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El Ejército Popular

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La epopeya de las brigadas Internacionales

(Extractado por su interés del libro de Jacques Delperrie de Bayac: "Las Brigadas Internacionales", publicado por ediciones Jucar en 1978)


La República ha perdido. Ha sucumbido ante una fuerza mayor. La intervención de la Alemania nazi y de la Italia fascista al lado de los nacionalistas no es suficiente para dar cuenta de todas las debilidades y de todos los fracasos.

Dominados militarmente, inferiores técnicamente, los republicanos no supieron oir la consigna del presidente de la Internacional Socialista, de Brouckére: «Unirse o perecer».

La República tenía buenas cartas. A menudo las ha jugado mal. Sus partidos, sus clases han continuado durante la guerra sus rivalidades, sus ambiciones, sus fantasmas. En España, la izquierda dividida ha mostrado sus límites frente a un adversario mejor armado y resuelto.

El anarquismo contiene la más alta exigencia del hombre; el estado de guerra no es una circunstancia favorable para su experiencia.

Los comunistas han demostrado en España grandes cualidades y también grandes defectos: los que les son propios.

La intervención germano-italiana ha desequilibrado el conflicto en favor de la derecha. Acudiendo en ayuda de la República, la Unión Soviética, ha roto su frágil equilibrio interior a favor de los comunistas, lo que suscitó bastantes rencores y odios.

La ayuda soviética ha permitido a la República mantenerse durante veintinueve meses, pero no ganar la guerra. Muy importante, fue, sin embargo, menor que las de Alemania e Italia reunidas, que estaban más preparadas y cuyos navíos bloqueaban los puertos republicanos. Además, la inexperiencia republicana hizo que, en ocasiones, se malgastara el material.

En el plano internacional, la defección de Francia fue uno de los golpes más duros que recibió la España republicana. Pero abandonó a Checoslovaquia, lo mismo que abandonó a la República Española. Entrará en la guerra de 1939 en condiciones aún más desfavorables, pero es que ahora Inglaterra ha decidido ante la invasión de Polonia, no ceder.

Francia había sido sangrada cruelmente de 1914 a 1918. El pueblo francés deseaba apasionadamente la paz, ese tesoro inestimable; aspiraba a vivir una vida mejor, más justa. Rehusando la guerra, a veces será acusada de no haber abierto los ojos.

En descarga de los dirigentes políticos de entonces, digamos que es posible interrogarse sobre los partidarios de que Francia ayudara a la España republicana, así por ejemplo, León Blum debiera de haber mantenido lo que dijo antes: «Vamos a ayudar al frente popular español. Eso comporta riesgos. En consecuencia, como en la URSS, como en Alemania, será preciso producir más, trabajar más. La semana de cuarenta horas no entrará en aplicación hasta después de la victoria.

El frente popular francés no tuvo oportunidad: llegó al poder mientras Europa entera se rearmaba. En la derecha, el argumento más falso, sin embargo, muy empleado, era que apoyar a la Re-pública Española era apoyar a los comunistas.

Es evidente que si se trataba de que la República no se hiciera comunista, no se debía dejar que fuera únicamente la Unión Soviética la encargada de acudir en su ayuda.

De 1936 a 1939, la política exterior de la URSS fue como suele ser de ordinario: prudente.

Finalmente, Francia ayudó de todos modos a la República. Le envió armas, entre ellas 200 aviones, en mayor número que ninguna otra nación, a excepción de la URSS. Lo hizo a escondidas, para no atraer las antipatías del campo contrario y sin que sus beneficiarios fueran realmente satisfechos. En el proceso de Riom, se acusará al Frente popular de haber desarmado y debilitado de ese modo al ejército francés.

Los generales de Hitler no creían que estaban desarmado y debilitando a la Wehrmacht al enviar a España a la Legión Cóndor, al experimentar nuevas armas, nuevas técnicas de combate: bombardeo en picado, apoyo de la infantería por la aviación de asalto, empleo de formaciones blindadas en grandes unidades para el choque. A este respecto, España fue para el Overkommandwehrmacht un magnífico campo de experiencias: la penetración de Aragón anunciaba Sedán y, en 1941, la dislocación del ejército soviético de la frontera. Los medios empleados contra Francia y la URSS fueron, naturalmente, superiores, pero la teoría era la misma.

El 7 de junio de 1940, en una playa cerca de Dunkerque, un veterano de la XIV Brigada Internacional, Jean Ballouard, observaba los cientos y cientos de camiones, de autos-ametralladoras y de carros, todos nuevos, de los que muchos fueron abandonados intactos al enemigo. Ese día Jean Ballouard pensó que ese material hubiera sido muy útil en España.

De 1939 a 1945, los veteranos de las Brigadas Internacionales intervinieron en el incendio de Europa. Combatieron a los que habían combatido, pero esta vez en Francia o en su patria.

Las Brigadas Internacionales fueron todo lo que podían ser. Sin duda habrían sido más fuertes si sólo las hubieran compuesto militares comunistas —lo que no sucedió— en una España republicana también comunista— lo que tampoco sucedió. Siempre en lo más duro de los combates, animados por un espíritu de sacrificio incontestable, los voluntarios extranjeros no fueron todos unos caballeros sin miedo y sin mancha, y su historia es una historia de hombres; pero en favor de la causa por la que habían decidido asumir los riesgos, no dudaron en exponer su vida y sus sufrimientos, sin esperar otra recompensa que la conciencia de servir, y por eso las Brigadas Internacionales fueron una epopeya.

¿Cuántos fueron? Veremos algunas cifras que no significan sino cifras aproximadas pues los archivos faltan y las listas son incompletas:


Franceses 9.000
Alemanes y austriacos 5.000
Polacos 4.000
Balcánicos 4.000
Italianos 3.100
Británicos 2.000
Belgas 2.000
Norteamericanos 2.000
Escandinavos 2.500
Otras naciones 2.000

Es decir, un total de unos 35.000 voluntarios, aunque en España nunca hubo más de 15.000 al mismo tiempo.

Unos 10.000 combatientes de las Brigadas Internacionales quedaron para siempre en esta tierra de España que habían venido a defender 1. Hoy, la zona internacional del cementerio de Fuencarral ha desaparecido. Se me dijo que los cuerpos habían sido reunidos en una fosa común.

Raros son los supervivientes que no han sido heridos. Los más graves, en su mayoría, fueron trasladados a la URSS.

Hasta el fin de la guerra de España, hubo en las fuerzas armadas republicanas voluntarios extranjeros, anarquistas, socialistas, trotskistas, antifascistas de diversas tendencias que no formaron parte de las Brigadas Internacionales, quizá debido a su carácter marcadamente comunista, al menos en apariencia. Es extremadamente difícil evaluar su número: todo lo más sería de 1.000 a 2.500 hombres. El socialista alemán Willy Brandt estuvo en Aragón con una columna del POUM.

Entre 3.000 y 4.000 soviéticos sirvieron en España: consejeros, (La cifra de 5.000 muertos, a menudo citada, pues se encuentra en El adiós, de Juan Negrín, a las Brigadas Internacionales, es sensiblemente inferior a la realidad.) tanquistas, pilotos, especialistas. Los consejeros militares desempeñaron un papel importante. Los destacamentos de tanquistas fue-ron retirados en los primeros meses de 1937, así como la mayor parte de los pilotos, una vez que hubo españoles formados para reemplazarles. A los soviéticos, veteranos de españa, les gusta decir hoy que constituyeron la VII Brigada internacional.

Enfrente: 20.000 portugueses combatieron con los nacionalistas, unos 120.000 italianos, y unos 25.000 alemanes, entre ellos el especialista en blindados Von Thomas; el futuro ayudante de campo de Hitler, Varlimont, que más tarde preparará los planes de la Operación Barberousse contra la URSS; Adolf Galland que, en 1945, será el último jefe de los cazas alemanes; Hugo von Speerle, apodado «el arquitecto de Guernica», absuelto en Nuremberg pues el tribunal internacional se declaró incompetente para juzgar los crímenes cometidos en España.

A diferencia de los voluntarios extranjeros que sirvieron bajo la bandera de la República, los fascistas y los nazis vinieron a España en unidades regulares, con sus mandos, su armamento, sus servicios: eso suponía una ventaja enorme. Menos numerosos que los italianos, pero mejor equipados, con un armamento muy moderno, los alemanes, particularmente la Legión Cóndor, fueron para los nacionalistas un punto de apoyo de primerísimo orden.

En diciembre de 1938, el Comité de Socorro a los prisioneros de la guerra de España publicaba un libro blanco, completado en 1939 con un apéndice. Ese Comité incluía especialmente al médico general Peloquin, al coronel sueco Brats, los coroneles franceses Vincent y Bienfait, el mayor inglés Niels Hunter, el senador Marius Moutet y Jules Dumont.

El Comité de Socorro obtuvo por intercambios la liberación de 100 británicos, 95 franceses, 85 canadienses y 11 suizos.

Según ese Comité, en 1939 quedaban detenidos en la España nacionalista más de 500 voluntarios extranjeros de las Brigadas Internacionales, entre ellos 124 alemanes, 16 norteamericanos, 3 argentinos, 1 búlgaro, 1 chino, 1 cubano, 9 daneses, 4 estonianos, 32 franceses, 25 italianos, 12 noruegos, 28 polacos, 1 rumano, 1 mexicano, 14 suecos, 9 checoslovacos, 5 yugoslavos. El primer nombre inscrito en esta lista era el del capitán Agard, uno de los organizadores de las primeras baterías internacionales.

Ninguno de esos hombres fue liberado.

En Francia, en Bélgica, en Holanda, en Polonia, en Yugoslavia, en toda la Europa ocupada y en Italia, en Alemania misma, los veteranos de las Brigadas Internacionales fueron los primeros en tomar las armas contra unos enemigos que conocían perfectamente. Han pagado un duro tributo.

Pierre Rebiére, miembro del comité central del partido comunista francés, ex-comisario del Comuna de París, a quien se le llamaba «el cura», ha sido fusilado en París el 5 de octubre de 1942. En una de sus últimas cartas escribía: «Debo rendir cuenta a mi partido de mis últimas acciones. He escrito lo que he podido para que los que ocupen mi lugar en la Gran Barricada puedan disponer de mis armas y de algunas municiones, con el fin de que mi muerte no sea el fin de la lucha...».

El comandante Francois Bernard, que mandaba el franco-belga André Marty ante el Palacio de Ibarra, que mandó después la XII y después la 139 Brigada, ha sido fusilado en la central de Eysse, el 23 de febrero de 1944. En las horas que precedieron a su ejecución, dijo a sus camaradas que le gustaría unirse al partido comunista francés.

El capitán Gastón Carré, que mandaba la batería internacional Arana Pauker en el Jarama, fue comandante de la Resistencia en la región parisina. Ha sido fusilado en 1942.

El voluntario Joseph Epstein, «coronel Gilles» en la Resistencia, atacó con granadas, acompañado de 20 hombres de un destacamento de la SS de París, en el metro George V, en julio de 1943. Fusilado en Fresnes el 1 de abril de 1944, escribía en su última carta, a su mujer: «Valor, mi queridísima Paula. Es preciso educar a nuestro querido hijo. Hay que hacer de él un hombre bueno y valiente. Su padre le deja un nombre sin mancha. En los momentos de desaliento piensa en mí, en mi amor por vosotros dos, en mi amor intenso que no os deja, que os acompañará en todas partes y para siempre.

«Querida, no te dejes abatir, tu serás, a partir de las tres de la tarde, el padre y la madre de nuestro hijo. Viva la Libertad. Viva Francia...»

De Marcel Langer, antiguo capitán de las Brigadas Internacionales, guillotinado el 25 de julio de 1943, a su mujer: «Conservarás de mí el recuerdo de un hombre bueno para su familia y de un luchador por la libertad de los pueblos. En los últimos momentos de mi vida pensaré en tí. Caigo en la lucha por la emancipación y la libertad...»

De Edouard Tremblay, voluntario en España a los dieciocho años, decapitado con un hacha en Brandeburgo: «Sobre todo, queridos padres, no tengáis ningún odio contra los alemanes. Los pueblos no son responsables, ni el de Alemania, ni el de Francia. Deseo que esta guerra traiga un poco más de justicia y de unión entre los diferentes pueblos y países, pueblos y razas de nuestra tierra. ¡Qué molesto es escribir con las esposas puestas!...»

Del voluntario E. L. Champion, fusilado en Issy-les-Moulineaux, en 1942: «Muero seguro de haber trabajado bien por el porvenir de nuestro querido hijo, por el porvenir de toda la humanidad trabajadora, por el progreso contra la barbarie y la esclavitud».

Del voluntario Julien Hapiot, gravemente herido en el Ebro, organizador de la Resistencia en la región del Norte, fusilado el 13 de septiembre de 1943: «Un valiente camarada, Robert Henri, ha sido condenado a muerte esta mañana por haber albergado a un valeroso partisano. Su actitud es ejemplar; le hice repasar la letra de La Marsellesa pues cantándola iremos al pelotón de ejecución».

El teniente-coronel Jules Dumont, que mandó el batallón Comuna, de París ante Madrid, después la XIV Internacional hasta diciembre de 1938, demostró un gran valor en la lucha contra los ocupantes. Ha sido fusilado en 1943.

Pierre George, convertido en el coronel Fabien, murió en Habsheim, Alto Rhin, en diciembre de 1944, en las filas del 1.° Ejército.

El coronel Puts, que mandó la XIV Internacional, después la 1 División vasca, murió el 28 de diciembre de 1944 ante Grussenheim, Alsacia.

Al declararse la guerra, republicanos españoles y extranjeros de las Brigadas se inscriben en el ejército. Como el reglamento francés no permite que los extranjeros sirvan en otras unidades que no sean la Legión, es con ella donde han combatido. Lo que no tuvo lugar, al principio, sin algunas dificultades, pues encontraron una disciplina muy rigurosa y un espíritu tradicionalista que no era el suyo, pero las cosas se arreglaron pronto: esos legionarios de izquierdas aceptaron la disciplina lo preciso para no dejar de ser lo que eran; fueron soldados muy buenos. En 1944, no existieron ya problemas para admitir a los españoles y otros extranjeros en el 1° Ejército.

Otros extranjeros se evadieron de los campos y se unieron a los maquis franceses. Entre ellos italianos, polacos, alemanes, en Lyon los judíos del grupo Carrnagnole.

Había dieciocho extranjeros sobre los veintitrés del grupo Manouchian-Boczov, fusilados en 1944. Cuatro eran veteranos de las Brigadas: los polacos Grzywacz, Kubacki, Gedulfig; el húngaro Boczov. Un quinto, el español Celestino Alfonso, había sido teniente del ejército republicano.

En memoria de esos hombres, Aragon escribió en enero de 1955:


«Eran veintitrés cuando los fusiles florecieron
Veintitrés que daban su corazón antes de tiempo
Veintitrés enamorados de vivir al morir
Veintitrés que gritaban a Francia al caer.»

Los antiguos voluntarios alemanes Karl, Rudolf Engel, Helmuth, Thomas, Max Fricdeman, Otto Kühne, crean en Francia el «Comité de Alemania Libre» (Calpo). En algunos de sus golpes de mano, operaban vestidos con uniformes de la Wehrmacht.

El checo Arthur London, convertido en el comandante Gérard, es en Francia el responsable nacional del Trabajo Alemán, que organiza la propaganda anti-hitleriana entre las tropas de ocupación. Detenido por la Brigada Especial Antiterrorista, deportado en marzo de 1944 al campo de Mauthausen, a su vuelta a Francia, recibirá la cruz de guerra con palmas y la Legión de Honor a título militar.

Numerosos republicanos españoles se unieron al maquis del Sudoeste; muchos garibaldinos combatieron en los Alpes Marítimos.

El yugoslavo Illic, jefe de guerrilla en España, ha sido en Francia uno de los dirigentes del MOI, la organización de los trabajadores emigrados.

No es, naturalmente, posible relatar aquí las acciones de todos esos hombres, franceses y no franceses, que lucharon codo a codo. Entre lo que han dado su vida citemos aún al comisario de la XIV, Jean Hemmen, fusilado. Fusilado también Haudecoeur. Muerto en combate en el suelo de Francia, Lafond. Otros muchos han desaparecido en los combates por la liberación, en Provenza, en Alsacia, en Alemania con Rhin y Danubio, al mando del general Lattre de Tassignv.

El último jefe del Comuna de París, el capitán Roll, desapareció en el curso de un combate en la Sierra de Caballs. Henry Tanguy tomó su nombre. El 25 de agosto de 1944, el coronel Henry Roll-Tanguy recibió con el general Leclerc la rendición de Von Choltitz, jefe militar del «Gran París». André Bretón, Honoré Gallí, Caput, Fabien estaba a su lado.

Boris Guimpel ha sido jefe de la red del Frente Nacional (Fa-Na) y comisario de operaciones de la Resistencia en la zona Sur, después, en agosto de 1944, miembro del estado mayor nacional de los FFI. A continuación hizo la campaña con el 1º Ejército francés.

Francois Vittori ha sido uno de los principales jefes de la insurrección nacional en Córcega. Detenido por los alemanes, Jean Chaintron fue, después de la liberación, prefecto de la Haute-Vienne, después senador.

Emile Boursier estuvo a punto de morir a manos de sus antiguos camaradas. Primero, herido en un atentado por la Resistencia de la región de Lyon, que le había tomado por un colaborador, mandó a continuación un grupo franco con el que atacó dos trenes blindados entre Tenet y Ambérieu, después el hospital Antiquaille. En esta operación, fueron liberados 24 prisioneros y conducidos al maquis de Iserón.

El comandante Jacquot fue uno de los jefes de la Resistencia de la zona Sur. El voluntario Blesy es teniente-coronel de la Resistencia en la región de Marsella. Beaulieu y el teniente coronel Delcamp, están en Toulouse, Clouet y Lemaitre en el Este, Cotille en el sector Sur de París, todos con la Resistencia.

Los doctores Róuqués, Reboul, Henri Chrétien e Yvonne Roben estuvieron en la clandestinidad y organizaron el servicio de sanidad de la Resistencia.

Entre otros, citemos a Marcel Brunand, Aimé Turrel, Albert Canova, Célestin Campagno, Marc Perrin, Fernand Belino, Lean Ballouard, Bessiéres, Schmidt, Vallet, Fongarnand.

Marc Perrin ha sido deportado a Dachau; Fernand Belino a Buchenwald, y fue uno de los organizadores de la revuelta del campo, el 11 de abril de 1945. Roger Codou fue internado en Argelia.

Francois Billoux formó parte del gobierno provisional presidido por el general De Gaulle, en Argelia, en 1943, y André Marty de la Asamblea Consultiva.

Tras la entrada en guerra de los Estados Unidos, numerosos veteranos de la Brigada Washington-Lincoln han combatido en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Algunos, como Thompson, antiguo secretario del partido comunista de los Estados Unidos, recibieron las más altas distinciones militares norteamericanas.

Trasladados al campo de Djelfa, en el Sur de Argelia, tras la derrota de junio de 1940, los polacos de la XIII Dabrowski fueron liberados por los Aliados en 1942. Entonces se dirigieron a la Unión Soviética. Con el general Walter, participaron en la reconquista de Polonia, después combatieron en Alemania, hasta llegar a Berlín.

En los durísimos combates que enfrentaron a los partisanos yugoslavos con el ejército alemán, los veteranos de las Brigadas Internacionales —XIII, XV y 129— desempeñaron un papel de primer orden, y su experiencia en España les sirvió de mucho.

Piloto de la RAF, el sobrino de Churchill, Esmond Romilly, murió durante la Batalla de Inglaterra.

En Italia, los garibaldinos, con Luigi Longo y Palmiro Togliatti, están a la cabeza de los antifascistas que lucharon contra Mussolini en Lombardía y el Piemonte.

Los húngaros de las Brigadas Internacionales son los primeros en tomar las armas contra las fuerzas del almirante Horthy. También ellos pagaron un pesado tributo, y lo mismo los rumanos, los búlgaros, los albaneses, los griegos, los checoslovacos, los holandeses, los belgas, los noruegos, los daneses.

Voluntarios de las Brigadas Internacionales fueron entregados por Vichy a los ocupantes, y republicanos españoles a Franco. Entre los primeros: Franz Dahlem, internado en Mauthausen, liberado en abril de 1945, y Herman Langbein, hoy secretario del Comité de Veteranos de Auschwitz. Otros fueron internados en campos de trabajo de Francia o África del Norte, algunos de los cuales fueron auténticos presidios, como el campo de Adjerat, en el Sur de Argelia.

Digamos también que algunos cambiaron de campo. Aventureros o comunistas decepcionados que se pasaron a la extrema derecha. El ex-jefe de los Pioneros, Jacques Vaillant, llamado Coco, formó parte del Servicio de Orden Legionario de Darnand, después de la Milicia. Nick Gillain ha pertenecido a la Legión Wallonie. En la «Legión de los voluntarios franceses para combatir al bolchevismo en el frente del Este», había tres o cuatro veteranos de las Brigadas.

El ex-secretario del partido comunista francés Marcel Gitton, fue abatido en 1941, verosímilmente por sus antiguos camaradas. Desenmascarado, Marcel Gitton había roto abiertamente con el partido comunista francés en 1939, uniéndose a Doriot.

El cagoulard Henri Dupré prosiguió su carrera durante la ocupación. Agente del Abwehr con el número de matrícula 7102, responsable de cientos de detenciones y ejecuciones, declararía en su proceso que había sido en España, mientras formaba parte de las Brigadas Internacionales, cuando había estrechado relaciones con los nazis.

Condenado a muerte por la Corte de Justicia de París, Henri Dupré fue fusilado el 27 de febrero de 1951 en el fuerte de Montrouge.

Turiferario del fascismo español en Radio Zaragoza en 1938, Jean Herold-Paquis se convirtió enseguida en el apologista de la Alemania nazi, en Francia primero, de finales de 1941 a agosto de 1944, en Alemania después, desde la huida de los colaboracionistas. Condenado a muerte por el Tribunal de justicia de París, Herold-Paquis fue fusilado el 11 de octubre de 1945 en el fuerte de Chátillon.

De todas las tragedias de la guerra, una de las más espantosas es la de Ferdinand Vincent. Miembro del partido comunista, veterano de la XIV Internacional, Ferdinand Vincent se hizo en 1941 uno de los jefes de la Resistencia de Charentes. Entonces, organiza atentados y sabotajes. Arrestado por la Gestapo en julio de 1942, para salvar su vida, acepta ponerse a su servicio. Considerado por los Alemanes como un agente muy activo y muy eficaz, Ferdinand Vincent provoca la destrucción de muchos maquis y la detención de muchos patriotas. Ferdinand Vincent fue condenado a muerte el 29 de octubre de 1948, en Burdeos, y fusilado.

Diezmados en España y durante la Guera mundial, los voluntarios han tenido también que sufrir los golpes de Stalin, que parece haber sospechado especialmente de ellos, quizá porque pensaba que unos hombres semejantes no aprobaban todos los aspectos de su política.

Numerosos soviéticos de los que sirvieron en España han sido liquidados.

Entre los extranjeros: el general Kléber, fusilado sin duda a finales de 1938, el húngaro Gal, el yugoslavo Copic.

Hoy todavía no son enteramente conocidas las causas de tantos crímenes, excepto esta humilde verdad del sentido común: es una locura convertir a un hombre en Dios.

Antes de ser colgado, en 1949, Laszlo Rajk, ministro de Asuntos Extranjeros en Hungría, ex-comisario del batallón Mathias Rakosi, tres veces herido en España, debía confesar que había sido enviado por la policía secreta del almirante Horthy «con una doble intención: descubrir los nombres de los miembros del batallón Rakosi y conseguir disminuir la eficacia de ese batallón en el plano militar. Debo añadir que también hice propaganda troskista». No se sabe qué pensar de tales confesiones.

En esta época, el gran ausente de la nueva serie de procesos según el rito estalinista ya no es Trotski, asesinado en México en 1940, sino Tito. Numerosos veteranos de las Brigadas Internacionales son detenidos, juzgados, condenados, entre ellos Arthur London, entonces vice-ministro de Asuntos Extranjeros de Checoslovaquia, que pasará cinco años en prisión antes de ser rehabilitado en febrero de 1956.

En los Estados Unidos, el doctor Barsky y otros veteranos de la XV Washington-Lincoln fueron inquietados en los tiempos del maccarthysmo. Los que no se han exiliado, siguen vigilados por el FBI y otras diversas policías:

Otros veteranos de las Brigadas Internacionales han desaparecido después de 1945.

El general Walter-Karon Swierczewski murió luchando contra los guerrilleros anticomunistas, en marzo de 1947, cerca de Baligrod (Polonia). El 2 de junio de 1946, Maurice Laban, ex-teniente de la XIV Internacional, murió con el aspirante Maillot, liquidado por el ejército francés, en Argelia, mientras intentaba formar un maquis comunista. Las circunstancias del asunto son poco claras. Parece que la Resistencia no había visto con buenos ojos esta iniciativa.

El voluntario Albert Ferrand, de Bagnolet, fue asesinado por un comando de extrema derecha, en noviembre de 1956, mientras defendía los locales de l'Humanité

Esos son los últimos muertos en lucha de las Brigadas. La enfermedad, las secuelas de las pruebas sufridas, no dejan de aclarar las filas, Han desaparecido: Marcel Sagnier, Gabriel Fort, el doctor Rouqüés; recientemente Marcel Brunand, el secretario comunista del anarquista Buenaventura Durruti.

En Francia los mutilados de las Brigadas Internacionales tienen unos escasos subsidios, el que concede la ley Cordonier a los inválidos. Los ayuntamientos comunistas han proporcionado empleo a algunos. Para otros, como el yugoslavo X, ciego, es la miseria.

En tiempo de Stalin, X firmó un texto condenando el titismo. Hoy Stalin está muerto, pero X no puede volver a su país.

En Italia, los garibaldinos de las Brigadas internacionales tienen los mismos derechos que todos los demás combatientes, incluidos los del cuerpo expedicionario de Mussolini en España, y sucede que los que lucharon entre sí en el Palacio de Ibarra y en Brihuega hacen cola ante las mismas ventanillas, son examinados por los mismos médicos cuando están enfermos, y después de todo, nadie se queja.

Por otra parte, Italia es el país occidental donde los veteranos de las Brigadas ocupan puestos más vistosos: Luigo Longo, ex-Gallo, es secretario del partido comunista italiano; Pietro Nenni es secretario del partido socialista unificado; Randolfo Pacciardi es el jefe del partido republicano; Giuseppe Di Vittorio, llamado Mario Nicoletti, fue secretario de la CGT hasta su muerte, en 1958; Vittorio Vidali, ex-Carlos Contreras, ex-comandante Carlos, ha sido el jefe comunista de Trieste.

Tito es el jefe del Estado Yugoslavo. Una veintena de generales yugoslavos son veteranos de las Brigadas.

Muerto recientemente, Ferenc Munich, que fue Presidente de la República Húngara, había mandado en España la XI Brigada Internacional.

Walter Ulbricht es Presidente de la República Democrática Alemana. En el gobierno de la RDA hay hoy seis veteranos de España, entre ellos Franz Dahlen, vice-ministro de Educación; Remer, ministro de Transportes. Hoffmann, ex-jefe de batallón de la XI, es ministro de Defensa. Heinrich Ray fue ministro de Industria, Richard Staimler, general de la policía.

En Polonia, el vice-presidente del Consejo, Szyr, es un veterano de la XIII, Dabrowski; Joseph Kutin, ex-intendente da la 35,a División, es vice-ministro de Comercio Exterior. Grzegorz Korczynski, veterano de España y después resistente en Francia, fue vice-ministro de Defensa.

En Francia, André Marty ha sido excluido del partido comunista francés en 1955. Murió años más tarde, igual que había vivido: insociable, irascible. Expulsado fue también Auguste Lecoeur, durante algún tiempo delfín de Maurice Thorez, tras haber sido el organizador de la gran huelga de mineros del Pas-de-Calais, en mayo de 1940. Expulsado asimismo, Jean Chaintron, llamado Barthel en la guerra de España. Dirige una pequeña editorial.

Vital Galman, ha dejado el partido comunista en 1939. Es periodista.

Francois Billoux es miembro del Comité Político del partido comunista francés y presidente de honor de Los Amigos de los Voluntarios en la España Republicana.

Frangois Vittori prepara un libro sobre la liberación de Córcega.

Maurice Lampe fue jefe del Gabinete de Laurent Casanova, ministro de los Antiguos Combatientes, en 1946. Hoy está retirado. Ha comprado una pequeña casa en el Vendómois y la está reparando.

Maurice Thomas cultiva abejas.

Téngase en cuenta que pueden haberse producido variaciones en los doce años transcurridos desde la publicación original ea Franela de este libro (en 1968) y la época actual. (N. del T.)

André Malraux es ministro de Asuntos Culturales.

Pierre Rósli trabaja en un garaje.

Leib Jampolski, llamado Jean Paul, es ciudadano soviético. Está empleado en el servicio de turismo.

Célestin Campagno es pocero en Lyon. Le gusta su trabajo, su vida subterránea. Tiene, pues, una buena razón para ser un hombre dichoso.

Boris Guimpel ha continuado su trabajo de arquitecto. Construye un grupo escolar.

Fernand Belino es alcalde adjunto de Epinay-Sur-Seine y consejero general. Le han arreglado el pie. En sus ratos libres cultiva rosas.

El doctor Henri Chrétien ejerce su profesión en París. Es un apasionado del alpinismo.

André Bretón es miembro del comité de empresa de Nord Aviation. Se ocupa de los asuntos sociales.

Aimé Turrel a vuelto a Lyon. Ha perdido a su inseparable, Marius Brunand.

Roger Codou dirige una sociedad de importación-exportación, en el barrio de la Opera.

El teniente de la XIV, Louis Godefroy, delegado del comité general de la Resistencia de la zona Sur para el Limousin, la Creuse y la Dordogne, es con Rol-Tanguy y Blesy uno de los tres compañeros de la Libération que cuentan las Brigadas. Vive en Burdeos.

Gabriel Hubert es jefe de una central térmica en la región parisina.

Francois Ruiz está en la Casa del Pueblo, en Vénissieux.

Los voluntarios de las cincuenta y tres o cincuenta y cuatro naciones que estuvieron en las Brigadas Internacionales son hoy una pequeña masonería muy amistosa. Con ocasión de los aniversarios, de las conmemoraciones, se reúnen, se reconocen. Cada vez son menos numerosos, han envejecido, pero sé que todos pueden suscribir lo que escribió el republicano español Celestino Alfonso algunas horas antes de ser fusilado: «Si volviera a empezar, sería el primero».

Tras la muerte, en noviembre de 1975, del dictador Franco, numerosas representaciones de antiguos miembros de las Brigadas Internacionales han visitado algunos de los lugares donde combatieron. Unos de forma oficial, otros privada. (N. del T.)