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Fuerzas Armadas de la República

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Armas para la República

El trabajo que ofrecemos no es un trabajo técnico, lo que estaría fuera de lugar por nuestras aficiones y por nuestros conocimientos, se trata de unas simples reseñas identificativas, en el que la imagen juega un importante lugar, y, sobre todo, de ofrecer las cifras de materiales adquiridos realmente por la República a la luz de los últimos estudios. Es decir, un concienzudo trabajo de recopilación en conjunto y que muy pocas veces se ha ofrecido al lector.

        Sabemos que para el aficionado común a la GCe, este capítulo de armas puede ser poco atractivo e incluso pesado. Pero también sabemos que para el colectivo de aficionados a los materiales bélicos usados en la GCe, este capítulo es, por contra, fundamental. Nuestros colaboradores han echado el resto en su confección. Se han estudiado pacientemente decenas de publicaciones, se han contrastado y cruzado datos de unos y de otros, y se ha optado finalmente por ofrecer los datos más veraces a nuestro entender, y, como no, los que hubiera cuando esto no fuera posible, eso sí, advirtiéndolo.

          Por otra parte, confesar que no somos expertos en armas, ni del pasado reciente ni del presente, ni tampoco es esta nuestra afición histórica principal. Hemos confeccionado este capítulo con gran esfuerzo y cuidado, pero también hemos sacado buen provecho, ahora sabemos más, mucho más, ahora identificamos una pieza con facilidad, distinguimos un cañón de un obús, sabemos que significa la expresión en artillería "largo 40 calibres", entendemos un poco más de aviación militar, de armas ligeras, distinguimos unas ametralladoras de otras, y sobre todo, detectamos, dicho sea con todo respeto, la mayoría de los innumerables gazapos que circulan por toda la bibliografía de la GCe sobre materiales bélicos. Hemos aprendido también a reconocer las fuentes originales de los historiadores y expertos, y vemos con sorpresa como en algunos casos se copian estas fuentes sin ningún espíritu crítico creyéndoselo todo como si fueran dogmas de fe. Siendo este, a nuestro parecer, uno de los puntos cruciales, de toda la historiografía militar de la GCe, y desgraciadamente no solo en el capítulo de armas.

Fernando de los Rios, dirigente socialista, embajador en Paris cuando la República buscaba armas en Francia.   Ello no quiere decir que nosotros mismos estemos libres de pecado, seguro que en nuestras páginas hay gazapos, errores y opiniones parciales, pero puede estar seguro el lector de que en nuestro ánimo esta la búsqueda de la objetividad, y que deseamos encontrarla a cualquier precio, pues estamos convencidos de que sólo ella contribuirá a explicarnos nuestro mayor desgracia, de cómo fuimos derrotados política y militarmente por un ejército en rebeldía, y por qué, fuimos tan miserablemente abandonados por las democracias vecinas.

 Muchas fueron las causas de la derrota republicana, y tenemos intención de componer una página dedicada especialmente a este tema, pero aquí, en el capítulo sobre armas, hemos de hacernos una pregunta fundamental: ¿En qué grado influyó el suministro de armas en la derrota de la II Republica? Pues como dice Artemio Mortera, "el material de guerra importado por la República española no le fue suficiente para alcanzar el triunfo en tanto que el adquirido por los nacionales fue suficiente para que estos se alzaran con la victoria".

          Tras esta afirmación, nuestra tarea es encontrar los motivos por los que a la República no le fueron suficientes. ¿Fue la falta de dinero para adquirirlas? En principio no parece que la Hacienda republicana hubiera tenido dificultades para adquirir en un primer momento las armas necesarias para derrotar al ejército rebelde, incluso en el calamitoso estado en que se encontraban las fuerzas que defendían la República en el verano del 36. El problema es, ¿adquirírselas a quién? Una vez que Inglaterra y Francia tomaron la decisión de abandonar a la República española, al gobierno no le quedó otra alternativa que el mercado mundial de armas. Y aquí empezó la tragedia republicana, la de un gobierno legítimo en busca de armas en el mercado mundial de armas, solicitándolas a países ideológicamente favorables a los rebeldes pero dispuestos a hacer negocio con la chatarra sobrante de la I GM, más la despiadada actitud de decenas de traficantes de armas embaucando a inexpertos compradores republicanos. Primera afirmación, por tanto.

          1) La República tuvo dificultades para conseguir armas en la primera hora de la guerra. Pagó por armas viejas y malas, precios abusivos incluso para armas nuevas y buenas. Esto no les ocurrió a los rebeldes, que apenas compraron armas en el mercado internacional, pues tenían un suministro regular, suficiente y cuantioso de Alemania y de Italia.

          Las fuerzas republicanas no constituían un ejército regular en el primer momento de la guerra, la desorganización, mal uso, y el derroche eran corrientes. Los combatientes republicanos eran mayoritariamente civiles en armas, carentes de instrucción y disciplina militar. Esto condicionó grandemente el uso que se hizo de las armas adquiridas antes del otoño de 1936. Pero incluso tras la reorganización de las milicias y la subsiguiente creación del EP, el grado de uso, aprovechamiento y mantenimiento de las armas republicanas fue menor que el de sus oponentes por lo menos hasta la batalla de Brunete. Y además, la instrucción de suboficiales y oficiales fue también peor. Segunda afirmación.

          2) Es cierto que la República uso inicialmente peor el armamento que el ejército rebelde, pero la tendencia fue a mejorar, que aunque nunca se consiguió equiparar del todo, sí hubo periodos de igualdad en todos los aspectos. La ofensiva rebelde hacia Valencia y la batalla del Ebro, son ejemplos de esto, incluso de superación del oponente. No obstante, es este, la instrucción, un aspecto fundamental en la valoración de las causas de la insuficiencia del armamento republicano.

          Se ha dicho que las armas rusas eran excelentes, abundantes y baratas. Hoy sabemos que no fue así. Se trataba, salvo las excepciones conocidas, de material anticuado, desgastado y también muy caro. Tampoco fue suministrado en cantidades que garantizaran un flujo continuo. Excepto contadas ocasiones, como la batalla del Jarama y la de Guadalajara, donde los carros T-26 fueron decisivos para la República, las armas rusas no produjeron ningún vuelco estratégico en toda la guerra. Las ofensivas republicanas se desfondaban en hombres (que podían ser relevados) pero también en materiales que no tenían sustitución. Los rebeldes neutralizaron todas las ofensivas republicanas gracias a la movilidad de sus reservas de hombres y materiales, pero sobre todo a su superioridad artillera y aérea. Podemos en cierto modo resumir la cuestión armentística diciendo que cuando la República dispuso de armas en relativa abundancia, finales de otoño de 1936 a principios de 1937, no tenía un ejército verdaderamente preparado para sacarles partido, y que cuando dispuso de un ejército, o una parte de él, veterano y disciplinado, es decir, desde Belchite, ya no dispuso de suficientes armas para armarle y defenderse de la avalancha franquista. Esta sencilla afirmación ha sido escamoteada por todos los historiadores franquistas y no franquistas, acudiendo a los balances armamentísticos globales o a afirmaciones falaces dónde, con absoluto conocimiento de las cifras reales, se mentía, asegurando más de mil tanques rusos, miles de aviones, miles de cañones, etc... Una vez lanzada la mentira desde la cúspide de la propaganda, que no historia, el resto de la pirámide se lo creía a pies juntillas, sesudos historiadores ingleses y americanos incluidos. Esto también pasó con la represión. La evidencia de esta afirmación puede reconocerla el lector si en la polémica Howson versus Salas-Mortera, lee los balances de armas respecto a envíos por fechas. Observará entonces que el año militarmente crucial para la derrota de la República, 1.938, es el año en que menos material se recibió. Las causas de esto están explicadas en nuestros artículos siguientes. Tercera afirmación.

          3) El material ruso no mejoró significativamente el balance armamentístico. Los parques republicanos sufrieron una angustiosa penuria de materiales desde la batalla de Teruel. Los aviones y carros rusos nunca fueron decisivos ni por su cantidad ni por su calidad.

          Por tanto, la observación de Mortera es definitoria. La República no dispuso de suficientes armas nunca, y pese a que ambos bandos gastaron prácticamente el mismo dinero (la república en metálico y los rebeldes a crédito) en adquisición de materiales, el adquirido por la República fue menor, peor y más caro.

          Terminemos entonces haciéndonos una pregunta crucial, ¿fue la incompetencia de los republicanos el motivo de esta desastrosa adquisición de materiales de guerra? Howson nos da la respuesta acertada. La República fue abandonada a su suerte por las democracias europeas y estafada sin tasa por países ideológicamente hostiles y por traficantes de armas sin escrúpulos. Los agentes republicanos encargados de la compra de armas fueron probablemente unos inexpertos compradores (que no unos aprovechados, como mantienen algunos autores pese a que este asunto la ha clarificado Howson), pero desde luego, lucharon con denuedo por adquirir todo tipo de armas en todos los sitios donde las vendieran. El resultado esta ahí, en los datos que aportan Viñas, Howson y otros: menos armas, más caras y peores.

Una bonita maqueta del I-16 "Mosca"Dicho todo lo anterior, pasemos a explicar cómo hemos diseñado este capitulo de armas republicanas de la GCE. Para empezar, y seguramente contra la opinión de muchos aficionados, no hemos entrado en detalles técnicos, pues muchas publicaciones hay y también muchas páginas en la red que los detallan profusamente. Además, no hay posible polémica en estos detalles. Hemos, entonces, organizado nuestras páginas agrupando los materiales por clases y centrándonos en los aspectos más polémicos, esto es, las cifras recibidas y los detalles esclarecedores de cada material, aunque fueran anecdóticos. Y sobre todo, en ofrecer una imagen o fotografía que posibilite al lector su identificación en las miles y miles de imágenes de la Guerra Civil Española, que el aficionado puede encontrar en libros, revistas y en la propia red. Nosotros, por cierto, ofrecemos más de un centenar de ellas, todas comentadas, y cuando se tercia incluimos en el comentario referencias al armamento mostrado.El Fiat CR-32 "Chirri" un excelente contrincante para el I-15

Habíamos querido incluir, cuando fuera posible una cuadro balance con las cantidades recibidas. Pero es muy difícil componer estos balances armamentísticos, las comparaciones entre materiales son, en el fondo, pura entelequia, pero, es la única manera de hacernos una idea aproximada del estado de la cuestión, porque, ¿como valorar x cazas Me-109 contra x cazas I-16 o x cazas CR-32 contra x cazas I-15? Hay tantos aspectos cualitativos en la comparación que la tarea es fundamentalmente subjetiva. Naturalmente, los "Messer" eran superiores a los "Moscas", y los "Chirris" algo inferiores a los "Chatos", ¿pero qué decir de la pericia y decisión de sus tripulaciones?, ¿y de las unidades de apoyo en tierra?, ¿y de sus tácticas de vuelo?, etc...

Pongamos un ejemplo:

Elementos para la valoración de la superioridad aérea de rebeldes y sus aliados. (Material total y realmente significativo)

92 SB-2 podrían equivaler a 100 S-79

407 I-15/16 + 34 G23 podrían equivaler a 125 He-51 + 376 CR-32

63 R5/RZ podrían equivaler a 16 Ca-310 + 27 He-59 + 13 BR-20

Quedan 149 Me-109 + 12 He-112 es decir 162 cazas supermodernos de ventaja rebelde.

Y quedan 84 S-81 + 97 He-111 + 34 Do-17 + 67 Ju-52 + 12 Ju-87 es decir 294 aviones modernos de bombardeo de ventaja rebelde.

Este balance le parecerá injusto a mucha gente, pero expresa en toda su sencillez la desventaja cuantitativa que sufrieron las Fuerzas Aéreas durante toda la guerra. Solo esperamos que el lector no quede decepcionado o contrariado, y si así es, que nos lo diga, estamos a favor de incluir discrepancias fundadas.

          Grupo Memoria republicana.