S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
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El Ejército Popular |
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L 2) Evolución de las Brigadas Mixtas Mike Blacksmith La brigada Mixta evoluciona. Pocos después de su creación, cambia la composición de la B.M. La realidad se impone y las unidades de servicios se adaptan a las existencias y además se crea una compañía de infantería de reserva en cada batallón, cuyo destino suponemos sería estar siempre seca de efectivos. Las iniciales compañías se ametralladoras se refunden en una sola, más dotada y sobre todo, más de acuerdo con la realidad armamentística. El grupo de artillería se queda en una batería de 2-3 piezas. La sección de caballería pasa a pelotón y la de morteros lo mismo. La compañía de ingenieros pasa a sección de zapadores. Se añade un pelotón de autos blindados en la tercera brigada de cada división. En definitiva, la brigada mixta se adapta a las circunstancias, aumentando en lo que realmente hay en abundancia: reemplazos. El batallón pasa de 630 hombres a 828. Todo esto sobre el papel. Pero fuera del papel, la realidad es distinta, pues las brigadas jamás tuvieron sus efectivos al completo excepto cuando fueron creadas, y no todas. Abordamos aquí uno de los mayores defectos del E.P. las unidades creadas sobre el papel nunca responden a la realidad. Los rebeldes juntaban primero los efectivos de la futura unidad, y cuando estaba al completo, armada e instruida, se le daba nombre y destino. Los republicanos lo hacían al revés, creaban la unidad con nombre y destino sobre papel del E.M. y luego se iba juntando la gente, las armas y de paso se les iba instruyendo. Si urgía, las unidades partían al frente incompletas, desarmadas y sin instruir. Este estado de permanente precariedad no era por gusto, el E.M. era consciente de la debilidad armamentística de sus unidades y de su peor instrucción y disciplina. Por ello, el E.M. mantenía en primera línea el 75% de sus efectivos y el resto como fuerza de maniobra. Los rebeldes que tenían severas instrucciones de resistir cualquier ataque hasta la llegada de refuerzos, tenían solamente el 60% de sus efectivos en línea y un 40% de fuerza de maniobra. Estando mejor armadas, e instruidas y siendo más disciplinadas, esa mayor masa de maniobra rebelde arroja mucha luz sobre las derrotas republicanas.
Como en todos los ejércitos, las brigadas alcanzaron por méritos propios su propia especialización, su calidad, digamos. Calidad que ya formaba parte de marchamo de las columnas y batallones de la época anterior a la militarización. Y así distinguimos tres tipos de brigadas atendiendo a su capacidad combativa. Unidades de choque. Aquellas que tenían demostrada una cierta fiabilidad y disciplina. Destacaban las brigadas internacionales, las del V C.E. y las del Ejército de Maniobra. Siempre estaban en todos los fregaos, pero a cambio se libraban del permanente servicio de primera línea. Los soldados estaban bien atendidos, tenían las mejores armas, disponían de tanques y blindados en sus asaltos, tenían baterías antitanque y DCA, y la mejor sanidad y alimentación. A cambio sufrían dura disciplina, castigos ejemplares, y mortífero adoctrinamiento cotidiano a más de proselitismo. Su origen era mayoritariamente voluntario, pero con el tiempo los reclutas novatos o adquirían el espíritu del cuerpo o lo llevaban crudo. Un ejemplo, es la 11 división, la División Lister, que como en las Brigadas Navarras del bando contrario, no se chaqueteaba. Te retirabas cuando recibías la orden, de lo contrario allí te quedabas hasta palmarla. Esta disciplina se extendió al V C.E. y posteriormente al Ejercito del Ebro y explica la resistencia republicana del Ebro, donde reclutas catalanes bien instruidos con clases de tropa muy veteranas y fogueadas fueron mandadas por oficiales de milicias y comisarios de la élite militar del Ejército Popular (básicamente del Partido Comunista). Las brigadas con este espíritu y disciplina eran una minoría. Unidades de primera línea. Estaban en las trincheras que les correspondían y participaban en las batallas de su sector. A veces con tanto arrojo como las unidades de choque. Solían tener mucha movilidad cambiando de división y hasta de gran unidad con frecuencia. Eran duras en la defensa y se comportaban aceptablemente salvo algunas pero sonadas excepciones. En todos los cuerpos había brigadas con brillante historial penando en incomodas trincheras que hubieran merecido mejor uso. Su armamento era como el del resto de las unidades, de dispar calidad. La valía de muchas de estas unidades obedecía a causas variadas, pero fundamentalmente a dos: jefes eficientes y/o núcleos iniciales de voluntarios muy concienciados vertebrando las clases de tropa, etc... De las 50 BBMM primeras fueron más de la mitad. No creo que las brigadas que pudieran estar comprendidas en los dos anteriores epígrafes llegaran al 30 por ciento de las 200 Brigadas Mixtas que el Ejército Popular llegó a tener en línea. Unidades estáticas. Llegaron al frente, algunas combatieron en la primera hora cuando eran batallones de milicianos y poco más hicieron, salvo vida de trincheras y pequeños golpes de mano. Se pasaban meses y meses en las trincheras lo que era terriblemente desmoralizador, y de hecho tenían el índice mayor de deserciones. De las 50 primeras BBMM fueron sólo 12. La llegada de reemplazos, mucho menos motivados ideológicamente, y la llegada también de oficiales en campaña, de igualmente, escasa motivación política, agravó aún más la escasa capacidad ofensiva de estas unidades. El frente de la Sierra madrileña es el ejemplo más palmario de esta situación. Pero pasó también durante largas temporadas en el frente de Aragón, Extremadura y Andalucía. Sus oficiales podían ser profesionales, de milicias, de complemento o de campaña, pero todos tenían escaso bagaje militar y cuando esto ocurre en un ejército es corriente que los mandos se refugien en el maldito ordenancismo que amarga la vida de la tropa. Poco a poco y en situaciones de escaso combate, el derrotismo y la desmoralización harían de las suyas según la guerra se adentraba y según los suministros flaqueaban. El Ejército Popular sufrió de una severa burocratización, grave contradicción en un ejercito popular, según la guerra se decantaba inexorablemente hacia la victoria rebelde. No sería justo dejar de señalar, que unidades de poco brillante historial como las que describimos tuvieron en ocasiones comportamientos más que aceptables, como es el caso de la ofensiva de Extremadura a principios de 1939, ofensiva con un importante éxito inicial que sorprendió incluso a sus desganados Jefes y Estados Mayores. Pues es muy difícil sobreponerse a por qué luchar si todo está ya perdido. Cuenta Líster que la 11 división tuvo que hacerse cargo de unos batallones de una brigada disuelta por mal comportamiento en combate y que cuando vio el lamentable estado en que venían estos soldados comprendió su comportamiento. Abandonados por sus oficiales, mal vestidos, mal alimentados, sucios y sin afeitar en semanas, llenos de piojos, etc... Les aplicó su propio método regenerativo, que era comida y coñac, higiene, nuevos uniformes, teóricas, y una sesiones diarias de comisarios cargantes que debían ser peores que las de los capellanes rebeldes. Pero el caso es que, dice Líster, aquellos soldados se comportaron posteriormente como cualquiera de la 11 División. Esta anécdota explica también, qué pasaba en las brigadas mixtas eternamente atrincheradas en zonas de relativa calma y cómo a los ejércitos en esta tesitura se les disuelve como azúcar en agua el espíritu combativo. La evolución ulterior. La evolución de las Brigadas Mixtas, una vez que sus efectivos quedaron fijados, fue la natural de un ejército que va perdiendo la guerra inexorablemente y se ve abocado a tomar decisiones estratégicas radicales para cambiar este curso. Está claro que si atacas y no ganas tendrás mayores pérdidas que el contrario. A la contra siempre se tienen menos bajas, pero si además, estás a la defensiva y con menor potencia de fuego terrestre y aéreo, las bajas también son mayores. A medida que se cubren las bajas con reemplazos, la calidad de la unidad sólo se recupera en retaguardia, es decir con instrucción. Y de paso las compañías conforman las relaciones personales entre la tropa y con los oficiales que convierten a una unidad en apta para el combate. Esto que puede parecer irrelevante es vital a los niveles de compañía, sección y pelotón. Y es decisivo en momentos de apuro. La resistencia a ultranza es difícil cuando a nadie le importa nadie y nadie conoce a nadie y si además los mandos a todos los niveles no están a la altura de las exigencias, la desbandada será muy probable. Esta tesitura fue muy corriente en el Ejército Popular y explica muchos fiascos. De la misma manera, cuando el Ejército Popular tuvo la oportunidad de reorganizar sus fuerzas, cual es el caso del Ejército del Ebro, con tiempo y medios, surgen unidades de calidad que emulan y superan al contrario. Pero el estudio de las brigadas mixtas nos descubre otras verdades y defectos del Ejército Popular. Una primera y no anecdótica es que se pretende inicialmente mandar las unidades con oficiales del ejército regular y para ello se asciende a muchos oficiales retirados a comandantes y se les pone al mando de unidades que constan de voluntarios ex-milicianos y reemplazos sin instrucción. Muchos de estos oficiales se comportaron aceptablemente, pero muchos otros provenían de destinos burocráticos del ejército con escasa aptitud para el mando de combate, buenas voluntades aparte, que esa es otra. Con el tiempo observamos como los mandos de las brigadas mixtas son tremendamente volátiles y como tarde o temprano las brigadas terminan en manos de mayores de milicias con menor bagaje técnico pero supuestamente mayor fidelidad. Otro estudio interesante es el referente a la movilidad de las Brigadas Mixtas dentro del territorio republicano. El grueso de estos movimientos siempre respondió a las necesidades bélicas y lo expresamos claramente en el gráfico que sigue. También se pueden clasificar a las brigadas por este criterio:
Un primer grupo, el mayoritario, serían las unidades que quedaron en su sector inicial independientemente de los movimientos dentro de su gran unidad y sector. Otro es el de las unidades destinadas a nuevas ofensivas, como Belchite (V Cuerpo) y Peñarroya (flechas 2 y 6) Las unidades que acudieron en refuerzo de otros sectores (flechas 1 y 3) serían otro grupo migratorio, como las brigadas asturianas y santanderinas expedicionarias en Euskadi y también las divisiones de maniobra que salieron del Ejercito de Extremadura y de Andalucía para tratar de contener la rotura en dos del territorio republicano en la primavera de 1938. Otro más las unidades que acudieron en defensa de Valencia (4) para reforzar el ejército de Levante y las que envió Miaja a regañadientes para reforzar el GERO y (5) las pocas fuerzas que el GERC mandó a su homonimo, el GERO, cuando Cataluña se hundía. Finalmente, quedarían las fuerzas del GERO en retirada. Las fuerzas del grupo 2, no volverían jamás a sus destinos originales y terminaron sus días disueltas en el exilio. Lo mismo ocurren con los refuerzos de Miaja que quedaron al Norte tras la rotura del territorio republicano. Los refuerzos de los Ejércitos de Extremadura y Andalucía, tuvieron de todo, unas volvieron a sus sectores, otras se integraron definitivamente en sus nuevos sectores tras la profunda reorganización que sufrió el Ejército Popular tras la ofensiva de primavera rebelde de 1938. Las fuerzas agrupadas para la ofensiva de Peñarroya tuvieron tiempo para regresar a sus sectores, pero fue su último movimiento. Y así, mientras algunas brigadas no se movieron jamás de sus frentes, otras se dedicaron más que a luchar, a viajar de un sector a otro y de una división o gran unidad a otra. De las 50 primeras BBMM, 29 cambiaron de teatro de operaciones y muchas más de sector. En el primer caso parece justificado según las necesidades de la guerra, como decimos, pero en el segundo caso, no parece nada justificado. El estudio de las brigadas mixtas no explica satisfactoriamente este fenómeno de cambios de sectores, y no hablamos de unidades retiradas del frente por quebranto. Y o bien los Estados Mayores no funcionaban todo lo correctamente que debieran, o algunos de sus miembros trabajaban por su cuenta con intereses inconfesables, como algunos autores han señalado de pasada. Algo de esto hubo en los preparativos de la señalada ofensiva de Peñarroya en 1939, dónde muchos de los movimientos de aproximación no resisten el más mínimo análisis bélico. En lo que respecta a la movilidad de mandos y comisarios, el estudio de estas plantillas señala, aunque débilmente, que cuanto menos movilidad de mandos y comisarios mejor comportamiento, pero también hay señaladas excepciones como las brigadas 1, 3 y 33 por ejemplo. En las 50 primeras BBMM hubo 208 mandos (contabilizados, pero seguro que hubo bastantes más) que dan una media de 4 mandos por brigada en el transcurso de dos años de guerra, si obviamos los periodos milicianos. Los comisarios contabilizados fueron mucho menos, sólo 92 para 50 brigadas dando una media de casi dos por brigada, pero apostamos que también hubo muchos más. No nos atrevemos a hacer afirmaciones categóricas sobre este fenómeno, más, desconociendo la movilidad de mandos en el ejército contrario, pero aún así nos parece excesivo, y sobre todo, malo para el espíritu de cuerpo de las unidades. Para terminar este capítulo, no deja de sorprendernos, el empeño en mantener y reorganizar brigadas de mal resultado y/o con gran número de bajas. ¿No hubiera sido más eficaz repartir estos efectivos entre otras brigadas de mayor valor militar a la espera de una homogenización y mejora? ¿Había miedo a perder unidades y efectivos en un ejercito que estaba sobredotado de hombres y mal dotado de armas? ¿Es esto un aspecto más de la burocratización que reinaba en los Estados Mayores? Quizá sí, pero quizá también estos fenómenos de movilidad de brigadas y de mandos, amén de las políticas de reorganización y descanso tuvieran menos importancia de la que le damos, dado que como apuntamos en el primer capítulo de esta obra, las causas de la derrota militar del Ejército Popular fueron otras, mucho más importantes y radicales y que se resumen en la cuestión material, la cuestión organizativa y la cuestión de instrucción (véase causas militares de la derrota del Ejército Popular)
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