S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
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26. ENTRE REPÚBLICAS 4.- FERNANDO VII (1813-1833) Y LA REGENCIA (1833-1840) |
26.4.1 Cuadro de Salvador Viniegra de la proclamación de la Constitución de 1812, en la Plaza de San Felipe de Cádiz. Esto ocurría el 19 de Marzo por lo que el pueblo la bautizó cariñosamente como la "Pepa". Esta constitución establecía la soberanía de la nación (del pueblo, pero dicho en palabras más suaves) y en cierto modo se inspiraba en la legislación de los propios invasores. |
26.4.2 Tratado de Valençay, diciembre de 1813. Napoleón, al que le iban mal las cosas, decide pactar con Fernando VII su libertad a cambio de la paz con España. Todo quedaría igual que en 1808, los franceses abandonarían lo poco que conservaban en España, los ingleses se irían y Fernando VII recuperaría la corona. Fernando VII se resiste, pues sabe que esto es sólo la capitulación ante Napoleón, pero termina firmando. La Junta que gobierna España se niega a aceptar esas condiciones aduciendo que Fernando VII está preso y que eso condiciona su voluntad. Finalmente, Napoleón libera a Fernando VII que se traslada a Valencia donde es recibido como un Díos. A continuación deroga la Constitución de 1812 y se pone a gobernar con una crueldad y un rencor desconocidos en España. 26.4.2.1Fernando VII, "El deseado". |
26.4.3 Goya. Qué crueldad. La inquisición se cebó en los afrancesados y liberales durante los gobiernos absolutistas de Fernando VII. Esto provocó el primer gran exilio de liberales españoles. Esta vez a Inglaterra. Corría 1823. |
26.4.4 Alusión a lo mal que le sentaron a los absolutistas, parapetados tras la Inquisición, el restablecimiento de la Constitución de 1812. |
26.4.5 ¡Muerte a los serviles! estampa popular en la época alusiva a los serviles de Fernando VII tras la década ominosa. |
26.4.6 Grabado de los Desastres de la guerra de Goya en alusión a la derogación por Fernando VII de la Constitución de Cádiz |
26.4.7 Retrato de Rafael de Riego. Héroe liberal que fue ejecutado en Madrid en la Plaza de la Cebada el 7 de noviembre de 1823. |
26.4.8 Goya, fragmento del retrato de Juan Martín Díez, "El Empecinado", héroe de la guerra de la Independencia y héroe liberal que murió ahorcado de forma indigna. |
26.4.9 El famoso cuadro de Antonio Gisbert "El fusilamiento de Torrijos" y de sus compañeros, ocurrido en Málaga el 10 de diciembre de 1831. Este impresionante cuadro se pudo disfrutar en la ampliación del Museo del Prado: "La pintura del Siglo XIX español", donde destacaban Gisbert, Esquivel, Madrazo y otros. |
26.4.10 En la imagen, Francisco Tadeo Calomarde, ministro de Gracia y Justicia desde 1924, pero arribista desde los tiempo de Godoy con una carita de bueno en absoluto pareja con sus hechos, pues fue el principal responsable, era la mano derecha del rey, del terror de 1824 y años siguientes. Cuando en 1814, Fernando VII regresó de Francia, el Consejo Regente compuesto por diputados realistas y liberales le preparó un itinerario que terminaría con la jura de la Constitución de Cádiz. Pero el rey acompañado de los diputados realistas y de parte del ejército se las compuso para realizar otro itinerario que ganara tiempo para preparar la represión liberal que sus tropas hicieron en Madrid un poco antes de su entrada en la capital. Allí quedó claro que de Constitución de Cádiz, ni mijita, y quedó claro que su forma de gobernar iba a ser la absolutista a lomos de una represión política contra todo lo liberal que fue subiendo de tono hasta llegar al paroxismo en la década ominosa. Este periodo desde 1814 a 1820 se le llama sexenio absolutista y se caracteriza por una represión de medio nivel que encarcelaba y desterraba. El principal agente represivo era la Santa Inquisición. Los militares liberales que habían luchado duramente en la Guerra de la Independencia formaron sociedades secretas desde donde salieron pronunciamientos liberales casi a uno por año, fracasaron uno tras otro, seguidos de terribles represiones. Finalmente, en 1820, triunfó un pronunciamiento liberal que encabezó el teniente coronel Riego, obligando a Fernando VII a acatar la Constitución de 1812. A este periodo que duro tres años se le denomina el Trienio Liberal. Durante estos años se trató de hacer a toda prisa y entre graves discordias liberales todas las eternas reformas aplazadas. Algunas quedaron en las formas como la supresión de la Santa Inquisición, que prendería más tarde con otros nombres, pero la misma y brutal sinrazón. Pero Fernando VII, absolutista donde los hubiera, pidió ayuda a las potencias absolutistas, y con mucho agrado, la Francia de Luis XVIII, envió en abril de 1823 un ejercito de 90.000 soldados que fue llamado "Los cien mil hijos de San Luis", que conquistó el país rápidamente. Los liberales se retiraron a Cádiz con el rey como rehén, quizá querían repetir la hazaña del sitio de Cádiz. Pero fueron derrotados. Comienza así la Década Ominosa (1823-1833). Lo primero que hizo el monarca, una vez liberado por los franceses es derogar todas las legislaciones liberales, anular la Constitución y comenzar una sangrienta represión contra los liberales, empezando por sus líderes, Riego, El empecinado, y otros que hubieron de huir, como Espoz y Mina. Es de notar el horrible tormento a que fue sometido Riego desde su captura en Andujar hasta su llegada a Madrid enjaulado como una fiera, más los dos días que pasó en capilla esperando la horca. En el juicio, el fiscal había pedido que su cuerpo fuera desmembrado y su trozos enterrados en los lugares más distantes. Jamás se había visto nada parecido en España. Cuando fue llevado al cadalso, ni siquiera montado en un burro, como era costumbre, sino arrastras en un serón, Riego era un hombre derrotado, aterrorizado por una larga agonía. Cuando Fernando VII recibió los pormenores de su ejecución, grito con alegría ¡Viva Riego! En esta terrible represión contra todo lo liberal, destacaron por méritos propios Francisco Tadeo Calomarde (un trepa al que le dio Gracia y Justicia), codo a codo con la nueva policía (Chaperón) y otras instituciones retrógradas, incluidos tribunales Eclesiásticos. Lo curioso es que primero se promulgó una Amnistía que en absoluto beneficiaba a los liberales, pero que encima enfurecía a los absolutistas. Fernando VII hacía esta pantomima para contentar a las potencias europeas, presionadas por el ejército de ocupación francés, asustadas por la brutal represión del Borbón. Paradójicamente, este documento fue la hoja de ruta, como se dice ahora, para que Calomarde pusiera a la policía a la horrible tarea de perseguir todo lo liberal. Se rastreaba cada pueblo con listas de sospechosos y cuestionarios a rellenar por las autoridades locales. Se detenía y mandaba a galeras a las mujeres que se abanicaran con abanicos con los colores liberales. Se leía el correo y cualquier frase dudosa costaba la cárcel, dar gritos contrarios al régimen era la pena de muerte, repartir octavillas contrarias, ídem de ídem, haber sido militar en la Milicia Nacional, la muerte. Hubo casos de espanto como el del militar liberal Juan Federico Menage condenado a muerte por la Comisión de Depuración militar presidida por el sanguinario Chaperón. El pobre militar subió al patíbulo con la mano derecha, amputada, colgada del cuello con un cordel. Pero lo peor, es que el presidente del tribunal militar, Chaperón, de uniforme, se acercó al verdugo y le pidió sustituirle. Así que se trataba de torturar, matar, confiscar, pues ningún terror sobrevive sin victimas, como Galdos nos dice en sus episodios nacionales. Comenzó el primer gran exilio de la intelectualidad española, era el invierno de 1823, y se fueron a Londres. Comenzaba la Década Ominosa, de infausto recuerdo, dónde de los liberales no se libró ni el apuntador. Pero la estirpe liberal española no se rindió y las conspiraciones antimonárquicas continuaron. Tan grande era el miedo del monarca que se lió la manta a la cabeza y disolvió el Ejercito Español, mientras tropas de ocupación francesa garantizaban el orden absolutista. Enfrascado en sus aficiones represivas, al régimen, que le importaba un bledo lo que no fuera estrictamente su permanencia en el poder, fue perdiendo las colonias y la presencia internacional. España, que había derrotado a Napoleón, era una potencia de segunda que no le sacó ningún beneficio político a esta gesta, porque a las clases dominantes absolutistas no les importó. Ya viejo, el monarca tirano tuvo por fin con su cuarta esposa, una descendiente, la que sería Isabel II. El hermano del Rey el infante Carlos María, se frotaba las manos viéndose rey, pues se suponía que las mujeres no podían gobernar, pero las cosas se pusieron en contra suya, el rey derogó la Ley Sálica (las mujeres no pintaban nada en el orden de sucesión) y empezó esa maldición que ha perseguido a este país durante todo el siglo XIX, y con secuelas en el XX, las malditas guerras carlistas. Calomarde, tras la bofetada de "...manos blancas no ofenden..." que le propinó la infanta Luisa Carlota a propósito de la Ley Sálica, fue desterrado a la muerte de Fernando VII. La regente, María Cristina se hizo cargo del negocio y pese a su vocación igualmente absolutista no tuvo más remedio que apoyarse en los liberales moderados, y en las instituciones del estado, incluida gran parte de la Iglesia. Esta Década Ominosa, con la represión, los fusilamientos, los destierros y exilios desquició al país, como muy bien plasmó Goya, y a esto hubo que añadir las hambrunas y miserias en que la guerra de la Independencia dejó a España. Pues como siempre en España, lo peor siempre viene después.
26.4.10.1 El general Espoz y Mina se dirige al exilio francés con sus partidarios y así salvaron la vida. Les dejaron pasar sin ningún impedimento, los franceses sabían de primera mano lo que estaba pasando. |
26.4.11 José María Blanco "White", que se exilió a Inglaterra en 1810 huyendo de la barbarie que se había apoderado de España anticipándose en trece años a la masiva emigración de liberales españoles a Inglaterra en 1923. White era un heterodoxo y poeta sevillano. El grabado es de Frederick Christian Lewis. |
26.4.12 Cuadro de Isidoro Lozano que representa a la joven Mariana Pineda momentos antes de ser ajusticiada por haber bordado una bandera liberal. Era el 26 de mayo de 1831 en Granada. Fue ajusticiada por el siniestro método del garrote vil, que asómbrese el lector, todavía se usó contra el anarquista Salvador Puch Antich, ¡en 1974!
26.4.12.1 Otra histórica pintura donde Mariana Pineda se enfrenta a la Inquisición. La justicia, la Iglesia Católica y el Ejército español de la época, triturando a esta valiente mujer. |
26.4.13 La regenta María Cristina declara la amnistía general el 15 de octubre de 1833. Un buen día sin duda. |
26.4.14 Martínez de la Rosa, que sucedió como jefe de gobierno al moderado Cea Bermudez que al no contar con el apoyo de los liberales hubo de dimitir, cediendo el puesto a Francisco Martínez de la Rosa. Quien tuvo que apechugar con la hostilidad de la Regente, que como su difunto marido sufría lo indecible cuando gobernaban los liberales. Para empeorar las cosas, regresó Carlos María Isidro de Inglaterra y se proclamó Carlos VI iniciando la Primera Guerra carlista. Durante su gobierno se declaró la famosa epidemia del Cólera que arrasó el país y que desató grandes violencias contra terratenientes y conventos. Como a su predecesor, la hostilidad general a ambos lados del espectro político le obligaron a dimitir en 1835. Esta hostilidad provenía por parte de los liberales en la falta de verdaderas reformas democráticas. Lo de siempre en España, 26.4.14.1 María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, ultima mujer de Fernando VII y madre de Isabel II, se vio obligada a gobernar con los liberales moderados por el simple motivo de que tenía en su contra a los "Apostólicos" del Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y futuro Carlos V de los Carlistas, pero su corazón, políticamente, estaba con su marido.
26.4.14.2 El mentado Carlos María Isidro, el hermanito de Fernando VII que le seguía los pasos en cuanto a fachón de cuidado, aunque dicen que era mejor persona, lo que teniendo en cuenta el material, no era cosa difícil. |
26.4.15 Maria Cristina se vio obligada a confiar el gobierno a un liberal, el Conde de Toreno que puso a Mendizabal de ministro de Hacienda, famoso por su valentía al desamortizar parte de los bienes de la Iglesia, pero que en realidad hizo terratenientes a muchos ricos, industriales poseedores de capital y de deuda pública, pues el método empleado para vender las tierras desamortizadas produjo, en palabras del gran Vicens Vives, "...un neolatifundismo territorialmente más extenso, económicamente más egoísta y socialmente más estéril que el precedente". La desamortización de los bienes eclesiásticos fue un proceso que ya de antiguo se venía propugnado por gobernantes y pensadores. No era de recibo que inmensos predios eclesiásticos se encontraran amortizados, en decir estaban en manos muertas, extra comercium, que se decía, y no contribuían al fisco pero tampoco generaban riqueza. Mendiazabal había entrado a gobernar con los liberales porque la reacción estaba con el pretendiente carlista dejando a la regente sin su espacio político preferido, es decir los conservadores. Así que madre, hija y asesores hicieron de tripas corazón y se pusieron a gobernar con los liberales moderados contando, eso sí, con la adhesión del ejército regular, que es una de las características de este periodo. Se necesitaba dinero rápido para emprender la campaña contra los carlistas. El ejército cristino se encontraba en bancarrota y esta premura contribuyó a mal vender todas aquellas inmensas tierras. La aristocracia terrateniente y financiera se endeudó para poder adquirir tierras y más tierras a pagar en 16 años al 5% de interés, los que compraron papel del estado masivamente tuvieron también buenas condiciones: ocho años al 10%. Y los que tenían sus cajas fuertes llenas de bonos de deuda pública, podían adquirir propiedades con su valores de deuda hasta un tercio al 5%, otro tercio al 4% y el resto al 5%. Renunciaban al rédito y al montante de sus bonos de deuda pública a cambios de jugosos predios. Cuando cayó Toreno, Mendizabal se encargó del gobierno. Mendizabal abordó importantes reformas en la milicia y en el censo electoral, y disolvió todas las órdenes religiosas, excepto las hospitalarias, enfrentándose con seriedad a los carlistas con levas sucesivas y reclutamiento de voluntarios para las milicias locales. Sus reformas fueron moderadas, pero aún así le costaron el puesto, pues fue sustituido por uno más moderado al gusto de la Regente, Istúriz un liberal que había evolucionado en el exilio a posiciones más conservadoras. A éste no le fue mejor, surgieron juntas provinciales que se declararon independientes del poder central, y se sublevan los sargentos en la Granja obligando a la Regente a aceptar la Constitución de 1812. Los carlistas llegaron hasta las afueras de Madrid, en la famosa expedición real. De modo que Iztúriz se tambalea y forma gobierno un tal Calatrava que se trae de nuevo a Mendizabal de ministro de Hacienda, quién continuó con sus reformas, el hombre tenía empeño. Calatrava tuvo acierto, y durante su mandato se firmó la Constitución de 1837, que trataba de contentar un poco a todos, recortando algunos poderes reales y mejorando el censo electoral, aunque bastante lejos de una constitución moderna. En la imagen Mendizabal. |
26.4.16 Los cristinos estaban apurados y se hablaba de un pacto entre la Regente y el pretendiente Carlos V, cuyas vanguardias, de la famosa expedición real, se encontraban en las afueras de Madrid. Pero Espartero, general cristino, hizo retroceder al pretendiente y las cosas comenzaron a mejorar temporalmente. Calatrava fue sustituido por varios gobiernos mucho más moderados, ante la irritación de los progresistas. La guerra carlista no terminaba nunca y la Regente llegó a un acuerdo con Espartero, miembro del partido Progresista, a quien encargo el gobierno. Espartero se convirtió en un dictador, acabó con la guerra con el famoso abrazo de Vergara con el general carlista Marato (en la imagen de la mano) y finalmente, le quito la Regencia a Maria Cristina quedándose el solito con todo: Regente y tutor de Isabel II. ¡Menudo tipo! Cuadro de Bernardo López escenificando el abrazo de Vergara. |
26.4.17 Mariano José de Larra, la cumbre del romanticismo español. Su autenticidad le costó la vida pues se suicidó muy joven en 1837. Literato y poeta, es en la crónica social de su tiempo dónde destaca por su mordacidad y desenfado. Fue un romántico, un liberal y un progresista, y como dice Chesterton, su carácter fue su destino. |
ADENDA 2013 |
26.4.18 Un poco como nos pasa en este año 2013. Los gobiernos absolutistas de Fernando VII legislaban contra el bien general, con furor e impudicia, con un ¡que se jodan! en los labios. |
26.4.19 Y de nuevo como en nuestros días, hay gente, opiniones, fuerzas y periódicos que ven de perillas desmantelar el bienestar de un país. En esa tesitura estaban estos tres pájaros, Fernando VII, Don Carlos, el hermanito que tanto daño haría al país con su históricamente estúpida pretensión dinástica, una y otra vez, y su tío Antonio. |
26.4.20 Satírico de la Santa Inquisición, depositado en el Museo Zumalacárregui. Aunque se refiere a la peor época fernandina, el grabado esta confeccionado en 1907. La Inquisición española fue creada en tiempos de los Reyes Católicos con el fin de hacer de policía política y religiosa. Su primera abolición se debe al francés José I. Las Cortes de Cádiz también la abolieron. Fernando VII la restauró. ¡Y bien que la utilizó! El trienio liberal volvió a abolirla. En la década ominosa, Fernando VII, por presiones Europeas, no se atrevió a restaurarla, pero creó otro engendro llamado Juntas de Fe, aun más brutales. EL ultimo desdichado, ejecutado por la Inquisición, lo fue por la Junta de Fe de Valencia, en 1826. Se trataba de un maestro de escuela, cómo no, llamado Cayetano Ripoli. Y no fue hasta la regencia de María Cristina, la viuda de Fernando VII, que andaba en guerra con su cuñado Carlos María Isidro que se abolió definitivamente en 1834. Hay quien dice que en los territorios temporalmente en manos carlistas durante estas guerras, esta criminal institución fue restablecida de algún modo. |
26.4.21 Otra retratito de Fernando VII que se las trae. |
26.4.22 Y para terminar, una imagen de un cuadro de Leonardo Alenza, pintor de veta brava (1) que es uno de nuestros pintores preferidos. El cuadro se llama "La azotaina". A saber que trastada hizo el guaje. Allá por 1830, al final del reinado de Fernando VII. (1) Admiradores del innombrable, entonces, Goya. |
26.4.23 En este mural de Goya, luminoso y racial, "La riña en Venta Nueva", vemos una España colorida, pendenciera, pícara y alegre. Era 1777, reinaba Carlos IV. Todavía no se ha producido la reacción clerical y reaccionaria de la Iglesia y la aristocracia ante la revolución francesa, pero no tardará. |
26.4.24 En 1788, Goya pintó este mural, llamado la Pradera de San Isidro. Ahora compárelo con el que pinto entre 1820-1823. |
26.4.25 Aquí, Goya, está de vuelta de todo, prepara su exilio a Burdeos para salvar la mera vida, y pinta este cuadro que es una radiografía del desquicio que ha producido la guerra en España, y sobre todo la reacción de los absolutistas. La monarquía, la Iglesia Católica, la aristocracia terrateniente y el abundante lumpen, empobrecido y alienado, como el que se lanzó contra la jaula donde Riego era trasladado a Madrid para ser ahorcado. A esa España de Calomardes, Chaperones, de desalmados pagados y agrupados en Bandas de la Fe, de serviles cegados por el odio en Juntas Apostólicas y Juntas de Purificación, a esa ralea que protagonizo el terror de 1824 y que sólo sería superado en sus sistemático y brutal quehacer por el franquismo, a esa ralea la pintó Goya como nadie. |
ADENDA 2014 |
26.4.26 George Matthewes, liberal inglés que acompañaba a Riego cuando fue capturado, relató en un interesante libro la captura, escarnio, torturas y humillaciones de Rafael de Riego. Este fue apresado en Andalucía tras ser derrotadas las fuerzas liberales por el ejercito absolutista y los franceses de los Cien mil hijos de San Luis. Los franceses no pudieron evitar que las tropas absolutistas maltrataran a Riego en el viaje a Madrid, de hecho encerraron a Riego en una jaula para que por todos los sitios por donde pasara la comitiva, el lider liberal fuera abucheado por la carcundia local. Llegado a Madrid, fue encerrado en unos urinarios, sí, en unos urinarios. Torturado, humillado y escarnecido hasta el infinito, fue procesado y condenado por un tribunal remedo de la abolida Inquisición, a los efectos lo mismo pero con otro nombre Pese a su petición de clemencia, fue condenado a la Horca y Escarnio público. Por obra y gracias de los ricos matones de la Juntas Apostólicas y de Purificación (en la imagen flanqueando el serón) fue llevado por las calles de Madrid hasta el cadalso en la plaza de la Cebada en un serón de esparto arrastrado por un burro, y en el recorrido el pueblo más ignorante y los reptiles en venta, le jalearon y le maltrataron hasta que llego hecho un guiñapo, perdida su conciencia, balbuceando perdón y destruida su persona. Llegado al cadalso y errático y, como decimos, despersonalizado fue Riego besando los escalones hacia la horca mientras un silencio brutal cayó sobre la plaza cuando el pueblo contemplo la degradación a que se había sometido a aquel héroe liberal. La horca se había construido altísima para que pudiera ser vista desde la lejanía. Por este motivo el verdugo hubo de agarrarse fuertemente a la víctima y lanzarse al vacío. Luego de horas a la contemplación, se le desmembró la cabeza al cuerpo de Riego. |
Versión 1.0 - 01-2000 - Revisión 1.1 - 12-2013