S.B.H.A.C.

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Fuerzas Armadas de la República

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Carros de combate de las fuerzas republicanas.

(Tanques, según la nomenclatura de la época)

(Interesantes apreciaciones de Ion Urrestarazu sobre los tanques de fortuna construidos por los republicanos)

El carro de asalto Schneider tras participar en la toma del Cuartel de la montaña

El mismo modelo en África en sus pruebas de asalto a trincheras tras su reciente adquisición.

Carro de Asalto Schneider (CA-1)

Provenían de una adquisición de 6 piezas del gobierno español con destino a la guerra de Marruecos (al igual que los Renault F-17). Sorprendentemente se adjudicaron al arma de Artillería formando una batería, y entrando en fuego antes que los F-17 en el frente de Melilla. Su mecánica dejaba mucho que desear, y eran muy incómodos para la tripulación y nada aptos para África, aún así hicieron toda la campaña melillense con aceptables resultados. En 1929 volvieron a la península y al estallido de la GCE quedaban cuatro en depósito en el Parque de Artillería de Madrid. El teniente coronel Rodrigo Gil, leal republicano, los puso a punto días antes, en previsión de acontecimientos. Participaron el el asalto al Cuartel de la Montaña, y en el sitio del Alcázar de Toledo. Para finales del verano, no quedaba ninguno. Iban armados con un cañón corto de 75 mm. y dos ametralladoras Hotchkiss de 8mm. ¡Alcanzaban los 7 km/h.!

Carro Renault FT-17

Como los anteriores, fueron adquiridos por el gobierno para la campaña de Marruecos tras el desastre de Annual. No dieron los FT-17 todo lo que se esperaba de ellos, fundamentalmente por lo inadecuado del terreno y del uso que se les dio. Aun así participaron en el desembarco de Alhucemas, aunque no pudieron desembarcar en el momento previsto. Terminada la campaña, y con la reforma de Azaña se crearon dos regimientos de carros ligeros, más sobre el papel que reales, pues no se adquirió nunca el material presupuestado. La GCE dividió los diez ejemplares supervivientes en mitad y mitad. Ambos bandos los usaron en apoyo de la infantería, y pronto los perdieron. Nuevas unidades (32, en dos envíos) de este material llegaron al Frente Vasco, donde fueron destruidas o capturadas por los rebeldes, pues provenían de Polonia vía SEPEWE, donde estaban clasificadas como inservibles. El mismo Aguirre se quejo de la vetustez de este material. Otras 32 más llegaron a Santander poco antes de la caída de Bilbao. El FT-17, pese a ser un carro de probada fama internacional, no sirvió para mucho en España, pues, además de su vetustez, fue, al igual que en África, mal usado.

En esta nave de la Constructora Naval de Sestao no sólo se reparan estos 4 FT-17 sino que se fabrican también unos tiznaos.

El carro ligero de infantería Modelo 1926 recién fabricado con los operarios de la fabrica de armas de Trubia que intervinieron en su factura.

El modelo de 1936 de la Naval de Sestao

Carro ligero de infanteria M-1926 (Fábrica de Armas de Trubia) y M-1936 (Constructora Naval de Sestao).

Un carro netamente español, de mediocre diseño en todos los sentidos. Tras una serie de cuatro prototipos fabricados desde 1926 en Trubia, que quedaron en Oviedo, y allí combatieron con poca fortuna en ambos bandos, las autoridades armamentísticas republicanas del territorio del Norte, abordaron la tarea de la fabricación de un carro español, el carro ligero de infantería modelo 1936, basado en las experiencias de la fábrica de armas de Trubia y sobre chasis originalmente pensados para tractores (Landesa). No obstante, fue en Sestao, en la Constructora Naval, donde se fabricaron las 16 unidades, algunas de las cuales no llegaron a participar en combate. Iban Armados con ametralladoras Vickers de 7,7 mm. (.303). Combatieron en Euzkadi y en Santander, y en un par de ocasiones contra los negrillos rebeldes donde mostraron completa inferioridad. La tripulación, conductor y tirador jefe tenía dificultades para soportar más de media hora el cierre de todas las escotillas.

No obstante, hay testimonios en el frente Norte de que el Regimiento Blindado del Norte le asestó, nada menos que a la agrupación Carristi italiana, un varapalo estupendo, deteniendo su marcha hasta la llegada de la infantería cuando en la ofensiva para cercenar el bolsón de Reinosa, los Renault FT-17 y los Trubia les salieron al paso desde la arboleda del balneario de Corconte en agosto de 1937, y como decimos, deteniendo en seco su proyectada ofensiva "celere" en Santander, debiendo los italianos renunciar a su maniobra motorizada.

M.B. dice que estos materiales deberían ir cada uno en su casilla, pues aunque formaban parte del mismo proyecto no tenían nada que ver su diseño y fabricación.

Carros IGC-Sadurni de Noya

La Comisión de Industrias de Guerra de Cataluña dirigida por el cenetista Eugenio Vallejo emprendió la tarea de fabricar unidades blindadas en aquellas fábricas que tuvieran experiencias de tractores orugas y de camiones. Uno de los proyectos fue este carro, que apenas pasó de la fase de prototipos, y que se inició en la Maquinaria Moderna de (San) Sadurní de Noya. En realidad se limitaron a blindar el chasis del tractor Benach y a ponerle una tosca torreta. Se fabricaron prototipos para transporte blindado, tractor de artillería, e incluso una versión de carro de asalto. El proyecto no pasó de aquí, mitad por cuestiones políticas (los sucesos de mayo) mitad por la baja productividad de las industrias de guerra controladas por la CNT.

Carro de infantería T-26B

La mejor arma de tierra de la República y que llegó en cantidades apreciables (281 T-26B1), se demostró superior a cualquier otro medio blindado de la GCE. El T-26 era producto de la acumulación de experiencias de fabricación de carros de los soviéticos, tras adquirir patentes Vickers inglesas (T-26) y Christie americanas (serie BT y T-34). Fue un excelente arma que resolvió muchas difíciles papeletas para los republicanos. Su tripulación costaba de jefe de carro-artillero, ayudante cargador y conductor que oficiaba también de observador. Era una tripulación muy ocupada, con muchas estrecheces en la torreta, y con una temperatura interna insoportable en los días de verano cuando el combate obligaba a cerrar escotillas.

Hasta la batalla de Guadalajara las tripulaciones eran mixtas, con predominio y mando ruso, a partir de Brunete, el mando y las tripulaciones fue mayoritariamente español, lo que hizo que el rendimiento de este arma fuera menor durante el año decisivo de la guerra, el año 1937. El T-26 era lento y estaba pensado para dar apoyo a las divisiones de fusileros del ejército Rojo, por contra tenía el cañón más versátil del momento, el 45 mm de doble uso, contracarro y apoyo de infantería.

En octubre de 1936, tras la llegada de los primeros 50 carros (no quince, como se ha dicho), a la base de Archena, se formaron tres grupos blindados, uno mandado por K.A. Novak con 3 BA-3 y 7 T-26, otro grupo tripulado por españoles, y la unidad de Arman, la más fuerte. Los dos primeros grupos entraron en combate el 27 de octubre sin efectos relevantes. Pero la unidad de Arman (el primer batallón de carros, con 15 T-26) , en el ataque de Seseña, fue mucho más significativa, más por lo que podía haber sido, que por lo que en realidad fue, llevando una preocupación creciente a las unidades de carros italo-alemanas y rebeldes. Para esta acción, Arman había seleccionado los mejores hombres de la base, 34 tanquistas rusos y 11 cargadores españoles. El 29 de octubre, la unidad de Arman fue asignada como apoyo a las Brigadas de Lister y Bueno, que realizarían un ataque contra Seseña. Pero la infantería republicana no estaba preparada para la guerra de tanques, y Arman no tenía paciencia para esperarlos. Con sus 15 carros se dio un paseo tras las líneas enemigas, que si bien demostró la fragilidad de las posiciones rebeldes ante medios acorazados, también dejó claro, que los enemigos de los carros eran muchos y novedosos. Para empezar, perdió tres unidades por efecto de minas, otros tres fueron puestos fuera de combate por la decidida actuación de soldados rebeldes armados de botellas de gasolina dentro del casco urbano del pueblo. Por contra, Arman puso en fuga a la primera compañía de CV-3, que perdió dos tanquetas. Los T-26 se dieron un tour por toda la retaguardia rebelde al que solo la artillería y la falta de combustible puso fin. El Balance de Arman fue de dos batallones de infantería y dos escuadrones de caballería destruidos y dispersos, 10 cañones de 75 mm. inutilizados, 2 tanquetas, 20 camiones destruidos, 8 automóviles, y algún otro material más. Un buen susto para los rebeldes. Pero lo más importante fue el refuerzo moral que para las fuerzas republicanas supuso el saber que contaban con tan buenas armas rusas. En realidad, toda la batalla por Madrid estuvo condicionada por la presencia de los T-26.

En el Jarama, los T-26 de Paulov impidieron el éxito de la cabeza de puente rebelde, posibilitando la llegada de refuerzos, pero a un gran precio pues los antitanques rebeldes inutilizaron o destruyeron el 30% de los efectivos. Se demostró en esta batalla, que el cañón antitanque es al tanque lo que la ametralladora es al infante. Y también que la coordinación entre carros y la infantería republicana seguía en mantillas.

En Guadalajara, una compañía de T-26 sostuvo la línea del frente hasta que llegaron los internacionales y los hombres de Lister y Mera, destruyendo cinco CV-3 y dañando dos más. Al final de la batalla sólo nueve T-26 de sesenta puestos en línea estaban indemnes. Las exhaustas fuerzas de Paulov recibieron refuerzos en marzo del 37 (100 unidades) pero no había tripulaciones entrenadas para este material, y los rusos, que tenían muy mala opinión de los carristas españoles, buscaron tripulaciones entre las brigadas internacionales, que fueron enviados a la escuela de tanques de Gorkiy, volviendo a tiempo para la batalla de Brunete.

Durante el tiempo de esta batalla, los republicanos consiguieron el mayor número de elementos blindados en un teatro de operaciones de toda la guerra, teniendo en línea 129 T-26 y 43 BA-3 y BA-6. Se amplió a cuatro batallones la Primera Brigada de tanques, creándose dos nuevas brigadas de tanques sobre el papel. Para la ofensiva de Brunete, el 5º y el 18 C.E. contaron con el 1º y 4º batallones, con un total de 70 T-26 y 20 autos blindados, la otra ala del ataque el 2º bis C.E. contó con el 2º batallón con 30 T-26 y 10 autos blindados. El 3º Bon. quedó en reserva. Sólo en Villanueva de la Cañada, se perdieron 12 T-26 por fuego contracarro y aéreo. El 11 de julio, la 1ª Brigada de carros sólo tenía operativos 38 T-26, lo que demuestra la dureza de los combates y la eficiencia de la artillería y la aviación rebeldes, que llegaron a contar con 27 cañones por km., lo que ponía en evidencia la inutilidad de lentos ataques de carros con pobre acompañamiento de infantería sobre masas de artillería bien dirigidas. Es decir, contra la artillería, a los blindados solo les salva la movilidad y la toma de rápidas decisiones sobre el terreno. Justo lo que le faltaba al Ejército Popular.

 Para la batalla de Teruel, reorganizadas las unidades blindadas del EPR, se crean dos divisiones blindadas, que lo son de nombre, es decir, funcionalmente, pues las unidades se distribuyen entre las brigadas mixtas para el combate. En Teruel se consigue juntar 104 tanques en un sólo frente de ataque (dos pinzas). Se perdieron 24, de los que siete fueron capturados por los rebeldes. El resto, la mayoría averiados, fueron prontamente reparados y devueltos a las unidades en un rotundo éxito de los talleres de reparación republicanos. Hay que tener en cuenta, que la mayoría de los T-26 se encontraban al borde de su vida útil.

En mayo de 1938 la república dispone de 176 carros (T-26 principalmente) y 285 autos blindados (UNL-35, la mayoría) distribuidos en 4 brigadas de tanques y un Regimiento Internacional. Para diciembre de 1938, hay 126 tanques y 291 autos blindados. Se vuelve a poner de manifiesto, el esfuerzo de las industrias de guerra republicanas para mantener operativo el parque de carros y autos blindados.

En cuanto al material recibido, la República recibió 281 T-26 de los 321 enviados. Estas cifras no son discutidas en la actualidad por nadie. Pero sobre este carro, los historiadores militares exageraron en el pasado el número de unidades recibidas hasta límites ridículos, por ejemplo, Salas da en su monumental obra sobre el Ejército Popular de la República, y también en "Los Datos exactos...", da la cifra de 900 T-26 y 300 autos blindados. Pero Mazarrasa, otro experto en carros, afirma que se recibieron 120 T-26 en el frente Norte. Otros, como Jose Luis Alcofar, se queda con 600. En fin, quede como dato, que al terminar la guerra, el ejército franquista tenía entre autos y carros blindados, la cifra de 651 unidades, siendo mayoría los carros alemanes e italianos que quedaron en España tras la marcha de la Legión Condor y del CTV, pudiendo evaluarse el numero de T-26 operativos en menos de 50.

Parcial información: Steven J. Zaloga

Carro de caballería BT-5

Los 50 vehículos de este tipo llegaron todos juntos a España el 10 de agosto de 1937 (Howson, GN28, Anexo III, Lista RGVA, Expediente Y-37,) y no 20 en abril como otros autores dicen, en cuyo caso hubieran participado en Brunete. Pero llegaron tarde para Brunete y demasiado justos para Belchite, así que fueron usados entre el 11 y 13 de octubre de 1937 en un intento de avanzar hacia Zaragoza (2ª ofensiva) mediante la explotación de una ruptura de frente basada en la doctrina rusa de los jinetes de carros. Bajo mando ruso y teóricamente bajo el control del Estado Mayor Central Republicano (Modesto, GR04, Pag.135), se experimentó la táctica de "Jinetes de carros" que tanto usarían los rusos en la II WW (15 días de media de vida, para este tipo de soldados), montaron 5 soldados del batallón Spanish de la 45 División Internacional, en cada carro y lanzaron el regimiento de carros pesados (en realidad carros rápidos de caballería) al galope por el peor terreno para carros de todo el frente del Este, una zona enfangada donde fueron presa de la artillería rebelde, perdiéndose más de la mitad y la práctica totalidad de los infantes. Más tarde intervinieron fugazmente en la primera parte de la batalla de Teruel y durante 1938 fueron utilizados algunos en Aragón y Levante, esta vez bajo mando español y con resultados muy similares. Este carro sólo volvería a aparecer nuevamente en la batalla del Ebro, donde las seis unidades utilizadas fueron capturadas.

Carro Pzkw-IB.

Algunos capturados en el frente de Madrid, como se ve en la fotografía adjunta.

Carro veloce Fiat L-3

Algunos capturados en Brihuega.

Material

1936

Fabricados/Capturados

Adquiridos

Carro de Asalto Schneider (CA-1) 4    
Carro Renault FT-17 5   64
Carro ligero de infanteria M-36 (Trubia-Naval).   16  
Carros IGC-Sadurni de Noya   4  

Carro de infantería T-26B

    281
Carro de caballería BT-5     50
Otros carros   8  
Total: 432

9

28

395