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Biografías de republicanos

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José Eduardo Villalba Rubio

por Antonio Gascón Ricao

Toledo 25.2.1899, Madrid 1960

Hijo del general José Villalba Riquelme, militar prestigioso, fundador de la Escuela de Educación Física de Toledo y ministro de la Guerra en 1919-1920, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1904. Ascendido a 2º teniente en 1908, fue destinado al Batallón de Cazadores Alfonso XII número 15 de guarnición en Vich. Pero su futura carrera militar tendría lugar principalmente en el Protectorado de Marruecos y entre los años 1909 y 1934, al participar sucesivamente en la campaña de 1909, en el Desastre de Annual en 1921 y en la llamada “Campaña del Desquite” de 1925-26.

Prueba de ello es que entre los años 1909 y 1922, y con independencia de sus ascensos, obtuvo seis cruces de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, la medalla de Melilla, dos cruces de 1ª clase María Cristina, la Medalla de África, y la Medalla de Marruecos. Destinado en las Comandancias de Ceuta y Melilla, también desempeñó destinos de carácter político en el Gabinete Militar del Alto Comisariado de Marruecos en Tetuán, o en la Jefatura del Estado Mayor del Ejército de España en África.     

Ascendido a coronel de Infantería el 3 de enero de 1936, quedó disponible en la 1ª División. El 5 de abril Manuel Azaña, jefe del gobierno, le asignó el mando de la Segunda Media Brigada de la Primera Brigada de Montaña con guarnición en Barbastro (Huesca).

En julio de 1936, y cuando Villalba llevaba tan solo tres meses destinado en Barbastro, ya había mantenido diversas reuniones, tanto con sus compañeros militares como con alguna representación de la burguesía local, con vistas a una posible sublevación militar. Concretamente se reunió discretamente en El Pueyo (se trata de un monasterio a 5 Km. de Barbastro en la carretera de Huesca) con Fermín Martínez Aixalá, oficial 1º de Oficinas Militares, destinado en la 5ª División y hombre muy relacionado con la conspiración.

Según Joaquín Arrarás, autor de la Historia de la Cruzada, Madrid (1941), Villalba también se había reunido en Huesca el día 5 de julio con el general Miguel Cabanellas, jefe de la 5ª División Orgánica (Zaragoza), en presencia del general Gregorio de Benito, Gobernador Militar de Huesca, y del comandante Cebollero. Aquella reunión tuvo lugar el Casino de Huesca, y en ella Villalba se mostró muy impaciente por comenzar la sublevación.

Por otra parte, entre los días 13 y 15 de julio, el general Cabanellas volvió a visitar Barbastro, entrevistándose en el mesón de Enate con Villalba y varios oficiales más de la plaza, hablando supuestamente de las medidas que se deberían tomar en dicha plaza  caso de producirse el alzamiento, es decir, que Villalba debería asumir el mando tanto de los militares y de los guardias civiles como de un número importante de civiles simpatizantes con dicha sublevación.

Pero en el último momento, y por los motivos que fueren, al producirse unos días más tarde el levantamiento militar cambió de opinión permaneciendo fiel al gobierno de la República, lo que determinó que los partidos judiciales de Benabarre, Boltaña, Fraga Sariñena y Tamarite quedaran a favor del gobierno, mientras que los de Huesca y Jaca quedaron en manos de los sublevados.

Responsable del frente de Huesca en los primeros tiempos, intentó ocupar la ciudad por primera vez el 31 de agosto, ataques que continuaron el día 1 y 2 de septiembre, y que consiguieron cortar momentáneamente la única comunicación de Huesca con Jaca, pero sin lograr ocupar la ciudad. Los últimos ataques a Huesca se desarrollaron los días 21 y 22 de octubre, con un importante bombardeo de la ciudad y con varios asaltos republicanos que fracasaron en su intento.

El mando de aquel frente era de por sí muy complejo, puesto que en teoría lo ostentaba el teniente coronel Felipe Díaz Sandino, Consejero de Defensa de la Generalitat, pero el que realmente lo ejercía era  García Oliver, Delegado de Guerra del Comité de Milicias Antifascistas. El órgano de ejecución y coordinación era la Delegació del Front d’Aragó, en el participaban los jefes de las diversas columnas sindicalistas y varios militares profesionales entre los cuales destacaban Villalba y Vicente Guarner. Durante aquel tiempo Villalba llegó a ejercer el mando como Jefe del Front d’Aragó pero sin nombramiento oficial, al limitarse sus funciones al sector del Frente de Huesca, donde tenía a su cargo 7.000 hombres.

Tras dejar aquel frente a finales de 1936, Villalba fue traslado a Gerona donde en teoría debería hacerse cargo de la 2ª División del denominado “Exercit de Catalunya”, dependiente de la Generalitat de Catalunya. Sin embargo, el 4 de enero de 1937, y por orden del gobierno central, pasó a hacerse cargo de la defensa de Málaga como jefe del Ejército del Sur.

Pero, al tomar los nacionales la ciudad el 8 de febrero, huyó de ella a la desbandada dejando detrás su propia maleta donde los militares rebeldes encontraron el famoso brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús, con el cual se había hecho, gracias a unos milicianos, durante su estancia en Huesca. Retirado en primera instancia a Almería, el 19 de febrero fue citado en Valencia por el jefe del gobierno Largo Caballero, donde el día 21 fue cesado del mando de forma fulminante.

Acusado de traición a la República fue detenido, procesado y encarcelado, junto con otros oficiales responsables de aquella lamentable derrota. Exonerado de aquellas graves acusaciones en los finales de 1938, pasó a las órdenes del jefe del Estado Mayor Central. Días antes de la caída de Barcelona en febrero de 1939, fue nombrado comandante militar de Figueres, organizando la evacuación de Gerona y retirándose a Francia el 12 de febrero, donde permaneció exiliado hasta primeros de julio de 1949, momento en que cruzó la frontera, presentándose voluntario en la Secretaria de Justicia de la Capitanía General de Madrid.

El Ministerio Fiscal estimó en primera instancia que durante la guerra Villalba había cometido el delito de Auxilio a la Rebelión, ingresando por tanto en la Cárcel Militar de Alcalá de Henares el 14 de julio. Su Consejo de Guerra tuvo lugar en Madrid el 11 de febrero de 1950, siendo condenado a 12 años y un día de reclusión temporal, “con la accesoria de pérdida de empleo y abono de la prisión preventiva sufrida no concretándose la responsabilidad civil hasta el día que pueda ser fijada”, pero con las eximentes de que existía constancia de que durante la guerra había dado auxilio a personas afines a la Causa Nacional, y “que estaba probado que no compartía las ideas del enemigo”.

El 4 de marzo de 1950, el Consejo de Guerra de Oficiales Generales aprobó la sentencia, pasándose a la Fiscalía Jurídico Militar para que informase sobre la posible aplicación de los beneficios del indulto. El 6 de marzo, el Auditor General informó que era pertinente el declararle indultado. El 18 de marzo se procedió a la aplicación del indulto y el coronel Auditor Jefe del Servicio Central de Examen de Penas informó al Capitán General de la 1ª región Militar que “S. E. el Jefe del Estado” (Francisco Franco) había concedido la conmutación de la pena de doce años y un día, excepto las accesorias, es decir, la pérdida de empleo, por lo que Villalba fue inmediatamente puesto en libertad permaneciendo en Madrid, donde residían varios de sus hermanos también militares, dónde falleció.

BIBL.: LUIS ALFONSO ARCARAZO GARCÍA y MARÍA PILAR LOREN TRASOBARES, “El impacto militar de la Guerra Civil de 1936-1939”, pp. 211-246, en la obra colectiva Barbastro 1833-1984, Ayuntamiento de Barbastro, Barbastro (2003); LUIS ALFONSO ARCARAZO GARCÍA, “El “Sector Huesca” del Frente de Aragón. Los combates entre 1936-1938”, pp. 95-188, en la obra colectiva Guerra Civil Aragón, Delsan, Zaragoza (2004).