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Antonio Quirós

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Tras la huella de la 3ª División republicana

 Imaginemos por un momento cómo se sentiría Telémaco pudiendo visitar aquellos lugares narrados por Homero y que su padre, Ulises, hubo recorrido tras la toma de Troya. Cíclopes, lestrigones, sirenas, personajes fantásticos y lugares de nombre sonoro mezclados en la memoria tras ser oídos multitud de veces en la voz paterna, o leídos como poesía del rapsoda ciego.

 

 1.- Mi padre, Martín Quirós, en el Ebro, 1938

Así me sentí yo los días 26 y 27 de enero de 2008 cuando, conducidos por la experta mano de mi amigo Toni López, visitamos los lugares cruciales donde ocurrió la batalla del Ebro. Mi padre, sargento de sanidad de la 3ª División republicana, vivió la batalla y dejó en mis recuerdos de infancia algunas narraciones y la intensidad sonora de muchos nombres que pululan como poesía en el cerebro y necesitaba encajar con imágenes concretas. Ese era el objetivo principal de mi viaje, poner luces y formas a fonemas de resonancia poética infantil de los que nunca había sido contrastada su existencia concreta. Junto conmigo, el periplo lo hicimos, Ángela, mi mujer y Alfonso y Chus, una pareja de grandes amigos que comparten la afición viajera y el interés por los temas históricos.

 La unidad a la que pertenecía mi padre se encontraba acantonada en la sierra de Madrid cuando el 16 de marzo de 1938 recibió la orden de desplazarse al sur de Teruel para taponar los huecos que las unidades republicanas en desbandada estaban dejando tras la ofensiva franquista. El jefe de esa unidad era un mayor de milicias que hasta ese momento no había gozado de demasiado renombre en el Ejército Popular pero al que esperaban grandes logros; se trataba de Manuel Tagüeña Lacorte. Y ahí comienza lo épico. En uno de los pocos movimientos rápidos de tropas que los republicanos realizan a lo largo de la guerra, la 3ª División llega al frente y el mismo 19 de marzo, luchando codo con codo con los agotados hombres de la 11ª División de Líster, detienen a la División Littorio en Torrevelilla[1] y La Codoñera. El frenazo a los impetuosos italianos hace que las fuerzas republicanas pueda rehacerse y controlar mejor la oposición al avance rebelde. Pero la presión es fuerte y lo que no se logra por un lado se intenta por otro. Los hombres de Tagüeña, con mi padre incluido, retroceden por Monroyo y Ráfales, continúan por la carretera hacia Valderrobles y Arnés, cruzan a pie los puertos de Beceite que separan Aragón de Cataluña, y vuelven a detener la presión italiana en el estrecho de Xerta. Aunque logran retrasar la ofensiva y reorganizar sus fuerzas, el último objetivo, como tantas otras veces, no se cumple. Mi padre y sus compañeros bajan desde Xerta hasta el Mediterráneo, pasando por Aldover, el Raval de Jesús, Santa Bárbara, Tortosa, Amposta y, por último, Vinaroz sin poder detener ya la llegada al mar de la franquista 4ª División de Navarra que llegó a las playas de Vinaroz el viernes santo de aquel año 1938.

 Toda esta parcela geográfica no ha caído dentro de lo que este viaje nos ha permitido ver, pero ya tendremos ocasión en el futuro de corregir este defecto. Nuestra inspección visual del lugar comienza en los terrenos en los que la unidad de Tagüeña se va replegando desde mediados de abril de 1938. Tras llegar los franquistas al mar por Vinaroz, los hombres de la 3ª División quedan en la zona catalana y se reagrupan subiendo por el Mediterráneo arriba. Vuelven por Amposta y El Perelló y desde allí los acantonan en los llanos de Llardecans y Maials al norte del Ebro. Es ahí donde la constatación de que la figura de Tagüeña ha crecido dentro del universo del Ejército Popular se torna un hecho. Recibe la medalla de la libertad, es ascendido a teniente coronel y se le nombra jefe del XV Cuerpo de Ejército que aglutina tanto a su combativa unidad como a la mítica 35ª División donde se ubican las más veteranas brigadas internacionales que han luchado en los frentes más duros de la guerra hasta ese momento. Son unos meses tranquilos, el frente se ha estabilizado y de abril a julio lo que se hace es trabajar en la vertebración de la nueva unidad, formar oficiales, hacer ejercicios tácticos, entrenar permanentemente, algo que las unidades mandadas por Tagüeña han hecho siempre a la perfección. Su espíritu científico le ha llevado a rodearse de un Estado Mayor de la misma extracción sociocultural y entre todos estos jóvenes universitarios, sin demasiada experiencia combativa, han formado unidades capaces de pelear frente a lo más granado del ejército colonial africano.

2.- El rio Ebro a su paso por Flix

 Pero llega Julio y el Estado Mayor republicano ha preparado una ofensiva que contribuya a frenar el avance de los franquistas hacia Valencia que se ve como inminente. Se trata del paso del Ebro desde la orilla norte republicana hacia la sur franquista. La idea de ofensiva se organiza en dos columnas con otras dos al norte (Fayón) y al sur (Amposta) para efectuar maniobras de distracción. Una de las dos columnas es el XV Cuerpo de Ejército de Tagüeña. Sus hombres han de cubrir todo el trozo del río que va desde Fayón hasta Ginestar. La orden para la 3ª División con mi padre y sus compañeros es que atraviesen el río entre Ribarroja y Flix para tomar la sierra y la población de La Fatarella y desde allí continuar camino hasta Villalba de los Arcos y tomarla. La madrugada del 25 de julio se produce el paso del río. La 3ª División pasa según lo previsto, contribuye a la toma de Flix, lo que dilata algo su trayecto hacia la Fatarella. La división ha tenido algunos cambios recientemente que han mermado su capacidad combativa. El mayor Esteban Cabezos, su lider desde que Tagüeña ha pasado a dirigir la totalidad del XV Cuerpo, ha caído enfermo y sus nuevos mandos bisoños no logran la efectividad de los antiguos. La división se pierde por la sierra y tarda más de lo previsto en llegar a La Fatarella. Cuando llegan a las puertas de Villalba se encuentran ya con una firme organización defensiva franquista y no logran tomarla. A los pocos días Tagüeña con su Estado Mayor pasa el río y establece su puesto de mando en La Fatarella.

3.- El puesto de mando del XV CE en Fatarella

 Y ahí comenzó la inspección visual más detenida de nuestro viaje. Toni nos llevó a los búnkeres y trincheras que quedan de dicho puesto de mando. Fue emocionante revivir lo que hubieron de ser esos días en aquella zona, organizando la batalla, dirigiendo las operaciones y planificando acciones en las distintas cotas.

4.- Quatre Camins

 Al igual que la 3ª División no consiguió su objetivo de tomar Villalba, la 35ª tampoco consiguió el suyo de tomar Gandesa. Así las cosas, a los pocos días, el Estado Mayor republicano da la orden de pasar a la defensiva. Los soldados se pegan al terreno y defienden con ardor cada una de las cotas tomadas. Los franquistas, sobrados de armamento y material, bombardean constantemente sus posiciones con artillería y aviación, luego intentan tomarlas al asalto, pero tienen muy poco éxito. El mejor posicionamiento de los republicanos en el terreno les beneficia. Serán épicos los combates que los hombres de la 3ª mantengan en Punta Targa o en el Vértice Gaeta donde se enfrentaron con los requetés catalanes del Tercio de Montserrat. Ambas cotas fueron los siguientes hitos de nuestro periplo. Toni, con su pericia conocedora de la zona, localizó ambas de forma inmediata y con su seductora narración conocedora de tantos hechos puntuales sobre aquellos sucesos nos trasladó a la época y al enorme sufrimiento de aquellos hombres de ambos bandos que, luchando por causas que creían justas, daban la vida de forma generosa. Desde Punta Targa pudimos oír las campanas de Villalba, igual que en su día las oirían los soldados que defendieron o atacaron la posición, sin embargo no pudimos ver la población debido a la intensa niebla. En el Vértice Gaeta, además de observar muchas de las trincheras que allí se conservan aún, recogimos también metralla oxidada e incluso algunos casquillos de bala de la época.

7.- El vértice Gaeta

 Como se nos iba haciendo tarde, decidimos que había llegado la hora de comer. Para no perder tiempo nos habíamos pertrechado de buenos bocadillos de jamón con tomate y Toni eligió como lugar para el descanso, la ermita de la Santa Madrona, cerca de Corbera de Ebro. Tras la rápida pitanza determinamos que un café caliente en Corbera nos sustraería del frío acumulado durante la neblinosa mañana que estábamos viviendo. Corbera de Ebro fue tomada por los hombres de la 35ª División en su avance hacia Gandesa. Tras el café nos desplazamos al cruce de Camposines y pudimos comprobar como la célebre venta, en cuyos alrededores se produjeron virulentos combates, seguía en pie. La tarde nos llevó al Vértice Cantarranas, el puesto de mando de Tagüeña durante los días previos a la preparación de la ofensiva y desde el que vio caer el sol tras la sierra de La Fatarella en la tarde del 24 de julio, mientras esperaba la llegada de las 0:15, hora prevista para el comienzo de la maniobra de paso del río. La niebla no nos permitió gozar de la misma vista que Tagüeña tuvo, pero sí pudimos intuir los trazos confusos de la sierra entre los aprisionados rayos de sol. Sobre el Cantarranas hablé con Toni acerca del cúmulo de datos que, sobre la familia de Manuel, unos pocos días antes me había proporcionado Maruja Tagüeña, una prima suya, que visité en Zaragoza y que además de los datos, también me gratificó con su enorme simpatía y una placentera comida aragonesa. La tarde terminó en Gandesa donde, sobreponiéndonos a los recuerdos bélicos, disfrutamos de su Iglesia Archiprestal de La Asunción y bebimos y compramos buenos vinos de la zona en el Celler Cooperatiu, ubicado en un edificio modernista de impresionante planta.

6.- Corbera de Ebro desde Santa Madrona

 Ahí terminó el recorrido del primer día. La cena tuvo lugar en casa de Toni en El Perelló que no sólo nos alojó sino que nos proporcionó una impresionante cena con productos generados por los hornos de la población y algunas otras delicias gastronómicas que aprovechamos para regar con parte del vinillo adquirido. El coc de mel será algo que recordemos siempre, no sólo por lo delicioso que estaba sino porque el abundante consumo del mismo me hizo tener una noche algo indigesta. Además de la comida se disfrutó de la compañía y de la conversación de Fina la esposa de Toni y de la simpatía y afectividad de Irene, la hija de ambos.

5.- La Torre del Espanyol desde el Cantarranas

 Mientras el sueño llegaba pensaba en los hitos sucesivos de la batalla. A la primera contraofensiva franquista de Agosto le suceden otras varias, con un frente que casi se encuentra estabilizado y que se mueve pocos kilómetros en cada uno de dichos ataques. La forma en que se producen casi siempre es parecida, una fortísima preparación artillera en las primeras horas del alba para iniciar el asalto a los pocos minutos de oírse la última explosión. Pero los republicanos se refugian en las cuevas, bajo las piedras, en sus fortificaciones cada vez más inexpugnables y las toneladas de bombas y proyectiles arrojados apenas si les hacen mella. En cuanto los franquistas inician el asalto, salen de sus refugios y les hacen frente desde las alturas causándoles una gran mortandad. No obstante, con los meses, el terreno ganado palmo a palmo va aumentando y finalmente caen puntos estratégicos que ocasionarían el desplome del frente. Éste se produce tras la pérdida de la sierra de Cavalls. Las unidades republicanas comienzan a dispersarse y a mezclarse entre ellas. La otra gran unidad encargada de la ofensiva junto con la de Tagüeña, el V Cuerpo de Ejército de Líster se desploma y su jefe junto con su Estado Mayor se ve obligado a repasar el río por el puente de García. Todas las unidades que quedan en la orilla izquierda quedan al mando de Tagüeña que intenta detener lo ya inevitable. ¡Qué destino el suyo! Siempre especializado en hacer frente a ofensivas imparables cuidando en todo momento de rescatar la mayor parte de los efectivos y cuidando siempre de salvar el mayor número posible de vidas de sus hombres. Así las cosas, el 15 de noviembre las últimas fuerzas republicanas repasan el río por el puente de hierro de Flix. Por allí transitan los últimos restos de la 3ª División y es probable que, bien en ese día, o en los inmediatamente anteriores, mi padre hubiera pasado el río por ese mismo lugar. En la madrugada, los últimos soldados de Tagüeña vuelan el puente en el último acto épico de la más terrible batalla que se haya dado nunca en suelo peninsular. Dos ejércitos enfrentados con alrededor de cien mil combatientes cada uno, una cifra de muertos difícil de determinar, pero sin duda cercana a los 20.000. Hechos heroicos como las tomas de Punta Targa, el Vértice Gaeta, la sierra de Pandòls y tantos otros que quedarán en la memoria de muchas generaciones posteriores.

8.- El Celler Cooperatiu de Gandesa

 Nuestro plan para el domingo, dejando ya descansar a Toni a su familia, era revisar las poblaciones del Priorato y de la Ribera en que la 3ª División fue acantonada tras repasar el Ebro y antes del comienzo de la ofensiva de Cataluña, lo que la haría recular camino de Barcelona para ayudar en la defensa de la misma, hecho este último en el que mi padre ya no pudo participar debido a que fue hecho prisionero en Ulldemolins. Así, desde la casa de Toni y Fina en El Perelló salimos para la ribera del Ebro con la idea de llegar a García y desde allí tomar camino en dirección al Montsant. Pasamos por La Figuera donde en el lugar de la Mola de Sant Pau donde se encuentra el observatorio de la batalla del Ebro que fue empleado por el general Rojo como puesto de mando. Desde allí nos dirigimos a La Bisbal de Falset y Palma de Ebro. No pasamos por Granadilla, pero entre estas tres poblaciones y Falset debió transitar la vida de mi padre en esos días. En La Bisbal se encuentra la Cova Hospital de Santa Lucía que era empleada por los hombres de la 3ª División para atender a sus heridos. En Falset se encontraba otra importante instalación hospitalaria en un largo túnel de ferrocarril, de forma que era de suponer que la vida de mi padre debía transitar entre unas y otras de estas instalaciones. Incluso durante la batalla, entre los meses de julio y noviembre, los heridos eran evacuados a esta orilla más segura que en aquella otra donde se estaba combatiendo. Es probable, pues, que mi padre pasara el río también varias veces, durante la batalla, llevando heridos hacia estos centros sanitarios en La Bisbal y en Falset. Desde Palma de Ebro tomamos el camino de Flix donde la niebla nos dio un pequeño respiro y pudimos tener algunas vistas del río con algunos probables lugares de paso de las tropas. La impresionante mole del castillo, donde se refugiaron los defensores franquistas y que fue tomado en la tarde del 25 de julio, cada vez iba apareciendo más claramente entre la niebla. Comimos en el Racó de Flix con la fruición de haber conseguido tantas experiencias en este viaje y con la tristeza de la finalización del mismo. La dieta fue magnífica: xatonada, escalibada, carne a la brasa, butifarra y bacalao en xanfaina. En la sobremesa tomamos el coche camino de vuelta a Madrid a través de la carretera de Lleida donde queríamos ver Llardecans y Maials, los puntos de acantonamiento de la 3ª División previamente a la batalla del Ebro. Presidía nuestra vuelta el deseo de no tardar mucho en volver a seguir visitando tantas cosas como aún nos quedaban pendientes de la zona, así como el de volver a encontrarnos con tan buenos amigos como dejábamos allí.

9.- Observatorio de la batalla del Ebro en La Figuera de Falset


 

[1] Estoy subrayando todas las primeras ocurrencias de lugares por los que pasó mi padre y que aparecen reflejados en sus papeles.