S.B.H.A.C. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores |
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El Ejército Popular |
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L 1.b) Las Brigadas Mixtas Francisco Ciutat (Relatos y reflexiones... 1974) He creído conveniente destacar las brigadas mixtas por el extraordinario papel que desempeñaron en el Ejército Popular. Fueron, sin duda, la "pequeña gran unidad" de aquel ejército, capaces de vivir, desplazarse y combatir por sus propios medios, tanto en el ataque como en la defensa. Mandadas, en su enorme mayoría, por mayores de milicias que no habían cursado otros estudios que los del campo de batalla, eran relativamente fáciles de dirigir y su jefe disponía de un pequeño Estado Mayor con medios reducidos de comunicaciones, y servicios de retaguardia. Orgánicamente estaban constituidas por cuatro batallones de infantería (las del Ejército del Norte sólo tenían tres); un grupo reducido de artillería; una sección de morteros y un escuadrón de caballería El batallón tenía cuatro compañías de fusiles y una de ametralladoras. Su plantilla normal era de unos 600 hombres con hasta 450 fusiles activos, 9 fusiles ametralladores y 8 ametralladoras. En la realidad solían faltar muchos fusiles ametralladores El grupo artillero tenía dos baterías de cañones ligeros (normalmente de 75 mm) y una batería de obuses ligeros, que figuraba raramente en los efectivos reales de las brigadas mixtas. Las baterías a tres piezas, por lo que, en plantilla, el grupo tenía nueve piezas, en la realidad no pasaban de cuatro a seis en la mayor parte de los casos. Tampoco la sección de morteros (normalmente de 60 mm) solía tener sus efectivos al completo. No todas las brigadas, ni mucho menos, disponían de escuadrón de caballería, que en muchas ocasiones quedaba reducido a un pequeño grupo de enlaces a caballo Normalmente, se consideraba con buena capacidad combativa á la brigada mixta que tenía alrededor de 3.000 hombres con 1.500 fusiles activos, unos 20 fusiles ametralladores y 12 ametralladoras, dos o tres morteros de 60 mm y seis cañones de 75 mm. Pero en el periodo critico de las operaciones de Aragón, hacia fines de marzo y comienzos de abril de 1938, las brigadas mixtas allí empeñadas estaban muy por bajo aun de estos efectivos considerados corno "normales". Hubo repetidos casos, como se destaca en el texto, de brigadas mixtas de los cuerpos de ejército XXI y XXII. que apenas equivalían a un batallón normal, por sus efectivos reales Como hemos dicho, la brigada mixta se empleaba formado parte de una división, o independientemente. Aunque se trataba de que las brigadas mantuviesen lazos orgánicos permanentes con la división a que pertenecían, eran muy frecuentes los cambios.
L 1.b.1) EL proceso Orgánico Vicente Rojo (Así fue la defensa de Madrid... 1967) En este período de la defensa de Madrid se inició la reorganización del Ejército de Milicias. Tal actividad se llevó a cabo con simultaneidad al desarrollo de la batalla. Abarcó tareas tan indispensables y urgentes corno de difícil realización, pero era necesario emprenderlas abordando el problema a fondo y por completo, porque de otra manera ni siquiera se podían conocer los medios con que contábamos, ni liquidar la intervención política en las cuestiones castrenses y, concretamente, en la ejecución de las operaciones de guerra. La ingerencia de los partidos políticos, sindicatos y organismos de distinta naturaleza fue, en algunos aspectos, eficaz, pero, en otros muchos, perniciosa. Se hacía preciso restringirla y encauzarla de manera útil y, dicho sea en honor a la verdad aunque aquellas influencias no cesaron totalmente, con la obra que se llevó a cabo ganaron mucho la disciplina, las posibilidades de acción del Comando y el regular desarrollo de todas las actividades de guerra. Llevar a cabo tal obra en plena batalla costó grandes esfuerzos, pero se vencieron todos los obstáculos y entre diciembre y enero se pudo dar una estructura de Ejército, relativamente articulado, a lo que a primeros de noviembre no era más que una polvareda de pequeñas unidades, grupos y Columnas de combatientes arbitrariamente organizadas, a las cuales sólo se les había dado la fachada de una organización regular. No obstante, en esto, como en todo, había excepciones; pues algunos Batallones salidos de los centros de organización de ciertos partidos se mostraron desde el comienzo como excelentes unidades; en este caso puede afirmarse que, más que a la bondad y a los afanes de los organizadores el feliz resultado se debía a las sobresalientes dotes de mando de algunos jefes de Milicias. Tal vez sea exagerado decir que a comienzos de enero ya teníamos un Ejército; le faltaba mucho para serlo; simplemente se había encauzado bien el problema en todos los planos desde el Comando Superior; lo demás vendría progresivamente por efecto de la disciplina de la instrucción y de la propia lucha, que depuraba. La obra se llevaba a cabo explotando las pequeñas pausas que se producían en la lucha, en unos u otros lugares del frente, y los breves períodos de descanso que se podía dar a los combatientes retirándoles de la línea de combate cuando éste lo permitía. Se tomó como base orgánica la Brigada, tipo de pequeña gran unidad adoptada oficialmente por el Comando Superior. Estaba formada por un pequeño C. G. con su E. M. elemental (un jefe y 3 o 4 auxiliares) y se integraba así: - 4 Batallones con secciones de Ametralladoras y morteros. - 1 Sección de Caballería (excepcionalmente pudo tenerla alguna Brigada). -1 Batería de Acompañamiento de 45 (carecieron de ella muchas Brigadas) . — Unidad de Zapadores. — Unidad de Transmisiones. — Unidad de Transportes (sólo transitoriamente). — Unidad de Intendencia. — Unidad de Sanidad (Camilleros y ambulancia). También se había previsto la asignación de una unidad antiaérea, pero no pudo lograrse por la penuria padecida en esa clase de armamento; penuria que obligó a centralizar el que había para utilizarlo en beneficio del conjunto de las fuerzas. Los efectivos variaban de unas a otras Brigadas entre 3,500 y 4,000 hombres, estando más cerca del mínimo que del máximo. Se había comprobado la eficacia de este tipo de unidad en el curso de la lucha, por ser muy ligera y maniobrera, fácil de manejar en los transportes. útil corno factor táctico en los combates defensivo y ofensivo, muy simple en cuanto a los servicios de mantenimiento y, como consecuencia de todo ello, adecuada para ser manejada por nuestros Mandos notoriamente desprovistos, en general, de preparación técnica, aunque en el curso de la guerra y precisamente en el manejo de esa pequeña gran unidad, llegaran a revelarse muchos de ellos con dotes naturales y sobresalientes cualidades de mando. A la creación de las Brigadas siguió, sin solución de continuidad, pero gradualmente, la creación de Divisiones y Cuerpos de Ejército, de modo que al terminar la batalla de Guadalajara, de la que voy a tratar después, el Ejército del Centro (que ya se hallaba a las órdenes del Comando de la Defensa de Madrid desde mediados de febrero), disponía del C.E. I (en la sierra), C.E. II (en Madrid), C.E. III (en el Jarama y Tajo), C.E. IV (Guadalajara) y en organización el C.E. V (de maniobra). Cada C.E. tenía su Cuartel General con su correspondiente E.M. Tres Divisiones de tres Brigadas (normalmente) y un Grupo de Artillería de acción de conjunto, que en Madrid actuaba encuadrado en la masa artillera de la defensa. Era característico de esa organización que los escalones de los Servicios se desarrollaban preferentemente en las Brigadas y C.E., para liberar de su servidumbre a las Divisiones y facilitar la maniobra táctica de las unidades que se empeñaban ofensivamente. Las pobres disponibilidades de material artillero y la índole de las operaciones, aconsejarían en algún caso centralizar la totalidad de las unidades de Artillería, bajo un solo mando. Así sucedió en Madrid con resultados muy satisfactorios. En general, el criterio de empleo de los Medios era muy flexible y a esta idea respondía la organización, para hacer posible adaptarla a las condiciones reales en que se planteara la lucha; se eludían rutinas y ninguna G. U. se consideró indivisible, ni siquiera la Brigada. Con los medios de D.C.A. se creó prácticamente una arma autónoma. También operaba centralizada, en razón de la pobreza de armas de esa índole, con las que era indispensable maniobrar en beneficio de grandes frentes y acumulando su poder en determinados sectores. Sólo eventualmente se atribuyeron armas antiaéreas a las unidades. Los Ingenieros se organizaron en Batallones, abarcando todas las especialidades. En Madrid predominaron las destinadas a fortificación y minas. Como novedad, ya lo dije, se creó el Batallón del "subsuelo". Otras medidas que se adoptaron en el proceso de reorganización fueron: la creación de cuadros de mando, empleando primero a todos los disponibles, profesionales de las escalas activa y de reserva, retirados, reincorporados, oficiales de complemento movilizados y cuadros de las unidades de la organización de tiempo de paz de las Armas Generales, Guardia Civil, Carabineros y Asalto. Como resultaran insuficientes los que al comienzo se dispuso, la Inspección General de Milicias había creado los cuadros inferiores, unas veces, seleccionando los mejores combatientes, y otras, por la vía de la política; la batalla de Madrid sirvió realmente de tamiz, a base del comportamiento de cada clase u oficial. Otras medidas de índole orgánica afectaron a las industrias que producían materiales bélicos, especialmente granadas de mano y proyectiles. En este sentido el control que se ejercía desde Valencia era muy imperfecto, de donde se derivaba que el rendimiento de las industrias instaladas en Madrid fuese muy pobre; por otra parte el creciente consumo exigido por la intensidad de la lucha y el uso particular que se hacía de la producción de algunas fábricas (ciertos jefes de unidad se permitían controlar directamente en su provecho algunas instalaciones industriales) motivaba que unas unidades dispusieran de abundantes dotaciones mientras otras carecían de lo más indispensable. Tales irregularidades fueron radicalmente corregidas. En suma, a un ritmo que sorprendió al propio Comando, el nuevo mecanismo del Ejército reorganizado iba entrando en funcionamiento regular, anulando fricciones, respondiendo todas las actividades a las disposiciones del Mando y cumpliendo, con verdadero sentido de responsabilidad y sin aparatosas reuniones de técnicos, de discursos, de asambleas, de sabios informes, de largas directivas o de complicadas tramitaciones burocráticas. Era la lucha la que exigía que las resoluciones que afectaban a la potencialidad de las fuerzas armadas siguieran el camino más breve y más libre de fricciones; y así se logró. Como consecuencia de la labor de reorganización fueron disueltos el 5 Regimiento, que tan eficazmente había contribuido desde el comienzo de la guerra a encuadrar combatientes en unidades tácticas, y otros centros de Reclutamiento e instrucción de unidades de milicias de base política, controladas por los partidos o los sindicatos. Digamos, para terminar, que durante la defensa de Madrid se desarrolló, en un marco de legalidad y responsabilidad, la función de los "Comisarios políticos". Antes de la batalla de Madrid tales elementos ya habían existido en algunas unidades o para el control de determinadas funciones. En verdad no eran una novedad propia de la guerra de España, según comprueba la historia (Revolución francesa, emancipación americana, revoluciones comunistas y fascistas) . Una vez legalizada su función, ésta tuvo un doble significado: de colaboración, en relación con el mando militar, y de educación y control de significado colectivo, especialmente en el orden político. En ambos aspectos se produjeron algunos abusos y violencias; en el orden militar, por la justificada resistencia de muchos jefes de unidad (tanto profesionales como de milicias) a ver intervenidas sus decisiones; en el segundo aspecto, por la abusiva interpretación que dieron los comisarios a su función de control. Trataban unas veces de actuar de censores de las órdenes y disposiciones del mando militar, y otras de suscitar dudas en cuanto a la lealtad de algunos cuadros. Todo se fue corrigiendo, porque se impuso el buen sentido en la recíproca comprensión de jefes y comisarios. Más tarde, cuando una vez reorganizado el Ejército se llegó a dar al Comisariado una estructura orgánica y una dirección, que quedaba bajo la directa dependencia del Ministro de Defensa y no de los partidos, la obra de la Institución fue en todos los órdenes meritoria, especialmente en lo que se refería a la educación política, cultural, deportiva y moral del combatiente, así como en la eliminación de abusos, aunque no se pueda afirmar que esto se lograra totalmente. |