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Xavier Lacosta

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Los nombres de la Memoria

Memoria histórica… ¿de qué se trata? No es sólo el recuerdo de los represaliados entre 1936 y  1939 en paseos y cunetas o en juicios absurdos como los padecidos por Darder, Ques, Alexandre Jaume y otros: Lluís Carrasco i Formiguera, los generales Batet, Escobar, o el escritor Eduardo Ciges Aparicio, padre del actor Luis Ciges… No es sólo la cuenta de 200.000 muertos, víctimas de la represión hasta finales de los años 40, principal argumento de los promotores de la Ley de la Memoria Histórica. Ni siquiera los centenares de fusilados sólo en las tapias del Cementerio del Este madrileño después de abril de 1939. No es ni siquiera el caso de ‘las 13 rosas’…

No es sólo eso, también es el recuerdo de quienes, pudiendo escoger la paz de la inacción, escogieron el riesgo para restablecer la democracia y la República. ¿Quiénes eran? El 21 de enero de 1942 fueron fusilados Isidoro Diéguez, Jesús Larrañaga, Eladio Rodríguez, Jaime Girabau, Francisco Barreiro y Manuel Asarta: eran comunistas. Habían sido enviados a España por Jesús Monzón Reparaz, ex gobernador civil republicano de Alicante y Cuenca, quien reorganizó en Francia el PCE y un ejército de guerrilleros españoles formado por antiguos militares leales a la República, ex guardias de Asalto y guardias civiles, para luchar contra el nazismo. Estos españoles liberaron 18 departamentos de Francia en el verano de 1944; allí eran héroes nacionales, para Franco eran una amenaza a su poder.

Monzón Reparaz organizó la invasión comunista de la Vall d’Arà en otoño de 1944 que confió al mando de Antonio López Tovar, antiguo guardia de Asalto. Fue frenado  por no menos de diez divisiones del Ejército de Franco a cargo de tres capitanes generales: Moscardó, Yagüe y Monasterio. La invasión fracasó, el mismo Santiago Carrillo ordenó la retirada el 22 de octubre. Pero algunos comunistas consiguieron infiltrarse: José Vitini Flores fue fusilado el 28 de abril de 1945.

El mismo Jesús Monzón fue detenido en Barcelona en julio de 1945 mientras intentaba organizar una célula comunista. Sería condenado a 30 años de cárcel, y eso que él no había matado a nadie. El 21 de febrero de 1946 se fusiló a Cristino García Granda –antiguo oficial del XIV Ejército Guerrillero de la República, teniente coronel de la agrupación guerrillera nº 158 y libertador de 3 departamentos franceses-junto con Manuel Castro Rodríguez –teniente coronel, ex comisario comunista del V Regimiento, ex jefe de la 26ª agrupación guerrillera en Francia-, Francisco Esteve, Luis Ávila Núñez, Francisco Carranque Muñoz, Eduardo González, Antonio Medina Vega –ex comisario de la 5ª brigada-, Gonzalo González, Joaquín Almazán y Eduardo Fuertes. Esto provocó una ruptura total con Francia, un bloqueo de la frontera pirenaica durante dos años y la condena unánime del régimen de Franco en la ONU.

El franquismo dedicó enormes esfuerzos contra la guerrilla comunista y aún así los últimos casos de ‘bandolerismo’ se registraron a mediados de los años 60. La censura evitó que los españoles se enteraran de lo que de verdad estaba pasando en la España de Franco. Cosas como que, entre los días 29 y 30 de octubre de 1947, una cadena de atentados y represalias produjo 14 muertos en la localidad turolense de Gúdar, de menos de un millar de habitantes. El 26 de mayo de 1948, en un enfrentamiento en la masía de Guimerans en Portell, efectivos de la Guardia Civil daban muerte a Ángel Fuertes Vidosa, conocido como ‘el maestro de Agüero’, antiguo maestro nacional, teniente coronel y ex jefe de la brigada guerrillera de Carcasonne. Bernabé López Calle, guardia civil leal a la República, fue muerto en un encuentro en 1949 en Medina Sidonia. Etc.

Durante más de diez años, Camilo Alonso Vega, ministro de Interior y director general de la Guardia Civil, organizó la lucha anti-guerrillera dando cuenta sólo ante Franco. Se crearon contrapartidas policiales compuestas por guardias, soldados y falangistas para amedrentar a la población civil y eliminar las simpatías de ésta con la guerrilla, se premió la delación de un guerrillero o colaborador con 250 pesetas y la muerte de uno con 1.500, etc. Poco se ha valorado que este clima de terror rural fue uno más de los factores que impulsó el abandono del campo y la emigración a las ciudades. A mediados de los años cincuenta, el PCE ordenó cesar la actividad guerrillera. Santiago Carrillo siempre se opuso a la lucha armada e impulsó la oposición al franquismo por  medios pacíficos.

El balance de esta negra época fue de 953 muertes en atentados, 538 sabotajes, 5.963 atracos y 845 secuestros. La Guardia Civil sufrió 258 muertos y 369 heridos en acción. Cifras similares a las causadas por ETA, pero en una década y no en cuatro. Siempre se han tenido como ciertas las cifras de 2.173 guerrilleros muertos en 1.826 encuentros directos, otros 467 capturados, 546 entregados voluntariamente y otros 2.374 detenidos en otras circunstancias no especificadas. Más otros 19.444 paisanos detenidos por su colaboración con la guerrilla, de los que 12.948 serían enlaces y cómplices, más otros 5.428 miembros del PCE y 1.068 de la CNT y otros.

No sabemos a qué penas en Consejo de Guerra fueron condenados estos detenidos, que debieron ser muy severas pues se fusilaba a los encausados en atentados con muerte; la mera pertenencia al PCE era un delito castigado con largas penas de cárcel. Entre paisanos y guerrilleros detenidos, ¿hubo pues 22.831 condenas relacionadas sólo con la guerrilla y en diez años?¿Una media de 2.283 condenas anuales?¿Más de 6 condenas diarias? Esas cifras suponen que la represión franquista después de 1945 fue mucho más virulenta que la de Fidel Castro en el medio siglo que lleva en el poder, o la de Pinochet o Sadam Hussein en sus respectivas dictaduras.

El anarquista Quico Sabaté, abatido en Sant Celoni el 5 de enero de 1960, no fue el último guerrillero. El 10 de marzo de 1965 fue muerto José Castro Veiga, ‘Piloto’, en Lugo, había sido militar del Ejército del Aire republicano. El último guerrillero fue detenido el 9 de diciembre de 1976: Pablo Pérez Hidalgo, ‘Manolo el rubio’, ya con 65 años, antiguo jefe de la Agrupación Fermín Galán y compañero de Bernabé López Calle. Llevaba en el monte desde 1940 y se había escondido en 1949 tras la disolución de su partida. Se le creía por muerto desde el 18 de diciembre de 1950 al identificarse su cadáver erróneamente. Su ‘resurrección’ fue ampliamente publicada en su día en la prensa nacional. El veterano guerrillero que se había pasado 27 años escondido en un cortijo fue puesto en libertad sin cargos y no se le enjuició: le amparaba la Ley de Amnistía promulgada en 1975 tras la muerte de Franco.

Xavier Lacosta.