por sus radicales aptitudes. Su partidarios lo declararon primer combatiente nacional caído. Lo que es incierto. Otro militar rebelde también cayó herido, el teniente coronel Uzquiano. Y el comandante Angel Liberal que se había mantenido apartado del incidente, recibió una bala que le hirió gravemente y de estas resultas falleció en el hospital militar el 20 de julio, dos días después. Lo curioso del asunto es que Liberal era un militar tradicional y probablemente apoyaba la rebelión aunque su sentido de la disciplina le hizo mantenerse cerca de su jefe, el general Molero. Durante un tiempo se dijo que Liberal había caído en campaña combatiendo con las tropas de Mola. Las armas las carga el diablo. Ya se sabe. Allí los héroes fueron Molero y Rioboo. Molero fue condenado varias veces en sucesivos juicios hasta que fue indultado por Franco y cumplió algunos años. Liberal está aquí porque cayó victima de la rebelión militar a las ordenes de su general leal a la República en acto de servicio, pensara como pensara.

Javier Linares Aranzabe

Comandante de E.M. destinado en Madrid en el Estado Mayor de Ministerio de la Guerra. A finales del verano de 1936 fue enviado a Asturias para dirigir el cerco de Oviedo tomando el mando de las fuerzas asturianas del III cuerpo del Ejército de Norte y posteriormente del XVII cuerpo (nuevo nombre de esas fuerzas) Con la pérdida del Norte pudo pasar a Francia y posteriormente se reintegró en el E.M. del Ejército de Extremadura. en marzo de 1938 pasó al frente del Este mandando el E.M. del Ejercito del Este. Se exilió a Francia y penó en el ominoso campo de Argeles sur Mer. Pero pudo partir para Méjico en el vapor Niassa a mediados del 42.

Exilio

Hernando Liñán Castaños

Había sido Alférez, encontrándose al 18 de julio separado del ejército. Llamado al servicio ascendió a comandante y mandó varias brigadas. La 99 en su periodo de formación en Alicante. La 104 durante un breve periodo en un frente inactivo. También fue comandante militar de Almería. Finalmente se le dio el mando de una unidad de choque, la  brigada 209 que fue formada con efectivos de la 46 división, del Campesino. Con la sexta división y Liñán a su frente, la 209 brigada se batió duramente con el Ejército de Levante en el intento franquista de tomar Valencia. Posteriormente Liñán y su brigada fueron destinados al ejército de Extremadura interviniendo en los combates del saliente de Cabeza de Buey donde infringió duras pérdidas a la 21 división rebelde en julio de 1938. Nuevamente en octubre de ese año intentó otra rectificación de líneas en Cabeza de Buey, pero los rebeldes se habían fortificado. La brigada y su jefe terminaron la guerra en sus posiciones, por lo que Liñán fue arrestado y condenado a muerte. Fue fusilado en Almería en abril de 1940

Fusilado

Enrique Lister Forján.

Militante comunista, nacido en una aldea de Galicia, en el seno de una familia muy humilde, con la cual, siendo todavía un niño, emigró a Cuba, en cuyo país pasó algunos años dedicado a diversos oficios. En 1932, tras una corta estancia en España, se marchó a la URSS, donde trabajó en las obras del ferrocarril metropolitano de Moscú, ingresando posteriormente en la Academia Frunze, en la cual adquirió conocimientos militares. Tres años más tarde regresó a España, empleándose como obrero de la construcción y participando en la mayoría de los conflictos sociales de la época, al tiempo que se encargó de dirigir la propaganda comunista en los cuarteles y otros centros militares, valiéndose de un periódico titulado Soldado Rojo. Al estallar la guerra civil era uno de los dirigentes de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, con las cuales participó en el asalto al cuartel de la Montaña, donde arengó a los sitiados, consiguiendo de esta manera que algunos soldados se incorporasen voluntariamente a la causa republicana. A continuación se marchó a la sierra de Guadarrama, al frente de una compañía de milicianos voluntarios que lo eligió capitán, permaneciendo en el frente durante algún tiempo, donde fue ascendido a comandante por méritos de guerra. Al constituirse el 5.° Regimiento, se convirtió en uno de sus principales organizadores, siendo nombrado comandante en jefe de dicha unidad a finales de septiembre de 1936. Allí desarrollaría una intensa labor, tanto desde el punto de vista militar como desde el ideológico, participando en gran número de actos propagandísticos y culturales, e influyendo, no poco, en sus seguidores a través de las páginas de Milicia Popular, diario del citado regimiento, en las que publicó multitud de órdenes y consignas. Más tarde fue nombrado jefe de la 1.° Brigada Mixta y, posteriormente, de la 11 División —verdaderas unidades de choque—, al frente de las cuales puede decirse que estuvo presente en todas las grandes batallas de la contienda: Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Ebro —donde mandó el V Cuerpo de Ejército—, Cataluña, etc., interviniendo además, por orden del Gobierno, en la disolución del anarquista Consejo de Aragón. Ascendido a teniente coronel y a coronel, se reveló a lo largo de toda la contienda como uno de los jefes militares republicanos procedentes de milicias con más personalidad y que gozó de más prestigio y popularidad. Al finalizar la campaña de Cataluña volvió a la zona Centro-Sur, donde permaneció prácticamente hasta el final de la contienda, en que abandonó España, por vía aérea, y se trasladó a la URSS. En Moscú volvió a cursar estudios militares, participando en la segunda guerra mundial y alcanzando el empleo de general del ejército soviético. Desde los tiempos de la guerra española era miembro del Comité Central del PCE, pero en 1970 fue expulsado del mismo por sus diferencias con el sector carrillista. Algunos años después de la muerte del general Franco regresó a España, fijando su residencia en Madrid y asumiendo la jefatura del Partido Comunista Obrero Español, entidad de escasa influencia en la vida política del país. En 1986, tras la caída de Santiago Carrillo, se reintegró al Partido Comunista de España. Autor, entre otros libros, de Nuestra guerra, ¡Basta! y Memorias de un luchador. Durante la guerra civil, bajo el título de «A Líster, Jefe de los Ejércitos del Ebro», el poeta Antonio Machado le dedicó este soneto:

 

Tu carta —oh, noble corazón en vela,
español indomable, puño fuerte—,
tu carta, heroico Líster, me consuela
de esta que pesa en mí carne de muerte.
Fragores en tu carta me han llegado
de lucha santa sobre el campo ibero;
también mi corazón ha despertado
entre olores de pólvora y romero.
Donde anuncia marina caracola
que llega el Ebro, y en la peña fría
donde brota esa rúbrica española,
de monte a mar, esta palabra mía:
«Si mi pluma valiera tu pistola
de capitán, contento moriría.»

 

Francisco Llano de la Encomienda.

(1879-1963). General de brigada del Arma de Infantería que en el mes de julio de 1936 estaba al mando de la IV División Orgánica (Cataluña), con cabecera en Barcelona. Republicano convencido, antifascista declarado y, al parecer, masón. Al producirse el alzamiento militar permaneció fiel al Gobierno, no obstante lo cual no pudo o no supo evitar que la guarnición de Barcelona se sublevase, siendo detenido por el general Goded cuando éste, tras trasladarse a Barcelona desde Palma de Mallorca, se hizo cargo de la jefatura de la mencionada división. Dominada la insurrección de Barcelona, fue puesto «en cuarentena» durante algún tiempo por las autoridades republicanas, que no estaban muy seguras de la lealtad del general, dada su poca operatividad para sofocar el levantamiento en la unidad de su mando y a pesar de haber sido testigo de cargo en el proceso que se siguió contra los generales Goded y Fernández Burriel. Tras esta «depuración» fue nombrado jefe del Ejército del Norte, ejército del que formaban parte las tropas nacionalistas vascas, mandadas directamente por el presidente José Antonio Aguirre, las cuales muy precariamente aceptaron el mando del general, lo que produjo no pocas fricciones entre éste y el citado presidente, hasta el punto de que Llano de la Encomienda telegrafió a Largo Caballero, entonces presidente del Gobierno y ministro de Guerra, en términos que, a este respecto, no dejan lugar a dudas —«Ruego a S. E. me indique si existe o no el ejército para cuyo mando tuve el honor de ser designado...»—, todo lo cual condujo a una serie de fracasos y coadyuvó a la derrota republicana en aquel frente. Con los mismos o parecidos resultados actuó también en Gijón, donde permaneció hasta el último momento de la resistencia republicana, huyendo por mar a Francia, por lo que fue sometido a un proceso, del que resultó absuelto. Tras la ocupación de Cataluña fue destinado a la zona Centro, donde permaneció hasta el final de la guerra. Al finalizar la contienda buscó refugio en Francia y, poco después, en México, donde falleció.


Reseña de Cristóbal Zaragoza:

El 18 de julio era general en activo al mando de la IV di-visión orgánica de Barcelona. Su conducta al principio fue bastante extraña, a causa de sus vacilaciones, ya que se negó a arrestar a los oficiales comprometidos en Barcelona con los sublevados. Según Luis Guarner, esta actitud era causada por la confianza que dicho general tenía en sus hombres. «El general Llano siempre estuvo convencido de la lealtad de quienes eran sus subordinados, hasta que la evidencia de los hechos le demostró la realidad de la conspiración.» En la confusa situación de los primeros momentos, Llano de la Encomienda fue prisionero de Goded en Capitanía, quien le exigió que declarara el estado de guerra y le trató de «traidor a España y al Ejército» a lo que el capitán general se negó. Por el recelo que inspiraba a los militares republicanos y a los jefes de Milicias, fue destituido del mando de Barcelona —le sustituyó el coronel Aranguren —y nombrado el 14 de noviembre jefe del Ejército del Norte. Su labor allí, sin embargo, se vio dificultada por los roces con el presidente de Euskadi, Aguirre, y por la indisciplina de las tropas. Optó, pues, por trasladarse de Bilbao a Santander, con lo que de hecho renunciaba a cualquier autoridad en el ejército vasco. El 3 de junio de 1937 era sustituido en el mando. Bilbao caía el 19 del mismo mes. Tampoco en Santander mejoró la suerte de Llano, que fue relevado del mando el 23 de julio y nombrado inspector general del Arma de Infantería con residencia en Valencia. Para sustituirlo, Prieto nombró jefe del Ejército de Santander-Asturias al general Gámir Ulibarri. La capital montañesa caería en poder del enemigo el 26 de agosto. Julián Zugazagoitia es quizá el cronista más objetivo a la hora de enjuiciar a Llano. «Lo que sucede es que fue recibido con desgana, acaso con antipatía, y se ha preferido darle de lado a robustecer su autoridad. Sabe que no puede luchar contra esa enemiga y está presidiendo pasivamente el desastre, que, sin ningún motivo, se le atribuía a él. Es un valor, con mayor o menor precio, que nos hemos complacido en desgastar sin cuidarnos de someterlo a prueba. Lo único cuerdo que cumple hacer es sustituirlo rápidamente, pero eso a condición de que quien le sustituya venga investido de la máxima autoridad y sepa, previamente, que le será reconocida. De otro modo, el caso del general Llano de la Encomienda se repetirá en otra persona y no se habrá adelantado nada. Nuestra ceguera es única: hemos agotado todas las posibilidades de encomiar al Ejército y nuestro retroceso no conoce término.» Si bien es cierto que él se consideraba «gastado», utilizando aquí la misma palabra que emplea Zugazagoitia, hay que reconocer que estaba dispuesto a ejercer su cometido con toda honestidad y aceptando las responsabilidades inherentes al cargo. Pero entendía que era misión del Gobierno unificar el mando y prestigiarlo, así como hacerse presente en la campaña del Norte. Llano, a quien alguien motejó llamándole «general patata», ocuparía en lo sucesivo puestos de escasa responsabilidad. Se exilió en 1939 y murió en México.

Manuel López Cabañas.

De profesión carpintero y afiliado a UGT. Alcanzó el grado de mayor de milicias y mandó la 17 Brigada Mixta que sirvió en el frente de Madrid y combatió en la batalla del Jarama. El mando lo mantuvo desde mediados de 1938 hasta el final de la guerra. Parece que López Cabañas se mostró no beligerante con Casado pese a estaba afiliado al PCE. El caso es que no teniendo denuncias de derechistas fue condenado por los franquistas a seis años y un día, de los que cumplió la mitad.

Cárcel

Bernabé López Calle.

Este militante de la CNT se alistó voluntario a las Milicias Confederales desde el primer momento y combatió duramente tanto en las Milicias como en el Ejército Popular, en distintos batallones y al mando de varias brigadas. Combatió en el Jarama, en Guadalajara, en Brunete, en Aragón y el frente de Madrid. En junio de 1938 recibió por unos días el mando de la 136 Brigada Mixta y poco después el de la 98 Brigada Mixta. Casado le nombró jefe de la 70 Brigada Mixta, la brigada de choque anarquista por excelencia. No se dejó capturar por los franquistas y se unió al maquis donde murió en 1949.

Antonio López Fernández

 

Capitán de infantería profesional que era el secretario militar del general Miaja desde los tiempos en que éste era jefe de la Brigada de Infantería. Al nombramiento de Miaja como jefe del Teatro de Operaciones de Madrid, López Fernández pasó a cobrar mayor envergadura como consejero de facto del general Miaja. Profundo anticomunista que rayaba en la ferocidad, se adapto perfectamente al virreinato de Miaja reforzando las políticas de aislamiento del Ejército del Centro que impidieron equilibrar la lucha del Grupo de Ejércitos de la Región Oriental en el Ebro y en la retirada de Cataluña, dado que la región Centro Sur disponía de grandes recursos militares que no se usaron apenas para aliviar la precaria situación del frente del Este.

Muy consciente de lo que se cocía en el Estado Mayor del Ejército del Centro desde finales de 1938, López Fernández trató de mantener a Miaja como elemento neutral y por encima de la conjura de Casado y sus conmilitones. Pero es sabido que a Miaja le acomodaba la postura del coronel Casado, en su única pretensión de abandonar España sin menoscabo desde que la región Centro Sur dejó de ser objeto de lucha y la República iba perdiendo sus opciones de pactar un alto el fuego con garantías políticas. López Fernández tuvo alguna relevancia al final de la guerra y como portavoz de Miaja se entrevisto a principios de febrero del 39 con Negrín en Francia, perdida ya Cataluña. Su informe sobre la situación en la región Centro-Sur no podía ser más derrotista, pero no consiguió su objetivo de que Negrín no regresara a lo que quedaba del territorio gubernamental para así facilitar la estrategia de su jefe y la del propio coronel Casado que en aquellas fechas ya se había entendido con Miaja. Se entrevistó también en Paris con Azaña, Rojo y Hernández Saravia. Azaña le dijo que se había desentendido de la suerte de la República y lo que le decía a todo el mundo para camuflar su flagrante deserción de sus obligaciones, aquello de que nadie se acordara de mí y de Franco en cien años pero todos recordaran a Goya, Velazquez, señalando que la verdadera tarea de la República en derrota no era salvar las vidas de sus combatientes y partidarios sino salvar el patrimonio artístico nacional. Naturalmente, al capitán López Fernández, que no había pegado un tiro en toda la guerra, como toda la cohorte de Miaja, independientemente de los que pensara en su fuero interno, aquella postura le venía de perillas. A continuación Rojo, presente en la entrevista, como decimos, le entregó unas cartas para Miaja, Matallana y Negrín, según el relato del propio capitán Antonio López Fernández en sus escritos sobre Miaja y la defensa de Madrid. En ellas, aseguró que a Negrín, Azaña y Rojo le pedían que no regresara a Madrid y que dimitiera. Y a Miaja y Matallana les decía que ejecutaran a Negrín caso de que regresara a España. Naturalmente, estas cartas jamás existieron, Rojo podía estar en horas bajas pero nunca se prestaría a este juego, y Azaña, naturalmente, bastante tenía con su tremenda depresión y su miedo que terminarían minando su salud y provocando su muerte en 1940.

El resto de las acciones de López Fernández, carecen de importancia salvo que Miaja y su cohorte apoyaron el golpe Casado y López Fernández fue nombrado Secretario de la Presidencia (Miaja) del Consejo Nacional de Defensa (Casadistas). Miaja y los suyos, tras algunas vicisitudes en la huida de sus responsabilidades, embarcaron en avión y todos se exiliaron de una y otra manera siguiendo con sus vidas como si poco hubiera cambiado para ellos en un país ya lejano donde defendieron una causa que en realidad no les iba mucho.

Escribió el libro: "El general Miaja, defensor de Madrid" y otro más conocido, "La Defensa de Madrid"

Exilio

Justo López de la Fuente

Militar y político comunista nacido en Asturias a principios de siglo. Obrero de la construcción que marcho a Madrid y trabajo en la importante obra de la nueva Ciudad Universitaria, donde se afilio al PCE. Al inicio de la rebelión se integró en el 5º Regimiento donde por su voluntad y valía se le dio el mando del Batallón de Acero que era una especie de batallón especial para operaciones de envergadura. Era en realidad el antecesor de los batallones especiales que tanto gustaban a los mandos del V Cuerpo y del Ejército del Ebro. Más adelante este batallón se integró en la 36 Brigada Mixta como el 143 batallón del Ejército Popular. Su jefe Justo López recibió el mando de la brigada como mayor de milicias que combatió con gran valor en el frente de Usera de Madrid. En junio de 1938 la brigada pasó de la 4 División a la 53, en el XX Cuerpo del Ejército de Levante. Al final de la guerra se exilió a Francia y posteriormente a Rusia donde con la Gran Guerra Patriótica sirvió como guerrillero en una unidad de españoles tras las líneas enemigas. Su gran valor y aptitud para este tipo de guerra le facilitó el ser muy considerado en el Ejercito Rojo y condecorado varias veces en especial tras ajusticiar a un gauleiter nazi responsable de cientos de asesinatos de bielorrusos. Tras la guerra y pese a su mala salud fue enviado a España para organizar el aparato de propaganda del clandestino PCE. En una gran caída de militantes en 1964 fue imputado además de asociación y propaganda ilegal, de crímenes de guerra descritos en la Causa General del Ministerio de inJusticia franquista como el tunel de la muerte de Usera (1) y condenado a 23 años. Muy debilitado por su enfermedad murió en prisión dos años después pese a los intentos que se hicieron para su excarcelación.

Lea este panfleto de la época

Muerto en prisión

(1) Este tunel que supuestamente unía subterráneamente ambas líneas del frente fue una patraña que determinados servicios de contrainteligencia y algunos desaprensivos usaron, como el famoso caso de la falsa embajada de Siam, para que desafectos a la República salieran de sus escondites con la excusa de ser pasados al otro bando o refugiados en una embajada, en este caso la de Siam, que no existía. Les pedían dinero, les robaban sus pertenencias y algunos fueron asesinados en el tunel. La Causa General investigó muy parcialmente estos casos y como en el caso de Grimau buscó a los culpables más próximos, los mandos de la brigada que cubría la zona, que era la 36. El hecho de que Justo no fuera condenado a muerte ya indica que  no tenían realmente pruebas.

Manuel López Iglesias. (1899-1961)

Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1916. Sirvió en África donde fue oficial en un grupo de Regulares. Se retiró del Ejército de capitán con la Ley Azaña. Se afilió al Quinto Regimiento donde fue instructor militar y donde pronto mandó el batallón de Milicias Gallegas que se integró en la 1 Brigada Mixta. López Iglesias sustituyó a Lister en el mando de esta brigada con el rango de Mayor. Ascendió teniente coronel y a coronel el 5 de mayo de 1938, y fue Jefe del Estado Mayor del V Cuerpo. Se exilió a Cuba y luego a Méjico

Exilio

Justo López Mejías

Teniente de Infantería implicado en la rebelión de Jaca de 1930. Fue agregado al Cuarto militar de Azaña. Dedicado a la organización de Milicias al principio de la guerra, mandó después la 20 Brigada y las 31 y 68 División. Ya en la cárcel y tras la guerra, preso en el Reformatorio de adultos de Alicante, Justo López Mejías fue testigo del fusilamiento de Etelvino Vega y otros compañeros en una escenas muy tristes que se pueden leer en:

http://elpais.com/diario/1999/04/02/cvalenciana/923080689_850215.html

José López Otero.

A la sublevación era teniente coronel diplomado de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra. Tras quedar disponible forzoso fue reclamado para el Estado Mayor de Miaja. Al final de la guerra era jefe del Estado Mayor del Ejército del Centro. Además de tener contactos con la Quinta Columna, participó directamente en la conspiración casadista. Fue condenado por los franquistas a seis años y un día, siendo indultado a los pocos días.

Nota.- No confundir con el coronel Joaquín Otero Ferrer fusilado en El Pardo por los guerrilleros del XIV Cuerpo durante la Semana del duro.

Desafecto Casadista

José López Palazón.

Era capitán de infantería destinado en el regimiento León número 2 de Madrid y estaba implicado en la conspiración del 18 de julio. Abortada la intentona en Madrid, partió con fuerzas regimentales a la Sierra con la intención de pasarse a los rebeldes. No encontró manera y desesperado se pegó un tiro en la pierna, lo que en cualquier ejército en guerra es pena capital. Tras mucho insistir, e ignorantes los milicianos de como distinguir este tipo de heridas, fue trasladado al hospital de Carabanchel donde él sabía se encontraba un famoso médico militar, también en la tesitura de pasarse a la otra zona, nada menos que Gómez Ulla. Quien, ni corto ni perezoso le certificó que la herida era legítima de guerra. Gómez Ulla terminaría pasándose a los rebeldes y un gran hospital militar llevaría su nombre durante el franquismo. Los desaguisados de su actuación en el Madrid republicano, como este, quedaron a sus espaldas. Pero el caso es que López Palazón  aguantó como pudo hasta que consiguió un destino de retaguardia, que consistía en una Escuela de Guerra en los alrededores de Madrid. Allí montó un nidito de espías con compañeros de su misma desafección fundando el embrión de lo que sería la red clandestina quintacolumnista "Antonio", tristemente famosa por sus desmanes en el Madrid en guerra. El trabajo oficial, la enseñanza militar, fue una magnífica tapadera para preparar huidas masivas y formar redes de informadores de militares profesionales de dudosa lealtad, a ser posible bien situados en Estados Mayores. En esta labor, López Palazón destacó sobremanera. Se introdujo en el Estado Mayor del Ejército del Centro bajo la protectora sombra de Miaja, cuya lista de protegidos y emboscados era enorme y no paraba de crecer. López Palazón se trabajó las secciones Segunda (información) y Tercera (operaciones) , donde oficiaban Matallana, Garijo Hernández y Muedra, unos colaboraban de buen grado y otros miraban para otro lado. ¡Menudo Estado Mayor tenía el Ejército del Centro! Casi la mitad de sus miembros trabajaban para el enemigo, y la otra mitad se hacía el loco. Ante tamaño escándalo, el SIM republicano lo detuvo, pero sorprendentemente, fue puesto en libertad, otros dicen que se escapó a las pocas horas. Luego, se refugió en la embajada francesa, donde el personal diplomático le permitió seguir dirigiendo la quinta columna madrileña. Desde luego, ser espía franquista en el Madrid republicano no tenía mucho mérito. El caso es que López Palazón recibió un visado francés y salió de Barcelona en un, ¡asómbrese lector!, destructor francés. Tras un tiempo en Francia, pasó a la zona rebelde donde le sometieron a una clasificación de la que salió airoso integrándose en el ejército rebelde. Este es uno de los casos más insólitos del mal funcionamiento y de las dificultades para ejercer su labor del SIM republicano.

Quinta columnista

Rafael López Tienda (1900-1936)

Recién licenciado de la Academia de Ingenieros fue enviado a África tras la de Annual, aunque fue destinado a la Comandancia de Ceuta, que también entró en conflicto en el Protectorado Español de Marruecos. El trabajo de los ingenieros militares en África era fundamental para las anticuadas estrategias del Ejército de África, pues como describe el gran Barea en la 2Forja de un destino2, se construía el Blocao a la carrera normalmente en un alto, y bajo el fuego directo de los "pacos" (por pac, pac que hacían sus espindargas cuando la campaña del Barranco del Lobo) De modo que le sobraron a nuestro personaje momentos para comportarse como un valiente y hasta estuvo propuesto para la Laureada. Desembarcó en Alhucemas con su unidad y formó parte de las fuerzas que mandaba el entonces coronel Franco. Pero López-Tienda leía y se preocupaba de algo más que el reglamento como su superior Franco, y se afanaba en la instrucción de los reclutas, y de los indígenas que servían de auxiliares en su compañía, lo que era inusual en infantería pero no tanto en ingenieros que necesitaban gente instruida y que entendiera el prolijo vocabulario técnico-militar donde cada pieza, maquina o herramienta tiene su nombre. Regresó a la península con la rendición de los rifeños, pero unos años después regresó a Marruecos donde sirvió hasta 1935. En julio de 1936 era capitán y mandaba una Caja de Reclutas de Lérida. Rápidamente se puso al servicio de las Fuerzas Populares y entre otras acciones participó en la malograda expedición de Bayo a Mallorca. Allí se desesperó por el tremendo voluntarismo desorganizador de los milicianos y sufrió la indecible con aquella tropa tan indisciplinada e impredecible. Marchó para Madrid al mando de la columna catalana llamada "Libertad-López Tienda" que tenía este nombre para diferenciarse de otra columna que se llamaba Libertad. Estaba compuesta por milicianos de la UGT y del PSUC, restos de fuerzas regulares de la guarnición de Barcelona y voluntarios de otras procedencias. Coincidiendo con la llegada a Madrid de la columna catalana de Durruti, López Tienda parece que recibió la orden de integrar a sus hombres en un grupo de columnas que mandaría Durruti. Ante la negativa de los miembros de su columna y del propio López-Tienda, esa orden se ignoró y los combates subsiguientes les dieron la razón. La columna de nuestro personaje quedó deshecha en los violentos combates alrededor del Hospital Clínico y el propio Rafael López Tienda cayó muerto en acción. Que la diosa Razón le tenga en su seno.

Lea este interesantísimo artículo de un miembro de esta columna y que cita al personaje.

Vicente López Tovar

Sustituyó a Valentín González en el mando de la 46 división al final de la batalla del Ebro. Tras la derrota, pasó a Francia dónde organizó con gran éxito la guerrilla española contra los nazis. Terminada la guerra y al mando de la 204 división de guerrilleros, y al parecer por mandato de Carrillo, se inició la invasión del valle de Arán por los guerrilleros antifascistas españoles, principalmente comunistas. La invasión terminó en fracaso, como no podía ser de otra manera, pues Franco envió a Moscardó con un Cuerpo de Ejército al completo para dominar a unos miles de hombres que en guerrilla hubieran sido muy duros de vencer, pero que puestos en línea de batalla apenas podrían resistir. Tovar, que no creía en la operación, no cayó en la trampa de Moscardó y se limitó a pequeñas incursiones por el Valle de Arán sin intentar tomar Viella, y evitando así el riesgo de quedar copado. Y pese a que la invasión pirenaica era un secreto a voces en la España franquista, las fuerzas de seguridad e incluso el ejército de Franco fueron mayoritariamente sorprendidas, tardando bastantes días en reaccionar. En realidad las tropas de Moscardó estaban mal preparadas, poco motivadas y con armamento anticuado (los defectos del ejército de Franco sólo salieron a la luz, después de su victoria). Si Tovar hubiera contado con cuarenta mil hombres en vez de cuatro mil, los franquistas hubieran tenido serias dificultades. Los republicanos tuvieron doscientos muertos, un centenar de heridos, y mas de quinientos prisioneros, muchos de los cuales fueron fusilados. Otros doscientos guerrilleros consiguieron infiltrarse en territorio español llegando, ¡a pié!, a los más lejanos escenarios guerrilleros, como Levante y Extremadura, amén de todo el Norte. El ejército franquista tuvo cien muertos, doscientos heridos y trescientos prisioneros que fueron devueltos más tarde por las autoridades francesas. Franco sacó conclusiones claras de la incursión y retiró al ejército de la lucha antiguerrillera, poniendo a la Guardia Civil en esta tarea. Tovar terminó finalmente en el Norte de África, donde constituyó unas denominadas Fuerzas Armadas de la III República Española.

  XIV Cuerpo de Guerrilleros

Emilio López Vega.

El combatiente más joven del grupo de exploración de la XI Brigada Internacional. Guadalajara 1937.

Fuente: Historia política y militar de las BB.II. Santiago Álvarez.

Julián López Viota (1978-1944)

Militar profesional del Arma de Artillería que había ascendido a general de brigada en 1934 tras una larga y brillante hoja de servicios. El 18 de julio mandaba la 2ª Brigada de Artillería en Sevilla y era el gobernador militar de la plaza. Estaba al tanto de la conspiración pero había declinado unirse a la rebelión pensando que sería otra Sanjurjada, pero por un mal entendido compañerismo o por su condición de militar conservador no comunicó a ninguna autoridad lo que se tramaba en Sevilla. Queipo, al que Mola había cedido Sevilla para rebelar pese a que Queipo quería Valladolid, pero ya estaba pedida por Saliquet, y esto no es coña, arrestó a López Viola y tiempo después fue condenado simbólicamente a seis meses y liberado. Era una forma de agradecerle su silencio y de paso castigarle por su cobardía. Sí, los Tribunales Militares Sumarísimos rebeldes no solían tener piedad con nadie que se hubiera negado a unirse desde el primer momento a la rebelión, pero a veces entre compañeros hacían estas cosas. López Viota hubo de arrepentirse toda la vida, no perdió derechos pasivos y murió en 1945. Esta aquí porque fue condenado por un ilegal Tribunal Militar rebelde.

Alejandro Lorenzo Iglesias

Mayor de milicias del que poco se sabe. Fue el último jefe de la 18 brigada mixta. La brigada trato de combatir el golpe de Casado y se desplazó a Madrid. Derrotadas las fuerzas gubernamentales por los rebeldes casadistas, parece que Lorenzo Iglesias llegó a Alicante pero que fue detenido y  condenado a muerte y que esta pena le fue conmutada según aparece en los archivos militares.

Cástor Losada Quiroga.

Trabajador gallego (Lugo) de la construcción afincado en Madrid que alcanzó el grado de mayor de milicias, que estaba afiliado a la UGT y que durante la guerra simpatizó con el PCE, aunque se mostró neutral con Casado, cuando mandaba la 99 Brigada Mixta, una brigada estática del frente de Madrid, que había combatido en la batalla de Brunete con dos batallones que se mostraron poco acertados en el combate en Quijorna, teniendo muchas bajas. El caso es que Casado le premió con el mando de la 2 División. Detenido por los franquistas fue acusado por derechistas de haber castigado duramente a soldados republicanos desertores, lo que le valió la condena a muerte. Consiguió la conmutación a 30 años y salio en libertad condicional en 1945.

Prisión

Baltasar Lucas Martín.

Natural de Vilavega de Ojeda (Palencia) y residente en Arañones (Huesca). Al iniciarse el movimiento patrulló con armas por el pueblo de Arañones y al fracasar la intentona huyó a Francia. De allí se alistó en la zona roja voluntariamente para formar parte de las tropas republicanas donde fue hecho cabo y sargento de la escuela creada a estos efectos por dichas milicias siendo en el mes de diciembre del 37 promovido a comisario político del 337 batallón de la 85 Brigada Mixta con cuyo cargo y fuerzas actuó en los distintos frentes de Levante, Extremadura Y Andalucía hasta el final de la campaña. Según Carlos Engel, en su libro Historia de las brigadas mixtas, después de la acción bélica del ataque sobre las avanzadillas nacionales de la Pingana, el Conjuro y la Garnatilla que fue rechazado y le costaron fuertes pérdidas el 337 batallón. Fue enviado al frente de Levante en la primavera de 1938 y reemplazado por personal veterano a otras unidades. Posteriormente llegó a comisario político de la 73 Brigada, según el DOMD de 24-3-39, siendo hecho prisionero en Gandia ,  entrando en la prisión provincial las Capuchinas de Barbastro, donde fue sentenciado a 30 años.

Imágenes y fuente: Marta Lucas (Nieta de Baltasar Lucas Martín)

Nota: Las divisas que lleva Baltasar en el gorro son las de Comisario de Batallón.

Pulse aquí para ver una interesante imagen de Baltasar armado de un fusil Mosin-nagant y de tres granadas  defensivas de fabricación republicana.

Samuel Lucas Pérez

Era capitán en el Estado Mayor de la 14 División con nombramiento de 10 de febrero de 1938. Se sabe muy poco de este personaje que se hizo pasar por quinta columnista con éxito cuando en realidad era un agente de los Servicios Especiales del Ministerio de la Guerra, donde se relacionaba con Manuel Salgado, el dirigente anarquista que oficiaba de jefe de la parte civil de estos Servicios. El historiador Javier Cervera lo detectó y constató su éxito, pues nunca fue descubierto pese a que fue decisivo para desmantelar pequeños grupos de quintacolumnistas. Detenido al final de la guerra fue juzgado y condenado a muerte no sabemos si le fue conmutada.

De su expediente judicial se puede recuperar una hoja que dice:

"Que exhibido que me ha sido por la Fiscalía Jurídico Militar de la primera Región el sumario núm. 102998 instruido contra Samuel Lucas Pérez, de 30 años de edad, hijo de Segundo y Martina, natural de Toledo, vecino de Madrid, de estado soltero y de oficio dependiente, el que copiado en su parte necesaria dice así: Al folió 1 aparece una ficha clasificadora en la que entre otras cosas se dice que el procesado fue soldado rojo en la 14 División, Ejército del Centro y en el frente de Guadalajara ascendiendo a Capitán.- Al folio 8v. declara el procesado diciendo que estaba afiliado a la CNT desde el año 1.935. Que cuando estalló el Alzamiento se encontraba en Madrid trabajando en el Bar »Telefónica», ordenándole el Sindicato acudiera a los asaltos de los Cuarteles, llegando al de la Montaña en el momento de su rendición entrando en el con los milicianos en cuyo momento fueron fotografiados por el periódico »Ahora».-Que el tercer día del Alzamiento se enroló voluntario en las milicias del Capitán 'ediles, marchando el 3 de agosto a Toledo. Que con posterioridad ascendió a Teniente y después a Capitán en el Ejército rojo.- En un informe de la DGS que aparece al folio 41 de este sumario se hace constar que como voluntario de la Columna Sediles participó en el asedio al Alcázar siendo ascendido por su comportamiento a Capitán en cuya categoría pasó a la Escuela de Capacitación. Que formo parte del Estado Mayor de la Brigada »Cipriano Mera» y que la fotografía publicada en el periódico Ahora» referente al asalto al Cuartel de la Montata es de fecha de 21 de julio de 1.936.- Al folio 85 aparece un certificado de la Causa General acreditativo de que en la Pieza núm. 4 »Checas» aparece el procesado como dirigente de la checa del Cine de Legazpí, donde habilitaron los cuartos de las artistas para calabozos, donde eran martirizados los detenidos, y-por la mañana sacados y asesinados en el sitio »La china», término de Villaverde."

José Luzón Morales.

Militante de la CNT que se alistó voluntario en las Milicias Confederales alcanzando el grado de mayor de milicias con la militarización. Sirvió en la combativa 70 Brigada Mixta, de la que tomó el mando Luzón poco  antes de la batalla de Brunete donde vendió cara su piel junto a las brigadas de la 11 División de Lister. En Brunete, la 70 fue atrapada entre bombardeos aéreos y fuego de artillería de tiro raso, perdiendo valiosos y fogueados soldados, como le ocurrió a la 11 División. El papel de Luzón fue muy destacado, y hay autores que destacan sus simpatías hacía el PCE. El caso es que al final de la guerra, la 70 brigada obedeció las órdenes de Mera para apoyar a Casado cercado por unidades leales al gobierno en los sótanos del Ministerio de Hacienda. La 70 brigada que pertenecía a la reserva del IV Cuerpo de Mera, resolvió la situación con su superioridad en hombres y pertrechos y con su acostumbrada combatividad. Luzón fue cesado pero no se sabe que fuera detenido, tampoco sabemos si fue apartado del mando antes de los combates en Madrid o después. Fue sustituido por el mayor de milicias Bernabé López Calle. Luzón, afortunadamente pudo exiliarse.